“Premoneda”
social en la Melanesia y Micronesia: un puente entre el pasado y el futuro. Artículo
publicado en el 2007 en F.J.
Antón Burgos (Editor): Tradiciones y nuevas realidades en Asia y el
Pacífico. Asociación Española de Estudios del Pacífico, pp 97-105.
Miguel Ibáñez Artica (Instituto Bidebieta,
San Sebastián) & Mª Dolores San Millán Vergé (U.P.V. San Sebastián).
En abril del año
2006, los jefes del poblado de Ambanga (en la Isla de Ambae, Vanuatu), ante la
amenaza de una inminente erupción, y como
ofrenda de paz a los dioses “Kelevu” y “Tagaro”, arrojaron al lago formado en
el cráter del volcán Manaro una valiosa esterilla roja y tres colmillos
curvados de cerdo, elementos utilizados como moneda y símbolo de valor en la
región. Esta información, publicada el 18 de abril en el “Vanuatu Daily Post”
fue rápidamente criticada y rebatida unos pocos días más tarde (el 27 de abril)
en el mismo medio de comunicación: “En mi opinión” -dice el
comentarista, refiriéndose a la persona que ha realizado las declaraciones
sobre la ceremonia- “debe guardar sus creencias para sí mismo y para sus
niños y no cuestionar los principios cristianos sobre los que se ha fundado
esta nación”.
Figura 1.- Volcán de Ambae y jefes de la zona con
colgantes de colmillos curvados.
El ocho de junio
del 2006, entre 150 y 200 líderes tolai se concentraron, clavando una lanza
frente a las oficinas del gobierno en Vunadidir, como señal de protesta. Este
enojo estaba motivado por una gran ofensa infringida a sus tradiciones: días
antes, un conjunto de máscaras rituales “tubuan” habían sido mostradas en la
capital de Papua-Nueva Guinea a una delegación de extranjeros de la Unión
Europea(1). Como compensación, los líderes recibieron 300 brazas de
moneda-concha (tambú) y a cambio, retiraron la lanza y regresaron a sus aldeas.
(Información del Post-Courier, edición del fin de semana: 9 -11 Junio, 2006).
Basta con seguir la prensa local de algunas zonas de la Melanesia y Micronesia
para encontrar hoy en día referencias al uso de la “moneda primitiva” (“kastom
moni”), que convive en mejor o peor armonía con la moderna (“bisnis moni”),
emitida por la correspondiente autoridad estatal. Estas monedas tradicionales
se han venido utilizando en la región desde la época precolonial, y se dieron a
conocer a finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando se publicaron varios
trabajos describiendo los diferentes tipos de monedas utilizadas en algunas
islas del Pacífico Sur(2)
Figura 2.- Portada del periódico “Post Courier” de
junio del 2006.
La moneda
económica actual presenta diez funciones principales: 1.- unidad de cuenta; 2.-
medida común del valor; 3.- medio de intercambio; 4.- medio de pago; 5.-
estandar para el pago diferido; 6.- almacenamiento de valor; 7.- posesión de
liquidez; 8.- marco del sistema de reparto del mercado (precios); 9.- factor
causal en la economía, y 10.- elemento de control de la economía. Las seis
primeras funciones son muy concretas, mientras las cuatro restantes son de tipo
más general, y afectan al campo de la macroeconomía (Davies, 2002). En cuanto a
las características que deben cumplir los objetos utilizados como moneda,
pueden señalarse: que sean fácilmente reconocibles, útiles, portátiles,
divisibles, indestructibles, de valor estable y homogéneos. Además de esta
“moneda económica”, en culturas calificadas como “primitivas”, hallamos otros
tipos, que presentan una función social distinta a la estrictamente económica,
como “monedas” específicas para realizar obsequios, con reciprocidad como en el
caso del Kula, o sin ella, como el Potlatch americano o la sal potásica entre
los Baruya de Nueva Guinea; para el pago de dotes matrimoniales –dinero o
“riqueza” de la novia-, como el “talipún” de las regiones de Boiken y Abelam,
el “ot” de los Muyu de Irian Jaya en Papua o los “peniques kissi” de Sierra
Leona; para pago de multas y compensaciones por ofensas, heridas o
incluso muerte –dinero de sangre-, indemnizaciones por adulterio y divorcio,
etc... Sin embargo, la especificidad de su uso, les acarrea una fuerte
desventaja frente a la moderna “moneda económica”, de forma que cuando ésta
surge en una determinada cultura (generalmente importada por otra sociedad más
desarrollada) tiende a fagocitar y sustituir al resto de las “monedas”
haciéndolas desaparecer(3).
La teoría convencional generalmente aceptada por economistas y numismáticos,
del “trueque” primitivo como antecesor directo de la “moneda económica”, es la
principal causa de la interpretación que hacemos de este elemento en el
contexto de nuestro sofisticado sistema económico, y sin embargo dicha teoría
es en realidad un mito surgido en el s. XVIII (Servet, 2001). A través de la
antropología se ha llegado a poseer una visión mucho más amplia acerca de la
complejidad de funciones asociadas a la denominada “moneda primitiva”.
La moneda es un
“invento” relativamente reciente; en occidente su antigüedad se remonta al
último cuarto del siglo VII a. C., y sin embargo el hombre venía comerciando
desde hacía varios milenios, aparentemente sin utilizarla. Antes de su
aparición se empleaban diferentes elementos entre los que podemos destacar los
lingotes de metal, a veces con marcas que señalan su procedencia, pertenencia o
controles de peso y calidad. Es precisamente a partir de unas “gotas” de
electro (aleación de oro/plata) de donde surgieron las primeras monedas,
convirtiéndose en un signo social, medida universal de valor y medio de compra
garantizado. El salto entre “lingote premonetario” a “moneda” se produjo con la
aparición del pensamiento racional en las comunidades políticas griegas
(Parise, 2003; p. 63), y su éxito y rápida propagación, se debieron no sólo a
su utilidad práctica como herramienta económica al servicio del poder
establecido(4), sino a que también pudo actuar sicológicamente en la
población como una droga (Lea & Webley, 2006).
Las investigaciones antropológicas realizadas desde finales del siglo XIX por
diferentes especialistas en lejanas zonas aisladas como la Melanesia, han
permitido descubrir una gran variedad de formas y usos de “monedas”, que
probablemente existieron también en otros lugares y culturas antes de que
surgiera la “moneda económica”. En 1914, Mauss realizó una novedosa proposición
sobre el concepto de “moneda”, señalando su carácter mágico-religioso en las
sociedades primitivas de África, América y Oceanía, y frecuentemente
encontramos un origen sagrado en las monedas-concha de las islas del Pacífico.
Por ejemplo, según la tradición, las monedas “ndap” y “nkö” de las islas Rosell
fueron fabricadas en lugares sagrados por un dios, y mientras las primeras son
objetos personalizados con su propio nombre e historia y sólo pueden ser
poseídas por los jefes, las segundas pueden pertenecer a las mujeres
(Armstrong, 1924). Recientemente, numerosos autores han profundizado
sobre el carácter sacro de estas monedas primitivas (Weiner, 1985, 1992;
Godelier, 1996, Werner & Bell, 2004), de forma que podemos identificar tres
familias de objetos “premonetarios”, los sagrados (intransferibles, donados
originariamente por los dioses, no circulan), los preciosos (de carácter
ceremonial y circulación especial, pueden ser donados en ciertos casos como en
matrimonios, deudas de sangre…) y los comunes o profanos (que sirven como
moneda de uso cotidiano asumiendo una función económica)(5). En
ocasiones estos tres elemento se imbrican, entre sí, y un buen ejemplo lo
encontramos en Nueva Caledonia, donde las “monedas concha” se conservaban en un
cesto denominado “cabeza del antepasado”. Estas monedas, unidas por un gancho
al cesto, formaban el “cuerpo” que recibía la “vida” de la “cabeza”. Mientras
cestos y ganchos eran conservados como objetos sagrados por los jefes, las
ristras de conchas circulaban como moneda común (Leenhardt, 1930, citado en
Godelier, 1998). Ocasionalmente encontramos que algunos elementos rituales
pasan a la esfera comercial, como por ejemplo los “mwali” o “soulava” que
salen del circuito del Kula y sirven para adquirir canoas o posesiones
valiosas; también se puede dar el cambio en sentido inverso, y un curioso
ejemplo lo encontramos en las islas Rossel: la familia “ndap” de monedas
concha, anteriormente mencionada, se divide a su vez en 22 tipos distintos,
entre ellos, los cuatro valores más altos se utilizaban tradicionalmente como
compensación a los familiares de las víctimas de canibalismo, pero al
desaparecer esta práctica, también ha cambiado el papel de estos cuatro tipos
de moneda concha, que actualmente han pasado a la categoría de “objetos
intransferibles” (Liep, 1999).
La sacralización de los objetos valiosos es un mecanismo que permite reforzar
la jerarquización social, ya que las monedas no sirven únicamente para adquirir
bienes o servicios, también permiten a su poseedor disponer de un elevado
status social. Tal como se ha podido estudiar en las Islas Salomón, las monedas
concha se consolidaron sinérgicamente con la aparición de una sociedad más
jerarquizada, los objetos de valor (las monedas-concha) fueron sacralizados y
su posesión por los jefes incrementó su autoridad, actuando como catalizadoras
en la expansión de las formas de intercambio en la sociedad (Aswani &
Sheppard, 2003). Podemos encontrar ciertos paralelismo en la antigua Grecia,
donde también se producía una clara diferenciación entre los objetos valiosos
adquiridos o “riqueza móvil” (probasis) y aquellos que debían
conservarse en casa (keimelia). Como en los soulava y mwali del anillo
del Kula en la actualidad(6), los keimelion tenían su propia historia, iban unidos
a su poseedor y al pasar de mano en mano acrecentaban su valor (Parise, 2003).
Queda por determinar si en la antigua Grecia la “medida del valor” (como
precursora de la moneda) en realidad tuvo un origen sacro y no comercial, o
como sugiere Parise (op.cit.) “las cosas no adquirían su valor por
usarse en el ámbito religioso, sino que los objetos más valiosos se consagraban
precisamente por ser preciosos”.
Elementos utilizados con fines monetarios
en la Melanesia y Micronesia.
Dentro de los diversos materiales utilizados con
fines monetarios a lo largo del espacio y del tiempo, podemos diferenciar dos
grandes grupos o familias, en primer lugar los que son (o derivan) de objetos o
elementos de utilidad práctica, como los “utensilios-herramientas-armas”,
lingotes metálicos, o materiales fungibles como alimentos, sal, ganado, te,
tabaco, tejidos (raffia, algodón, paños de corteza, etc...). En un segundo
grupo podemos incluir los elementos ornamentales con un importante valor
simbólico añadido, como diferentes tipos de joyas y adornos. Resulta difícil
establecer cuál de estas dos categorías fue la primera en utilizarse con fines
premonetales, parecería lógico pensar que fueron los elementos indispensables
para la supervivencia los más valorados en un principio, pero es muy probable
que los objetos ornamentales, dotados de un poder simbólico/mágico, surgieran
en época muy temprana como objetos de valor, susceptibles de ser utilizados
como moneda de cambio. Dentro de este grupo de “objetos-adorno”, podemos
encontrar a lo largo de los cinco continentes numerosas premonedas, los más
antiguos documentados son las pequeñas conchas de caurís (Cypraea moneta y C.
annulus) ya utilizadas en China durante la primera dinastía histórica
(Shang, s. XVIII-XIII a. C.)(7), ampliamente utilizadas en época
moderna para la adquisición de esclavos en la costa occidental africana
(Hogendorn & Jhonson, 1985), y que en la actualidad permanecen como monedas
comunes, cosidas en largas cintas como el “jetac” o “yerak” entre los Dani de
la provincia de Irian Jaya en Papua.
Con respecto a la Melanesia y Micronesia, aún hoy en día encontramos en estas
regiones una de las mayores diversidades culturales del Planeta(8).
La razón esta gran diversidad se debe fundamentalmente a la existencia de
numerosas barreras para las comunicaciones humanas (islas, densas selvas,
pantanos y caudalosos ríos), al igual que ocurre con la evolución biológica y
la biodiversidad, la evolución cultural en estos ambientes aislados ha
favorecido el desarrollo de un mosaico de culturas diferenciadas. Esta
“patchines” cultural se traduce también en los elementos utilizados como
moneda, desde los enormes discos de aragonito con varias toneladas de peso de
la isla de Yap(9), hasta las delicadas monedas-pluma de Santa Cruz
(en las Islas Salomón), fabricadas con el plumón rojo de una pequeña ave del
bosque tropical (Myzomela cardinalis), plumas de pichón gris (Ducula
pacifica) y como pegamento, la savia mucilaginosa del árbol Broussonetia papyrifera.
Figura 3.- “Monedas” de piedra de la isla de Yap,
representadas en una antigua tarjeta de propaganda comercial alemana.
La premoneda como elemento estructurador
de la sociedad.
Dentro de esta
enorme diversidad destacaremos cuatro ejemplos de “monedas primitivas” que
siguen plenamente vigentes en la actualidad. En primer lugar citaremos uno de
los casos más significativos, el “tambu” o “diwarra” empleado por el pueblo
Tolai, de la provincia de Nueva Bretaña en Papúa-Nueva Guinea (Braun, 2003). Se
trata de sartas de pequeños caracolillos Nassarius
camelus (v. Martens, 1897)
atravesados en una larga varilla, que se mide en brazas (183 cm.), a su vez
divisible en pequeños fragmentos con 10-12 conchas. Cada braza contiene unos
300 caracolillos y tiene un valor aproximado de unas 3.5 kinas (aproximadamente
un dólar americano). El 13 de
febrero del año 2002, se restableció en Rabaul un centro de cambio oficial denominado “A Pal na Tabu” (Casa de la
moneda-concha), autorizado oficialmente por el gobierno de la provincia de
Nueva Bretaña del Este (Papúa), con una conversión de 1 braza de moneda-concha
= 4 kinas. Se trata pues, de una moneda-concha “oficial” y reconocida por el
Estado como tal. En la actualidad “circulan” como moneda más de seiscientos
millones de caracolillos en la provincia de Nueva Bretaña del Este (Ibáñez,
2004). El “tambu” no sólo funciona como una verdadera moneda económica, también
es utilizada con otros fines sociales como restablecer la paz tras una disputa,
y se acumula en largas ristras circulares (loloi) para ser troceado y
distribuido en determinadas ceremonias, como en los funerales(10) (Emst, 1954, Epstein, 1979). Tampoco esta “moneda-concha” se libra
de las falsificaciones: con conchas muy parecidas de la especie Nasarius fraudulentus (Marrat, 1877), ensartadas de la misma
forma que el “diwarra”, se fabrica el “eddi” o falso diwarra (Quiggin, 1949). Esta moneda sigue utilizándose como
medio de circulación universal entre los Tolai, funcionando a corto plazo como
elemento de pago en mercados y transacciones comerciales, y como instrumento de
integración social a largo plazo (regalos, multas o compensaciones como el
“kamara”, ceremonias, etc...). A pesar de las numerosas restricciones a
su uso (en 1900 los alemanes prohibieron la utilización de monedas-concha entre
nativos y europeos), e imposiciones (los japoneses introdujeron de forma
obligatoria su moneda durante la segunda Guerra Mundial, y posteriormente los
australianos hicieron lo mismo), el “tambu” se ha mantenido posibilitando el
estatus y reproducción de las relaciones sociales matrilineales (Foster, 1999)(11).
Figura 4.- A la izquierda, antiguo grabado del s.
XIX mostrando un jefe difunto honrado por el pueblo, detrás, los aros de
“loloi” o “moneda concha”. A la derecha, en la parte superior, exhibición de
“tambu” a comienzos del siglo veinte, en la inferior, la misma ceremonia a
comienzos del siglo XXI.
El segundo ejemplo de “moneda-social” es el “vaygu’a”
de las Islas Trobriand (Papúa-Nueva Guinea) utilizado en lo que se conoce
como el “anillo del Kula”. Aunque ya existían trabajos antropológicos sobre la
“moneda primitiva” utilizada en pueblos considerados como “salvajes”, fueron
los estudios de Malinowsky (1920, 1921, 1922) quienes pusieron en evidencia la
complejidad de los sistemas sociales y económicos donde se utilizaba dicha
moneda, y a partir de ese momento los términos “salvaje” y “primitivo” se
relativizaron en la bibliografía antropológica. Ente otras costumbres,
Malinowsky describió la ceremonia del Kula, donde se produce un
intercambio ritual entre dos tipos de objetos principales (vaygu’a), por
un lado brazaletes denominados “mwali”, fabricados con la concha del
caracol marino Conus leopardus (Röding, 1798) con adornos
complementarios de caracoles porcelana de la especie Ovula ovum (L. 1758), y por otro, collares “soulava”
elaborados con conchas del lamelibranquio Chama
pacifica (Broderip, 1834)(12).
Este complejo ritual de intercambio de regalos entre islas distanciadas,
vertebra un complejo sistema de relaciones sociales y económicas, donde además
de los dos tipos principales mencionados, se utilizan diversos objetos como
monedas. A pesar de los pronósticos que vaticinaban su desaparición, la
ceremonia del “Anillo del Kula” se conserva vigente en la islas Trobriand con
algunas diferencias respecto a lo descrito por Malinowsky, como la utilización
de embarcaciones con motor o la participación de las mujeres, antaño vetada.
(Leach, 1983; Malnic, 1998; Campbell, 2002, Kuhling, 2003)(13).
Figura 5.- “Monedas” del “Anillo del Kula”.
Un tercer ejemplo de utilización de monedas-concha, lo encontramos en la isla
de Malaita (Islas Salomón), donde se usan ristras y collares de cuentas de
conchas de colores de distintas formas y tamaños, siendo su fabricación
competencia exclusiva de las mujeres, a partir de cuatro tipos diferentes de
moluscos lamelibranquios(14). El pueblo Langalanga, en la costa
norocidental, es el encargado actualmente de recoger las conchas y fabricar los
diferentes tipos de “collares” que servirán como moneda para ellos mismos y
para otras tribus de la zona. También en este caso las funciones de estas
monedas-concha rebasan su papel estrictamente económico. La denominada “isae galia”,
de color blanco, se utiliza exclusivamente para regalos de boda como “dinero de
la novia”, pero existen otros muchos tipos de collares que reciben la
denominación genérica de “akwala afu”, desde el más valioso “maifuo”, donde las
hileras de sartas de diferentes colores se combinan de forma determinada, hasta
los más modestos “gwae-uruuru” o “buigao”. En ocasiones se combinan las conchas
con dientes de delfín para elaborar sofisticadas monedas locales(15).
Esta utilización de dientes como moneda la encontramos mencionada en el informe
elaborado por Hernán Gallego, piloto mayor de la expedición de Álvaro de
Mendaña, al visitar la Isla San Jorge (al sur de Santa Isabel en las
Islas Salomón) en la primavera de 1568 (publicado por Zaragoza, 1876, p. 6), donde
indica:
“Viéronse en esta isla algunas perlas,
y los indios no hacían mucho caso de ellas, dábanlas todas por el rescate de
una canoa que se les había tomado, también trujeron unos dientes que parecieron
ser de algún grande animal, estimábanlos en mucho, y decían que los tomasen y
volviesen su canoa.”
Las monedas valiosas se utilizan fundamentalmente para resolver conflictos
intertribales y las restantes son empleadas en el comercio con los pueblos
vecinos. Recientemente se han analizado las relaciones entre el dinero oficial,
los billetes de dólares de las Salomón (en los que se representa una imagen de
la fabricación de las monedas tradicionales), y las monedas-concha.
Generalmente se utilizan los dos tipos, pero en ámbitos diferentes, así
mientras la moneda oficial es empleada para las compras cotidianas, la
tradicional se reserva para los pagos ceremoniales (bodas, funerales,
resarcimiento de delitos, etc…). Mientras las poblaciones paganas de las zonas
montañosas siguen utilizando casi exclusivamente las monedas-concha, las
poblaciones más cristianizadas de la costa, habían abandonado progresivamente
su uso debido a la influencia de los misioneros (católicos, evangelistas y
adventistas) contrarios a las creencias religiosas –como el origen divino de la
moneda tradicional- de los nativos, sin embargo, recientemente, incluso las
comunidades cristianas están recuperando el uso ritual de la moneda-concha
(kofu). Este Kofu en la actualidad presenta una cantidad enorme de
denominaciones y valores, desde pequeñas ristras de poco más de un centímetro
de longitud hasta cordones de varios metros; las piezas menos valiosas se
utilizan para las adquisiciones cotidianas en el mercado, mientras las mayores
se reservan para las ceremonias públicas como bodas y especialmente funerales.
Algunos pueblos como los Kwaio, al utilizar casi exclusivamente la moneda
concha tradicional, presumen de tener una independencia económica real respecto
al gobierno de las Islas Salomón (Akin, 1999)(16).
Figura 6.- Moneda concha denominada “tafuliae”.
Para finalizar podemos comentar la utilización que actualmente se
hace de la moneda tradicional en el estado de Vanuatu, conocido antes de su
independencia en 1980 como el archipiélago de Nuevas Hébridas, y descubierto
por el navegante Pedro Fernandez de Quirós entre 1605 y 1606. Precisamente el
primer dato referente a la utilización de los colmillos de cerdo circulares,
característicos de estas islas, data del 28 de abril de 1606, tal como figura en
el diario de navegación de Gaspar González de Leza, piloto mayor de la
expedición de Quirós: “Traia este indio en vn brazo vn gran diente de jauali
por manilla” (17).
.
Este país de la Melanesia conserva excepcionalmente una serie de costumbres y
tradiciones ancestrales, entre las que figura la utilización de diversos
elementos como moneda y símbolo de poder. Uno de los más valiosos es el
colmillo circular de cerdo intersexual, que incluso llega a figurar en la
bandera nacional. El escudo de la república, creado tras su independencia, que
aparece en los anversos de las monedas, presenta la figura de un jefe de
Vanuatu provisto de una serie de elementos simbólicos, como brazaletes de
concha usados como moneda, indicando su papel de organizador de los
intercambios económicos y distribuidor de servicios, bienes y recursos,
mientras el colmillo circular de cerdo simboliza unidad, riqueza, prosperidad y
su autoridad. La esterilla representa la importancia de la agricultura y el
papel de la mujer en la economía agrícola de la región. Estos son precisamente
los tres tipos de moneda tradicional utilizados en las islas: los cerdos y sus
colmillos curvados, las monedas-concha y las esterillas rojas. Uno de los
principales elementos que cumplen una función monetaria en esta región, es el
cerdo intersexual y especialmente sus colmillos. Este tipo de animales
pertenece a la denominada especie “Sus papuensis”, que en realidad es un
híbrido de la especie autóctona (Sus celebensis) y el cerdo europeo (Sus
scrofa)(18). A los dos años de edad, se les extraen los caninos
superiores, de forma que los inferiores puedan crecer sin limitaciones, creando
un círculo completo a los 7-8 años, y tras 12-14 años de cuidados pueden llegar
incluso a formar un doble círculo. Disponer de este tipo de colmillos (estado
“Nimangki”) confiere autoridad a su poseedor, siendo el colmillo curvado de un
cerdo intersexual el elemento más valioso en el marco social de las poblaciones
de Vanuatu(19). Además de los cerdos intersexuales y los colmillos
circulares, en algunas zonas, como en la mencionada isla de Ambae, se utilizan
también como moneda unas esteras elaboradas con fibras sacadas de las hojas de
un pequeño árbol, “Pandarus tectorius”, mientras el pigmento rojo
utilizado se obtiene de la planta llamada “lapwe” (“Ventilago neocaledonica”),
tinte que se estampa en la estera con ayuda de una madera tallada. Un tercer
tipo de moneda utilizado actualmente en las pequeñas islas del norte y en menor
proporción al norte de la isla Pentecostés son el “som” y el “homu”, cuentas de
collar realizadas con conchas.
Figura
7.- Mercado
de esterillas en Ambae, Vanuatu.
http://www.tranquillity.net/Vanuatu/basketmaking.jpg
Las autoridades de Vanuatu promueven el desarrollo y utilización de las
“monedas tradicionales” como elementos fundamentales para el desarrollo de las
pequeñas poblaciones, incluso proponen la creación para el año 2008, de
“bancos” de cerdos, usados como moneda. Igualmente se ha propuesto la
declaración del año 2007, como año de la “moneda tradicional” (Kastom mane) (Anónimo, 2005).
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Notas pie de página:
(1) “Tubuan” es una máscara femenina que
representa a un antepasado, y de la que “nacen” numerosas máscaras masculinas
de forma cónica, denominadas “Dukduk”. Este nacimiento simbólico da lugar al
inicio de la ceremonia festiva el “DukDuk”, donde los nuevos miembros son
iniciados en las costumbres y leyes de la sociedad.
(2) Danks, 1888, en Nueva Bretaña; Stearn,
1889, con su estudio pionero de Etno-Malacología; Woodford, 1908, en la Isla de
Malaita; Malinowsky, 1920, 1921, 1922, en las islas Trobriand de Papua-Nueva
Guinea; Armstrong,1924, en las islas Rossel y Lewis, 1929, con su recopilación
de “monedas-concha” de los principales museos.
(3) Un buen ejemplo de la evolución
experimentada en la moneda tradicional, con la evolución hacia un sistema
capitalista de la “moneda concha” se ha dado entre los Muyu de Irian Jaya a
mediados del s. XX, a través de cuatro etapas sucesivas: 1.- apreciación
de la moneda tradicional, el “ot”; 2.- apreciación de los objetos occidentales,
especialmente hachas y cuchillos; 3.- aceptación de la moneda occidental, y 4.-
esfuerzos por internalizar la forma de vida occidental (Schoorl, 1976).
(4) En la antigua Grecia ya existían
importantes depósitos de metales preciosos en los templos desde el s. VIII
a.C., y la plata estaba institucionalizada como medio de pago (Seaford, 2004).
Este hecho y la existencia previa de elementos premonetales de forma y
tamaño (peso) estandarizados por la comunidad, como los asadores de hierro
(obelos), que en grupos de seis recibían el nombre de “dracma”, propiciaron la
rápida difusión de la moneda, que incluso recibió la misma denominación
utilizada para los mencionados elementos premonetales: óbolos y dracmas.
(5) Encontramos numerosos ejemplos de esta división
de funciones en las monedas-concha, en la sociedad Tangan (Nueva Irlanda
central) se utilizan discos de concha en los ritos funerarios, pagos
matrimoniales y compras. Estos discos, denominados Tintol son anillos fabricados a partir de la
concha gigante tridacna y reciben el nombre genérico de am fat. No se fabrican en
cantidades desde 1985, y un disco requiere aproximadamente seis meses de
trabajo. El tipo más común lleva un surco inciso en el borde exterior, con un
tamaño medio de 10 cm. de diámetro. La variedad más grande llamado waratang no circula nunca (Foster, 1990).
(6) Alguien que llega a poseer en el Kula una
pieza famosa, puede retenerla en su poder 10, 15 o incluso 30 años antes de
reincorporarla al circuito del Kula. Las conchas se jerarquizan según
estándares explícitos en función del peso, circunferencia, longitud y edad.
Solamente algunos brazaletes y collares alcanzan el nivel más alto y llevan
nombres individuales (como las joyas importantes en el mundo occidental).
(7) El caurí en China es el símbolo por
excelencia de la riqueza, y la letra que lo representa (bei) aparece en
numerosos caracteres relacionados con el concepto “valioso” (p. ej. en las
palabras riqueza, tributo, precioso, recompensa, etc…). A finales del período
Shang la gran demanda de caurís hizo que se fabricaran en diferentes materiales
como jade, con otras conchas recortadas para darles apariencia de caurís, en
piedra, hueso, madera y bronce. De hecho se considera estos caurís de bronce
como las primeras monedas metálicas conocidas (Thierry, 1986). Además de estas
“monedas económicas”, ya en esta temprana época se fabricaban imitaciones en
arcilla, con la finalidad de depositarlas en enterramientos, constituyendo el
precedente más antiguo del “dinero de los muertos” o los “billetes del
infierno”, utilizados aún hoy en día en los funerales budistas.
(8) Tomando como referencia la riqueza
lingüística, en la actualidad existen en Vanuatu, con unos 200.000 habitantes,
109 idiomas locales diferentes, en las Islas Salomón, con poco más de medio
millón de habitantes, encontramos 120 lenguas, mientras en Papua-Nueva Guinea
con cinco millones y medio de habitantes se hablan 715 lenguas locales.
(9) Estos discos, que se fabricaron hasta
1931, han sido utilizados más como símbolo de riqueza que como moneda de uso
comercial. Para este menester se emplean en la actualidad (año 2003) hasta 15
tipos diferentes de “monedas tradicionales”, entre las que destacan las
monedas-concha (gau, thaue, yar y anu), de piedra (rai), y unas esterillas de
fibra de coco denominadas “lavalava” (Opitz, 2004).
(10) Esta moneda originalmente recibía el
nombre de “tambu” en la provincia de Nueva Bretaña y de “diwarra” en Nueva
Irlanda (Danks, 1888). Tras la introducción de la moneda occidental, la
cantidad de tambú en circulación ha sido controlada por los líderes
locales, y la principal finalidad de su atesoramiento es su distribución tras
la muerte del individuo que las ha acumulado durante su vida (Connell,
1977;.Clark, 1995). Actualmente se utilizan diez unidades monetarias de tambú,
desde la más pequeña, el “taptikai” con unas 10 a 12 conchas, que equivale a
unos dos céntimos de euro, hasta la más valiosa “tana”, de cinco mil brazas de
longitud, con 1.200.000 caracolillos, y con un valor equivalente a 3.500 euros
(DeMeulenaere, 2006)..
(11) La recolección de los caracolillos
utilizados para la confección del “tambu”, tiene lugar en otro lugar, en el
lago Roviana, (Nueva Georgia, Islas Salomón), donde constituye una importante
actividad económica de los habitantes del poblado de Olive (Aswani, 2000, 2002)
que venden su producción a sus vecinos Tolai de Papua.
(12) Malinowsky, interpretó la especie como
“Spondylus”, y de esta forma se ha mantenido en algunos trabajos posteriores.
(13) Las principales monedas del Kula, también
constituyen “unidad de cuenta”, “medida de valor”, y “medio de
intercambio”. La diferencia, es que en realidad lo que miden o cuentan es la
cantidad de reputación personal de quien realiza el obsequio. Se ha llegado a
interpretar la ceremonia del Kula, como un “intercambio agonístico” homérico,
donde la posición social de un aristócrata dependía tanto de su ascendencia
como de su habilidad y éxito en los “intercambios agonísticos”, única forma de
elevar su autoridad entre sus semejantes (Weiner, 1992).
(14) Chama pacifica, llamada en idioma nativo ”romu”, de donde
se obtienen las cuentas más apreciadas de color rojo; Beguina semiorbiculata, de coloración marrón o púrpura,
denominada “ke’e”; Anadara
granosa o “kakandu” con las
que se fabrican las cuentas de color blanco, y por último Atrina vexillum o
“kurila” de color negro.
(15) En Malaita hay cinco poblaciones
especializadas en la captura de delfines para la obtención de sus dientes como
moneda, con una producción anual de unos 100.000 dientes (Takekawa, 2000).
(16) Además de estos collares usados como
moneda tradicional en Malaita, los objetos utilizados generalmente como moneda
en las islas Salomón, son aros elaborados con conchas, generalmente de la
especie “Tridacna gigas”. El nombre genérico que reciben estos anillos
es “Poata”, aunque también se les asigna localmente variadas denominaciones
como “kiha” o “Hata ‘imu”. El
más valioso se denomina “Bakia” y va adornado con fibras vegetales y semillas,
lo utilizan como colgante los jefes y se empleaba tan sólo para grandes
adquisiciones de tierras y alimentos, y también para solucionar problemas entre
diferentes tribus o familias enfrentadas. Un “poata” de gran tamaño se denomina
“umbu”, y cuando el contorno externo es irregular recibe el nombre de
“mbarake”, por contra los finos aros de Trochus o Conus se denominan “Hinuili” y sirven en
pequeñas transacciones, también se han encontrado en enterramientos rituales en
la isla de Vella Lavella (Sheppard & Walter, 2005). Con varios
hinuili se elaboraban objetos sagrados como el “serubule” con propiedades
mágicas (Sheppard et al.,
1998), o monedas complejas como el “Virivirikana”, moneda concha utilizada para
hacer la paz. Otra moneda-concha característica es la “kesa” de la isla
Choiseul, formada por un cilindro de paredes muy finas de tridacna fosilizada.
Todavía en la actualidad puede encontrarse este tipo de moneda, utilizada
históricamente como “precio de la novia”, compensaciones por muertes u ofensas,
ceremonias de alianzas etc... El arte tradicional de la fabricación de estas
monedas se concentra en Nuatabu, al este de la isla (Anónimo, 2001).
(17) Relación verdadera del viaje y suceso que
hizo el Capitán Pedro Fernández de Quirós por orden de su majestad a la tierra
Austral e incógnita. Por Gaspar González de Leza, piloto maior de la dicha
armada. Año de 1605. Biblioteca Nacional de Madrid, Sección Manuscritos.
S. XVI. 3211.
(18) Un cierto porcentaje de los machos nacidos
(hasta un 20%) no llegan a desarrollar los caracteres sexuales masculinos,
convirtiéndose en machos seudohermafroditas (técnicamente intersexuales), que
son los animales más codiciados, utilizados como símbolo de valor y como moneda.
(19) En los préstamos realizados, se aplica un
tipo de interés muy lógico, que se determina por la tasa de crecimiento de los
colmillos del cerdo durante el tiempo que éste ha sido prestado (Emst, 1954).
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