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martes, 1 de febrero de 2022

El dinero del mar I: Caparazones de tortuga y dientes de delfines y cachalote.

 

El dinero del mar I: Caparazones de tortuga y dientes de delfines y cachalote. Artículo publicado en “Eco filatélico y numismático” (Septiembre 2020) 76 (1298): pp. 47-49.

 

Miguel Ibáñez Artica



            El mar ha constituido la despensa de la humanidad desde sus primeros tiempos, cuando poblaciones de las especies de Homo sp. se asentaron en zonas del litoral, preferentemente cerca de las desembocaduras de los ríos, donde la productividad marina es más elevada por el aporte de nutrientes arrastrados por las aguas dulces, y mediante el marisqueo principalmente de moluscos gasterópodos (caracolillos) y lamelibranquios (mejillones, ostras, almejas...) estas poblaciones encontraron un importante suplemento dietético, tanto en proteínas como en oligoelementos esenciales.

 

            Las pruebas de estos asentamientos, que en ocasiones se prolongaron durante varios milenios, las tenemos en los depósitos de conchas denominados concheros que pueden encontrarse en las cuevas situadas cerca del litoral en el Cantábrico (Mazaculos en Asturias, Cobrante y Portillo en Cantabria, Santimamiñe en Vizcaya, etc...) y en otros lugares a lo largo de las costas de todos los continentes (Fig. 1).

 

 

Figura 1.- a: Conchero al sur de Puerto Deseado en Argentina; b: Gigantesco conchero de varios kilómetros de longitud y decenas de metros de altura en el Parque Nacional del Banco de Arguin, Mauritania. (Fuente Wikipedia).


Cabe suponer la atracción que  los primitivos habitantes de la costa en todas las regiones del Planeta tendrían por las conchas encontradas en la playa, tanto por sus características visuales de formas y colores, como por la suavidad de su tacto. Podemos suponer que en una primera fase, los colgantes realizados con estas conchas tendrían un significado de prestigio y poder para quien las portaba, y tal vez pudieron llegar a convertirse en una importante seña de identidad, como parece indicar el hecho de que fueran depositados en las tumbas de sus propietarios. Por supuesto que en las zonas del interior estas conchas tenían aún más valor, pues eran objetos nunca vistos en la naturaleza, y por tanto fabricados por los dioses (tal como se consideran las monedas conchas “Ndap” en la isla Rossel y en otras zonas de la Melanesia).

            Este papel de elementos valiosos o sagrados se transformó en una función monetaria, no de tipo económico en sentido estricto. En una primera fase estas “monedas” sirvieron para comprar una vida humana, cono el “dinero” de la novia para comprar una esposa, o la “moneda” de sangre para compensar a los familiares de una víctima de homicidio. Estas funciones de algunas “monedas concha” todavía siguen vigentes en pleno sigo XXI en algunas zonas del Pacífico (Fig. 2) (1).

 



Figura 2.- a y a’: Entrega del “dinero de la novia” en Malaita (Islas Salomón: To'abaita Authority for Research & Development); b: Entrega de “dinero de sangre”, familiares de un fallecido por homicidio  reciben dos monedas concha de los representantes del pueblo donde ocurrió la muerte, que expresan su pesar, y piden disculpas a los compañeros del fallecido entregándoles dos “tafuliae”. De esta forma ambas comunidades se comprometen a mantener la paz dejando que la ley siga su curso. (Solomon Star, edición del miércoles, 26 de octubre de 2011).

 

            Estos objetos elaborados a partir de las conchas de moluscos no son los únicos que tienen un origen marino, trataremos en primer lugar de aquellos elementos de uso monetario cuya materia prima procede de vertebrados, como reptiles y mamíferos marinos.

 

            En el caso de los reptiles, encontramos varios objetos de uso monetario elaborados a partir de la especie Eretmochelys imbricata L. 1766, que recibe el nombre vulgar de “tortuga carey” (Fig. 3g). Se trata de una especie cosmopolita que presenta dos subespecies, una en el Atlántico y la otra en el Pacífico, y se supone que puede vivir unos 50 años. Dada la sobreexplotación  que a lo largo de la historia ha sufrido este animal marino, desde 1996 está incluida en el listado de “especies en peligro crítico de extinción”.

 

 


Figura 3.- Objetos de uso monetario elaborados a partir del caparazón de la tortuga carey; a: brazalete utilizado como “dinero de la novia” en la provincia de Nueva Bretaña (Papúa-Nueva Guinea); b: espátula ceremonial de las Islas Trobriand (Papúa-Nueva Guinea); c: “Tema” de la isla de Santa Cruz (Islas Salomón); d: “Dala” o “Kap kap” de Malaita o Guadalcanal (Islas Salomón); e: “Dafi” de la isla de Malaita (Islas Salomón) representando un pájaro fragata atacando a un bonito; f: anzuelo de Papúa-Nueva Guinea. (a y f: MAN, Madrid; b y d: Quay Branly, París; c y e: colección privada).

 

En la provincia de Nueva Bretaña (Papúa-Nueva Guinea) se utilizan como moneda unos brazaletes denominados “Navoi”, elaborados con el caparazón de la tortuga carey (Fig. 3a), y también en las Islas Trobriand, se emplean como moneda para adquirir bienes y como regalo en la ceremonia del “Kula”, unas decoradas espátulas de aspecto característico denominadas “Bosu” o “Potuma”, en muchos casos fabricadas con caparazón de tortuga (Fig. 3b) utilizadas para tomar la cal que se mezcla con el betel para masticar.

 

Además, fragmentos recortados de carey son utilizados como elementos complementarios en adornos y utensilios que sirven como moneda y que podemos catalogar como “monedas cocha”, por ejemplo en los “Tema” de la Isla de Santa Cruz (Fig. 3c), los “Kap kap” (Fig. 3d) y los “Dafi” de Malaita (Fig. 3e), en las Islas Salomón. En ocasiones la figura recortada de concha de carey presenta la silueta de un ave marina, la fragata pelágica (Fregata minor Gmelin, 1789), animal que con sus chillidos indica a los pescadores donde se encuentran los cardúmenes de peces. Por este motivo se venera y respeta a esta ave marina que aparece representada en las valiosas monedas concha, tanto en la de forma circular denominadas “Tema” y utilizadas en la isla de Santa Cruz, como en las “Dafi” de Malaita utilizadas también como adorno de manera exclusiva por los hombres(2).

 

            Finalmente, los tradicionales anzuelos elaborados con conchas recortadas, presentan la aguda punta tallada en caparazón de carey. Estos anzuelos sirven también como monedas (Fig. 3f).

 

            Con respecto a los mamíferos marinos podemos considerar dos grandes grupos, por una parte los dientes de varias especies de delfínidos, principalmente el delfín manchado tropical (Stenella attenuata Gray, 1846), el delfín acróbata de hocico largo (Stenella longirostris Gray1828), así como de las pequeñas marsopas, que son utilizados para elaborar ornamentos en forma de cintas para colocar en la cabeza o el cuello como el “I’a’afu”, antaño utilizado como moneda en el norte de Malaita (Fig. 4a).

 

Los dientes de delfines y marsopas se han venido utilizando en las Islas Salomón como “dinero de la novia” y en pagos rituales de fiestas funerarias, y de cada delfín capturado se obtienen unos 120 dientes. La protección de estos cetáceos marinos ha provocado algunos problemas, y aunque en  el año 2000, en Malaita existían cinco poblaciones especializadas en la pesca de delfines, que obtenían unos cien mil dientes al año, tras llegar a un acuerdo para cesar las capturas, en el año 2013 la aldea de Fanalei volvió a las actividades depredadoras, capturando ese año más de 1600 delfines para obtener los preciados dientes.

 

 


Figura 4.- a: Cinta elaborada con dientes de delfín “Barulifai’a” (Malaita, Islas Salomón) (Colección del MAN, Madrid); b: “Tabua” y c: collar de dientes de cachalote (Islas Fiji); d: sellos postales de Fiji con la representación del “tabua”; e: moneda de 20 céntimos de Fiji.

 

            Otra moneda tradicional, en este caso elaborada con los grandes dientes de los cachalotes, es el “Tambua”, que se utilizaba como moneda en el siglo XIX para grandes transacciones, y cuando un joven busca una esposa, la solicitud debe estar acompañada por un diente de cachalote, y su aceptación establece el contrato de matrimonio con un papel simbólico similar al de nuestro anillo de compromiso. Esta “moneda” tradicional de las Islas Fiji figura en algunos sellos (Fig. 4d, d’) y monedas (Fig. 4e).

 

            El cachalote en la actualidad está incluido en la lista de especies vulnerables, por lo que el comercio de estos dientes es muy limitado y sometido a restricciones. En mayo del 2017, el gobierno de Nueva Zelanda devolvió 148 de estos dientes a las autoridades de Fiji, tras haber sido incautados en la frontera (Fig. 5).

 


Figura 5.- Devolución de 148 “tabua” incautados por el gobierno de Nueva Zelanda a las autoridades de Fiji  el 29 de mayo del 2017 (RNZ, Radio Nueva Zelanda; imágenes del Gobierno de Fiji).

 

 

 

 

Notas:

 

(1) Las monedas más antiguas: “moneda de sangre” y “moneda de la novia”. Eco Filat. y Numism. (Noviembre, 2007), 63(1157): 44-46.

 

(2) La pesca del bonito en una premoneda de las Islas Salomón.  Eco Filatélico y Numismático 71(1244) (Octubre 2015): pp. 48-49.

http://www.fesofi.es/wp-content/uploads/2015/09/25.jpg 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 1 de agosto de 2021

"Sacra Moneta". Los orígenes de la moneda.

 

“Sacra Moneta”. Los orígenes de la moneda. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático. (Septiembre 2018) 74 (1276): 48-50.

 

Miguel Ibáñez Artica

 

 


 

            El relato convencional sobre el origen de la moneda se remonta a los banqueros jonios del siglo VII antes de nuestra Era, cuando colocaron su sello sobre gotitas metálicas de electron (mezcla de oro y plata) para garantizar su valor. De esta forma surgieron las primeras monedas metálicas que pronto se popularizaron en las polis griegas y en el imperio Persa. Según esta teoría, generalmente aceptada por historiadores, economistas y numismáticos, el “trueque” primitivo fue el antecesor directo de la moneda, y por este motivo interpretamos este elemento con un criterio estrictamente económico. Sin embargo dicha teoría es en realidad un mito surgido en el s. XVIII, y a través de la antropología se ha llegado a alcanzar una visión mucho más amplia acerca de la complejidad de funciones asociadas a la denominado “dinero o moneda primitiva”, precursora de la “moneda económica”. 

 

La moneda, tal como la conocemos, es un “invento” relativamente reciente; en occidente su antigüedad se remonta al último cuarto del siglo VII a. C.(1), y sin embargo el hombre venía comerciando desde hacía varios milenios, aparentemente sin utilizarla. Antes de su aparición se empleaban diferentes elementos entre los que podemos destacar los lingotes de metal, a veces con marcas que señalan su procedencia, pertenencia o controles de peso y calidad. Es precisamente a partir de unas “gotas” de electro (aleación de oro/plata) de donde surgieron las primeras monedas, convirtiéndose en un signo social, medida universal de valor y medio de compra garantizado. El salto entre “lingote premonetario” a “moneda” se produjo con la aparición del pensamiento racional en las comunidades políticas griegas, y su éxito y rápida propagación, se debieron por una parte a su utilidad práctica como herramienta económica al servicio del poder establecido, y también a que actuó sicológicamente en la población como una droga.

 

            Sin embargo en este relato se omiten dos cuestiones importantes, primero el nacimiento y desarrollo de la moneda en oriente, y también el papel ancestral de la “premoneda” como instrumento de cohesión y reproducción social.

 

            Con respecto a la primera cuestión, en China ya se utilizaban elementos con función monetaria durante la dinastía Shang () (1766-1122 a.C.), y precisamente el logograma significa “comercio”, de forma que  podríamos referirnos a ella como "la dinastía comercial". Tanto en los huesos oraculares como en las vasijas de bronce de esta dinastía y de la siguiente (Zhou: 1121-256 a.C.) aparecen mencionadas las conchas de cauri en pagos y recompensas, convirtiéndose estos elementos en medida del valor, casi un milenio antes de que en Asia Menor surgieran las primeras monedas metálicas (Figura 1). Durante este largo período y ante la escasez de conchas de caurís de origen marino, se fabricaron copias en diferentes elementos como piedra, madera, hueso, jade y finalmente en plomo y bronce (Figura 2). Estas dos últimas imitaciones de conchas en metal, pueden considerarse “sensu stricto” como las primeras monedas metálicas, adelantándose en dos o tres siglos a las emisiones realizadas en la península de Anatolia hacia el 650 a.C.

 

 

Figura 1.- Aparición y desarrollo de la moneda en China y Occidente.

 

Figura 2.-  Conchas de cauri chinas del segundo milenio antes de Cristo (a) y sus imitaciones en hueso (b), cuarcita (c), conchas recortadas (d), jade (e), madera (f), bronce (g), bronce sobredorado (h). Estas últimas derivaron en las monedas denominadas “cara de fantasma” o “moneda hormiga” (i).

 

            Con respecto a la “premoneda”, las investigaciones antropológicas realizadas desde finales del siglo XIX por diferentes especialistas en lejanas zonas aisladas como la Melanesia, han permitido descubrir una gran variedad de formas y usos de “monedas”, que probablemente existieron también en otros lugares y culturas antes de que surgiera la “moneda económica”. En 1914, el antropólogo francés Marcel Mauss realizó una novedosa proposición sobre el concepto de “moneda”, señalando su carácter mágico-religioso en las sociedades primitivas de África, América y Oceanía, y frecuentemente encontramos un origen sagrado en las monedas-concha de las islas del Pacífico.

 

Numerosos autores han profundizado sobre el carácter sacro de estas monedas primitivas, de forma que entre ellas podemos identificar tres familias, en primer lugar los objetos sagrados, que son intransferibles, al haber sido donados originariamente por los dioses, y no circulan, en segundo lugar los objetos preciosos de carácter ceremonial y circulación especial, que pueden ser donados en ciertos casos como en matrimonios o deudas de sangre, y finalmente los comunes o profanos, que sirven como moneda de uso cotidiano asumiendo una función económica. Ocasionalmente encontramos que algunos elementos rituales pasan a la esfera comercial,  como por ejemplo los “mwali” o “soulava” de las islas Tobriand en Papúa, que salen del circuito del Kula y sirven para adquirir canoas o posesiones valiosas.

 

            La sacralización de los objetos valiosos es un mecanismo que permite reforzar la jerarquización social, ya que las monedas no sirven únicamente para adquirir bienes o servicios, también permiten a su poseedor disponer de un elevado status social. Podemos encontrar ciertos paralelismos en la antigua Grecia, donde también se producía una clara diferenciación entre los objetos valiosos adquiridos o “riqueza móvil” (probasis) y aquellos que debían conservarse en casa (keimelia). Como en los soulava y mwali del anillo del Kula en la actualidad, los keimelion tenían su propia historia, iban unidos a su poseedor y al pasar de mano en mano acrecentaban su valor. Queda por determinar si en la antigua Grecia la “medida del valor” (como precursora de la moneda) en realidad tuvo un origen sacro y no comercial, y de hecho las primeras monedas griegas fueron denominadas “óbolos”, nombre que recibían las varillas rituales o asadores utilizados en los sacrificios a los dioses, y el dracma era originalmente un “puñado” de seis varillas u óbolos.

 

Podemos remontarnos hacia atrás en el tiempo, observando las costumbres e instituciones de ciertas culturas primitivas que aún hoy en día (aunque probablemente ya por poco tiempo) sobreviven en apartadas regiones de la Melanesia, donde permanecen dos tipos de “monedas” que tienen una función muy específica, en primer lugar son las denominadas “monedas de sangre” (o precio de la sangre) cuya función es la de resarcir con ellas a los familiares de una víctima de homicidio. El pago de esta moneda a los parientes de la víctima por parte del agresor, devuelve la paz social que en otro caso derivaría en la aplicación de la “ley de Talión” donde previsiblemente se produciría más derramamiento de sangre. Cada poco tiempo aparecen en la prensa local referencias a esta tradición, por ejemplo el 12 de enero del 2017, el periódico “Solomon Star” de las Islas Salomón publicaba la noticia de que un hombre había acuchillado a su mujer embarazada, lo que había ocasionado la pérdida del niño y la mujer herida de gravedad. Detenido el hombre, los familiares del agresor se reunieron con los de la víctima en la comisaría y los primeros entregaron una moneda concha “tafuliae” como compensación a los segundos, con la finalidad –como recoge la noticia- “de allanar el camino de la reconciliación entre ambas familias” (Figura 3c).

 

 

Figura 3.- “Dinero de la novia” en las Islas Salomón (a) y Papúa-Nueva Guinea (b); Pago de una moneda concha al familiar de una víctima de homicidio por parte de los familiares del agresor en las Islas Salomón en el mes de octubre del 2011 (c* Foto de “Solomon Star).

 

            El segundo tipo es la denominada “moneda de la novia” (o precio/dinero de la novia), que la familia del novio debe presentar a los familiares de la novia a cambio de ésta (Figura 3a, b) y que residualmente encontramos hoy en día en nuestra cultura, en forma de las “arras matrimoniales” entregadas a la novia en la ceremonia de la boda.

 

En numerosas ocasiones las premonedas simbolizan a la persona, y por tanto son adecuadas para realizar los pagos por matrimonio u homicidio (perdida para el clan de una hija casada o de un hijo o familiar asesinado). En este caso la “moneda de la novia” actúa metafóricamente como la “moneda de sangre”, las monedas son “personas virtuales” y en ambos casos sirven para compensar la pérdida de un individuo del grupo, ya sea una hija que se casa y abandona el clan familiar para ir con su marido, o un hijo que es asesinado en una disputa con un clan vecino.

 

            También la moneda de la antigua Roma estaba vinculada a lo sagrado, de hecho la misma palabra “moneda” deriva de la diosa protectora Juno Moneta, junto a cuyo templo en el Capitolio romano, se acuñaban los denarios, de forma que muy pronto la palabra “moneta” pasó a tener el significado que damos hoy a la moneda (Figura 4).

 

Figura 4.- Denario republicano dedicado a la diosa Juno Moneta acuñado el 46 a.C., que muestra en su reverso los útiles de acuñar, sobre la maqueta del templo dedicado a la diosa en el Capitolio romano.

 

En tiempos del emperador Diocleciano (284-305 d.C.) aparece la leyenda “sacra moneta” junto con una figura femenina de pie, que lleva una cornucopia como señal de abundancia y riqueza, y una balanza simbolizando el correcto peso y ley que debía tener la moneda. La sacralización de la moneda significaba que cualquier alteración que sufriera (pérdida de peso o de ley) debía considerarse como un verdadero sacrilegio. Esta nueva representación aparece tras la reforma monetaria a finales del s. III d.C., cuando se pone fin al devaluado “antoniniano” que había circulado durante el período conocido como “de anarquía militar”, con 17 emperadores diferentes en poco más de 30 años.

 

            Son varios los autores que establecen el origen del dinero en la religión, lo cual tiene su cierta lógica, ya que la moneda es reconocida por su valor por un conjunto de personas que realizan un “acto de fe”, y aceptan que ese objeto, ya sea un collar de conchas o un fragmento de metal acuñado, tiene un determinado valor. Esta creencia es más fácil de asentar si se sacraliza de alguna forma el objeto en cuestión.

 

            Curiosamente, en una sociedad donde se han reducido mucho las creencias religiosas tradicionales, nunca antes había existido tanta “fe” (creencia en lo que no vemos), en el dinero, ya sea en forma metálica (monedas), en papel moneda, o en información almacenada en microchips y discos duros de ordenadores (tarjetas de crédito, bancos), e incluso en la nueva moneda virtual (bitcoins).

 

Nota:

 

(1) Precisamente las monedas griegas más antiguas, datadas a comienzos del s. VII a.C., se encontraron en las excavaciones arqueológicas del templo dedicado a la diosa Artemisa en Éfeso. Se trata de un conjunto de 93 pequeñas monedas de electro (aleación de oro y plata) encerradas dentro de una vasija, la más grande con un peso de media estátera de Mileto, y la más pequeña pesaba sólo 1/96 estátera, apenas 0,14 gramos. Estas monedas fueron depositadas como ofrenda fundacional, es decir ofrendas a los dioses al comenzar las obras de construcción del templo. De esta forma, también encontramos una vinculación religiosa en el origen de las primeras monedas convencionales de uso económico.    

 

Bibliografía:

 

Belk, R. W. & M. Wallendorf, 1990. The Sacred Meanings of Money. J. Economic Psychology 11: 35-57.

 

Ibáñez, M., 2006. La premoneda social, precursora de la moneda económica. NVMISMA, 56(250): 21-40.

 

Parise, N., 2003. El origen de la moneda. Signos premonetarios y formas arcaicas del intercambio. Ed. Bellaterra. Barcelona: 140 pp.

 

 





sábado, 2 de marzo de 2019

Representaciones de "Premoneda" en la Numismática y Filatelia. I Billetes y sellos postales de Papúa-Nueva Guinea.


Representaciones de “Premoneda” en la Numismática y Filatelia. I Billetes y sellos postales de Papúa-Nueva Guinea. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 73(1265) (Septiembre 2017): pp. 46-47.

Miguel Ibáñez Artica


            Podemos definir la “premoneda”, como toda una serie de elementos de diferentes formas y elaborados con los más diversos materiales (concha, hierro, madera, cerámica, piedra, plumas…) que en épocas pretéritas cumplieron una función monetaria, antes de la invención de las monedas metálicas clásicas, en el s. VII antes de nuestra Era en la antigua Grecia, y unos siglos antes en China.

            A pesar del actual predominio y monopolio de la moneda económica (monedas, billetes y “dinero electrónico”), en algunas regiones de Oceanía y África siguen utilizándose algunas “premonedas”, principalmente con un uso social como “monedas de sangre” o “dinero de la novia”.

            Uno de los lugares del Planeta donde se ha conservado más información acerca del uso de tales objetos premonetarios es Papúa-Nueva Guinea, territorio donde en 1933 se descubría una extensa región denominada Mount Hagen con más de 150.000  indígenas(1) de 25 tribus diferentes, que nunca habían entrado en contacto con la civilización y vivían en la Edad de Piedra, pero eso sí, utilizando diferentes objetos como “moneda social” en sofisticadas ceremonias como las del “Moka Kina”.

            El estado de Papúa-Nueva Guinea obtuvo la independencia el 16 de septiembre de 1975, siendo admitido como miembro de las Naciones Unidas en octubre del mismo año. Pocos meses antes, el 19 abril, se había introducido la nueva moneda dándole el nombre de “Kina” en recuerdo de la tradicional moneda de madreperla que circulaba desde la costa hasta las montañosas regiones del interior, equiparando su valor con el dólar australiano. De igual forma, la moneda fraccionaria se denominó “Toea”, nombre que recibían los brazaletes de Conus utilizados como moneda en la zona Massim(2). El lunes 21 de abril entraron en circulación los billetes de dos, cinco y diez kinas, además de las monedas de diez y veinte toeas. El diseño de los billetes corrió a cargo del grabador jefe del Banco de Australia, asistido por un asesor natural de Ladova y un estudiante del colegio técnico de Goroka.

            En los reversos de los billetes de dos, cinco, diez y veinte Kinas, podemos ver representados diferentes objetos utilizados tradicionalmente como moneda. En el de dos Kinas (Figura 1) figura un brazalete de Conus del tipo de los que conforman el “Mwali”, un hacha ritual característica de los habitantes del Monte Hagen en Highland, un recipiente de arcilla típico de la zona del río Sepik y un colgante de dientes de perro recortados utilizado tradicionalmente como moneda en Bouganville. En el billete de cinco Kinas (Figura 2) aparecen la “Moka Kina” de la región de Highland, el “Talipún” de la zona del río Sepik, el “Manum” de Nueva Irlanda y la moneda de tipo “Ke” de la isla Rossel, dibujada a partir del ejemplar depositado por el Dr. Liep en el Museo Nacional de Port Moresby. En el billete de diez Kinas (Figura 3) figuran representados un colgante con dos colmillos curvos de cerdo, usado como moneda en Highland, un cuenco de madera Tami de la provincia de Morobe, plumas del ave del paraíso, y un rollo o “loloi” de “Tambú”, moneda tradicional del pueblo Tolai. Finalmente, el billete de veinte Kinas (Figura 4) presenta la figura de un cerdo, valioso elemento en la cultura popular, utilizado frecuentemente como “dinero de la novia” en toda la Melanesia, un brazalete denominado “Wauri” (Quiggin, 1949; p. 181) fabricado con la concha de un Conus, utilizado como moneda en el estrecho de Torres, una “Toea” o aro de Conus y un collar de cauris del área Madang.

Además de en los blletes, también encontramos representadas las “premonedas” tradicionales en algunos sellos de correos. El seis de junio de 1979, se puso en circulación un conjunto de cuatro sellos dedicados a las principales “monedas” del Kula de las Islas Trobriand (Figura 5).


Figura 1.-Monedas tradicionales representadas en el reverso del billete de dos kinas de Papúa-Nueva Guinea.
a: Aro de Conus de la bahía de Milne; b: Hacha ritual del Monte Hagen (MAN/2009/159/125); c: Recipiente de arcilla de la región del Sepik; d: Colgante de colmillos de perro  (MAN/2009/159/64).



Figura 2.- Monedas tradicionales representadas en el reverso del billete de cinco kinas de Papúa-Nueva Guinea.
a: “Moka.Kina” de Highland (MAN/2009/159/76); b: “Talipún” de la región del Sepik; c: “Manum” de Nueva Irlanda; d: “Ke” de la isla de Rossel.



Figura 3.- Monedas tradicionales representadas en el reverso del billete de diez kinas de Papúa-Nueva Guinea.
a: Colmillos de cerdo (MAN/2009/159/73); b: Cuenco de madera Tami; c: Plumas de Ave del Paraíso (MAN/2009/159/108); d: “Loloi” de “Tambú” de los Tolai.


Figura 4.- Monedas tradicionales representadas en el reverso del billete de veinte kinas de Papúa-Nueva Guinea.
a: Cerdo (Sus scrofa); b: “Wauri”, brazalete de Conus del Estrecho de Torres; d: “Toea”; d: Collar de cauris (MAN/2009/159/65).


Figura 5.- Sellos de Papúa-Nueva Guinea con representaciones de las “monedas” del Kula: “Mwali”, “Katudababila” o cinturón de discos rojos de concha; “Soulava” y “Doga” (MAN/2009/159/132).

Notas:

(1) El hecho de denominar las monedas metálicas con el mismo término que recibían las antiguas monedas tradicionales se remonta a la Antigua Grecia.  El tirano Fidón de Argos a finales del siglo octavo antes de nuestra Era, estableció un sistema de pesas y medidas tomando como unidad el óbolo, una fina barra de metal similar a un espeto o asador, posiblemente una pieza utilizada en los sacrificios rituales religiosos. El conjunto de seis óbolos que se podían sujetar con una mano se denominó dracma, y poco más tarde cuando comenzaron a fabricarse las primeras monedas de plata en Atenas, “heredaron” los nombres de óbolos y dracmas.
      
(2) Datos sobre la población de Mt. Hagen en el momento de su descubrimiento:
http://www.abc.net.au/cgi-bin/common/printfriendly.pl?http://www.abc.net.au/rn/talks/counterpoint/stories/s1402194.htm       

Bibliografía:

San Millán, M.D. & M. Ibáñez, 2012. Las “monedas-concha” de Oceanía. Numisma 62(256): pp. 147-206.

viernes, 1 de febrero de 2019

Representaciones de "Premoneda" en la Numismática y Filatelia II. Billetes y sellos postales de las Islas Salomón.


Representaciones de “Premoneda” en la Numismática y Filatelia. II Billetes y sellos postales de las Islas Salomón. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 73(1266) (Octubre 2017): pp. 46-47.

Miguel Ibáñez Artica


            Las Islas Salomón constituyen un país insular independiente formado por casi un millar de islas repartidas entre el archipiélago de las Salomón, y las islas de Santa Cruz, al norte de Vanuatu. Descubiertas en 1568 por el español leonés Álvaro de Mendaña, recibieron tan singular nombre al confundirlas con las legendarias tierras de Ofir, donde se encontraban las minas del rey Salomón.

            Tras una segunda expedición en 1595 donde se fundó una colonia española en la isla de Santa Cruz, tras la muerte de Mendaña ese mismo año, los españoles perdieron el interés por estas islas aunque siguieron visitándolas durante el siglo XVII.

            En el último cuarto del siglo XIX se estableció un protectorado británico en la parte meridional del archipiélago, mientras la parte norte quedó bajo jurisdicción alemana, si bien en 1899 Alemania cedió parte de sus colonias en las Islas Salomón a Gran Bretaña. En julio de 1978 las Islas Salomón se convirtieron en un país independiente dentro de la Commonwealth. 


Figura 1.- Moneda española de Alfonso XIII resellada por el Kaiser Guillermo II de Alemania.
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b3/Solomon_Islands_coin_2013_derivate_000.jpg.

La nueva moneda del país recibió la denominación de “dólar” (dólares de la Isla Salomón, actualmente 1 dólar= 0,11 euros), y en los billetes de diez dólares de las Islas Salomón figura una escena de la fabricación de la moneda tradicional (Figura 2), así como un “Nima ae” de cinco ristras de conchas.

También encontramos representadas algunas “monedas concha” en los billetes de dos dólares, donde aparecen, tanto en anverso como en el reverso el característico “Mbokombo” y un “Poata” (Figura 3a), en el billete de cinco dólares figuran tres “Kap-kap” (Figura 3b), y en el de diez dólares, además de las imágenes reseñadas en la Figura 2, tenemos un “Dafi” y un “Tema” (Figura 3c). Igualmente, en el anverso del antiguo billete de cincuenta dólares podemos ver un “Mbokombo” y un “Tema” (Figura 3d).


Figura 2.- Monedas tradicionales representadas en el reverso del billete de diez dólares de las Islas Salomón.
a: Proceso de fabricación de la moneda-concha; a’: Taladro utilizado (MAN/2009/159/124); b: Moneda concha “Nima ae” de cinco ristras de conchas.



Figura 3.- Billetes de 2, 5, 10 y 50 dólares donde aparecen algunas “monedas-concha” tradicionales de las Islas Salomón.

            Con respecto a las monedas, encontramos en las de cinco y dos dólares una característica figura, denominada “Mbokomo” (Figura 4), un tipo particular de “Barava” con forma de ave y elaborada con la concha del lamelibranquio gigante Tridacna, considerada como objeto muy valioso que ocasionalmente se utiliza como moneda.



Figura 4.- Monedas de cinco y dos dólares con la representación de la “moneda concha” denominada “Mbokombo”, tallada en concha de Tridacna y con aspecto de ave.

Pero en este caso donde con más asiduidad aparece representada la “premoneda” tradicional es en los sellos postales. Encontramos el “abaquaro” (Figura 5a), el “kesa” de Choiseul (Figura 5b), y el “Kap Kap” (Figuras 5c y 6c). Incluso encontramos las figuras de los diferentes moluscos utilizados en la elaboración de las sofisticadas “monedas-concha” (Figura 5d).


Figura 5.- Algunos sellos que representan monedas-concha.
a: Sello de las Islas Salomón representando el “Abaquaro” (emisión del 21 de marzo de 1979; MAN/2009/159/134a); b: Sello con imágenes del “Kesa” y “Abaquaro” (MAN/2009/159/133b); c: Sello de las Islas Salomón con un  “Kap Kap” (MAN/2009/159/134b); d: Diferentes moluscos utilizados en la fabricación de la “moneda concha”.

En este último caso (Figura 6),  aparecen tres de las cuatro especies de lamelibranquios utilizadas para fabricar las cuentas de colores que conforman la moneda tradicional de Malaita y zonas vecinas: el “Romu” de color rojizo (Figura 6a) extraído de la concha de Chama pacifica (Broderip, 1835), Atrina vexillum (Born, 1778) una gran concha de la familia Pinnidae de color negro (Figura 6b) que recibe el nombre de “Kurila”, y el “Kakandu”, con el que se fabrican las cuentas de color blanco a partir de un berberecho de la especie Anadara granosa (L. 1758), conocido en inglés como “blood cockle” debido a que posee hemoglobina en su sangre que le da un color rojizo (Figura 6c). En este sello no está representada la cuarta especie de lamelibranquio Beguina semiorbiculata (L. 1758), con la que se obtiene las cuentas denominadas “Ke’e” (Figura 6d).


Figura 6.- Sello de las Islas Salomón representando los diferentes moluscos utilizados en la fabricación de la “moneda concha”.

En algunos casos, las “monedas concha” cumplen también una función ornamental y son utilizadas como símbolo de poder o autoridad, y también han sido motivos que aparecen en los sellos postales de las Islas Salomón. Este es el caso de los “Poata” (Figura 7a), el “Kesa” (Figura 7b) o el “Kap Kap” (Figura 7c). En el primer caso se trata de un colgante elaborado con un aro de concha ricamente decorado con semillas o dientes de cetáceo, mientras que los dos restantes están fabricados con una placa circular de Tridacna a la que se superponen figuras recortadas de concha de tortuga, en el caso del “Kesa” con la silueta de un ave marina, y en el “Kap Kap” con un intrincado diseño simétrico que recuerda el de un delicado mantel elaborado con ganchillo.


Figura 7.- Emisiones filatélicas de 1990 representando algunas “monedas concha” utilizadas también como adornos personales que indican el poder o prestigio de su poseedor. Abajo, Jefes portando adornos. a: “Bakhia”; b: “Tema”; c: “Kap Kap”.

            Finalmente, además de las “monedas-concha” anteriormente reseñadas, en las monedas y sellos postales de las Islas Salomón, encontramos otros objetos de uso monetario, como las famosas “moneda pluma” utilizadas en las islas de Santa Cruz (Figura 8a), o los recipientes rituales elaborados con madera e incrustaciones de concha, denominados “Apira”y que aparece representado en algunos sellos (Figura 8b) y en la moneda de un céntimo de dólar (Figura 8c).


Figura 8.- a: “Moneda pluma” emisión del 24 de octubre de 1977; b: sello mostrando un recipiente ceremonial; c: moneda de un céntimo de dólar de las Islas Salomón.