martes, 10 de marzo de 2015

Representaciones del "Agnus Dei" en monedas y jetones.

Representaciones del “Agnus Dei” en monedas y jetones.
I.- Representaciones del “Agnus Dei en las monedas. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 66(1187) (Julio/Agosto, 1010): pp. 44-45.
II.- Jetones navarros del “Agnus Dei”. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 66(1188) (Setiembre, 1010): pp. 48-49.

Miguel Ibáñez Artica

I.- Representaciones del “Agnus Dei” en las monedas.

            La representación iconográfica del “Agnus Dei” (Cordero de Dios), es una de las más antiguas de la cristiandad. Esta metáfora fue aplicada por San Juan Bautista, durante el bautizo del río Jordán, para señalar el papel de Jesucristo, ofrecido como víctima propiciatoria para redimir los pecados del mundo, a semejanza del cordero consumido durante la conmemoración de la Pascua judía. Con respecto a la utilización de este símbolo en las monedas, el ejemplo más cercano lo encontramos en las piezas andorranas de un céntimo emitidas el año 2002 (Figura 1).


Figura 1.- “Agnus Dei” en la iglesia románica de Santa Coloma de Andorra y su representación en la moneda de un céntimo del año 2002.

El Cordero de Dios aparece en época muy temprana, y a partir del siglo sexto de nuestra Era podemos encontrar su representación triunfal -portando un estandarte-, en sarcófagos y mosaicos, y poco después, durante los siglos XI y XII será un motivo común en los manuscritos del Apocalipsis, así como en pinturas murales y esculturas románicas de tímpanos, capiteles y columnas (Figura 02).


Figura 2.- Representaciones paleocristiana (s. VII) y contemporánea del Agnus Dei.

Las primeras acuñaciones medievales en las que podemos ver representada esta figura, se remontan al siglo once, cuando se produce un tímido amago en la utilización del “Agnus Dei” en las monedas, que no llegó a cuajar y a desarrollar una cierta continuidad, constituyendo por tanto emisiones cortas que circularon en breves períodos de tiempo. Se trata en general de monedas “raras” y valiosas, como por ejemplo los peniques de Etelredo II de Inglaterra, acuñados el año 1009 (Figura 3). Algo parecido ocurre poco tiempo después con los besantes de oro emitidos por los cruzados en Palestina durante la séptima cruzada, y atribuidos a Luis IX de Francia (San Luis) entre 1250 y 1254; estas monedas intentaron sin éxito sustituir -con iconografía cristiana y leyenda latina-, los besantes con leyendas cúficas que se acuñaban imitando la moneda de oro musulmana, de gran aceptación internacional en la época(1). También encontramos ocasionalmente la representación del “Agnus Dei” en algunas monedas medievales de los siglos XI-XII en Bohemia, Nápoles y Sicilia, condado de Namour, Saint Gilles y Trípoli, así como durante la segunda mitad del s. XIII en Centroeuropa (Alsacia, Hungría, Silesia, Thienen y Meissen) (Figura 4).


Figura 3.- Penique de Etelredo II (1009 d.C.) y representación del “Agnus Dei” en el Apocalipsis del Beato Facundo (1047 d.C.).


Figura 4.- Monedas con la imagen del “Agnus Dei”. a: Inglaterra, s. XI; b: Alemania, s. XII; c: Hungría, s. XIII; d: Suecia, s. XIV; e: Dinamarca, s. XVI; f: Alemania, s. XVIII.

            Sin embargo, la principal utilización de la imagen del “Agnus Dei” en la moneda de oro, se produce a partir del siglo catorce en Francia durante algo más de cien años, dando incluso nombre a los tipos monetarios de los “Agnel de oro”, acuñados entre 1311 y 1322 con un peso de 4,1-4,2 gramos, y los posteriores del siglo siguiente, emitidos en la década de 1427-1437 con un peso menor de 2,5 gramos (Figura 5a), así como los “Moutones y medios Moutones” de Juan II acuñados entre 1355 y 1357 con un peso de 4,7 y 2,35 gramos respectivamente, que fueron profusamente imitados en Flandes, y presentan la característica imagen del ·”Agnus Dei” utilizada también en época moderna en la moneda de variados lugares como Rodas, los Países Bajos, Núremberg y hasta en las colonias danesas de la India (en este caso en pequeñas monedas de Federico III, emitidas entre 1648 y 1670 y que llevan el escudo heráldico de Gothland).


Figura 5.-
                a.- “Agnel de oro” de Felipe V de Francia y II de Navarra.
                b.- “Blanca del Agnus Dei” de Juan I de Castilla.

            En la Península Ibérica también encontramos esta tipología, concretamente en Castilla. Juan I acuñó a finales de 1386 una devaluada moneda de vellón bajo denominada “blanca del Agnus Dei” (Figura 5b), y aunque en principio pretendió equipararla al maravedí, en las Cortes de Briviesca (1387) se rebajó su valor a seis dineros novenes. La tipología de esta moneda castellana resulta extraña por la presencia de la figura del “Agnus Dei” y por la ausencia de referencias a la autoridad emisora en las leyendas. La inscripción “AGNVS DEI QVITOLIS P” en anverso y la continuación “ECATA MVNDI MISERE” en el reverso, recuerdan más a los textos que aparecen en los jetones franceses de la época. Sin embargo puede existir una explicación a esta anomalía epigráfica, por una parte el rey Juan (primero de este nombre en Castilla) utiliza un símbolo asociado a San Juan Bautista -el Agnus Dei-, y por otra, la baja calidad de la nueva moneda emitida pudo influir en el hecho de que su nombre no apareciera explícitamente en la misma. El monarca castellano no tenía precisamente motivos para presumir de ella, y podemos intuir sus sentimientos al verse obligado por las circunstancias a realizar estas emisiones de necesidad, motivadas por la agobiante situación de obtener recursos para financiar una larga contienda. Una devaluación similar se había producido un año antes en Navarra, rebajándose la ley de los gruesos desde los 10 dineros de 1383, a seis en mayo de 1385, y en este caso conservamos las palabras textuales del monarca Carlos II en la orden de acuñación: «non podemos sin grant escandalo a nuestro pueblo... sin passar bergoynna ninguna, auemos ordenado…».


II.- Jetones navarros del “Agnus Dei.

            Denominamos “jetones” a las piezas monetiformes utilizadas como fichas desde la Edad Media, para realizar operaciones contables mediante el cálculo aritmético, antes de que se aplicaran métodos algebraicos(2).

            Muchos de estos jetones, reproducen en los reversos y a veces también en los anversos,  los tipos de las monedas de oro o plata más comunes (escudos, reales, moutones, nobles de la nave, gruesos...), y sus leyendas frecuentemente despejan las dudas sobre su función no monetaria (“jetones de latón, falsos somos como el limón”, “engañoso serás”, “soy de latón para ser usado como jetón”, “dinero de cuenta”, etc...).  Los dos jetones que presentamos con el escudo de Navarra pertenecen a épocas diferentes; el primero podemos atribuirlo a Juana I de Navarra, esposa del monarca francés Felipe IV entre 1284 y 1305 (Figura 6a), se trata de una pieza de 28 mm. de módulo y 3,56 gramos de peso, que presenta en una cara el escudo partido Navarra/Francia (antiguo) rodeado de tres besantes en la parte superior y cinco en los laterales, además de puntos. Un escudo muy similar a éste aparece en otro ejemplar de Juana I (de la Tour, nº 222 lám. 6 nº 9) pero de tamaño más pequeño. La otra cara presenta la imagen del Agnus Dei y la leyenda “VEZ (flor pentapétala) SI (flor pentapétala) LAIGNIAV SIEV.QVI.OSTA” que podemos traducir como “Este es el Cordero de Dios que quita”. La misma figura y leyenda la encontramos en otro jetón del mismo tamaño (de la Tour, nº 1000, lám. 21 nº11) que presenta en el reverso una cruz rematada por lises y la leyenda “LES (flor pentapétala) PEShIEZ (flor pentapétala) DV (flor pentapétala) MONDE” (los pecados del mundo), y que podemos considerar como el prototipo del que presentamos. Existe otra pieza de Juana I, también con la imagen del “Agnus Dei” y el escudo partido Navarra/Francia pero de 23 milímetros de diámetro (de la Tour nº 227).


Figura 6.-
                a:  Jetón de Juana I de Navarra.
                b.- Jetón navarro de la segunda mitad del s. XV.

El segundo jetón es más tardío (Figura 6b) y corresponde a la segunda mitad del siglo XV, con un módulo de 25 mm. y 4,2 gramos de peso(4),  en una cara figura el escudo coronado, cuartelado con las armas de Navarra y Evreux, y sendas ramas rematadas por una flor a los lados. La leyenda que aparece en dicha cara es: (flor pentapétala) ET (trifolio con dos pequeñas estrellas de cinco puntas) QVI (trifolio con dos pequeñas estrellas de cinco puntas) BIEN (trifolio con dos pequeñas estrellas de cinco puntas) GETERA (trifolio con dos pequeñas estrellas de cinco puntas). El motivo de la otra cara es el “Agnus Dei” con la leyenda circular: (flor pentapétala) BVEN (trifolio con dos pequeñas estrellas de cinco puntas) COMPTO (trifolio con dos pequeñas estrellas de cinco puntas) TROBARA. Juntando las leyendas de las dos caras, el texto “Et qui bien jetera, buen compto trobara”, podría traducirse como “y quien sea hábil en las operaciones de mover los jetones en la mesa de cálculo (jeter, antiguo verbo medieval francés), conseguirá realizar buenas cuentas”.      

            Ambos jetones utilizan la característica figura del “Agnus Dei” que aparece en la moneda francesa de oro, cuyas primeras emisiones se produjeron en enero de 1311, y los tres monarcas navarros de la dinastía Capeta (Luis X, Felipe IV y Carlos IV de Francia) también emitieron monedas de oro con la imagen del “Agnus Dei” entre 1314 y 1328 (Figura 7). Este tipo monetario circuló en Navarra, tal como se indica en algunos registros conservados(3). Sin embargo hay un hecho que merece la pena destacar, el primero de los jetones que comentamos, atribuido a la reina Juana I de Navarra, fue acuñado entre 1285 y 1305, es decir seis años antes de que su marido, el monarca francés Felipe IV iniciara las emisiones de monedas de oro con esta iconografía.


Figura 7.-
a y b: “Agnel de oro” de Felipe IV y Felipe V de Francia (I y II de Navarra respectivamente).
c: “Mouton de oro” de Juan II de Francia.

            La figura del Cordero de Dios es un motivo frecuente en los siglos XIV y XV, aparece esculpido en piedra en algunas iglesias y monasterios (Monasterio de la Oliva, iglesia de Santa María en Egiarte…) (Figura 6), así como en los escudos y sellos de personajes e instituciones de Navarra(5).
           
Con respecto al segundo jetón que presenta la imagen del “Agnus Dei” (Figura 1b), ya fue publicado por Feuardent en 1907 (nº 9308 Vol. 2 p. 302) con algunos errores en la interpretación de las leyendas, y podemos encontrar textos parecidos (QVI:BIEN:IETRA: LE:COMPTE:TROVERA) en piezas acuñadas en los Países Bajos en tiempos de Felipe el Bueno (1419-1467), Carlos el Temerario (1467-1477) y Maximiliano y María (1477-1482)  (Mitchiner, nº 797, 801 y 803, este último fechado en 1478), por lo que no sería extraño que estos jetones navarros hubieran sido producidos por encargo de la administración real Navarra en alguno de los centros que en esos momentos fabricaban jetones en los Países Bajos. Esta leyenda se mantuvo incluso en época moderna hasta mediados del s. XVI, figurando primero en los jetones del archiduque Felipe el Hermoso (Barnard, nº 4, p. 235), y posteriormente en alguno de Felipe II de España (Mitchiner, nº. 2354).

Las armas coronadas y cuarteladas de Navarra/Evreux, aparecen por vez primera en los escudos y medios escudos de oro, y gruesos y medios gruesos de plata de Juan II a partir de 1441, el mismo escudo cuartelado se mantiene en las emisiones de oro de Francisco Febo (1479-1483), así como en los reales de oro y plata de Juan III y Catalina de Foix (1483-1517). También este escudo –en este caso desprovisto de corona-, aparece también en un jetón atribuido al Príncipe de Viana(6)


Figura 8.- Figura del “Agnus Dei” en un escudo nobiliario (puerta de acceso al hotel “Ruta del Tiempo” en la villa de Sos del Rey Católico, Zaragoza). En la parte superior vemos representados los característicos trilóbulos, emblemas utilizados por el Príncipe de Viana y que aparecen en los gruesos de plata emitidos en Navarra a su nombre.

            Durante el siglo XV las administraciones de Navarra contaron con sus propios jetones, tal como en esos momentos se hacía en el vecino reino de Francia. Incluso algunos personajes como Michelet des Mares, secretario y clérigo de la cámara de los dineros del rey entre1386 y 1405, o García López de Roncesvalles, tesorero del Reino de Navarra  entre 1403 y 1437, utilizaron jetones donde figura su nombre completo, lo cual facilita su adscripción, incluso cuando este nombre desaparece y es sustituido en algunas piezas por su representación heráldica.

Notas:

(1) Curiosamente en esos años, mientras se pretendía introducir iconografía y leyendas cristianas en la moneda de oro, se fabricaron dirhems de plata en Acre y Damasco con leyendas cristianas y año de emisión según la Era de la Encarnación (Malloy, A.G. (2004) Coins of the Crusader States, p. 139).

 (2)  Ver artículo: Jetones medievales de Navarra I.  Eco Filatélico y Numismático. Enero del 2001, Nº 57(1082): p. 40.

(3) Por ejemplo en el registro nº 186 de Comptos del año 1386 (Archivo General de .Navarra), figura la recaudación de 10 “moltones” de oro.

(4) Ya dimos cuenta del dibujo de este jetón en un artículo anterior:  Jetones navarros medievales inéditos o poco conocidos. Eco Filatélico y Numismático. (Julio-Agosto, 2006) nº 62(1143): pp. 48-49.

(5) En los sellos de Pascual García de Añorbe, notario y alcalde de Puente la Reina (1378-1385), el de Juan Sánchez  Ponz Vecino de Estella en 1391, el notario Arnaldo de Narbaysse (1357-1358), el Prior y vicario general del Obispado de Pamplona (1377-1471) o el Guardián de la iglesia San Francisco de Tudela (1303-1417).

(6) La ausencia de corona en este jetón refuerza la hipótesis de su atribución al Príncipe de Viana. En el monetario del Museo de Navarra se conservan cuatro ejemplares de este tipo: números 4237, 4238, 4239 y 4240. 
  
Bibliografía:
Barnard, F. P., 1917. The Casting-Counter and the Counting-Board. Oxford Univ. Press: 358 pp. + 63 lám.
Feuardent, F., 1907. Jetons dt Meréaux. Tome deuxième: Provinces et villes. Ed. Rollin & Feuardent. Paris: 516 pp.
Mitchiner, M., 1988. Jetons, Medalets & Tokens. The Medieval Period and Nuremberg. Ed. Seaby. Londres: 704 pp.
Mitchiner, M., 1991. Jetons, Medalets & Tokens. The Low Countries and France. Ed. Seaby. Londres: 864 pp.
de la Tour, H., 1899. Catalogue de la Collection Rouyer, Ed. E. Leroux, París: 323 pp. + 28 lám.



(*) En octubre del 2013, se publicó un blog que recoge algunos datos complementarios:

http://blognumismatico.com/2013/10/25/el-agnus-dei-en-las-monedas/

Referente a las "blancas del Agnusdei" castellanas: http://www.numismaticamedieval.com/2013/03/el-blanco-de-agnus-dei-y-su.html

domingo, 8 de marzo de 2015

El "Nununiga", una moneda exclusiva de las mujeres.

El “Nununiga”, una moneda exclusiva de las mujeres.
Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 65(1172) (Marzo 2009): pp. 42-43.

Miguel Ibáñez Artica

            Cuando en junio de 1971 la antropóloga Annette Weiner visitó por vez primera Kiriwina, la principal población de las Islas Trobriand al oeste de Papúa-Nueva Guinea, las mujeres le comentaron que los manojos de hojas de banano, denominados “Nununiga”, constituían su propia moneda. Paradójicamente, a pesar de los exhaustivos trabajos de investigación llevados a cabo por Bronislaw Malinowsky desde comienzos del siglo veinte y los realizados posteriormente por otros antropólogos, estos objetos habían pasado completamente desapercibidos, al ser fabricados y utilizados exclusivamente por las mujeres.


Figura 1.- Exhibición de una falda utilizada como “doba”, al fondo las “casas del yam”. El ejemplar de la derecha: MAN, 2009/159/109.  

            Estos manojos, así como las vistosas faldas elaboradas con fibras vegetales, constituyen aún en la actualidad, el “doba” o dinero de las mujeres (figura 1), monedas que son utilizadas en las ceremonias “sagali” de los rituales mortuorios, y sirven para pagar las labores de las mujeres que han colaborado en alguna medida en el funeral. La primera ceremonia tiene lugar el día siguiente al sepelio y esta distribución de “moneda” se denomina “selubulabu”, en ella se entregan grupos de veinte a cincuenta nununiga a cada participante. Durante el día siguiente tiene lugar una segunda distribución denominada “tadabali” donde las parientas del fallecido entregan faldas y diez manojos de banano a las parientas del esposo o esposa del difunto, quienes cortan sus cabelleras en señal de duelo. El intercambio de manojos de hojas por otros utensilios se denomina “valova”, vendiéndose a las visitantes de otros pueblos todo tipo de objetos a cambio de “nununiga” (palabra que literalmente significa “leche materna”).



Figura 2.- Materiales para fabricar el nununiga (manojo de hojas que aparece en la parte inferior). MAN, 2009/159/093 & 121.

            Para fabricar esta moneda, la mujer separa trozos de hojas de la longitud deseada, apoyándolos sobre una tabla (“kidawagu”, figura 2), en la que hay figuras geométricas talladas -este objeto forma parte imprescindible del  ajuar de una mujer casada-, raspan la superficie de la hoja con una concha de borde afilado y aprietan con una paleta de madera, de forma que las figuras en relieve, como un “sello en seco”, se transfieren a las hojas, que luego son cuidadosamente secadas al sol tras ser unidas en grupos por un extremo (figura 3).


Figura 3.- Fabricación del “nununiga” a partir de hojas frescas de banano y ceremonia “sagali”.

Los nununiga se guardan en grandes cestos hasta que se llenan, y dependiendo de la importancia del evento, se presentan en pequeños grupos o incluso en cestos enteros, que muestran la importancia de la persona que los ha fabricado, destacando así su prestigio social (figura 4).


Figura 4.- Reparto de nununiga en un funeral (año 2007).

            Las islas Trobriand han constituido durante casi un siglo una auténtico paraíso -podríamos considerar una “reserva”-, para la antropología cultural y social, y son bien conocidas algunas ceremonias como el “anillo del Kula”, donde mediante el intercambio de elaboradas monedas-concha (“mwali” y “soulava”) se establece el ranking de prestigio entre los jefes. Entre la población masculina, esta jerarquización  se determina también a través de la prominencia y vistosidad de las “casas del yam” (almacenes de madera donde se guarda este alimento básico). Tal como hemos señalado, una singularidad de esta cultura es que las mujeres tiene su propia y particular forma de riqueza, el doba, integrado por vistosas faldas y manojos de hojas de banana que exhiben e intercambian durante los funerales, y aunque esta riqueza no se exhibe fuera de dichas ceremonias, la presencia de grandes cestos llenos de nununiga en el soportal de las casas proporcionan  reputación de “mujer fuerte” a la propietaria de los mismos. 

            En contraste con la durabilidad de los elementos utilizados como moneda tradicional por los hombres (monedas-concha, hachas de piedra....) que sobreviven a sus poseedores, las monedas “femeninas” (faldas y manojos de hojas de banano) son efímeras y perecederas, pero la vida continúa y la mujer trobriandesa se asegura la inmortalidad a través del control del “dala”, el clan matrilineal que vertebra la sociedad. A pesar de no participar en las estrategias políticas (reservadas a los hombres), la mujer asegura su importancia en la sociedad a través de la continuidad del ciclo eterno de vida y muerte, mediante el “doba” (monedas-falda y manojos de hojas de banano), en definitiva la mujer trobriandesa controla los dos extremos del ciclo de la vida, el nacimiento y la muerte.

            Al clasificar las monedas primitivas podemos identificar dos familias principales, las que son o derivan de elementos útiles empleados en la vida cotidiana (sal, armas como cuchillos y hachas, paños de corteza, fibra de palmera o coco, anzuelos....) y un segundo grupo de objetos ornamentales con un alto valor añadido (collares, pulseras, etc...). Frecuentemente en el primer caso las herramientas se miniaturizan para ser usadas como moneda (es el caso de las monedas “navaja” y “arado” chinas o las “hachas” de la América precolombina), y en el presente caso también el “nununiga” resulta de la miniaturización de una falda femenina. Curiosamente, la moneda de la mujer tobriandesa, el doba, integra ambos elementos, la falda y su representación en miniatura.

            No es éste el único caso donde encontramos faldas-moneda, en una zona relativamente próxima, en Nueva Caledonia, encontramos las “mada jahi”, elaboradas con fibras vegetales de bourao y utilizadas en las ceremonias matrimoniales por el pueblo Kanak (ver artículo “La “cabeza” de la moneda” del Eco Filatélico y Numismático de marzo del 2008).


Bibliografía:

Ibáñez, M., 2006. La premoneda social, precursora de la moneda económica. Nvmisma, 56(250): 21-40.

Jolly, M.. 1992. Banana Leaf Bundles and Skirts: A Pacific Penelope's Web?. En: History and Tradition in Melanesian Anthropology, ed. James G. Carrier. Studies in Melanesian Anthropology, vol. 10. Berkeley: University of California Press: 38-63.
Lussu, L.J., 1995. The Significance of Doba within Trobriand Society. Dyn 11: 1-21.  (Durham Anthropology Journal)

Weiner, A., 1976. Women of Value, Men of Renown: New Perspectives in Trobriand ExchangeUniversity of Texas Press, Austin: XXII + 300pp.

domingo, 1 de marzo de 2015

La "cabeza" de la moneda.

La “cabeza” de la moneda. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 65(1161) (Marzo 2008): pp. 60-61.

Miguel Ibáñez Artica

            En fecha reciente, se ha publicado una importante contribución al conocimiento del uso y circulación de la moneda primitiva en la colonia francesa de Nueva Caledonia(1), dándose además la interesante circunstancia de que el autor, antropólogo del museo de Noumea, es oriundo de Daakuruk, una tribu del país Hyeehen, cuya moneda tradicional se estudia pormenorizadamente en el libro mencionado.   

            Paradójicamente, los antropólogos occidentales han prestado muy poca atención a las monedas primitivas, aún vigentes en la actualidad entre los Kanak de Nueva Caledonia, apenas alguna referencia como el trabajo de Leenhardt (1930) reseñado por Godelier (1998), donde se indica cómo las “monedas concha” se conservaban en un cesto denominado “cabeza del antepasado”, y unidas por un gancho al cesto, formaban el “cuerpo” que recibía la “vida” de la “cabeza” , mientras cestos y ganchos eran conservados como objetos sagrados por los jefes, las ristras de conchas circulaban como moneda común.

            En la actualidad, “circulan” 36 tipos diferentes de “monedas tradicionales” entre los Kanak de Nueva Caledonia, y por ejemplo en uno de ellos, la moneda-concha, existen hasta 26 formas de medirla (y cada caso constituye una unidad monetaria con su propia denominación) (Figura 2). Una singular moneda utilizada en las ceremonias matrimoniales es la “moneda falda” (“mada jahi”), elaborada con fibras vegetales de bourao y de unos 30 a 40 cm. de longitud (Figura 1), su origen se explica en una leyenda popular:

“”“Un día en el que el sol seguía su curso habitual, distinguió a un hombre sobre tierra. Era un jefe solitario, que no tenía esposa. El sol decidió entonces darle a su hija en matrimonio.... un día, el sol decidió sellar a esta unión. Llegado al cenit, hizo descender a su hija por una cuerda, que rodeó sobre su cintura como una falda. Esta falda es la moneda que se utiliza para tomar a una esposa”””.


Figura 1.- “Moneda falda” de los Kanak de Nueva Caledonia.

            Sin embargo, la moneda más importante para los kanak es el “thewe”, “nacida del agua” en la lengua autóctona (Figura 3), lo que relaciona el concepto de riqueza con el mundo submarino, donde habitan los espíritus. Esta moneda se fabrica a partir de una especie de Conus muy abundante en la zona (Conus ceylandensis), a partir del cual se obtienen pequeños discos perforados de uno o dos milímetros de diámetro que se ensartan en fibras vegetales (de hibiscus), también se utilizan huesos en las regiones del interior. La fabricación de una moneda completa supone un laborioso y largo proceso, disponiendo cada clan un especialista capaz de elaborar este tipo de moneda, y su adquisición requiere un procedimiento determinado, similar al de un proceso de adopción. Cada moneda está “viva”, tiene su propia casa (el estuche) y su propio “hijo” (el contenido). En su fabricación se emplean unos cuatro meses de trabajo, que comienzan con la recolección de las materias primas, conchas, huesos y fibras vegetales. La elaboración comienza por la fabricación del estuche o “casa” de la moneda (Figura 3c), después se hará la cabeza (en realidad “boca” en el leguaje indígena), el cuerpo y el pie. Estas tres partes de la moneda forman un todo y lo que determina el valor de la moneda es la longitud total del “cuerpo”.


Figura 2.- Medición de la moneda Kanak y “cabeza” de la moneda.

            La cabeza permite orientar correctamente la organización de los intercambios con los aliados, mientras el cuerpo simboliza el vínculo con los clanes del mismo grupo y constituye el valor de la moneda, por último la “cola” o “pie” de la moneda simboliza el ciclo, hay un inicio en su función, que es el ser donada, y un fin que es la devolución del don recibido.

            Esta moneda tradicional es el símbolo de la unidad, y en ciertas ceremonias el jefe parte la moneda en tres trozos, la cabeza es entregada al más viejo del clan, el cuerpo a un joven y el pie al de menor categoría del clan.


Figura 3.-
a: Monedas Kanak; b: Moneda con su “cabeza” y “casa”;  c: estuche o “casa” de la moneda.

            El “naamun” constituye la riqueza tradicional entre los kanak, y se va acumulando generación tras generación en forma de objetos valiosos y monedas-concha, pero con la entrada de la moneda occidental, se ha instaurado el individualismo apareciendo desigualdades sociales antes inexistentes entre la sociedad Kanak. Además de la valiosa moneda “thewe”, la moneda de cuentas espaciadas “thewe pigi” se mide en brazas (“kaa tuut”) y equivale a unos 4 céntimos de euro. Esta moneda no se acompaña de cabeza, cola ni tiene estuche y tiene estrictamente una función económica

            La publicación en diciembre del 2006 del libro “La moneda Kanak”, constituye sin lugar a dudas una importante aportación, desde una perspectiva antropológica, al conocimiento de la moneda primitiva, tanto en lo que concierne a su morfología como a su función, y como podemos ver, todavía tiene plena vigencia en algunas regiones del Planeta, aunque desapareció de nuestro mundo occidental hace más de veintiséis siglos, fagocitada por la moneda metálica económica que todos conocemos, y que en gran medida rige nuestras vidas de forma cotidiana. Probablemente en la antigüedad, y durante muchos siglos (incluso milenios) existieron entre nosotros monedas parecidas a las que se analizan en este libro, con funciones más específicas y concretas (monedas “de la novia”, monedas de “sangre”, monedas para regalar...), que la estrictamente económica de la moneda actual.


 (1) Yves-Béalo Gony (2006). La monnaie kanak en Nouvelle-Calédonie. Thewe men jila. Éd. Expressions N.C.: 207 pp.

  

Sellos postales de Nueva Caledonia alusivos a la moneda kanak (1990).