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viernes, 1 de enero de 2016

Una moneda de un billón de marcos. La moneda inflacionaria.

Una moneda de un billón de marcos. La moneda inflacionaria. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 56(1075) (Mayo 2000): pp. 48-49.

Miguel Ibáñez Artica.

Es normal que los estados modernos acuñen piezas de gran tamaño y valor, utilizadas más como objetos decorativos y de prestigio, que como medio de pago. Esta costumbre que se remonta a tiempos antiguos, fue revivida en la Edad Media con la acuñación de espectaculares monedas como la dobla de diez doblas acuñada en tiempos de Pedro I de Castilla, las monedas de 20 excelentes de los Reyes Católicos, y ya en época moderna, las impresionantes emisiones de cien ducados de oro emitidos en Zaragoza por Juana y Carlos I, el centén o cien escudos de oro de Felipe IV o los cincuentines de plata de Felipe III y Felipe IV.

Sin embargo, y aunque pudiera parecerlo, no es éste el caso de la moneda de un billón de marcos emitida en Alemania (concretamente en Westfalia) en 1923. Se trata del más claro ejemplo de un dramático proceso inflacionista, que desembocó en la total ruina económica del estado europeo, hasta hacía poco tiempo, más poderoso de Europa (Figura 1).


Figura 1.- Monedas y billetes inflacionarios alemanes de 1923 por valor de millones y billones de marcos.

La historia de una hiperinflación que aún causa asombro a los estudiosos e investigadores de la historia económica comienza tras el armisticio que pone fin a la primera guerra mundial. Si bien es cierto que el fenómeno de la inflación es algo muy antiguo, ya experimentado en el siglo III de nuestra Era con el hundimiento del sistema monetario romano, y posteriormente puesto de manifiesto primero durante la Edad Media con la moneda de Castilla (el maravedí) y en época moderna con la crisis del vellón castellano -experimentada durante la primera mitad del s. XVII- o con la inflación causada por los “asignados” emitidos en tiempos de la revolución francesa, nunca anteriormente había alcanzado el nivel que tuvo en la Alemania de postguerra.

Como referencia podemos dar unos datos de la cotización de un dólar americano en marcos alemanes durante este período:

Enero 1919                 1 dólar americano= 7,95 marcos alemanes
Junio 1919                  1 dólar americano= 13,32 marcos alemanes
Enero 1920                 1 dólar americano= 49,8 marcos alemanes
Junio 1920                  1 dólar americano= 39,25 marcos alemanes
Enero 1921                 1 dólar americano= 74,5 marcos alemanes
Junio 1921                  1 dólar americano= 63,37 marcos alemanes
Enero 1922                 1 dólar americano= 186,75 marcos alemanes
Junio 1922                  1 dólar americano= 7.650 marcos alemanes
Enero 1923                 1 dólar americano= 7.260 marcos alemanes
Junio 1923                  1 dólar americano= 7.650 marcos alemanes
Agosto 1923               1 dólar americano= 1.100.000 marcos alemanes
Septiembre 1923         1 dólar americano= 9.700.000 marcos alemanes
1 Octubre 1923                       1 dólar americano= 242.000.000 marcos alemanes
10 Octubre 1923         1 dólar americano= 2.975.000.000 marcos alemanes
19 Octubre 1923         1 dólar americano= 12.000.000.000 marcos alemanes
31 Octubre 1923         1 dólar americano= 72.500.000.000 marcos alemanes
1 Noviembre 1923      1 dólar americano= 130.000.000.000 marcos alemanes
10 Noviembre 1923    1 dólar americano= 630.000.000.000 marcos alemanes
20 Noviembre 1923    1 dólar americano= 4.200.000.000.000 marcos alemanes.

En esta tabla puede apreciarse cómo la crisis de la moneda alemana se acentuó durante la segunda mitad del año 1923, como consecuencia de la ocupación del Ruhr por Francia, y lo más angustioso para la población es que la subida de los precios iba paralela a la cotización del dólar. Evidentemente era imposible acuñar moneda a la velocidad requerida por este proceso hiperinflacionista, lo que se emitían eran billetes, para lo cual trabajaban día y noche 30 fábricas de papel y hasta 1.723 prensas, emitiéndose billetes por parte del Reichsbank (banco oficial) y por  comunidades y regiones que fabricaban frenéticamente billetes de emergencia.

En las fábricas los salarios se abonaban al día. A las once de la mañana, y sobre un camión cargado de billetes, el cajero leía los nombres de los operarios e iba arrojando paquetes de papel moneda con valores millonarios. Tan pronto se retiraba el dinero, los obreros se lo entregaban a sus familiares que esperaban en el exterior de la fábrica y acudían a las tiendas más próximas, a gastarlo inmediatamente, adquiriendo lo primero que encontraban, fuera lo que fuera. Un café que costaba cinco mil marcos, a los pocos minutos valía catorce mil, y una carretilla cargada de billetes apenas si servía para comprar el periódico (Figura 02).


Figura 02.- Imágenes de la época mostrando a un empleado municipal barriendo en las calles billetes de banco, y su uso como combustible en una estufa.

En este contexto es lógico que no se emitiera moneda metálica, y tan sólo se utilizaran billetes (más fáciles de fabricar). Excepcionalmente se acuñaron monedas con valores millonarios, si bien no llegaron a circular, como la de un billón de marcos (Figura 1), que en realidad en otoño de 1923 valía menos de 25 centavos de dólar.

Esta hiperinflación se dio también en Rusia, aunque por otros motivos, y tras la segunda guerra mundial, se repitió el proceso en algunos países como Hungría y Grecia. En tiempos más recientes muchos países (en Sudamérica: Bolivia, Perú, Nicaragua, Argentina....; en Europa los  países surgidos tras la desaparición de la antigua Yugoslavia y la Unión Soviética) han sufrido y todavía algunos sufren este demoledor proceso que desemboca inevitablemente en la ruina económica nacional. Sin embargo es esperanzador el ejemplo alemán, en el que tras el huracán inflacionista siguió el milagro del Marco-renta (Rentenmark) iniciado a finales de 1923, con una paridad de 1 rentenmark= mil millones de antiguos marcos, y que consiguió estabilizar la maltrecha economía alemana.

*Nota adicional: La política de recortes, mantenida por las autoridades europeas ante la última crisis económica, tiene su origen en la actitud de Alemania, contraria a la puesta en circulación de masa monetaria, por el recuerdo –aún vigente- de la grave crisis que provocó la hiperinflación de los años 20 del pasado siglo. Por el contrario, la respuesta de los Estados Unidos frente a la crisis de fabricar más moneda, ha permitido una rápida recuperación de su economía sin caer en la temida inflación.

Bibliografía reciente: A. Sferrazza (2016): “Money for nothing” ou quand l’argent ne vaut plus rien. Buletin Numismatique n. 149: pp. 22-26.



lunes, 1 de junio de 2015

Una moneda-gusano, el gusano del Mopane.

Una moneda-gusano, el gusano del Mopane. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 62(1152) (Mayo 2007): pp. 60-61.

Miguel Ibáñez Artica

            A lo largo de la Historia de la Humanidad, frecuentemente algunos alimentos han sido utilizados como moneda, es el caso del cacao en Guatemala y México en tiempos precoloniales e incluso durante los primeros años tras la llegada de los conquistadores, el arroz en Indochina y diversos tipos de grano (cebada, centeno y trigo) en la Europa medieval. Incluso en tiempos relativamente recientes, aún se utilizaban determinadas unidades de trigo (los “robos”) para abonar el salario de los maestros y maestras en los pueblos rurales de Navarra (Ver artículo:  El Robo de trigo en Navarra).



Figura 1.- Larva y adulto de la mariposa Gonimbrasia belina y recolección del gusano del “mopane”.

            La moneda-alimento más curiosa que sobrevive en la actualidad, es el “masonja” o "gusano del mopane". Se trata de la larva de una mariposa Emperador de la familia Saturniidae, Gonimbrasia belina. Su oruga, de gran tamaño, tiene vistosos colores y llega a alcanzar los diez centímetros de longitud (Figura 1), alimentándose de las hojas del árbol llamado mopane en la región sur de África. Este insecto es rico en grasas y proteínas, tiene una textura suave y un sabor sustancioso cuando se prepara en fritura. Muchas personas lo consideran una delicadeza en Namibia, Botswana, Zimbabwe y Sudáfrica, y según los análisis realizados veinte orugas secas proporcionan las necesidades diarias de un adulto en calcio, fósforo, vitamina B y hierro. En las aldeas del norte del Transavaal se recogen estas orugas, y una vez secas, son utilizadas como medio de intercambio,  revendidas y finalmente comidas (Denk & Nagl, 2004). Con estas larvas desecadas se adquieren habitualmente en los mercados rurales los artículos de tocador, útiles de cocina, comida y ropa usada (Figura 2) (Kozanayi & Frost, 2002).


Figura 2.- Mercado de “mopane”.

.           En Botswana, la primera generación de gusanos de Mopane aparece entre los meses de noviembre y diciembre, mientras que la segunda reaparece alrededor de abril. En estas épocas, las mujeres de los poblados recorren grandes distancias para cosechar los valiosos gusanos con los que podrán adquirir lo más necesario, incluyendo el uniforme para la escuela de sus hijos. La recolección se hace a primera hora de la mañana, antes de que las orugas asciendan hacia las zonas altas del árbol para comer, y pueden recogerse en condiciones óptimas hasta 18 kilogramos en una hora. Suele vaciarse el contenido intestinal del gusano para mejorar su gusto y entonces pueden comerse crudos, asados o fritos en aceite. El consumo de este insecto hasta hace poco estaba restringido a algunos grupos étnicos, pero su popularidad se ha extendido y actualmente forma parte de los menús tradicionales de los hoteles de Botswana.

            Lo que tradicionalmente era un complemento en la dieta, ha incrementado su uso y valor, debido a la creciente pérdida de valor de la moneda oficial. Por ejemplo en el año 2006, la tasa inflacionista en Botswana fue del 12%. En dicho país, que arrastra una fuerte inflación desde finales de los años 90 -y como resultado una progresiva devaluación monetaria-, el uno de noviembre del año 2000 se puso en circulación una nueva moneda bimetálica, de 23,5 mm. de diámetro y dos milímetros de grosor, con su parte central de cuproniquel y el exterior de bronce y aluminio,  con valor de cinco “pulas”, que vino a sustituir al antiguo billete existente con esa denominación. Curiosamente, en esta nueva moneda devaluada, aparece representada la nueva “moneda” popular, el gusano del mopane (Figura 3) y también esta espectacular mariposa aparece representada en algunos sellos africanos.


Figura 3.- Sello y moneda de Botswana representando respectivamente el insecto adulto y su larva.

            Se considera que los elementos utilizados como moneda deben cumplir unas funciones específicas, como servir de unidad de cuenta, y ser medida común del valor, además de utilizarse como medio de pago, y deben poseer unas características adecuadas, como ser útiles, portátiles, divisibles, indestructibles, de valor estable y homogéneos. Pues bien, en algunas zonas rurales de Sudáfrica los gusanos desecados, medidos en unidades estandarizadas que se van desde los 2,8  hasta los 210 gramos (el contenido de gusanos secos de una taza grande), realizan estas funciones monetarias y son utilizados para la adquisición de bienes, siendo útiles (son alimentos), portátiles (se transportan en bolsitas de plástico), divisibles y relativamente duraderos ya que al estar desecados se conservan bastante tiempo. Por otra parte su valor es más estable que el de la moneda oficial, sometida a continuas devaluaciones.



Bibliografía:

DENK, R. & P. NAGL, “Masonja, die Larven eines Nachtfalters, als Nahrungs- und Zahlungsmittel”, Der Primitivgeldsammler 25(1), 2004, págs. 17-20.

KOZANAYI, W. & P. FROST, “Marketing of Mopane Worm in Southern Zimbabwe”. Mopane Worm Market Survey: Southern Zimbabwe, 2002: 31 pp.


En las fechas en que se publicó este artículo en mayo del 2007, en la vecina Zimbabue, la inflación ya alcanzaba un 66.000 %, y siguió disparándose hasta llegar en noviembre del año 2008 a la increíble cifra de noventa mil trillones por ciento, emitiéndose billetes con la astronómica cifra de  “cien trillones de dólares”. Estos billetes no servían para nada, y en los servicios públicos de bares y restaurantes, se colocaba un cartel solicitando que no se utilizaran como papel higiénico, ya que obstruían las conducciones (Figura 4).


Figura 4.- Billetes de “trillones de dólares” y cartel colocado en los WC de establecimientos públicos prohibiendo la utilización de estos billetes como papel higiénico.

Tasas de inflación en Botswana:

1996      16%
1997      20%
1998      48%
1999      56,9%
2000      55,22%
2001      112,1%
2002      198,93%
2003      598,75%
2004      132,75%
2005      585,84%
2006      1.281,11%
2007      66.212,3%
2008
   Julio    231.150.888.87%
   Agosto 471.000.000.000%
   Septiembre 3.840.000.000.000.000.000%
Mediados Noviembre 89.700.000.000.000.000.000.000%
(Fuente Wikipedia)