martes, 15 de marzo de 2016

Figuras humanas en las monedas musulmanas: imitaciones de las monedas sasánidas y bizantinas de los siglos VII y VIII.

Figuras humanas en las monedas musulmanas: imitaciones de las monedas sasánidas y bizantinas de los siglos VII y VIII. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 66(1190) (Noviembre, 2009): pp. 46-47.

Miguel Ibáñez Artica.


            Las antiguas monedas emitidas en países de cultura islámica, no suelen presentar representaciones iconográficas, sustituidas por delicadas leyendas cúficas generalmente de temática religiosa, aunque muy excepcionalmente pueden llevar alguna imagen zoológica o astral (Figuras 1c).

            Sin embargo esto no siempre ha sido así, y encontramos dos circunstancias  en las que la moneda musulmana exhibe hermosas representaciones de bustos humanos, animales y hasta figuras mitológicas; nos ocuparemos ahora de la primera de ellas que afecta a las monedas emitidas durante los siglos VII-VIII de nuestra Era.


Figura 1.- Monedas de oro
a.- Imitación del tremisis de Heraclio, ceca del norte de África (697-750 d.C.)
                        b.- Dinar de Abd al Malik, Damasco (685-705 d.C.)
                        c.- Dinar mameluco, Baybars I (1260-1277 d.C.)

En los primeros tiempos de la expansión musulmana se acuñaron monedas en los territorios ocupados respetando los módulos, pesos y tipología del numerario local. Así se emitieron dinares de oro de imitación bizantina (Figura 1a), dirhems de plata con los patrones y modelos sasánidas (Figura 3) y feluses de cobre imitando la abundante moneda bizantina (Figura 4).

            Especial interés reviste la evolución de los dirhems, término que deriva del de los dracmas sasánidas a los que imita (Figura 2). En la Persia preislámica el dracma era la unidad monetaria y de peso (con aproximadamente 4 gramos), y pervivió desde su introducción en época seleúcida (330 a.C.- 150 a.C.), en el transcurso de los imperios parto (150 a.C.-226 d.C.) y sasánida (226 d.C.-650 d.C.).  Estas monedas se mantuvieron durante siglos con una pureza de más del 90% de plata, incluso en épocas de guerra -donde lo normal suele ser que la moneda devalúe su contenido en metal precioso-,  superando a veces el 95% del porcentaje en plata, lo que les confirió un gran prestigio como moneda fuerte y estable(1). Tras la ocupación islámica, los gobernadores musulmanes mantuvieron al principio la tipología de las monedas, con un peso de 2,9-3 gramos y un diámetro de 29 milímetros, imitando los dracmas de Yezdegird III,  pero añadiendo algunas palabras en árabe (“en el nombre de Alá”). Luego sustituyeron el nombre del rey sasánida por el del califa, pero manteniendo la escritura pahlavi, y añadieron el nombre de los gobernadores (Figura 3). Finalmente desapareció toda la iconografía manteniéndose el aspecto de la moneda (diámetro, espesor, peso y pureza de ley) pero sustituyéndose las típicas imágenes sasánidas por leyendas cúficas de contenido religioso.


Figura 2.- Tesorillo de dracmas sasánidas.



Figura 3.- Monedas de plata.
Dracmas arábigo-sasánidas. En la parte superior emitido por el gobernador Umar ibn Ubayd Allah (686-689 d.C.) en Bishapur, en la inferior emisión de Khorshid (740-761 d.C.).

            Un proceso similar ocurrió con la moneda de bronce, en este caso surgida con la ocupación del territorio bizantino.  La prolongada guerra entre los imperios Sasánida y Bizantino durante los siglos sexto y séptimo de nuestra Era, los había dejado exhaustos y vulnerables ante el maremoto que supuso la expansión del Islám tras la unificación de Arabia en el año 620 d.C. El emperador Heraclio no pudo hacer nada para detener el ejército musulmán que ocupó Siria y Palestina en el año 634 d.C., conquistando la ciudad de Jerusalén en el 637. Las nuevas autoridades mantuvieron los tipos monetarios bizantinos, llegando a respetar incluso la simbología cristiana (Figura 4), pero introduciendo leyendas en caracteres cúficos con el nombre de las cecas donde se emitía la moneda (Jerusalén, Baalbek, Emesa, Damasco….), en una fase posterior se sustituyó la figura del emperador bizantino por la del califa (Figura 4c), añadiendo un círculo en el extremo de la cruz para hacerla desaparecer, finalmente las monedas llevaron las leyendas en caracteres árabes “Mahoma el enviado de Alá” en el anverso, y la sura coránica “No hay Dios sino Dios” en el reverso. Tal como ocurrió con las monedas de oro y plata, también en la moneda de cobre las representaciones de personajes terminaron por desaparecer, sustituyéndose por inscripciones de temática religiosa.


Figura 4.- Monedas de bronce, feluses árabe-bizantinos
                        a y b.- Emisiones seudobizantinas del Califato de Damasco, 661-697 d.C.
                        c.- Emisión árabe-bizantina de Jerusalén, 670-685 d.C.
                        d.- Emisión árabe-bizantina de Emesa, 670-700 d.C.

            Las monedas árabe-bizantinas no son muy conocidas y suelen confundirse con facilidad con las abundantes emisiones bizantinas a las que imitan. Curiosamente, la moneda medieval más antigua aparecida en el País Vasco, es un fals de este tipo encontrado en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas realizadas hace algunos años en pleno corazón del casco viejo donostiarra.

(1). Bacharach, J.L. & A.A. Gordus, 1972. The purity of Sasanian silver coins: an introduction. Journal Amer. Oriental Soc. 92(2): 280-283.



martes, 1 de marzo de 2016

De la premoneda a la moneda virtual.

De la premoneda a la moneda virtual. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 65(1176) (Julio-Agosto, 2009): pp. 48-49.

Miguel Ibáñez Artica.


            Tradicionalmente la historia la han escrito y contado los vencedores, los que han impuesto finalmente su cultura, en este caso los conquistadores europeos, y tan sólo en fechas muy recientes se ha considerado el punto de vista de los nativos conquistados. Así volviendo al “comercio silencioso” descrito por Herodoto, podemos considerar que para los indígenas africanos la percepción fuera la de unos visitantes (los fenicios) que les dejaban obsequios, a los cuales tenían la obligación de corresponder con otros aún más valiosos, de forma que lo que para unos era simplemente “comercio”, para los otros era un “intercambio de regalos” (Figura 1).


Figura 1.- Fenicios y rutas comerciales.

            A veces estos regalos se hacían en forma de determinados objetos rituales que servían como moneda(1), y en otro pasaje del descubrimiento en 1568 de las islas Salomón se narra:

Viéronse en esta isla muchas perlas y los indios no hacen mucho caso de ellas... también trajeron unos dientes que parecieron ser de algún animal grande, estimábanlos mucho, y decián que los tomasen

            Posiblemente el pasaje citado refleja la utilización de los colmillos curvados de cerdo como moneda, que  aún se siguen empleando en la actualidad(2). Cabría plantearse si, tal como se ha propuesto desde las diferentes escuelas económicas, el trueque primitivo fue el antecesor directo de la moneda, o si fue la premoneda de uso social, utilizada en el intercambio ritual de regalos, la que generó finalmente la aparición de la moneda en Asia Menor. Un detalle que puede resultar significativo es que las denominaciones de estas primitivas monedas (óbolos y dracmas) eran precisamente los términos utilizados para designar los asadores rituales utilizados como premoneda en la Antigua Grecia(3).

            En el siglo XXI ha surgido un nuevo tipo de “comercio silencioso”, definido en el año 2000 como un sistema mediante el que los aparatos se comunican y comercian entre sí por señales de radiofrecuencia. El antecedente inmediato a este modelo de comercio lo encontramos en la utilización de forma ya habitual de la tarjeta del “bonobús” en los transportes urbanos, de forma que en este caso adquirimos un servicio (de transporte) sin mediar palabra con el conductor del autobús, este mecanismo también está ya operativo en algunas cadenas de distribución de alimentos que suministran a supermercados, de forma que algunas funciones (como el inventariado) se simplifican en forma significativa, así como en compañías de transportes de mercancías, etc...

            En un futuro no muy lejano un sistema informático “inteligente” controlará, entre otras muchas cosas,  las actividades domésticas, y por ejemplo cuando en el frigorífico escasee algún tipo de alimento, el ordenador de la casa procederá a hacer el pedido directamente al ordenador de la tienda de alimentos, quien lo facturará automáticamente en la cuenta de cargo del cliente. En este caso los tres agentes que intervienen en la operación, el ordenador doméstico, el del comercio y el de la entidad bancaria se relacionarán entre sí de forma autónoma y “silenciosa”, los ingredientes tecnológicos necesarios para desarrollar este nuevo tipo de comercio ya existen en el mercado, son etiquetas de identificación por radiofrecuencias (RFID) que incluyen un microtransmisor, que transmite una señal a un receptor o sensor (Figura 2). Estas nuevas etiquetas sustituirán en el futuro a los actuales códigos de barras, generándose un comercio virtual, sin intervención humana directa, que utilizará también una moneda virtual. ¡Los numismáticos y coleccionistas de monedas del futuro lo van a tener difícil!, -siempre quedarán las emisiones conmemorativas que realizan los diferentes Estados-,  y que generan pingües beneficios a la hacienda pública.

           
Figura 2.- Etiqueta de identificación por radiofrecuencia (RFID) y tarjetas de crédito.


            Resulta curioso comparar ambos tipos de “comercio silencioso”, que aunque se definen con las mismas palabras, responden a realidades antagónicas, el primero permitía establecer relaciones pacíficas entre personas pertenecientes a culturas muy diversas evitando el riesgo de potenciales confrontaciones debidas a malentendidos y al desconocimiento de la realidad social y cultural del “otro”, mientras que el segundo se produce precisamente en un ambiente opuesto, de globalización y homogenización cultural universal, y en este caso la comunicación se establece directamente entre las máquinas.


(1) Monedas para regalar, Eco Filatélico y Numismático, nº 1126, pp 46-47. (Enero de 2005).

(2) Monedas asexuadas: los cerdos de Vanuatu, Eco Filatélico y Numismático, nº 1149, pp. 57-59. (Febrero de 2007)

(3) La invención de la moneda en la antigua Grecia. Eco Filat. y Numism. (2008), 64(1168): 46-47.