De la premoneda a
la moneda virtual. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 65(1176)
(Julio-Agosto, 2009): pp. 48-49.
Miguel Ibáñez Artica.
Tradicionalmente
la historia la han escrito y contado los vencedores, los que han impuesto
finalmente su cultura, en este caso los conquistadores europeos, y tan sólo en
fechas muy recientes se ha considerado el punto de vista de los nativos
conquistados. Así volviendo al “comercio silencioso” descrito por Herodoto,
podemos considerar que para los indígenas africanos la percepción fuera la de
unos visitantes (los fenicios) que les dejaban obsequios, a los cuales tenían
la obligación de corresponder con otros aún más valiosos, de forma que lo que
para unos era simplemente “comercio”, para los otros era un “intercambio de
regalos” (Figura 1).
Figura 1.- Fenicios y rutas comerciales.
A veces estos
regalos se hacían en forma de determinados objetos rituales que servían como
moneda(1), y en otro pasaje del descubrimiento en 1568 de las islas
Salomón se narra:
“ Viéronse en esta
isla muchas perlas y los indios no hacen mucho caso de ellas... también
trajeron unos dientes que parecieron ser de algún animal grande, estimábanlos
mucho, y decián que los tomasen”
Posiblemente
el pasaje citado refleja la utilización de los colmillos curvados de cerdo como
moneda, que aún se siguen empleando en
la actualidad(2). Cabría plantearse si, tal como se ha
propuesto desde las diferentes escuelas económicas, el trueque primitivo fue el
antecesor directo de la moneda, o si fue la premoneda de uso social, utilizada
en el intercambio ritual de regalos, la que generó finalmente la aparición de
la moneda en Asia Menor. Un detalle que puede resultar significativo es que las
denominaciones de estas primitivas monedas (óbolos y dracmas) eran precisamente
los términos utilizados para designar los asadores rituales utilizados como
premoneda en la Antigua Grecia(3).
En el siglo XXI ha surgido un nuevo
tipo de “comercio silencioso”, definido en el año 2000 como un sistema mediante
el que los aparatos se comunican y comercian entre sí por señales de
radiofrecuencia. El antecedente inmediato a este modelo de comercio lo
encontramos en la utilización de forma ya habitual de la tarjeta del “bonobús”
en los transportes urbanos, de forma que en este caso adquirimos un servicio
(de transporte) sin mediar palabra con el conductor del autobús, este mecanismo
también está ya operativo en algunas cadenas de distribución de alimentos que
suministran a supermercados, de forma que algunas funciones (como el
inventariado) se simplifican en forma significativa, así como en compañías de
transportes de mercancías, etc...
En un futuro no muy lejano un
sistema informático “inteligente” controlará, entre otras muchas cosas, las actividades domésticas, y por ejemplo
cuando en el frigorífico escasee algún tipo de alimento, el ordenador de la
casa procederá a hacer el pedido directamente al ordenador de la tienda de
alimentos, quien lo facturará automáticamente en la cuenta de cargo del
cliente. En este caso los tres agentes que intervienen en la operación, el
ordenador doméstico, el del comercio y el de la entidad bancaria se
relacionarán entre sí de forma autónoma y “silenciosa”, los ingredientes
tecnológicos necesarios para desarrollar este nuevo tipo de comercio ya existen
en el mercado, son etiquetas de identificación por radiofrecuencias (RFID) que
incluyen un microtransmisor, que transmite una señal a un receptor o sensor (Figura 2). Estas nuevas etiquetas
sustituirán en el futuro a los actuales códigos de barras, generándose un
comercio virtual, sin intervención humana directa, que utilizará también una
moneda virtual. ¡Los numismáticos y coleccionistas de monedas del futuro lo van
a tener difícil!, -siempre quedarán las emisiones conmemorativas que realizan
los diferentes Estados-, y que generan
pingües beneficios a la hacienda pública.
Figura
2.- Etiqueta de identificación
por radiofrecuencia (RFID) y tarjetas de crédito.
Resulta curioso comparar ambos tipos
de “comercio silencioso”, que aunque se definen con las mismas palabras,
responden a realidades antagónicas, el primero permitía establecer relaciones
pacíficas entre personas pertenecientes a culturas muy diversas
evitando el riesgo de potenciales confrontaciones debidas a malentendidos y al
desconocimiento de la realidad social y cultural del “otro”, mientras que el
segundo se produce precisamente en un ambiente opuesto, de globalización y homogenización
cultural universal, y en este caso la comunicación se establece
directamente entre las máquinas.
(1) Monedas para
regalar, Eco Filatélico y Numismático, nº
1126, pp 46-47. (Enero de 2005).
(2) Monedas
asexuadas: los cerdos de Vanuatu, Eco Filatélico y Numismático, nº 1149, pp. 57-59. (Febrero de 2007)
(3) La
invención de la moneda en la antigua Grecia.
Eco Filat. y Numism. (2008), 64(1168): 46-47.
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