domingo, 1 de diciembre de 2019

Una curiosa reacuñación en un "cavallo" napolitano de Federico I de Aragón.


Una curiosa reacuñación en un “cavallo” napolitano de Federico I de Aragón. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 75(1280) (Enero 2019): pp. 48-51.


Miguel Ibáñez Artica



            En un artículo anterior(1), abordábamos el tema de la reutilización como cospeles de antiguas monedas descubiertas en tesorillos, que retornan a la circulación bajo un aspecto diferente, a veces después de haber transcurrido varios siglos desde su fabricación. En este caso, y a partir de una curiosa hibridación, abordaremos la problemática de las monedas napolitanas del siglo XV, reacuñadas sobre las piezas italo-francesas de Carlos VIII.

            Los antecedentes a las emisiones de las monedas denominadas “cavalli” o “cavallos” hay que buscarlos en la historia de Nápoles en el siglo XV: al proclamarse en 1442 el monarca aragonés Alfonso V “el Magnánimo” como rey de Nápoles,  se encontró ante un régimen feudal estrictamente controlado por los nobles. Ante esta situación, el nuevo monarca impulsó activamente el desarrollo comercial, aprovechado la estratégica situación del puerto napolitano (Figura 1), lo que favoreció el desarrollo de una clase media de comerciantes, empresarios y armadores que venía a contrarrestar el poder de la nobleza, y a la vez aumentaba la necesidad de emitir moneda fuerte para el comercio a gran escala, y moneda menuda para las necesidades cotidianas de la población.


Figura 1.- Representación del puerto de Nápoles en 1472.

            A la muerte de Alfonso sin descendencia, su hermano Juan II heredó el reino de Aragón, mientras que su hijo bastardo Fernando(2) ocupó el trono de Nápoles entre 1458 y 1494. En esos momentos la moneda menuda había perdido prácticamente la liga de plata propiciando numerosas falsificaciones, de forma que Fernando desmonetizó las piezas en circulación, acuñando un nuevo tipo monetario ahora en cobre puro(3). En el anverso de esta moneda aparece el busto coronado del monarca, mientras que en el reverso figura un caballo con la leyenda “AEQVITAS REGNI” (Figura 2), de donde deriva el nombre que recibieron estas emisiones de “cavalli”, que circularon también fuera de las fronteras del reino, como lo atestigua la aparición de tres piezas de este tipo, dos a nombre de Fernando y una de Federico, en el hallazgo de Oyarzun en Guipúzcoa(4), otros dos ejemplares, uno de ellos a nombre de Fernando en Lasarte (Álava)(5), y un ejemplar en las excavaciones de la Iglesia de San Salvador en Getaria(6).  

            La figura del caballo parece estar inspirada en un colosal caballo de bronce situado frente a la antigua catedral de Nápoles, mientras la leyenda (“reino de equidad”) hace un juego de palabras, alusiva a la figura del equino.

Durante el reinado de Fernando I fueron frecuentes los conflictos con los barones, e incluso el Papa Calixto III a la muerte de Alfonso V, declaró extinta la casa de Aragón, reclamando el reino de Nápoles como propiedad de la Iglesia Católica. En este ambiente de continuos enfrentamientos, se llegaron a emitir en la ciudad de Aquila, “cavalli” a nombre del Papa Inocencio III en 1485-1486, durante la segunda conjura de los barones. En este caso el busto del monarca es sustituido por las llaves cruzadas y la tiara papal, y en el reverso el caballo es reemplazado por el águila, símbolo de la ciudad. A pesar de esta nueva iconografía, se mantuvo el nombre de “cavallo” para la moneda.


Figura 2.- “Cavallo” de Fernando I de Nápoles.

            Al morir Fernando I, le sucedió su hijo Alfonso II quien tras un breve reinado (1494-1495) abdicó a favor del heredero Fernando. Fernando II fue coronado el 23 de enero de 1495 y derrocado por Carlos VIII de Francia el 21 de febrero. Sin embargo, el 7 de julio del mismo año finalizó la ocupación del monarca galo y Fernando fue restituido al trono de Nápoles, donde gobernó hasta el 5 de octubre del año siguiente, cuando cedió el trono a su tío Federico.

            La llegada de Carlos VIII al sur de Italia desató una serie de concesiones a las ciudades para que acuñaran los nuevos “cavallos” (Figura 3a), esta vez con las tres lises de Francia bajo una corona en el anverso (con las lises unas veces inscritas en un escudo y otras no) y con una cruz (unas veces la cruz de la orden del Santo Sepulcro de Jerusalén y otras una cruz sencilla) en el reverso. A pesar de la desaparición de la figura equina, estas monedas continuaron denominándose “cavallos”.

            Fernando II al recuperar el trono, en vez de retirar y fundir las piezas francesas, ordenó reacuñarlas en forma masiva, y utilizando como cospeles las monedas de Carlos VIII, los cuños tradicionales revivieron el tradicional aspecto de los “cavallos” napolitanos (Figura 3b). Incluso se reacuñaron las nuevas monedas sobre piezas del Papa Inocencio VIII (1458-1494) (Figura 3b’). Por este motivo suele ser frecuente que los “cavallos” de Fernando II lleven restos visibles de las monedas francesas utilizadas como cospeles. Estos nuevos “cavallos” se acuñaron en las cecas de Nápoles, Sulmona, Amatrice, Aquila y Bríndisi.

            El objetivo de estas reacuñaciones era doble, por una parte poner orden en el descontrolado sistema de emisiones del monarca galo, y la segunda causa, la más importante: borrar la iconografía francesa de las monedas, restableciendo las figuras emblemáticas de la moneda napolitana, el busto coronado del monarca y el caballo del reverso. Al principio, el busto utilizado es el mismo que el de Fernando I, lo cual conlleva problemas de atribución al no figurar el numeral del monarca, pero resulta claro que las reacuñaciones sobre monedas de Carlos VIII corresponden en realidad a Fernando II.


Figura 3.- a: “Cavallos” de Carlos VIII de Francia; b: nuevos “cavallos” de Fernando II de Nápoles reacuñados sobre emisiones de Carlos VIII o (b’) Inocencio III; c: “cavallos” de Federico I reacuñados sobre piezas de Carlos VIII.

            Tras la llegada al trono de Federico III, continuaron las reacuñaciones de piezas francesas, y en una de ella, el busto del monarca queda atravesado por la cruz de la moneda italo-francesa que ha servido como cospel (un “cavallo” de Carlos VIII de la ceca de Sulmona), dándole un curioso aspecto, como si al busto regio se le hubiera colocado una especie de máscara de hierro. En la otra cara de la moneda se aprecian dos lises sobre el caballo, y encima la corona (Figura 4).  


Figura 4.- “Cavallo” de Federico I de Nápoles reacuñado sobre una pieza de Carlos VIII de Francia. La cruz de la moneda utilizada como cospel atraviesa el busto del monarca, dándole una apariencia de “máscara de hierro”.

            Esta curiosa representación del busto del monarca napolitano parece premonitoria, ya que Luís XII invadió Nápoles en 1501 derrocando a Federico, que fue conducido prisionero a Francia donde fallecería en la cárcel de Tours el 9 de noviembre de 1504.  Así pues esta moneda, sin pretenderlo, parece reflejar unos acontecimientos que realmente sucedieron.


Notas:

(1)  Monedas procedentes de hallazgos casuales de tesorillos utilizadas como cospeles. Eco Filatélico y Numismático. (Junio 2017) 73 (1263): pp. 46-47.

(2) No confundir con Fernando “el Católico”, hijo de Juan II y por tanto primo de Fernando I de Nápoles. Más conocido que el propio monarca, es su cocinero Ruperto de Nola, autor del primer libro de gastronomía publicado en 1520 bajo el título de “Llibre del Coch”,  y posteriormente editado en castellano cinco años más tarde en Toledo, y en 1529 en Logroño con el título “Libro de guisados, manjares y potajes”.

(3) Las acuñaciones de monedas en cobre puro y sin liga de plata, iniciadas por  el maestro de la moneda de Nápoles Benedetto Cotrugli hacia 1460,  fueron pronto imitadas en otros lugares. En 1474 el Papa Sixto IV ordenó su acuñación en el Estado Pontificio, y esta tendencia se difundió pronto a otras regiones (Travaini, 2008).

(4) Números 825, 826 y 827 (Ibáñez et al., 1997. El hallazgo monetario de la Iglesia de San Esteban (Oiartzun). 1995. Ed. Ayunt. Oiartzun. Col. Mugarri 4: 332 pp.)

(5) Numeros 6 y 7 (San Vicente, J.I., 1989. Falsificaciones de monedas escocesas en un tesorillo de comienzos del s. XVI en Lasarte (Alava). VII Congr. Nac. Numismática. Madrid, pp. 547-559.)
(6) Número 1613, contexto SSG’96 Ctx. 176 (1468) Fase IV. Ibáñez M., 2001. Hallazgo monetario de Getaria. Informe técnico. Diputación Foral de Gipuzkoa: 246 pp. + 96 láminas.




Bibliografía:

Barbieri, G., 2009. Los “Cavalli” de Ferrandino acuñados en la ceca de Nápoles. Gaceta Numismática 172: pp. 37-41.

Rasile M., 2002. I “Cavalli” delle Zecche Napoletane nel Periodo Aragonese. Cavalli Coniati Ferdinando I, Ferdinando II, Federico III d’Aragona e per Carlo VIII e Luigi XII dal 1472 la 1503. Nummus et Historia VI, Circolo Numismatico “Mario Rasile”: 66 pp.

Santone, R., 2014. Quando “il cavallo schiaccio il Papa”. Una ribattitura inedita di Ferdinando I. Il giornale della Numismatica (1 septiembre 2014):

Travaini, L., 2008. Il ruolo di Ragusa-Dubrovnik nella creazione delle prime monee di rame a Napoli e Venezia nel Quattrocento. “Puer Apuliae”. Mélamges offerts à Jean-Marie Martin. Centre de rech. D’ist. Et civ. De Byzance, Monographie 30: pp. 731-735.