Las
monedas del Príncipe de Viana. Artículo
publicado en “Pregón siglo XXI” (Enero, 2022) 62: pp.
93-98.
Miguel Ibáñez Artica
Versión para descargar en pdf: Las
monedas del Príncipe de Viana. Pregón
siglo XXI. 62: 93-98.
Las
monedas del Príncipe de Viana. Artículo
publicado en “Pregón siglo XXI” (Enero, 2022) 62: pp.
93-98.
Miguel Ibáñez Artica
Versión para descargar en pdf: Las
monedas del Príncipe de Viana. Pregón
siglo XXI. 62: 93-98.
Jetones
navarros medievales hallados en el sur de Inglaterra: testimonio de la Guerra
de los Cien Años. Artículo publicado en “Eco filatélico y numismático” (Mayo,
2021) 77 (1306): 44-47.
Miguel Ibáñez Artica
En las últimas décadas
han sido varios los jetones medievales con el escudo partido de Evreux/ Navarra
aparecidos en el sur de Inglaterra (Fig.
1). En la mayoría de los casos los hallazgos han sido realizados por aficionados
mediante la utilización de detectores de metales, todo ello de forma legal y de
acuerdo con la legislación vigente sobre el uso de estos aparatos en Gran
Bretaña(1).
Los jetones son piezas que imitan en
su aspecto a las monedas, pero cuya función
era la de realizar -a modo de fichas- las operaciones matemáticas sencillas
(fundamentalmente sumas y restas) sobre un tablero cubierto con un paño que
llevaba una serie de líneas horizontales para indicar las unidades, decenas,
centenas...(2)..
Figura 1.- Representación del
escudo partido de Evreux/Navarra en un jetón hallado en Inglaterra en mayo de
2020.
Estos objetos monetiformes fueron
profusamente usados durante la Baja Edad Media en muchos países de Europa
(Italia, Inglaterra, Francia, Navarra, Países Bajos...), y los que presentan el
escudo de Navarra comenzaron a utilizarse bajo influencia francesa a partir de
1234, y especialmente desde finales del siglo trece, tras el matrimonio de la
reina de Navarra Juana I con el monarca francés Felipe IV. En esta primera
fase, que se extendió hasta 1328, los jetones llevaban las armas de Champaña o
Francia asociadas al escudo de Navarra, y estos símbolos presentan gran
similitud con los que podemos ver en los sellos céreos reales, mientras que por
el contrario, las armas del reino de Navarra, las denominadas popularmente
“cadenas”, figurarán mucho más tarde, ya a finales del s. XIV, en las monedas a
partir de las primeras emisiones de Carlos III “el Noble”.
A partir de 1328, los escudos que
aparecen en la mayoría de los casos son el de Navarra junto con el de Evreux,
tras el matrimonio de la reina Juana II de Navarra con Felipe, conde de Evreux(3).
Las figuras que aparecen en estos jetones son muy características: en el
anverso el escudo dimidiado de Navarra/Evreux o Evreux/Navarra, rodeado de una
orla doble de seis lóbulos y leyenda circular
Figura 2.- Jetones con los
mismos anversos y reversos.
a:
Con cruz recta en reverso; b: Con cruz arqueada.
c:
Con escudo Navarra/Evreux; d: Con escudo Evreux/Navarra.
En el reverso de estos tipos de jetones podemos encontrar
una cruz recta de tres nervios rematada por florones (Figs. 2a, c y d), o una cruz arqueada con una pequeña
flor de lis en el hueco interior (Fig. 2b).
El primer grupo de cruz recta lo podemos atribuir al reinado de Juana II de
Navarra y Felipe de Evreux (1328-1343-1349), mientras que los jetones que
presentan la cruz curva -mucho más abundantes-, corresponderían al reinado de
Carlos II “el Malo” (1349-1387). Estas cruces imitan los modelos de los
reversos de las monedas de oro que circulaban en la época: la recta de tres
nervios reproduce la figura del reverso de la mayoría de las monedas de oro
francesas medievales, desde la primera emisión de escudos de oro hacia 1270 (Fig. 3a), mientras que la cruz arqueada
surge en julio de 1346 en la moneda denominada “chaise de oro” y es el modelo
que siguen las cruces que figuran en los reversos de los reales de oro emitidos
por Carlos II de Navarra durante la década de 1349-1359 en el condado de Evreux
(Fig. 3b’). Este dato nos permite
atribuir los jetones con cruces curvas al reinado de este monarca, y son los
que aparecen con relativa frecuencia en Inglaterra, además de los emitidos por
la administración de Eduardo III con escudos de Evreux/Navarra(4).
Figura 3.- Modelos
de cruces utilizadas en jetones.
a:
Cruz recta como el escudo de oro francés (a’); b: Cruz arqueada como en
el real de oro de Carlos II de Navarra (b’); c: Cruces recta y
arqueada como aparecen en los Jetones con escudo Evreux/Navarra.
Los hallazgos registrados se extienden a lo largo de los
condados orientales de Inglaterra (Fig. 4),
y la distribución (de norte a sur) de los once ejemplares de los que conocemos
la ubicación de su hallazgo(5) es la siguiente:
Condado
o región nº de ejemplares Tipo (según Ibáñez, 2017)
North Yorkshire 1
(118)
Linconshire 1
(109)
Nottingham 1
(086)
Norfolk 3
(091, 106, 110)
Suffolk 1
(118)
Essex 1
(092)
Londres 1
(078)
Kent 2
(093a, 110)
Figura 4.-
Mapa de distribución de jetones con escudo de Navarra hallados en Inglaterra.
a, a’:
Jetones con cruz arqueada en reverso; b: Jetones ingleses con el alfabeto
como leyenda.
Las variaciones que se dan en este tipo de jetones residen
en las leyendas que figuran en anverso y reverso. En general, la mayoría son de
naturaleza religiosa, como en el ejemplar hallado en Yorkshire Norte, que
presenta en ambas caras la leyendas “AVE MARIA GRACIA PE”, la que aparece en el
jetón encontrado en Linconshire: “AVE SALVS MVNDI VERBVM”, o la que figura en
el anverso de uno de los ejemplares de Norfolk: “PATAR NOSTER QVIESIN”. En
otros casos las leyendas hacen referencia al escudo del monarca navarro o a la
función contable de los jetones, como la que podemos ver en el hallado en
Essex: “ARMS A REI NOBLE ET POI” (armas de un rey noble y poderoso) o la de
otro de los hallados en Norfolk: “COTES IETES GARDES D”.
Sin embargo las leyendas que encontramos en la mayoría de
los jetones con escudo de Navarra hallados en Inglaterra pertenecen a la
categoría de “leyendas indescifrables”. Mitchiner (1988, p. 167) las denomina
“leyendas navarras ilegibles” planteando la posibilidad de que los textos estén
redactados en euskera, sin embargo estas enigmáticas inscripciones no parecen
tampoco poder ser interpretadas desde esta perspectiva.
Para los jetones encontrados en Inglaterra las leyendas
de este tipo son las siguientes:
IARVIAISIMIS.IVA.NS
(tipo 093a reverso, encontrado en Kent)
IETIRS.TVRNOMAN.TVVAM.AVI
(tipo 093a anverso, encontrado en Kent; tipo 110 anverso, encontrado en
Norfolk)
KMAPS.NVSRVSRS.RARVR (tipo 092
reverso, encontrado en Essex)
MOVANOA : VNS (lis) AOSIV (tipo
078 reverso, encontrado en Londres)
PDVISNDSNISVDISRIS
(tipo 078 anverso, encontrado en Londres; tipo 106 anverso, encontrado en
Norfolk)
PERS.DEI.ONE.IOPVRVIE.IMIE
(tipo 091 anverso, encontrado en Norfolk; tipo 109 anverso, encontrado en
Linconshire)
PSIVI(EA)RVSIRVR.SITRTSR (tipo
091 reverso, encontrado en Norfolk)
REI CAIV:REI:VNE VRAR:V (tipo 086 reverso, encontrado
en Nottingham)
//CR////E.IO//VR//// (tipo 086 anverso, encontrado en
Nottingham)(6)
No parece tratarse tampoco de leyendas sin sentido, como
las que suelen aparecer en algunos jetones tardomedievales, con letras aparentemente
dispuestas al azar, y algunas de ellas como “PDVISNDSNISVDISRIS”
o “IETIRS.TVRNOMAN.
TVVAM.AVI” se repiten en jetones de diferentes tipos.
Una de las principales dificultades que nos encontramos
al interpretar estas leyendas, es que por lo general el estado de estos jetones
dista mucho de ser el ideal, la corrosión sufrida a lo largo de los siglos, y
el hecho de que algunos márgenes estén recortados dificultan la correcta
lectura de las letras que componen la leyenda, y solamente cuando encontramos
varios ejemplares, a veces de tipos distintos pero que portan la misma
inscripción, podemos reconstruir con cierta certeza la totalidad de las
leyendas.
Nos referiremos resumidamente al último de estos jetones,
hallado en mayo del 2020 en la población de Bekesbourne en el condado de Kent
que presenta en el anverso la leyenda “IETIRS.TVRNOMAN.
TVVAM.AVI” (Fig. 5b)(7),
esta leyenda la encontramos en al menos cuatro tipos diferentes, en el primero
de ellos (Fig. 5a) la cruz arqueada
del reverso está cantonada por cuatro leones rampantes (ejemplar hallado en
Reims, norte de Francia en 2016) y presenta la leyenda “AVEV. .MAR. .GAR. .SIA” (Ave Maria Gracia), mientras
que los dos restantes llevan las leyendas: “PATAR NOSTER QVIESIN” (Fig. 5c) y “PATAR NOS.SETER QVIS” (Fig. 5d) (variantes con errores de “Pater Noster qui es in (Caelis)”. Dos ejemplares
del primero de ellos han sido hallados en Inglaterra, uno en East Harling en el
condado de Norfolk y otro en el camino denominado “Pilgrims Way” al S.E. de
Midstone en el condado de Kent.
Figura 5.-
Jetones con leyenda “IETIRS.TVRNOMAN.
TVVAM.AVI” en anverso.
La
enigmática leyenda “IETIRS.TVRNOMAN.
TVVAM.AVI” pudiera ser una divisa en
latín o más probablemente en francés medieval que aún no ha podido ser descifrada.
La
presencia de estos raros jetones con escudo de Navarra en el norte de Francia,
y especialmente en la costa de Inglaterra, parece estar relacionada con las
actividades bélicas acaecidas en algún momento de la Guerra de los Cien Años, y
el período concreto en el que fueron usados podría haberse iniciado entre los
años 1356 y 1357, cuando tras ser apresado el monarca navarro el 5 de abril de
1356, su hermano Felipe de Longueville (1336-1363) asume la regencia de Navarra
y Evreux, y en julio de 1356 establece una alianza con Eduardo III de
Inglaterra de quien recibe refuerzos de 100 hombres de armas y 200 arqueros,
con los Señores de Ros y Neufville como capitanes. A comienzos de septiembre
las tropas navarras embarcan en Southampton con 400 hombres de armas y 800
arqueros para reforzar el ejército del duque de Láncaster, Juan de Gante. Los
combates del ejército anglo-navarro prosiguieron en Normandía hasta el mes de
noviembre de ese año (Ramírez de Palacios, 2015: p. 118-121).
Este
es uno de los muchos episodios bélicos que se dieron durante el reinado de
Carlos II de Navarra, otro tendría lugar años más tarde con el fallido tratado
anglo-navarro de Clarendon (2 de diciembre de 1370) donde en caso de victoria
Inglaterra y Navarra se repartirían el reino de Francia. La comprometida
situación de los territorios de Evreux finalizó con la conquista francesa de
Normandía entre abril y julio de 1378, y el 27 de diciembre de 1378 el nuevo
monarca galo Carlos V dictaba la orden de expulsión de todos los extranjeros
(navarros) que habían apoyado a Carlos II de Navarra, incorporando sus bienes
muebles al tesoro del rey de Francia (Ramírez de Palacios, 2015: p. 377).
Únicamente permaneció sin conquistar la plaza de Cheburgo, cedida temporalmente
a Inglaterra por el monarca navarro a cambio de veinticinco mil francos de oro
y un millar de hombres de armas y arqueros, que durante cuatro meses quedarían
al servicio del monarca navarro (Ramírez de Palacios, 2015: p. 378).
Figura 6.-
Tropas anglo-navarras cruzan el canal para luchar en Normandía, según las
ilustraciones del manuscrito de Jean Froissart sobre la Guerra de los Cien
Años.
Es
pues durante el período de algo más de dos décadas comprendido entre 1356 y
1378 cuando pudieron emitirse estos jetones, tanto los de tipología francesa
con cruz arqueada en el reverso, como los de tipo ingles con leyenda del
alfabeto en el anverso. Sin embargo, un hecho que resulta difícil de
interpretar, es que la distribución de los jetones de tipología francesa,
posiblemente acuñados en Evreux, y los fabricados en Inglaterra, en su mayoría
no coinciden. Mientras los primeros se distribuyen a lo largo de la costa
oriental de Inglaterra(8) (Fig.
4a), los segundos se concentran en el sur, en los condados de Dorset,
Hampshire y Wiltshire (Fig. 4b).
Ambos
tipos de jetones posiblemente serían utilizados por los servicios contables
encargados de la intendencia y pagaduría de las tropas navarras, inglesas y de
mercenarios que pudieron estar acantonados ocasionalmente en Inglaterra para
luchar en el norte de Francia, especialmente en Normandía durante este período
de tiempo. Además de su función como instrumentos contables, estos jetones
tenían una clara finalidad propagandística en favor del Conde de Evreux y rey
de Navarra Carlos II “el Malo”.
La
ubicación de los hallazgos no puede interpretarse como que estas piezas fueran
utilizadas con su función contable en estos lugares, en ocasiones los jetones,
finalizada su misión, eran conservados y transportados a otros lugares, donde
incluso podían ser usados como moneda de pequeño valor en épocas de escasez de
numerario.
Bibliografía:
Ibáñez, M., 2011. Jetones
medievales Navarros hallados en Inglaterra. Gaceta
Numismática, 181: pp. 49-57.
- 2017.
Jetones Medievales para uso de personajes
de la Casa Real de Navarra y servicios de la administración del reino: 195
pp.
Mitchiner,
M. 1988. Jetons, Medalets & Tokens.
The Medieval period and Nuremberg. Vol. I. Seaby Ed. London: 704 pp.
Ramírez de Palacios, B., 2015. Charles dit Le Mauvais. Roi de Navarre,
Compte d’Evreux, pretendant au trone de France. Ed. La Hallebarde, Mayenne:
530 pp.
Notas:
(1)
Los hallazgos de jetones franceses en Inglaterra son muy numerosos como puede
comprobarse en las páginas de “Portable Antiquities Scheme”:
https://finds.org.uk/database/search/results/q/jetton+medieval+france/show/100
(2) La forma de realizar estas operaciones ya fue
comentada en un artículo anterior: Los jetones de Nuremberg. Eco Filatélico
y Numismático (Diciembre, 2019), 75(1290): pp. 43-46.
(3)
Los escudos de Navarra y Francia serán utilizados en los jetones de las reinas
de Francia de ascendencia navarra como
Blanca de Navarra, hija de Felipe de Evreux y Juana II de Navarra y
esposa de Felipe VI de Francia (1349-1350, +1398).
(4)
Estos jetones ingleses ya fueron comentados en un artículo anterior: Hallazgo
de un jetón con escudo de Navarra en Inglaterra. Eco Filatélico y Numismático
69(1220) (Julio-Agosto 2013): p. 46.
(5)
Hay algunos jetones similares que han sido hallados en Inglaterra, pero de los
que no conocemos el lugar concreto o aproximado donde fueron encontrados. Estas
piezas no han sido incluidas en el presente trabajo.
(6) No se ha incluido el jetón
fragmentado con leyendas muy poco visibles SF-5CE381 que figura en
“Portable Antiquities Scheme” hallado en Forest Heath, Suffolk:
https://finds.org.uk/database/artefacts/record/id/464658
(7) Las
dos primeras letras de la leyenda son confusas y también las podríamos
interpretar como una “K”, sin embargo, la palabra “IETIRS” frente a “KTIRS”
parece tener más sentido en relación con las utilizadas en otros jetones
medievales (“IE : SVI . IETOIR
. DE LETON“;
“IETES BIEN SEVREMENT”; “IETES GARDES DE FALI”...).
(8)
También tenemos algunos hallazgos en el norte de Francia, como el ejemplar del
tipo 077 encontrado en Reims, el de tipo 096 hallado en Châlons-en-Champagne, o el de tipo 102 descubierto entre
las poblaciones de Anglure y Romilly.
El “Lince ibérico”, una nueva moneda de “bullion”. Artículo
publicado en “Eco filatélico y numismático”
(Febrero 2022) 78 (1314): pp. 43-45.
Miguel Ibáñez Artica
El
“Lince ibérico”, una nueva moneda “bullion”.
Durante
el pasado mes de diciembre del año 2021 se puso en circulación una moneda muy
especial, el “lince ibérico”, con un diámetro de 37 mm y un peso de 31,105 g (una
onza troy) de oro prácticamente puro (999,9 milésimas), que presenta en su
anverso los motivos del antiguo real de a ocho de tipo columnario, con dos
hemisferios bajo la corona, flaqueados por las columnas de Hércules, que portan
la leyenda “Plus Ultra”, y en el reverso la cabeza de un lince ibérico (Fig. 4h).
Aunque
su valor facial (el que aparece en la moneda) es de 1,5 euros, su precio en el
mercado supera en más de mil veces esta cifra. No es una verdadera moneda en el
sentido estricto, sino que se trata de un instrumento concebido para almacenar
el valor, sería más bien un pequeño lingote de oro comercializado con aspecto
de moneda.
Figura 1.- Diferentes monedas bullion.
Desde
que a comienzos del siglo séptimo antes de nuestra Era, los banqueros jonios
colocaran sus marcas en las pequeñas pepitas de electro (aleación de oro y
plata) como mecanismo para garantizar su peso, las monedas hasta tiempos
relativamente recientes han sido valoradas por la calidad del metal noble y el
peso del mismo que contenían.
Remontándonos
a los siglos XIX y XX, algunas de las monedas más valiosas acuñadas en
diferentes países han cumplido tanto su función de moneda para realizar pagos
de bienes y servicios, como la de constituir refugios del valor. Este es el
caso por ejemplo de los “soberanos” británicos (Fig. 2a) que circularon como moneda corriente entre 1817 y 1914,
como moneda comercial entre 1914 y 1979 y finalmente como moneda de inversión
desde esta última fecha hasta la actualidad, los “napoleones” franceses (Fig. 2b), monedas de veinte francos de
oro que circularon entre 1803 y 1914 o las “dobles águilas” de oro americanas (Fig. 2c) emitidas en Estados Unidos
entre 1849 y 1933, en este caso con un valor de veinte dólares y un peso y
tamaño muy superior a las otras monedas europeas. Estas monedas americanas
comenzaron a emitirse en 1849 coincidiendo con la “Fiebre del oro” desatada en
California.
Figura
2.- Monedas
de oro.
a: “Soberano” de Gran Bretaña de 1 £ de 1959; b: “Napoleón” de Francia de 20 francos de 1864; c: “Doble Águila” americana de 20 $ de 1907.
Simplificando mucho la historia reciente del dinero,
durante el siglo XX los valores monetarios más altos fueron desplazándose desde
las monedas metálicas a los billetes bancarios, y estos billetes eran en
realidad una especie de cheque, con el que en teoría podía convertirse en su
valor de oro, y así por ejemplo en España, incluso en los años setenta del
pasado siglo, los billetes llevaban en encabezamiento de “El Banco de España
pagará al portador” (Fig.3).
Figura
3.- Billete
de 1970 con la leyenda “El Banco de España pagará al portador”.
Hasta 1971, cada país podía imprimir billetes por el
valor de sus propias reservas de oro, en lo que se conoce como el modelo del
“patrón oro” establecido en la conferencia internacional de Breton Woods de
julio de 1944, pero los enormes gastos derivados de la guerra de Vietnam
hicieron que el presidente Nixon abandonara este modelo, y a partir de esta
fecha tanto el dinero como la propia moneda se convirtieron en elementos
fiduciarios, es decir no respaldados por metales preciosos tangibles, sino
basados en la confianza o en la fe de la comunidad en la promesa de pago por
parte del estado.
En esos momentos, el oro se convirtió en un buen valor para
el refugio de capitales ante la inestabilidad de las diferentes monedas
estatales sujetas a procesos inflacionarios, y en esta época Sudáfrica que era
el mayor productor de este valioso metal en el mundo, había creado en 1967 una
nueva moneda de oro, el “Krugerrand” con una onza de peso en metal noble, con
el fin de comercializar y estimular la propiedad privada del oro. El nombre que
recibió la moneda se debe al retrato de Paul Kruger, presidente de Sudáfrica
entre 1883 y 1900 que aparece en el anverso, mientras en el reverso figura la
imagen de un antílope (Fig. 4a).
Aunque el país estaba sometido a un bloqueo comercial internacional por su
política de “apatheid”, y la exportación de lingotes de metal estaba prohibida,
las monedas escaparon durante un tiempo a esta restricción, y en 1980 el
Krugerrand representaba el 90% del mercado mundial de monedas de oro.
En 1979 el gobierno de Canadá emitió la segunda moneda
bullion, en este caso denominada “hoja de arce” por ser éste el motivo del
reverso de la moneda, mientras en el anverso figura el busto de la reina Isabel
II (Fig.
4b), y en la década de los 80 del pasado siglo se popularizó la emisión de
monedas de oro de inversión con una onza de peso por parte de varios países,
como China, que emitió monedas con la característica figura de un oso panda a
partir de 1982 (Fig. 4c), la “Perth
Mint” de Australia emitió entre 1986 y 1989 monedas de oro de una onza con el
motivo de una pepita de oro, denominadas al principio “nugget” (Fig. 4d), pero desde esa última fecha,
el motivo del reverso fue sustituido por un canguro, de forma que en la
actualidad estas monedas reciben el nombre de “canguros” (Fig. 4d’). En las mismas fechas (1986) comenzaron a emitirse
monedas de oro en Estados Unidos con la tradicional denominación de “águilas” (Fig. 4e).
En
Europa el primer país que acuño estas monedas de oro de inversión fue Gran
Bretaña, que emitió en 1987 monedas llamadas “britania” por la alegoría
representada en ellas. Esta monedas con una onza de oro se acuñaron al
principio con una ley de 22 kilates (Fig.
4f), que subió a 24 en el año 2013, cambiando de forma, aumentando su
diámetro y disminuyendo el espesor (Fig.
4f’). El segundo país europeo que introdujo estos tipos monetarios fue
Austria en 1989, con un motivo alusivo a los instrumentos musicales de la
orquesta filarmónica de Viena, y por esta razón las monedas se denominan
“filarmónicas” (Fig. 4g).
Figura
4.-
Diferentes monedas bullion.
a: “Krugerrand” sudafricano de
1967; b: “hoja de arce” canadiense de 1979; c: “panda” chino de 1982;
d:
“pepita de oro” australiana de 1986; d’: “canguro” australiano de
1989-2014; e: “águila” americana de 1986; f y f’: “britania” inglesa de
1987 y 2013; g: “filarmónica” austríaca de 1989; h: “lince” español de
2021.
Otros muchos países han emitido de forma más o menos
ocasional monedas de bullion de una onza de oro (México, Nueva Zelanda, Polonia,
Ucrania...)(1) y España se ha incorporado en el año 2021 con la
emisión del “lince” de oro. En este caso se ha elegido la figura de un animal
característico de nuestra fauna autóctona, el lince ibérico (Lynx pardinus), siguiendo la tendencia, ya recogida en las
primeras emisiones griegas, donde se representaban los animales icónicos de las antiguas polis
(la foca de Focea, la lechuza de Atenas, el mejillón de Cumas, el cangrejo de
Akragas, etc...), y también en las modernas monedas bullion de oro (el canguro
australiano, el panda chino, el águila americana, el kiwi neozelandés...).
De momento se ha autorizado la emisión de doce mil
monedas de este “Spanish lynx” comercializadas por la FNMT -y cuyo precio
oficial es el del valor del oro que contienen más un 10% de beneficio-, que
tendrán que competir en el mercado internacional con las ya existentes. Con
respecto a su precio (actual y futuro) dependerá de varios factores (en muchos
casos impredecibles), ya que aparte de su ínfimo valor facial o nominal (el de
1,5 euros que figura en la moneda), habrá que tener en cuenta el valor del oro
en el futuro (que como refugio del valor, tiene que competir en la actualidad
con las monedas virtuales como el bitcoin), así como el valor numismático,
determinado por la demanda del mercado coleccionista de estos tipos monetarios.
Notas:
(1) También
se han emitido numerosos divisores de medias, cuartos y décimos de onza, y
ocasionalmente tanto Australia como Canadá han llegado a fabricar monedas de 1
Kg de peso en oro puro, y en el caso de Canadá hasta gigantescas piezas de 100
Kg de oro, muy famosas desde que el 27 de marzo del 2017 una de ellas fue
robada en un museo de Berlín.
Las
monedas bullion también han sido ocasionalmente acuñadas en otros metales
preciosos, que van desde la plata o platino hasta otros metales más exóticos
como el rodio o el paladio.
La serpiente Python, Apolo y el meteorito conservado en
Delfos. Artículo publicado en “Revista Meteoritos” (Noviembre 2021) 30:
pp. 34-40.
Miguel Ibáñez Artica
El dinero
del mar III: Moluscos gasterópodos, escafópodos y cefalópodos. Artículo
publicado en “Eco filatélico y numismático” (Diciembre 2020) 76 (1301): pp. 45-47.
Miguel Ibáñez Artica
Entre las numerosas “monedas concha” que han sido
utilizadas a lo largo del tiempo en los cinco continentes, la más
característica es el cauri. Precisamente las primeras “monedas” documentadas de
la historia son precisamente unos pequeños caracolillos de las especies Monetaria
moneta (L., 1758) (Fig. 1j) y Monetaria
annulus (L., 1758) (Fig. 1k),
utilizados en China desde al menos el segundo milenio antes de nuestra Era para
pagar tributos o como compensaciones (1), llegando en época muy
temprana a cumplir las funciones asignadas a la denominada “moneda económica”
convencional. Así pues, la concha del cauri quedó identificada con el concepto
de moneda, y el carácter chino 貝 (bei), que
significa “dinero”, deriva de la figura esquematizada de dichos caracolillos.
Las inscripciones del siglo IX antes de nuestra Era muestran que los cauris se
consideraban ya como medida del valor de las cosas, y sus características de
portabilidad, durabilidad y dificultad para ser falsificados propiciaron su uso
monetario. Son frecuentes las observaciones realizadas por viajeros desde
tiempos medievales, donde se señala el uso de conchas como auténticas monedas,
el caso más conocido es la obra de Marco Polo (2), y de hecho, en la
actualidad, las conchas de cauris siguen utilizándose como moneda en algunas
regiones de África.
Figura 1.- Conchas de cauri
chinas del segundo milenio antes de Cristo (a) y sus imitaciones en hueso (b),
cuarcita (c), conchas recortadas (d), jade (e), madera (f),
bronce (g) y bronce sobredorado (h), de estas últimas derivaron las
monedas denominadas “cara de fantasma” o “moneda hormiga” (i). Monetaria moneta (j); Monetaria annulus (j); sellos postales con
representaciones de caurís (l).
En el continente
africano, desde antes de la llegada de los europeos, en el reino del Congo, se
utilizaba como moneda un pequeño caracolillo de la especie Olivancillaria
nana (Lamarck, 1811), denominado “n’zimbu”, sin embargo la moneda-concha
más importante en África, ha sido el caurí. Hacia el año 1000, los árabes
introdujeron caurís en el comercio transahariano, pero fue con la llegada de
los europeos, cuando toneladas de pequeñas conchas inundaron el continente
africano.
Disponemos de
bastante información sobre el comercio de esclavos africanos, adquiridos con
monedas-concha por los traficantes europeos. La primera fase de este comercio
consistía en acudir a los centros productores de los caracolillos, en las islas
Maldivas, al sur de la India, después (durante los siglos XVII al XIX), los caurís
se transportaban a los puertos de Londres y Ámsterdam, donde eran subastados en
sacos, siendo adquiridos por comerciantes ingleses, holandeses, portugueses,
franceses e incluso daneses.
Barcos cargados con sacos de caurís, se dirigían a la
costa africana para adquirir esclavos. De esta forma durante el s. XVII se
introdujeron más de
Finalizado el tráfico de esclavos tras su abolición en
1807, el caurí siguió utilizándose para el comercio del aceite de palma, de
forma que sólo en 1836 se introdujeron más de doscientos mil kilos de conchas
en el continente africano. Sin embargo el final de esta moneda-concha se
produjo cuando hacia mediados del s. XIX, se incorporaron al comercio ingentes
cantidades de una especie de caracolillo muy similar, Monetaria annulus
(L., 1758), abundante en Zanzíbar, en la costa oriental africana. Como en esos
mismos momentos ocurría en Norteamérica, con la industrialización del “wampum”,
la entrada masiva de “moneda”, produjo una enorme inflación que desestabilizó
el mercado y terminó con la propia moneda (en África el “caurí” y en
Norteamérica el “wampum”).
Encontramos otras muchas especies de caracolas utilizadas como moneda, como por ejemplo el “Mwali” utilizado en las islas Tobriand, fabricado con un disco de la especie Conus leopardus (Roeding, 1798), al que se sujetan varios caurís huevo (Ovula ovum, L. 1758) (Fig. 2a), o la moneda ritual “talipun” de la zona del río Sepik, elaborada con un fragmento del gran caracol verde Turbo marmoratus (L., 1758) (Fig. 2b).
Figura 2.- a:
“Mwali” utilizado en la ceremonia del “Kula” en las islas Trobriand; b:
“Talipún”, moneda concha utilizada en la zona del río Sepik, Papua-Nueva Guinea
(Ejemplares del Museo Arqueológico Nacional, MAN, Madrid).
Aunque pueda parecer increíble, todavía en el siglo
XXI se siguen utilizando de forma cotidiana primitivas monedas-concha en
algunos remotos y apartados lugares del planeta. El ejemplo más destacado lo
encontramos en el “tambu” o “diwarra” utilizado por las gentes de la población
Tolai, que vive en las islas del Duque de York y Península de Gazelle, en la
provincia de Nueva Bretaña (Papúa-Nueva Guinea). La moneda “tambú” está formada
por pequeños caracolillos de la especie Nassarius camelus, atravesados
por una larga varilla, que se mide en brazas (1 braza= 183 cm.), éstas pueden
determinarse de una forma aproximada y sencilla estirando los brazos, la
distancia entre ambas manos viene a ser una braza, a su vez
divisible en pequeños fragmentos o varillas que llevan 10-12 conchas
cada una (Fig. 3a), y los datos del
año 2002 indican que existen en circulación o almacenadas (como ahorros), una
cantidad de monedas-concha equivalentes a unos ocho millones de kinas (más de
dos millones de dólares USA)(3).
Además de su uso cotidiano para realizar pequeñas
compras, el tambú también se almacena en largas ristras, que se atan a una
estructura circular formando un rollo o “loloi” con aspecto de neumático con un
diámetro de un metro y una anchura del cilindro que forma el rollo de unos 14
centímetros (Fig. 3c). Todo el rollo se
recubre con hojas secas y se ata con cuerdas para proteger su valioso
contenido. Estos “loloi” pueden almacenar unos 600 metros de varilla, que lleva
unos cien mil caracolillos regular y cuidadosamente ensartados. Aunque su
tamaño real es de un metro, si desplegamos su interior, tal como se hace por
ejemplo en las ceremonias funerarias para distribuir su contenido, en realidad
sería la moneda más larga del mundo, ¡con una longitud de más de medio
kilómetro! Algunos de estos rollos de moneda concha constituyen los ahorros de
toda una vida y se usan para repartir entre los herederos y amigos tras la
muerte del propietario, en ceremonias donde se cortan públicamente y
distribuyen fragmentos del “loloi” (Fig.
3e).
Figura 3.-
Pagando la compra con moneda “tambú” en un mercado Tolai; a: detalle de la
moneda-concha utilizada en el pago; b: detalle de la cesta-monedero de la moneda-concha; c:
aro de conchas o “loloi”, al fondo un grabado de 1882 donde se representa un
funeral de los Tolai; d: exibición de “tambu” en Rabaul a
finales del s. XIX; e: distribución de “tambu” en el s. XXI.
En América del Norte
encontramos unos abalorios elaborados por los indios Chumash de California a
partir de pequeños caracoles de la especie Olivella biplicata (Sowerby,
1825), denominados “poncos”, que fueron descritos por vez primera en 1792 por
el explorador español José Longinos Martínez, quien señaló su utilización por
los indios como moneda, y unidad de peso y valor.
Otro grupo de moluscos utilizados
como moneda son los escafópodos, con aspecto de agudos dientes, fueron
utilizados por los indios Yurok de Norteamérica, que
utilizaban como moneda ristras de conchas del escafópodo Dentalium pretiosum
(Sowerby, 1860), denominadas “allicotsik”, que literalmente significa “moneda
india” en el lenguaje Yurok. Como curiosidad, cuando se producía un homicidio,
el responsable o su familia, tenían que pagar dos ristras de la moneda concha a
los familiares de la víctima como “moneda de sangre”, una para compensar la
muerte de la víctima, y otra para “comprar” la vida del homicida, que de esta
forma no sufría las consecuencias de la venganza de los familiares del muerto.
Podemos ver que el “dinero del mar” y en especial las
“monedas concha”, además de su función económica, han cumplido un importante
papel en el equilibrio y la reproducción social en diversas comunidades a lo
largo de la Historia en todo el Planeta. Muy posiblemente algunos de los
collares de caracolillos Columbella
rustica o de escafópodos Dentalium
sp. que encontramos en yacimientos prehistóricos en la Península Ibérica de
tiempos del Paleolítico y Neolítico pudieron tener también esta función.
Figura 4.- “Allicotsik” de los indios Yurok de
Norteamérica, con una “hucha” tallada en hueso, donde se guardaban las “monedas-concha”.
Finalmente la única “moneda-concha”
elaborada a partir de cefalópodos es un tipo de pele denominado a’lillie
o lillie formado por pequeños discos de las conchas de Nautilius
pompilius (L., 1758) y Allonautilus umbilicatus (Lightfoot, 1786), parecido
al anterior pero con un tono más grisáceo.
Notas:
(1) El cauri, la primera moneda de China. Eco Filatélico y Numismático 65(1180) (Diciembre 2009): pp. 46-47.
(2) Aportaciones
numismáticas en la obra de Marco Polo II: Cauris y monedas de los muertos. Eco Filatélico
y Numismático (Septiemre, 2008), 64(1166): 44-45.
(3) El “tambú”, una moneda de concha
utilizada en la actualidad. (Septiembre,
2004) Eco Filatélico y Numismático 60(1122): 46-47