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jueves, 1 de junio de 2023

miércoles, 1 de febrero de 2017

Monedas tradicionales: Hachas de piedra ceremoniales.

Monedas tradicionales: Hachas de piedra ceremoniales. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 58(1098) (Junio, 2002): pp. 46-47.

Miguel Ibáñez Artica.


En los albores de un siglo XXI, donde el discutido fenómeno de la Globalización se extiende velozmente por todas las regiones de la Tierra, con la ayuda de los rápidos avances en el campo de las telecomunicaciones, y donde el moderno dinero electrónico, capaz de dar tres vueltas al Globo en un segundo, se propaga a gran velocidad en esa imparable red de relaciones y comunicaciones, todavía quedan algunos rincones del Planeta, donde se sigue utilizando como moneda diversos y variados objetos como conchas, hachas, colmillos de perro y cerdo, etc...

Las culturas que todavía utilizan en forma cotidiana estos objetos “premonetales” se encuentran en las antípodas, en el Pacífico Sur, y la región que presenta una mayor diversidad y complejidad en estos elementos es Papúa-Nueva Guinea. Este país, con una extensión algo menor que la de España, presenta una población muy heterogénea, donde por ejemplo existen más de setecientas lenguas diferentes, correspondientes a otras tantas culturas. Un denominador común a todas ellas es la utilización de las “monedas primitivas” como elemento fundamental en la “reproducción social”. Su sistema social se basa en un igualitarismo denominado por los antropólogos “bigman”, predecesor de los sistemas democráticos occidentales. Los melanesios utilizan diferentes modalidades de intercambios para crear diferentes tipos de relaciones y son estas formas de intercambio las que en definitiva crean y articulan la sociedad. Como resultado, los diferentes tipos de relaciones sociales se estructuran  por categorías discretas de intercambio.


Figura 1.- Hachas de piedra de Papúa-Nueva Guinea. En primer plano hacha ceremonial del Sepik medio y detrás hacha ceremonial de Highland.

En estas relaciones de intercambio, podemos diferenciar dos esferas o formas diferentes, la primera de tipo “comercial”, es establecida por el clan o grupo, con elementos externos a él, es el caso de los matrimonios, donde se paga un “precio de la novia” (brideprice), o las manufacturas producidas por la tribu, intercambiadas a veces mediante expediciones comerciales regionales. Estos tipos de relaciones de “compra/venta” tienen su denominación específica (por ejemplo entre los Rawa se denominan “urdiyoro”). Una segunda esfera se produce entre los individuos del mismo clan o tribu, donde se produce una redistribución de los elementos adquiridos en el exterior, esta segunda relación recibe la denominación de “no”.  En determinadas ceremonias, se reparten entre los individuos de la tribu conchas-moneda y hachas, de forma que la riqueza obtenida por elaboración propia o por intercambio con el exterior, se reparte y redistribuye entre los miembros del clan.


Figura 2.- Hachas ceremoniales de Highland y sello postal representando dicho elemento.

Las hachas de piedra, no muy diferentes de las utilizadas en Europa durante el Neolítico, constituyen un elemento importante en las relaciones de intercambio, y son utilizadas como moneda (en 1989, se encontró en el curso de un afluente del río Brazza, en Irian Jaya, una pequeña tribu cuya única actividad comercial con sus vecinos era la elaboración de estas preciadas hachas), se fabricaban fundamentalmente en la zona de Highland siendo transportadas e intercambiadas por monedas-concha en las zonas costeras y en los valles. Estas herramientas, constituían (y aún constituyen en muchas zonas) un elemento fundamental en la vida cotidiana (sirven para cortar y trabajar la madera, para la caza, para la guerra...). En algunos casos, las hachas se han transformado en verdaderos elementos ornamentales perdiendo su utilidad como herramientas y convirtiéndose en elementos de poder o riqueza exclusivamente (Figura 2). Este es el caso de las famosas hachas ceremoniales del noreste del monte Hagen (provincias Enga y Chimbú), en la región de Highland, (“tierra alta”), situada en la zona central de Papúa-Nueva Guinea, dominada por la mencionada montaña de 3.777 metros de altitud, que da nombre a la región. Esta zona fue descubierta casualmente en 1932 por los hermanos Leahi, buscadores de oro, y está poblada por un millón de habitantes distribuidos en numerosas tribus, los Dani, Kapauko, Hewa, Kaluli, Simbu, Chimbú, etc...


Figura 3.- Gran hacha ceremonial del monte Hagen de un metro de anchura (MAN 2009/159/125) y billete de dos kinas de Papúa.

El hacha ceremonial del monte Hagen (“kurugu”), debido a su histórico papel como “moneda” tradicional, figura en el actual billete de 2 kinas (la kina es la unidad monetaria de Papúa), y las hachas que todavía se elaboran en la actualidad son idénticas a las que se fabricaban antiguamente, si bien sus piedras son algo más frágiles. Son utilizadas para adquirir sal, aceites, cerdos, conchas y otros objetos de uso cotidiano, así como símbolo de prestigio social. Debido a su fragilidad no se usan en las labores cotidianas, salvo para la amputación de dedos en señal de duelo o en algunos combates privados, y se guardan y atesoran cuidadosamente almacenadas. Una variante de estas hachas son las utilizadas como “moneda” en las ceremonias matrimoniales, en este caso pueden alcanzar un tamaño descomunal, como el ejemplar que aparece en la fotografía (Figura 3).




viernes, 16 de octubre de 2015

Monedas humanas, los esclavos como moneda.

Monedas humanas, los esclavos como moneda. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 66(1186) (Junio 2010): pp. 46-47.

Miguel Ibáñez Artica.






            La esclavitud como institución, se remonta a los orígenes de la humanidad, así figura en los textos más antiguos como la Biblia, o el Código de Hammurabi (1760 a.C.). Por ejemplo José es vendido por sus hermanos por veinte monedas de plata (Génesis 37: 25-28), o los hebreos son esclavizados en Egipto y liberados por Moisés, quien había nacido esclavo (Figura 1).


Figura 1.- Venta de esclavos, obra del pintor Jean-Léon Gérôme (hacia 1867).

            En las culturas mediterráneas, existían tres motivos por los que las personas libres se convertían en esclavos, al ser capturadas como botín de guerra, como castigo a algún crimen cometido, o por deudas, y la mayor parte de estos esclavos eran utilizados en labores agrícolas, domésticas, o en la construcción de infraestructuras, templos o monumentos, de forma que en algunas culturas el porcentaje de población esclavizada podía ser muy elevado. En la antigua Atenas los esclavos alcanzaban un 30% de la población total, cifras similares a las que posteriormente se dieron en el imperio romano, incluso mayores en las zonas agrícolas del norte de África, sur de la Península Ibérica y oeste de Anatolia.

            Los turbulentos inicios de la Edad Media en Europa facilitaron la obtención de cautivos, que constituían un lucrativo negocio para vikingos y musulmanes, el mismo San Patricio fue capturado y vendido como esclavo. Las leyes visigodas castigaban con la esclavitud a aquellos que no pudieran pagar las multas impuestas por crímenes cometidos, y se calcula que en época carolingia, aproximadamente un 20 por ciento de la población eran esclavos. La Iglesia admitía la esclavitud, pero en repetidas ocasiones prohibió la venta de esclavos cristianos en territorios no cristianizados. En1452, el Papa Nicolás V garantizaba los derechos de Alfonso V de Portugal a esclavizar a los sarracenos y paganos capturados y a sus descendientes, legitimando el posterior tráfico de esclavos y el depredador colonialismo europeo de los siguientes siglos. En la abundante documentación referida a los esclavos en las colonias del Nuevo Mundo, no es raro que sean utilizados como regalo, en dotes matrimoniales o para pagar ciertas deudas económicas, sin embargo no podemos certificar en este caso su estricta utilización monetaria.

            La moneda se define como una unidad de valor, medio de cambio, forma de acumulación del valor y medio de pago diferido, y si frecuentemente se han empleado cabezas de ganado como moneda (recordemos la etimología de la palabra “capital”) ¿por qué no iban a utilizarse los esclavos con este fin? (Figura 2).


Figura 2.- Documento de venta de esclavos, donde se definen como “alma en boca y huesos en costal”.
            Posiblemente los esclavos hayan sido considerados como moneda en varias regiones y culturas a lo largo de la historia de la Humanidad, pero donde este hecho queda perfectamente acreditado de forma documental es en África, durante el siglo XIX. El califato de Sokoto se fundó en Nigeria hacia 1800. Establecido al principio en la región de la etnia Fulani, fue ampliándose hasta ocupar los actuales territorios de Burkina Faso y Camerún convirtiéndose en un extenso y poderoso estado musulmán, que prosperó durante todo el siglo XIX, hasta ser ocupado y repartido, en el proceso de colonización, entre Francia y Gran Bretaña a comienzos del siglo XX.

Durante esta época, la moneda utilizada en la región eran las conchas del cauri Monetaria moneta, pero la masiva importación de grandes cantidades de Monetaria annulus, produjo en el s. XIX una fuerte depreciación de su valor, de forma que un penique inglés equivalía a 125 cauris. Los comerciantes debían transportar grandes cantidades de cauris en camellos y recorrer largas distancias. Unos 400.000 cauris pesaban entre media y una tonelada, según la proporción de conchas de las especies Monetaria moneta y M. annulus, esta última de tamaño más pequeño. Este hecho obligaba a llevar un cierto número de porteadores, que se ocuparan del transporte de los cauris necesarios para las transacciones comerciales realizadas entre las distintas zonas del califato, elevando considerablemente los costes.


Figura 3.- Mercado de esclavos en Zanzibar. Grabado de Emile Antoine Bayard, publicado en 1878 en la revista “The World in the Hands”.

            Aunque en la región se utilizaba también una moneda fuerte, el Thaler de Maria Teresa de Austria  (cinco monedas equivalían a una libra esterlina), así como algunos antiguos reales de a ocho españoles, no resultaban suficientes para cubrir las necesidades del próspero comercio del califato, así que la solución al problema surgió de forma espontánea, en un país donde se utilizaban los esclavos en abundancia y cada uno equivalía en valor a 50.000 cauris. Los esclavos tenían la ventaja de que se autotransportaban, abaratando notablemente los gastos de desplazamiento, de forma que la devaluación del cauri revalorizó el papel de los esclavos como moneda fuerte (Figura 3). Las ventajas eran evidentes, por ejemplo el emirato de Karsina pagaba anualmente un tributo de 100 esclavos, cuyo valor equivalía a 20 toneladas de cauris, que hubieran necesitado 500 personas para su transporte. Con la llegada de los colonizadores europeos se produjo la abolición de la esclavitud, con una gran reticencia de los nativos, dado que formaban una parte imprescindible de su sistema económico tradicional (Figura 4). Algunos informes de compañías británicas y numerosos testimonios de la época acreditan que la segunda moneda en importancia, después del cauri, eran los esclavos. La introducción del numerario occidental (monedas de oro y plata) minimizó parcialmente el problema de la carencia de una moneda fuerte.


Figura 4.- Medallas o tokens en contra de la esclavitud (finales del s. XVIII) y conmemorativo de la ley abolicionista de 1807.



Bibliografía:


Hogendorn, J., 1999. Slaves as Money in the Sokoto Caliphate. En: Credit, Currencies and Culture: African financial institutions in Historial perspective. Ed. E. Stiansen & J.I. Guyer. Uppsala. Nordiska Afrikainstitutet, 174 pp.: 55-71 pp.

domingo, 8 de marzo de 2015

El "Nununiga", una moneda exclusiva de las mujeres.

El “Nununiga”, una moneda exclusiva de las mujeres.
Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 65(1172) (Marzo 2009): pp. 42-43.

Miguel Ibáñez Artica

            Cuando en junio de 1971 la antropóloga Annette Weiner visitó por vez primera Kiriwina, la principal población de las Islas Trobriand al oeste de Papúa-Nueva Guinea, las mujeres le comentaron que los manojos de hojas de banano, denominados “Nununiga”, constituían su propia moneda. Paradójicamente, a pesar de los exhaustivos trabajos de investigación llevados a cabo por Bronislaw Malinowsky desde comienzos del siglo veinte y los realizados posteriormente por otros antropólogos, estos objetos habían pasado completamente desapercibidos, al ser fabricados y utilizados exclusivamente por las mujeres.


Figura 1.- Exhibición de una falda utilizada como “doba”, al fondo las “casas del yam”. El ejemplar de la derecha: MAN, 2009/159/109.  

            Estos manojos, así como las vistosas faldas elaboradas con fibras vegetales, constituyen aún en la actualidad, el “doba” o dinero de las mujeres (figura 1), monedas que son utilizadas en las ceremonias “sagali” de los rituales mortuorios, y sirven para pagar las labores de las mujeres que han colaborado en alguna medida en el funeral. La primera ceremonia tiene lugar el día siguiente al sepelio y esta distribución de “moneda” se denomina “selubulabu”, en ella se entregan grupos de veinte a cincuenta nununiga a cada participante. Durante el día siguiente tiene lugar una segunda distribución denominada “tadabali” donde las parientas del fallecido entregan faldas y diez manojos de banano a las parientas del esposo o esposa del difunto, quienes cortan sus cabelleras en señal de duelo. El intercambio de manojos de hojas por otros utensilios se denomina “valova”, vendiéndose a las visitantes de otros pueblos todo tipo de objetos a cambio de “nununiga” (palabra que literalmente significa “leche materna”).



Figura 2.- Materiales para fabricar el nununiga (manojo de hojas que aparece en la parte inferior). MAN, 2009/159/093 & 121.

            Para fabricar esta moneda, la mujer separa trozos de hojas de la longitud deseada, apoyándolos sobre una tabla (“kidawagu”, figura 2), en la que hay figuras geométricas talladas -este objeto forma parte imprescindible del  ajuar de una mujer casada-, raspan la superficie de la hoja con una concha de borde afilado y aprietan con una paleta de madera, de forma que las figuras en relieve, como un “sello en seco”, se transfieren a las hojas, que luego son cuidadosamente secadas al sol tras ser unidas en grupos por un extremo (figura 3).


Figura 3.- Fabricación del “nununiga” a partir de hojas frescas de banano y ceremonia “sagali”.

Los nununiga se guardan en grandes cestos hasta que se llenan, y dependiendo de la importancia del evento, se presentan en pequeños grupos o incluso en cestos enteros, que muestran la importancia de la persona que los ha fabricado, destacando así su prestigio social (figura 4).


Figura 4.- Reparto de nununiga en un funeral (año 2007).

            Las islas Trobriand han constituido durante casi un siglo una auténtico paraíso -podríamos considerar una “reserva”-, para la antropología cultural y social, y son bien conocidas algunas ceremonias como el “anillo del Kula”, donde mediante el intercambio de elaboradas monedas-concha (“mwali” y “soulava”) se establece el ranking de prestigio entre los jefes. Entre la población masculina, esta jerarquización  se determina también a través de la prominencia y vistosidad de las “casas del yam” (almacenes de madera donde se guarda este alimento básico). Tal como hemos señalado, una singularidad de esta cultura es que las mujeres tiene su propia y particular forma de riqueza, el doba, integrado por vistosas faldas y manojos de hojas de banana que exhiben e intercambian durante los funerales, y aunque esta riqueza no se exhibe fuera de dichas ceremonias, la presencia de grandes cestos llenos de nununiga en el soportal de las casas proporcionan  reputación de “mujer fuerte” a la propietaria de los mismos. 

            En contraste con la durabilidad de los elementos utilizados como moneda tradicional por los hombres (monedas-concha, hachas de piedra....) que sobreviven a sus poseedores, las monedas “femeninas” (faldas y manojos de hojas de banano) son efímeras y perecederas, pero la vida continúa y la mujer trobriandesa se asegura la inmortalidad a través del control del “dala”, el clan matrilineal que vertebra la sociedad. A pesar de no participar en las estrategias políticas (reservadas a los hombres), la mujer asegura su importancia en la sociedad a través de la continuidad del ciclo eterno de vida y muerte, mediante el “doba” (monedas-falda y manojos de hojas de banano), en definitiva la mujer trobriandesa controla los dos extremos del ciclo de la vida, el nacimiento y la muerte.

            Al clasificar las monedas primitivas podemos identificar dos familias principales, las que son o derivan de elementos útiles empleados en la vida cotidiana (sal, armas como cuchillos y hachas, paños de corteza, fibra de palmera o coco, anzuelos....) y un segundo grupo de objetos ornamentales con un alto valor añadido (collares, pulseras, etc...). Frecuentemente en el primer caso las herramientas se miniaturizan para ser usadas como moneda (es el caso de las monedas “navaja” y “arado” chinas o las “hachas” de la América precolombina), y en el presente caso también el “nununiga” resulta de la miniaturización de una falda femenina. Curiosamente, la moneda de la mujer tobriandesa, el doba, integra ambos elementos, la falda y su representación en miniatura.

            No es éste el único caso donde encontramos faldas-moneda, en una zona relativamente próxima, en Nueva Caledonia, encontramos las “mada jahi”, elaboradas con fibras vegetales de bourao y utilizadas en las ceremonias matrimoniales por el pueblo Kanak (ver artículo “La “cabeza” de la moneda” del Eco Filatélico y Numismático de marzo del 2008).


Bibliografía:

Ibáñez, M., 2006. La premoneda social, precursora de la moneda económica. Nvmisma, 56(250): 21-40.

Jolly, M.. 1992. Banana Leaf Bundles and Skirts: A Pacific Penelope's Web?. En: History and Tradition in Melanesian Anthropology, ed. James G. Carrier. Studies in Melanesian Anthropology, vol. 10. Berkeley: University of California Press: 38-63.
Lussu, L.J., 1995. The Significance of Doba within Trobriand Society. Dyn 11: 1-21.  (Durham Anthropology Journal)

Weiner, A., 1976. Women of Value, Men of Renown: New Perspectives in Trobriand ExchangeUniversity of Texas Press, Austin: XXII + 300pp.

domingo, 1 de marzo de 2015

La "cabeza" de la moneda.

La “cabeza” de la moneda. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 65(1161) (Marzo 2008): pp. 60-61.

Miguel Ibáñez Artica

            En fecha reciente, se ha publicado una importante contribución al conocimiento del uso y circulación de la moneda primitiva en la colonia francesa de Nueva Caledonia(1), dándose además la interesante circunstancia de que el autor, antropólogo del museo de Noumea, es oriundo de Daakuruk, una tribu del país Hyeehen, cuya moneda tradicional se estudia pormenorizadamente en el libro mencionado.   

            Paradójicamente, los antropólogos occidentales han prestado muy poca atención a las monedas primitivas, aún vigentes en la actualidad entre los Kanak de Nueva Caledonia, apenas alguna referencia como el trabajo de Leenhardt (1930) reseñado por Godelier (1998), donde se indica cómo las “monedas concha” se conservaban en un cesto denominado “cabeza del antepasado”, y unidas por un gancho al cesto, formaban el “cuerpo” que recibía la “vida” de la “cabeza” , mientras cestos y ganchos eran conservados como objetos sagrados por los jefes, las ristras de conchas circulaban como moneda común.

            En la actualidad, “circulan” 36 tipos diferentes de “monedas tradicionales” entre los Kanak de Nueva Caledonia, y por ejemplo en uno de ellos, la moneda-concha, existen hasta 26 formas de medirla (y cada caso constituye una unidad monetaria con su propia denominación) (Figura 2). Una singular moneda utilizada en las ceremonias matrimoniales es la “moneda falda” (“mada jahi”), elaborada con fibras vegetales de bourao y de unos 30 a 40 cm. de longitud (Figura 1), su origen se explica en una leyenda popular:

“”“Un día en el que el sol seguía su curso habitual, distinguió a un hombre sobre tierra. Era un jefe solitario, que no tenía esposa. El sol decidió entonces darle a su hija en matrimonio.... un día, el sol decidió sellar a esta unión. Llegado al cenit, hizo descender a su hija por una cuerda, que rodeó sobre su cintura como una falda. Esta falda es la moneda que se utiliza para tomar a una esposa”””.


Figura 1.- “Moneda falda” de los Kanak de Nueva Caledonia.

            Sin embargo, la moneda más importante para los kanak es el “thewe”, “nacida del agua” en la lengua autóctona (Figura 3), lo que relaciona el concepto de riqueza con el mundo submarino, donde habitan los espíritus. Esta moneda se fabrica a partir de una especie de Conus muy abundante en la zona (Conus ceylandensis), a partir del cual se obtienen pequeños discos perforados de uno o dos milímetros de diámetro que se ensartan en fibras vegetales (de hibiscus), también se utilizan huesos en las regiones del interior. La fabricación de una moneda completa supone un laborioso y largo proceso, disponiendo cada clan un especialista capaz de elaborar este tipo de moneda, y su adquisición requiere un procedimiento determinado, similar al de un proceso de adopción. Cada moneda está “viva”, tiene su propia casa (el estuche) y su propio “hijo” (el contenido). En su fabricación se emplean unos cuatro meses de trabajo, que comienzan con la recolección de las materias primas, conchas, huesos y fibras vegetales. La elaboración comienza por la fabricación del estuche o “casa” de la moneda (Figura 3c), después se hará la cabeza (en realidad “boca” en el leguaje indígena), el cuerpo y el pie. Estas tres partes de la moneda forman un todo y lo que determina el valor de la moneda es la longitud total del “cuerpo”.


Figura 2.- Medición de la moneda Kanak y “cabeza” de la moneda.

            La cabeza permite orientar correctamente la organización de los intercambios con los aliados, mientras el cuerpo simboliza el vínculo con los clanes del mismo grupo y constituye el valor de la moneda, por último la “cola” o “pie” de la moneda simboliza el ciclo, hay un inicio en su función, que es el ser donada, y un fin que es la devolución del don recibido.

            Esta moneda tradicional es el símbolo de la unidad, y en ciertas ceremonias el jefe parte la moneda en tres trozos, la cabeza es entregada al más viejo del clan, el cuerpo a un joven y el pie al de menor categoría del clan.


Figura 3.-
a: Monedas Kanak; b: Moneda con su “cabeza” y “casa”;  c: estuche o “casa” de la moneda.

            El “naamun” constituye la riqueza tradicional entre los kanak, y se va acumulando generación tras generación en forma de objetos valiosos y monedas-concha, pero con la entrada de la moneda occidental, se ha instaurado el individualismo apareciendo desigualdades sociales antes inexistentes entre la sociedad Kanak. Además de la valiosa moneda “thewe”, la moneda de cuentas espaciadas “thewe pigi” se mide en brazas (“kaa tuut”) y equivale a unos 4 céntimos de euro. Esta moneda no se acompaña de cabeza, cola ni tiene estuche y tiene estrictamente una función económica

            La publicación en diciembre del 2006 del libro “La moneda Kanak”, constituye sin lugar a dudas una importante aportación, desde una perspectiva antropológica, al conocimiento de la moneda primitiva, tanto en lo que concierne a su morfología como a su función, y como podemos ver, todavía tiene plena vigencia en algunas regiones del Planeta, aunque desapareció de nuestro mundo occidental hace más de veintiséis siglos, fagocitada por la moneda metálica económica que todos conocemos, y que en gran medida rige nuestras vidas de forma cotidiana. Probablemente en la antigüedad, y durante muchos siglos (incluso milenios) existieron entre nosotros monedas parecidas a las que se analizan en este libro, con funciones más específicas y concretas (monedas “de la novia”, monedas de “sangre”, monedas para regalar...), que la estrictamente económica de la moneda actual.


 (1) Yves-Béalo Gony (2006). La monnaie kanak en Nouvelle-Calédonie. Thewe men jila. Éd. Expressions N.C.: 207 pp.

  

Sellos postales de Nueva Caledonia alusivos a la moneda kanak (1990).

domingo, 5 de octubre de 2014

Dos monedas "de la tierra": El Robo de trigo en Navarra y el Almud de Café en Puerto Rico.

Artículo publicado el año 2001 en la revista “Crónica Numismática”:
Migue Ibáñez Artica (2001). Dos monedas “de la tierra”: El Robo de trigo en Navarra y el Almud de café en Puerto Rico. Crónica Numismática 12 (nº132): 48-52.


El grano como moneda.

Resulta curioso observar cómo bajo el epígrafe de "moneda tradicional" se incluyen aquellos objetos no monetiformes que se han utilizado en algunas culturas (y que ocasionalmente aún se emplean en ciertos lugares) como moneda1. Sin embargo, en un futuro inmediato, habrá que referirse con el término de "tradicional" a la moneda convencional, es decir los billetes y monedas metálicas hoy en curso,  engullidas progresivamente por los sofisticados sistemas de pago del comercio electrónico, donde el dinero es solamente información (cifras y códigos en sistema binario) contenida en las bases de datos de los ordenadores, dinero que viaja a la velocidad de la luz por los circuitos de fibra óptica, y puede dar seis veces la vuelta a la Tierra en un segundo. 

Volviendo a la moneda "tradicional" o "primitiva", desde la más remota antigüedad, los productos agrícolas y ganaderos han sido empleados como medio de cambio y moneda en todos los rincones del planeta, siendo muy frecuentes los ejemplos documentados que nos ilustran de la utilización de diferentes clases de granos (trigo, arroz, cebada, avena, maíz, cacao...) como unidad monetaria.

Ya en el código de Hamurabi (2123-2080 a.C.) se especifica la obligatoriedad del pago en grano, en los casos de alquileres de bueyes o campos de labor, mientras que el pago de otros servicios profesionales prestados por cirujanos, veterinarios, artistas, fabricantes de ladrillos o sastres, debía realizarse en plata. El mantenimiento de estos dos tipos de "moneda": plata y cereal, con unas equivalencias establecidas, favorecía a medio plazo la estabilidad del precio de la plata2.


Figura 1: Código de Hammurabi.

En China el uso del cereal como medio de cambio, fue desplazado por la utilización de monedas o "premonedas" metálicas, si bien ocasionalmente, como ocurrió entre los siglos I y V de nuestra Era, volvió a emplearse el grano como moneda. En Indochina, la tasa más antigua se conocía como "dime du riz" abonándose en arroz, y mientras los grandes pagos se hacían en oro o plata, los pequeños, se realizaban en arroz o telas; también en Filipinas se usaba como unidad monetaria el "manojo" de "palay", es decir el puñado de arroz3. Tal vez una de las zonas donde más ha perdurado el uso del cereal como moneda es la India, donde llegaron a existir hasta hace poco tiempo auténticos "Bancos de grano" en  los estados de Punjab y Bengala, encargados de guardar el cereal, realizar préstamos con intereses de hasta el 60% anual, y otras operaciones similares a las que realiza cualquier entidad crediticia.



Figura 2: Cupones de arroz utilizados en China.


En la Edad Media, ante la falta de moneda circulante, era frecuente el pago en ganado o en medidas de cereal o vino, siendo numerosos los ejemplos de estas prácticas en el Viejo Continente. En Alemania en el siglo octavo se fijaban pagos en grano, práctica conservada hasta el siglo XV; igualmente en Dinamarca durante los siglos XIII y XIV, los precios se establecían en cebada o centeno, y en Milán en el siglo XIII, los pagos se realizaban en dinero o en grano. Durante la Revolución Francesa, y ante la poca confianza en los nuevos billetes emitidos, la población volvió a usar el cereal como moneda de cambio, práctica que llegó a ser  reconocida por las autoridades, y así la Convención estableció el pago de las tasas en "asignados" (billetes) y grano en partes iguales.

El "Robo" de trigo en Navarra.

En Navarra son muy frecuentes los ejemplos de la utilización de grano como medio de pago, así encontramos documentos del siglo XI, donde, por ejemplo,  se vende un molino por la cantidad de 20 cahíces de cebada, 15 de trigo y diez "metros" de vino4,  un huerto por un cahíz de trigo y otro de cebada5, unas tierras por siete sueldos y medio y una yegua6, o se compra una heredad por la cantidad de 15 cahices de trigo y 10 cocas de vino7.

Los grandes pagos se hacían en cahices, equivalentes a 112.5 litros, y donde cabían unos 88 kilos de trigo. Para pagos más pequeños, se utilizaba el robo, una medida de volumen de áridos típica de Navarra, con una capacidad de 28.13 litros, en los que caben 22 kg de trigo. Un robo equivale a un cuarto de cahíz o a 16 almudes.


Figura 3: Cacao y un robo de trigo (Museo Arqueológico Nacional de Madrid).

Estas medidas de capacidad están relacionadas con la medidas de superficie como la robada, equivalente a unos 900 metros cuadrados (ocasionalmente en algunas poblaciones de Navarra, este valor asciende hasta los 1200-1700 m2), o la almutada que guarda la proporción de 1/16 robadas. Lo mismo ocurre con otras unidades premétricas como la fanega y la fanegada8, de forma que en origen, una robada era la superficie de terreno que se podía cultivar con las semillas contenidas en un robo. Con el tiempo la productividad de los campos aumentó con las innovaciones agrícolas, pero la capacidad de la unidad de medida permaneció constante. De hecho, poblaciones cercanas pueden tener patrones de medida diferentes, lo que tiene un origen en la diferente productividad agrícola de un lugar a otro (se han identificado hasta 40 medidas distintas para el almud), por lo que el estudio de las unidades de medida premétricas resulta un campo de trabajo muy complejo. En la actualidad los términos de "almutadas" y "robadas", como unidades de superficie, siguen utilizándose por la administración pública de Navarra9.


Figura 4:
a.- El “Robo” de Navarra, es un cajón de madera de base cuadrada de unos 40 cm. de lado, con una altura de unos 25 cm. (medida externa, a la que hay que descontar el espesor de las tablas de madera, unos 25 mm.). A los lados presenta unas asas para sujetarlo.
b.- Representación medieval de una mujer transportando una medida de trigo.

Retornando a la utilización como moneda del "robo",  las referencias en Navarra al pago de impuestos en robos o "arrobos"10 de trigo, cebada o avena se remontan al siglo X11, y son muy frecuentes en los siglos siguientes, especialmente en las zonas rurales (pagos en cahíces, robos, cuartales y almutes de trigo, cebada y avena)12, incluso se llegaban a realizar préstamos mixtos, en cantidades de dinero y trigo13. Sin embargo, esta costumbre no es sólo una antigua tradición medieval. La utilización del "robo de trigo" como moneda de pago, es una práctica conservada en Navarra hasta tiempos recientes.


En Zubiri14, en 1850, cada uno de los alumnos de la escuela aportaba anualmente medio robo de trigo y éste era el pago que recibía el maestro de la localidad15, lo mismo ocurría en Milagro, donde cada alumno (de los 78 que en esos momentos tenía la escuela) aportaba un robo de trigo. En Murchante, se le descontaba al maestro medio robo de trigo cada día que faltaba a clase. En el siglo XIX era práctica común en los pueblos de Navarra16 el pago del sueldo del maestro en robos de trigo o más excepcionalmente de maíz, aportados por el municipio o los padres de los alumnos. Las cantidades eran muy variables en función del número de alumnos y de la riqueza agrícola del pueblo, oscilando entre los 18 y 120 robos anuales. También se producía una fuerte discriminación entre las escuelas masculinas y las femeninas, y mientras la escuela para niños de Fitero, estaba dotada en 1850 con 120 robos de trigo anuales, la de niñas tenía una asignación de sólo 24 robos. Otro tanto ocurría en Cabanillas donde el maestro recibía un sueldo de 60 robos al año y la maestra 28, en Cáseda, donde mientras el maestro cobraba en metálico un sueldo de 4000 reales al año, la maestra recibía 120 robos de trigo anuales o en Murillo el Fruto, donde cada niño aportaba un robo de trigo anual como pago al maestro, y las niñas sólo medio robo para el salario de la maestra. En ocasiones los sueldos incluían otros elementos, como era el caso del maestro de Olcoz, que en 1847 recibía un sueldo anual de 72 robos de trigo y 62 cántaros de vino, o el maestro de Lorca que recibía al año 50 robos de trigo y 40 cántaros de mosto. También encontramos varios documentos de Cintruénigo de los siglo XVIII y XIX donde los pagos de alquileres se especifican en cantidades de "robos de trigo, bueno y de recivo"17.


Figura 5: Documento de 1780, donde se especifica como moneda de pago “19  robos de trigo”. (MAN, 2009/159/479)

También se utilizaba esta medida en Teruel, donde en 1723 se deja en un testamento "un robo de trigo de limosna" para las obras de la iglesia del El Poyo del Cid18.

Así pues, las medidas de trigo, generalmente expresadas en "robos" han sido elementos corrientes en Navarra para el pago de impuestos, alquileres, pequeñas compras o abono de ciertos salarios, cumpliendo perfectamente una función monetaria hasta tiempos recientes.


Figura 6: Ficha de una hacienda peruana por valor de “Una arroba de aguardiente”. Los indígenas recibían como moneda, en pago por su trabajo, aguardiente medido en arrobas (hacia 1880).

La Hacienda Letona data de inicios del siglo XVII, y su primera propietaria fue doña Isabel Junco y Estrada. La familia poseía, según su inventario, dos originales de Rubens, un piano de cola, un violín Stradivarius, una colección de esmeraldas, finos tapices en las paredes, el quirófano más moderno del sur del país; una mesa siempre surtida de la mejor comida que los cocineros y reposteros europeos podían cocinar.

Doña Leonor de Costilla y Gallinato donó las plantaciones de azúcar de caña a los jesuitas, pero tras la desamortización de Godoy  fue confiscada por el gobierno, y descendió su productividad, pasando en condiciones ruinosas al gobierno de la república en 1821. El gobierno republicano se lo vendió a un empresario argentino llamado Bartolomé Arroz, a quien sucedió su hijo Antonio que murió en Europa dejando la hacienda en manos de su viuda, quien se volvió a casar después con el doctor Lázaro Letona de El Salvador, a cuya época pertenece la ficha o token que se ilustra.


El edificio donde se ubicaba la hacienda ha sido recientemente restaurado y actualmente es la sede institucional de la Dirección Regional de Cultura Apurímac.

El almud de café en Puerto Rico.

Tras la incorporación de los países Iberoamericanos al sistema métrico decimal a mediados del s. XIX,  muchas medidas premétricas se han mantenido  vigentes hasta la actualidad19. Entre ellas cabe destacar el almud, antigua medida de capacidad de origen medieval, que como se indicó anteriormente equivalía en Navarra a un dieciseisavo de robo o a ocho celemines. La palabra almud deriva del árabe "almudd" que a su vez se basa en el antiguo "modium" romano. En Canarias, hasta comienzos del siglo XX de pagaba "de maquila" el trabajo de los molinos, es decir medio almud por fanega, y una fanega de trigo en Canarias pesaba unos 60 Kg. y equivalía a 12 almudes. En Blesa (Teruel) la "maquila" era de 3 almudes por talega. Con estas costumbres está relacionado el "urundiru" vasco20,  o "dinero de harina", impuesto o tasa municipal abonada por los campesinos de Vitoria al concejo de la ciudad, desde el s. XIV al XVIII. En origen, los labradores que llevaban a moler y pesar la harina al molino de la ciudad, estaban obligados a pagar por este servicio una cierta cantidad de harina. Al monetizarse esta tasa, se sustituyó por una cantidad de dinero que se denominó "dinero de harina".


Figura 7: Almudes y fanegas de café de Cuba, Puerto Rico y Venezuela.

Tanto el robo como el almud son cajones de madera de forma cúbica, mientras que el robo y el medio robo suelen llevar asas para facilitar su manejo, el almud no las lleva debido a su pequeño tamaño (unos 17 cm. de lado). Es frecuente que este cajoncito esté dividido por un tabique transversal, de forma que por un lado mide la capacidad de un almud y por el opuesto la mitad.


Figura 8: Almudes de papas en Chile.

El almud se utiliza todavía en algunas zonas de Chile para medir grano, papas, zanahorias e incluso marisco, así como en algunas zonas rurales de Iberoamérica, como en el departamento de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, en Guatemala donde equivale a un peso de 22.7 Kg.; en Méjico donde todavía se usa el almud de maíz con una capacidad de 7.6 litros21, o en Colombia, donde era una medida corriente hasta hace poco tiempo. Pero donde esta antigua medida mantiene oficialmente su vigencia, es como unidad de capacidad para medir el grano de café en Puerto Rico. La legislación  portorriqueña define el almud como una medida de capacidad que equivale a dos decalitros o veinte litros22. En la región andina, antes de la introducción del Bolivar de plata como unidad monetaria, circulaban todo tipo de monedas extranjeras y fichas o tokens23, también en los paises del Caribe, durante el siglo XIX escaseó la moneda menuda, sobre todo en Cuba y Puerto Rico, donde se dio una deficiente circulación monetaria. En estos países, las haciendas y plantaciones establecieron sus propias tiendas o comercios ("tiendas de raya")24 emitiéndose numerosas fichas o tokens que servían como medio de pago para los asalariados, con los cuales podían adquirir productos en las tiendas de la correspondiente hacienda25. De esta forma, se acuñaron numerosos tokens, con valor expresado en almudes26, que habitualmente se incluyen en la bibliografía numismática27 y que cumplieron una función de auténticas monedas, si bien con una circulación local. Estas fichas, que expresan originalmente cantidades de café28, proliferaron especialmente en Puerto Rico entre los turbulentos años de 1880 y 190029, y  vienen a revivir el tradicional uso de la "moneda de la tierra", tradicional en la América precolombina30, donde por ejemplo las semillas de cacao fueron utilizadas como moneda en Guatemala y sur de Méjico hasta fechas relativamente recientes, moneda que mereció el siguiente comentario de Pedro Mártir de Anglería: "¡Oh, feliz moneda, que proporciona al linaje humano tan deliciosa y útil poción y mantienes a sus poseedores libres de la infernal peste de la avaricia, ya que no se te puede enterrar ni conservar mucho tiempo!"31



Figura 9: Recolección de trigo según un manuscrito medieval.



Notas:

1 Opitz (2000).

2 Einzig (1949).  

3 Eyo (1979).

4 Documento de una compra de los monjes del Monasterio de Leyre. Año 1048. Martín Duque, 1983. Doc. 44, pp. 76-77.

5 Documento de venta de un huerto al Monasterio de Irache. Año 1061. Lacarra, 1965. Doc. 21, pp. 29-30.
   
6 Documento de venta de unas tierras en San Millán de la Cogolla. Año 932. Ubieto, 1976. Doc. 20, p. 32.
 
7 Documento de compra de una heredad. Año 1067. Martín Duque, 1983. Doc. 81, p. 123.
.
8.Kula (1980).

9 Boletín Oficial de Navarra, 1997, nº65 de 30/05; 1998, nº 59 de 18/05.

10 El "arrobo", convertido después en "robo" en Navarra, es una derivación temprana de la "arroba", vocablo derivado del árabe "Ar-roub", que significa un cuarto, y es una medida tanto de capacidad como de peso,  que a finales del siglo XVI equivalía a unos 11.3 Kg. o 22.7 litros. La abreviatura de este término "@", utilizada por vez primera en Sevilla en 1536, es actualmente muy popular mundialmente, por su utilización en internet.

11 Donación de Sancho Garcés Abarca de los censos de la villa de Apardués al monasterio de Leyre. Año 991. Martín Duque, 1983. Doc. 12, pp. 27-29. Censos de los mezquinos de Adoain en 1033. Ibid. Doc. 25, pp. 55-56.

12 La pecha, es la renta anual que los campesinos debían pagar al rey o al señor del lugar: Pecha anual de los vecinos de Agorreta en 1192, 6 sueldos y 6 robos de avena; Pecha de los vecinos de Akerreta en 1280, 39 sueldos, 9 cahices y 3 robos de cebada o avena; Pecha anual de los vecinos de Aldaba en 1280, 2 robos de trigo, 2 de cebada y otros dos de avena; Pechas de Cizur Mayor. Año 1341 (Munita, 1984. Doc. 58, pp. 162-168); Forma de medir los robos del censo de Arellano con el medio robo. Año 1356 (Lacarra y Martín Duque, 1986. Doc. 508, pp. 274-276); Censo de 40 robos de trigo en Dicastillo. Año 1386 (Ibid. Doc. 538, pp. 352-355); Censo de  cuatro robos de trigo al año en Learza (Ibid. Doc. 544, pp. 372-378); Pechas de los labradores de Arístregui en 1427, diversas cantidades en cahices y robos de trigo, cebada y avena; Pechas de la villa de Arellano en 1511, 5 cahices, un robo y un cuartal de trigo....

13 En Sangüesa entre 1363 y 1364 se realizan préstamos, por parte de comerciantes judíos, de cantidades de libras de carlines y robos de trigo, con plazos de amortización comprendidos entre 6 y 7 meses (Carrasco, 1988).


14 La principal fuente de información para conocer los salarios de los maestros de los pueblos de Navarra a mediados del siglo XIX, es la monumental obra del pamplonés Pascual Madoz (1845-1850).

15 En esta época era frecuente que el maestro desempeñara también el puesto de secretario municipal o de sacristán.

16 Arano, Aras, Cabredo, Castillonuevo, Ganuza, Güesa, Echagüe, Erdozain, Erro, Etayo, Igal, Ilurdotz, Irotz, Irurozqui, Izagaonda, Izal, Izalzu, Lapoblación, Lazagurria, Leache, Legaria, Lerga, Lérruz, Madoz, Marañón, Metauren, Monteagudo, Mues, Murieta, Olejua, Ollo, Ollobarren, Orisoain, Salinas de Oro, Sansol, Satrústegui, Tirapu...

17 Alfaro et al., 2001.

18 Archivo Diocesano de Teruel. El Poyo Secc.I doc. 3 f.171 (En www.iespana.es/elpoyodelcid/ IGLESIA.)    

19 Cortés y Ramírez (1992).   

20 Díaz (1998).

21 Aguirre et al. (1998).

22 Junta de Salario mínimo de Puerto Rico. 14-Marzo-1967.

23 Cartay (1988).

24 Scarano (2000).

25 En Puerto Rico, del medio millar de haciendas existentes a finales del siglo XIX, emitieron tokens más de un centenar, asi siempre con elo valor expresado en almudes.

26 Se emitieron diversos valores expresados en almudes: 1/4, 1/2, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 6 y 1/4, 7, 8, 9, 10, 12 y 1/2, 20, 25, 40 y 50 almudes.

27 Gould & Higgie (1962).

28 Las haciendas de Margarita Magraner y Salvación, en Lares, al norte de la isla, llegaron a acuñar piezas con valor de una y dos fanegas.

29 Vaiá (1980).

30 Beltrán (1997).

31 Citado por Herskovits (1954), p. 197.


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Otras publicaciones posteriores del autor sobre este tema:
Monedas de trigo y harina. (Septiembre, 2003)  Eco Filatélico y Numismático 59(1111): 43-44.
El trigo como moneda en Navarra. Eco Filatélico y Numismático (Enero, 2010), 65(1181): 46-47.