Las monedas de
los caníbales. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 69(1224)
(Enero, 2014): pp. 44-45.
Miguel Ibáñez Artica.
El canibalismo es un fenómeno muy extendido
en el reino animal, e incluso forma parte de la estrategia reproductiva de
algunos artrópodos. En las mantis religiosas y en las arañas se produce un
original comportamiento: tras realizar la cópula, la hembra devora al macho,
cuyos elementos nutritivos se incorporan como sustancias de reserva en los
huevos de la futura descendencia.
En
la especie humana, la antropofagia constituye un tabú en todas las culturas
actuales, sin embargo ha sido una práctica ancestral, común hace 800.000 años
en el Homo antecesor, tal como se ha
puesto en evidencia en los restos hallados en Atapuerca. Pero no hace falta
remontarse tan lejos en el tiempo para encontrar numerosos ejemplos de
prácticas de canibalismo, que son relatadas por algunos exploradores en
Sudamérica, África o en las Islas del Pacífico, tradiciones que en algunos
casos han sobrevivido hasta bien avanzado el siglo veinte (Figura 1).
Figura
1.- Cacería caníbal en las
Islas Fiji, según una fotografía de 1907.
Cuando
el explorador español Álvaro de Mendaña descubrió las islas Salomón en 1568,
los nativos le ofrecieron carne humana como obsequio en señal de amistad, y en
fechas mucho más recientes, ya bien avanzado el siglo XIX, el conde Rodolfo Festetics de Tolna y
su esposa, una millonaria californiana, emprendieron su viaje de bodas por el
Océano Pacífico, visitando las islas Salomón, recopilando las experiencias
vividas en un libro titulado “Con los caníbales: Ocho años de crucero en el
Océano Pacífico”, y en él se narra:
“Al día siguiente de
nuestra llegada (a la isla Malaita) fui
a visitar una aldea indígena. Las chozas, entretejidas y cubiertas de hojas,
están emplazadas sobre pequeños montículos de tierra gredosa, alrededor de las
cuales serpentea un sendero estrecho y resbaladizo. Un jefe joven, que hablaba
un poco de pidgin (la algarabía
o mezcla de varias lenguas que suelen hablar los indígenas) me dijo que el
emplazamiento, algo raro, de las chozas tenía por objeto proteger las
habitaciones contra los cazadores de cabezas. Me enseñó, encerradas en una
casa, a unas cuantas jóvenes que habían sido apresadas en otra isla y que
estaban engordando para la próxima fiesta caníbal. Acababa de decidirse que la
fiesta se verificaría aquel mismo día, para celebrar nuestra presencia en
Malaita. A las muchachas prisioneras se las había advertido, sin duda alguna,
que estaba próxima su última hora. De todos modos, no podían hacerse ilusiones
acerca del destino que las aguardaba. Parecieron aceptar resignadas su
situación. Hice su fotografía; tenían más miedo de mí que de los indígenas que
a los pocos momentos iban a matarlas. Mi máquina fotográfica era un peligro
desconocido y misterioso que las asustaba más que la muerte inevitable en la
forma familiar de sus costumbres ancestrales.”
Lo más espeluznante de
esta historia es que el conde pudo fotografiar a las muchachas (Figura 2a), más asustadas de la máquina
de fotos que del futuro que les esperaba(2).
Figura 2.-
a.- Muchachas capturadas para ser devoradas en la isla
Malaita a finales del s. XIX.
b.- Fabricación de “moneda concha” en la actualidad.
c.-
La novia sostiene entre sus brazos un “tafuliae”, moneda concha utilizada en
las bodas.
En la actualidad la isla Malaita es
famosa por sus variadas monedas concha (Figura
2b), elaboradas con cuentas de variados colores, así como dientes de delfín(1).
Entre estas monedas, la más espectacular es la denominada “tafuliae”, utilizada
como “dinero de la novia” (Figura 2c),
y los habitantes de la isla al utilizar casi exclusivamente la “moneda concha”
tradicional, presumen de tener una independencia económica real respecto al
gobierno de las Islas Salomón.
A
veces conocemos incluso el precio de la carne humana, por ejemplo entre los
Tolai de Nueva Irlanda y norte de Nueva Bretaña (Papúa-Nueva Guinea), en 1887
un cuerpo humano completo venía a costar entre 50 y 80 brazas de la
moneda-concha tradicional o tambú(3).
Sin embargo donde las monedas han tenido una
relación más directa con las prácticas del canibalismo ha sido en la isla
Rossel, donde existen dos tipos diferentes de “monedas concha”, las
“ndap” y las “ke”. En la actualidad
perviven 20 tipos de “ndap” y 14 de “ke” (4), los
cuatro niveles superiores han dejado de ser utilizados como moneda pasando a la
categoría de objetos valiosos intransferibles. La explicación a este fenómeno
es que dichas monedas se utilizaban exclusivamente para resarcir a los
parientes de aquellas personas que eran objeto de canibalismo, dado que ningún
ser humano podía cocinarse o comerse hasta que los familiares de la víctima
hubieran aceptado el pago. Al eliminarse esta ancestral costumbre, el uso de
dichas monedas perdió su sentido. Aun así cada una de ellas conserva su propio
nombre y siguen siendo objetos de extraordinario valor que se heredan de padres
a hijos (Figura 3).
Figura
3.- Monedas “Ndap” de la isla
Rossel fabricadas por el dios Wonajo antes de la llegada del hombre a la isla.
Cada una tiene su propia denominación (a: Tebuda; b: Diama; c: Kechem; d:
Kweia). El anterior poseedor de estas monedas fue Jerome Kaiobu de la villa de
Njaru, quien a su vez las recibió, de la familia de de Tadia Tebi de la villa
de Mala, como pago por un cerdo destinado a un festín ritual (comunicación
personal de Colin Davidson). El último ejemplar (e), denominado “Davere”, se
utiliza como moneda en las islas del sudeste del archipiélago de las Louisiadas
y la valiosa moneda se protege con una funda de mimbre.
Figura
4.- Diferentes tipos de monedas
“ke” utilizadas en el comercio local en la isla Rossel.
La isla Rossel, de apenas
veinte kilómetros de longitud y unos diez de anchura, es la más oriental del
archipiélago de las Louisiadas y es famosa por dos hechos aparentemente
contradictorios, por una parte, por su complejo sistema monetario de conchas,
objeto de numerosos estudios y de una reciente tesis doctoral (5), así como por su tradición de canibalismo en
el pasado. Esta tradición fue conocida en todo el mundo a raíz de un trágico
accidente. En julio del año 1858 el buque francés de tres mástiles denominado
“St. Paul” salió del puerto de Hong Kong con una tripulación de veinte
marineros y 327 trabajadores chinos, con destino a las minas de oro
australianas. Una tormenta embarrancó el buque en los arrecifes próximos a la
isla de Rossel, y el capitán y once tripulantes salieron en una lancha de siete
metros a buscar ayuda, dejando al resto de la tripulación y pasaje en tierra.
En diciembre del mismo año, el vapor francés Styx salía de Nueva Caledonia para
auxiliar a los náufragos. A su llegada un superviviente les contó cómo unos
trescientos compatriotas chinos habían sido capturados y sacrificados como
bestias cada cierto tiempo, para ser devorados en los banquetes colectivos que
se celebraban en la isla. Sobrevivieron cinco jóvenes que habían sido
“adoptados” por los jefes de las tribus. El ocho de enero el buque francés Styx
regresó al puerto de Sydney, en cuya prensa se publicó a toda plana la masacre
caníbal de la isla Rossel el día 26 de enero de 1859, noticia que se difundió
rápidamente por todo el Planeta.
Figura
5.- Fragmento de una placa de cobre del forro del casco del St. Paul,
procedente de la isla Rossel y antiguo grabado del buque.
Notas:
(1) Ver artículo: Monedas-concha en las
Islas Salomón. Eco Filatélico y Numismático (Abril, 2007), 62(1151):
pp.60-61.
(2) Festetics von Tolna, Count Rudolf. 1903. Chez les Cannibales. Paris Plon-Nourrit: 407 pp
(3) Parkinson, R., 1887. Im Bismarck Archipel: Erlebnisse und
Beobachtungen auf der Insel Neu-Pommern (Neu Britanien). Leipzig,
F.A. Brockhaus.
(4) Ver artículo: Las monedas de la Isla Rossel (Papua-Nueva
Guinea). Eco Filatélico y Numismático. (Marzo, 2010), 66(1183): 42-43.
(5) Liep,
J., 2009. A Papuan Plutocracy. Ranked Exchange on Rossel Island. Aarhus Univ. Press Dinamarca: 376 pp.
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