lunes, 1 de agosto de 2016

Las monedas de los caníbales.

Las monedas de los caníbales. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 69(1224) (Enero, 2014): pp. 44-45.

Miguel Ibáñez Artica.


            El canibalismo es un fenómeno muy extendido en el reino animal, e incluso forma parte de la estrategia reproductiva de algunos artrópodos. En las mantis religiosas y en las arañas se produce un original comportamiento: tras realizar la cópula, la hembra devora al macho, cuyos elementos nutritivos se incorporan como sustancias de reserva en los huevos de la futura descendencia.

            En la especie humana, la antropofagia constituye un tabú en todas las culturas actuales, sin embargo ha sido una práctica ancestral, común hace 800.000 años en el Homo antecesor, tal como se ha puesto en evidencia en los restos hallados en Atapuerca. Pero no hace falta remontarse tan lejos en el tiempo para encontrar numerosos ejemplos de prácticas de canibalismo, que son relatadas por algunos exploradores en Sudamérica, África o en las Islas del Pacífico, tradiciones que en algunos casos han sobrevivido hasta bien avanzado el siglo veinte (Figura 1).


Figura 1.- Cacería caníbal en las Islas Fiji, según una fotografía de 1907.

            Cuando el explorador español Álvaro de Mendaña descubrió las islas Salomón en 1568, los nativos le ofrecieron carne humana como obsequio en señal de amistad, y en fechas mucho más recientes, ya bien avanzado el siglo XIX,  el conde Rodolfo Festetics de Tolna y su esposa, una millonaria californiana, emprendieron su viaje de bodas por el Océano Pacífico, visitando las islas Salomón, recopilando las experiencias vividas en un libro titulado “Con los caníbales: Ocho años de crucero en el Océano Pacífico”, y en él se narra:
Al día siguiente de nuestra llegada (a la isla Malaita)  fui a visitar una aldea indígena. Las chozas, entretejidas y cubiertas de hojas, están emplazadas sobre pequeños montículos de tierra gredosa, alrededor de las cuales serpentea un sendero estrecho y resbaladizo. Un jefe joven, que hablaba un poco de pidgin (la algarabía o mezcla de varias lenguas que suelen hablar los indígenas) me dijo que el emplazamiento, algo raro, de las chozas tenía por objeto proteger las habitaciones contra los cazadores de cabezas. Me enseñó, encerradas en una casa, a unas cuantas jóvenes que habían sido apresadas en otra isla y que estaban engordando para la próxima fiesta caníbal. Acababa de decidirse que la fiesta se verificaría aquel mismo día, para celebrar nuestra presencia en Malaita. A las muchachas prisioneras se las había advertido, sin duda alguna, que estaba próxima su última hora. De todos modos, no podían hacerse ilusiones acerca del destino que las aguardaba. Parecieron aceptar resignadas su situación. Hice su fotografía; tenían más miedo de mí que de los indígenas que a los pocos momentos iban a matarlas. Mi máquina fotográfica era un peligro desconocido y misterioso que las asustaba más que la muerte inevitable en la forma familiar de sus costumbres ancestrales.
            Lo más espeluznante de esta historia es que el conde pudo fotografiar a las muchachas (Figura 2a), más asustadas de la máquina de fotos que del futuro que les esperaba(2).


Figura 2.-
            a.- Muchachas capturadas para ser devoradas en la isla Malaita a finales del s. XIX.
            b.- Fabricación de “moneda concha” en la actualidad.
c.- La novia sostiene entre sus brazos un “tafuliae”, moneda concha utilizada en las bodas.

            En la actualidad la isla Malaita es famosa por sus variadas monedas concha (Figura 2b), elaboradas con cuentas de variados colores, así como dientes de delfín(1). Entre estas monedas, la más espectacular es la denominada “tafuliae”, utilizada como “dinero de la novia” (Figura 2c), y los habitantes de la isla al utilizar casi exclusivamente la “moneda concha” tradicional, presumen de tener una independencia económica real respecto al gobierno de las Islas Salomón.

            A veces conocemos incluso el precio de la carne humana, por ejemplo entre los Tolai de Nueva Irlanda y norte de Nueva Bretaña (Papúa-Nueva Guinea), en 1887 un cuerpo humano completo venía a costar entre 50 y 80 brazas de la moneda-concha tradicional o tambú(3).

            Sin embargo donde las monedas han tenido una relación más directa con las prácticas del canibalismo ha sido en la isla Rossel, donde existen dos tipos diferentes de “monedas concha”, las “ndap” y las “ke”.  En la actualidad perviven 20 tipos de “ndap” y 14 de “ke” (4), los cuatro niveles superiores han dejado de ser utilizados como moneda pasando a la categoría de objetos valiosos intransferibles. La explicación a este fenómeno es que dichas monedas se utilizaban exclusivamente para resarcir a los parientes de aquellas personas que eran objeto de canibalismo, dado que ningún ser humano podía cocinarse o comerse hasta que los familiares de la víctima hubieran aceptado el pago. Al eliminarse esta ancestral costumbre, el uso de dichas monedas perdió su sentido. Aun así cada una de ellas conserva su propio nombre y siguen siendo objetos de extraordinario valor que se heredan de padres a hijos (Figura 3).


Figura 3.- Monedas “Ndap” de la isla Rossel fabricadas por el dios Wonajo antes de la llegada del hombre a la isla. Cada una tiene su propia denominación (a: Tebuda; b: Diama; c: Kechem; d: Kweia). El anterior poseedor de estas monedas fue Jerome Kaiobu de la villa de Njaru, quien a su vez las recibió, de la familia de de Tadia Tebi de la villa de Mala, como pago por un cerdo destinado a un festín ritual (comunicación personal de Colin Davidson). El último ejemplar (e), denominado “Davere”, se utiliza como moneda en las islas del sudeste del archipiélago de las Louisiadas y la valiosa moneda se protege con una funda de mimbre.


Figura 4.- Diferentes tipos de monedas “ke” utilizadas en el comercio local en la isla Rossel.

            La isla Rossel, de apenas veinte kilómetros de longitud y unos diez de anchura, es la más oriental del archipiélago de las Louisiadas y es famosa por dos hechos aparentemente contradictorios, por una parte, por su complejo sistema monetario de conchas, objeto de numerosos estudios y de una reciente tesis doctoral (5),  así como por su tradición de canibalismo en el pasado. Esta tradición fue conocida en todo el mundo a raíz de un trágico accidente. En julio del año 1858 el buque francés de tres mástiles denominado “St. Paul” salió del puerto de Hong Kong con una tripulación de veinte marineros y 327 trabajadores chinos, con destino a las minas de oro australianas. Una tormenta embarrancó el buque en los arrecifes próximos a la isla de Rossel, y el capitán y once tripulantes salieron en una lancha de siete metros a buscar ayuda, dejando al resto de la tripulación y pasaje en tierra. En diciembre del mismo año, el vapor francés Styx salía de Nueva Caledonia para auxiliar a los náufragos. A su llegada un superviviente les contó cómo unos trescientos compatriotas chinos habían sido capturados y sacrificados como bestias cada cierto tiempo, para ser devorados en los banquetes colectivos que se celebraban en la isla. Sobrevivieron cinco jóvenes que habían sido “adoptados” por los jefes de las tribus. El ocho de enero el buque francés Styx regresó al puerto de Sydney, en cuya prensa se publicó a toda plana la masacre caníbal de la isla Rossel el día 26 de enero de 1859, noticia que se difundió rápidamente por todo el Planeta.



Figura 5.- Fragmento de una placa de cobre del forro del casco del St. Paul, procedente de la isla Rossel y antiguo grabado del buque.

Notas:

(1) Ver artículo: Monedas-concha en las Islas Salomón. Eco Filatélico y Numismático (Abril, 2007), 62(1151): pp.60-61.
(2) Festetics von Tolna, Count Rudolf. 1903. Chez les Cannibales. Paris Plon-Nourrit: 407 pp
(3) Parkinson, R., 1887. Im Bismarck Archipel: Erlebnisse und Beobachtungen auf der Insel Neu-Pommern (Neu Britanien). Leipzig, F.A. Brockhaus.
(4) Ver artículo: Las monedas de la Isla Rossel (Papua-Nueva Guinea). Eco Filatélico y Numismático. (Marzo, 2010), 66(1183): 42-43.
(5) Liep, J., 2009. A Papuan Plutocracy. Ranked Exchange on Rossel Island. Aarhus Univ. Press Dinamarca: 376 pp.  


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