jueves, 1 de septiembre de 2016

Falsificaciones legales de moneda: las emisiones navarras de Carlos II “el Malo”.

Falsificaciones legales de moneda: las emisiones navarras de Carlos II “el Malo”. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 61(1130) (Mayo, 2005): pp. 52-53.

Miguel Ibáñez Artica.

En ocasiones, han sido precisamente los monarcas los que han cometido adulteraciones en sus propias monedas, con el fin de obtener beneficios en situaciones críticas como períodos de guerras o invasiones. Las denominadas  “monedas de necesidad” con menor calidad, pero igual valor nominal, dejaban unos sustanciales beneficios a la corona a cambio de provocar inflación e inestabilidad económica entre la población del reino.
Estas crisis monetarias se remontan a los primeros tiempos de las acuñaciones de los reinos hispanos, así por ejemplo desde las primeras emisiones de Sancho V Ramírez de Pamplona y Aragón, hasta las últimas de su hijo Pedro I “el Batallador”, la moneda se depreció (en contenido en plata y peso) un 77%, en tan sólo treinta años.
La fórmula de rebajar el contenido en plata de la moneda como medio de conseguir recursos en momentos difíciles era bien conocido en la Edad Media.  El tesorero de Navarra Guillermo Le Soterel redactó en 1340(1) un informe en el que se establecían los tipos monetarios que eran necesario para satisfacer las necesidades económicas del reino. Definía tres tipos principales, una moneda fuerte para aquellos que viven de las rentas, una moneda mediana, necesaria para el comercio y la burguesía y una tercera moneda débil o menuda para los que “viven del trabajo de su cuerpo”, es decir agricultores y asalariados. A estos tres tipos monetarios, Le Soterel, añade un cuarto: el que emiten los señores cuando están en guerra que pueden acuñar moneda tan débil como quieran, con el fin de poder pagar a las tropas, pero advirtiendo que al finalizar la guerra, la moneda deberá recuperar su calidad.


Figura 1.- Informe de Paulo Girardi sobre los tipos monetarios necesarios para el Reino (1340). (AGN caj. 24, nº 38 II).

Una década más tarde, bajo el reinado de Carlos II “el Malo”, se pondrá en práctica de forma continua, tanto en los territorios de Normandía dependientes del monarca navarro, como en el propio reino de Navarra, la bajada continua de la ley de la moneda con el fin de incrementar los beneficios de la corona (en lo que se denominaba “el provecho de la moneda”).
En Navarra, hacia 1350 el florín de oro había remplazado al escudo francés, que hasta esas fechas era la principal moneda fuerte utilizada. Al principio circuló el florín de Florencia que progresivamente fue sustituido por el de Aragón. Hacia 1356 Carlos II mandó fabricar florines de oro imitando los tipos florentinos y aragoneses, y según la documentación conservada (A.G.N., Caj. 13, n. 190) uno de estos florines navarros valía dos florines de Florencia o 17 libras de carlines prietos.


Figura 2.- a: Florín de oro de Florencia; b: Florín “falso” o de baja ley, acuñado en Pamplona por Carlos II “el Malo”; c: Florín falso de Florencia en cobre sobredorado.

El florín de Florencia era una prestigiosa moneda de oro puro (24 kilates) y 3,5 gramos de peso, que comenzó a acuñarse a mediados del s. XIII, convirtiéndose en la unidad monetaria por excelencia de toda la Europa medieval. Aprovechando esta circunstancia muchos reinos y señoríos acuñaron imitaciones o “adaptaciones” del florín. En un interesante documento sobre las monedas que circularon en el Principado de Cataluña, atribuido al cronista y archivero Pedro Miguel Carbonell (1434-1517), encontramos una valiosa referencia sobre los florines navarros de Carlos II, catalogados en el apartado de florines falsos (Conaxença de florins falsos): “flori Darago appellat de Navarra se coneix que de la part de la flor de lys diu Navarra ita dices é son axi mateix dits contrafets, val VIII sol.” Es decir que a pesar de los deseos del monarca navarro de que su florín valiese el doble del florentino, en realidad su cotización real era de tan sólo la mitad. Este es un claro ejemplo de las divergencias entre el poder político que emite la moneda, que lógicamente la define como “moneda legal” u “oficial” y el sistema económico que al final es quien decide considerarla como “moneda falsa”.

Figura 3.- Saint Palais y detalle de la “calle de la Moneda”, lugar donde se ubicó la ceca hasta tiempos modernos.

Algo similar ocurrió con el resto de las monedas, en 1351 la ceca de San Palais había comenzado a acuñar dineros torneses a nombre de Carlos II de Navarra, imitando los modelos franceses, llegándose a prohibir en 1352 la circulación de moneda de vellón extranjera, pero la calidad de la nueva moneda fabricada era tan mala, que en 1353 la documentación señala que “la moneda del dicto Seynnor Rey no ha corso fuera del dicto Reyno”, es decir las imitaciones de los dineros torneses que acuñó Carlos II con la denominación de “dineros carlines” eran tan malas, que no se admitían en otros lugares fuera de la propia Navarra. La progresiva degeneración de este tipo monetario queda patente si comparamos su equivalencia con el florín a comienzos del reinado, cuando valía doce sueldos de dineros carlines, mientras que en 1386 se cotizaba a 40 sueldos. 

Otra “adaptación” navarra fue la “corona” que imita fielmente a la “parpallola” emitida desde 1337 en el condado de Provenza. En 1377 se acuñan con valor de un sueldo (12 dineros) cada pieza, pero también esta moneda sufrirá una importante devaluación, bajando desde un 78,75% de contenido en plata en las primeras emisiones a solamente un 30% en las últimas.


Figura 2.- a: Grueso tornés navarro de Carlos II “el Malo”; b: Grueso tornés de Carlos IV de Francia y I de Navarra, emisión de febrero de 1322; c: Dinero tornés de Carlos II de Navarra; d: Dinero tornés de Felipe IV de Francia (1285-1314); e: “Parpallola” navarra de Carlos II; f: Sueldo coronado provenzal de Roberto de Anjou (1309-1343).

            También Carlos II acuña en Navarra gruesos torneses, imitando al principio los modelos franceses, pero los más abundantes son los emitidos a partir de 1380 en San Juan de Pie de Puerto, que sustituyen el típico esquema del castillo tornés por un busto frontal inspirado en las acuñaciones inglesas. De nuevo asistiremos a una caída en picado de la ley de la moneda que comienza con un 83,3% en plata para terminar con un 50% en 1386. El mismo monarca es consciente del quebranto producido en la moneda y en la orden de acuñación, se menciona el escándalo producido y la vergüenza que pasa el propio rey obligado a realizar tales emisiones. Gracias a esta devaluación, Carlos II obtenía en año y medio la nada despreciable cantidad de 30.000 libras de beneficios.


Figura 5.- Los gruesos de busto (a), emitidos en forma masiva durante  los últimos años del reinado de Carlos II de Navarra, resultan unas imitaciones híbridas, que copian los anversos de los gruesos torneses de Francia (a) y en su reverso, los anversos de los “croats” ingleses (b)


(1) Comptos Caj. 24, nº 38, I. Actualmente se considera al italiano Paulo Girardi como autor de dicho informe (Mugueta, 2004).

                         

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