domingo, 16 de octubre de 2016

La ceca ibérica de ARSAOS.

La ceca ibérica de ARSAOS. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 59(1110) (Julio-Agosto, 2003): pp. 44-45.

Miguel Ibáñez Artica.


          La división administrativa de la Península Ibérica en dos provincias, la Ulterior (sur) y la Citerior (norte) se remonta a comienzos del s. II a.C. y las emisiones monetarias acuñadas en ambas regiones muestran grandes diferencias. Por un lado, las poblaciones de la provincia Ulterior, tempranamente romanizadas, acuñan exclusivamente monedas de bronce y presentan una iconografía muy variada: elementos agrícolas como el trigo o la vid, peces y actividades de pesca, representaciones mitológicas y seres fantásticos, gladiadores etc..., utilizando también diversas lenguas y alfabetos: fenicio, ibérico meridional y latino. Por el contrario, en la provincia Citerior, se acuña en bronce (ases y sus divisores) y en plata (denarios), con un motivo predominante: el jinete guerrero en el reverso y un busto masculino, generalmente barbado en el anverso. En cuanto la escritura, con algunas variantes, es más homogénea y se corresponde con el alfabeto silábico ibérico. Resulta indiscutible que la aparición de la moneda indígena vino forzada por los nuevos conquistadores, los romanos. Aunque respecto a los motivos que aparecen en las monedas, y en cuanto a la escritura, los pueblos indígenas tenían una cierta autonomía, los pesos y tamaños de las monedas de plata y bronce, se corresponden exactamente con el patrón oficial impuesto por Roma.

          La primera dificultad para identificar las ciudades que en estos tiempos acuñaron moneda, es determinar la zona ocupada por los antiguos pueblos hispánicos prerromanos. Estos pueblos no tenían unas fronteras estables y podían expandirse, o incluso desaparecer en cortos períodos de tiempo. Los vascones ocupaban el actual territorio de Navarra, y se extendieron hacia el sur, este y oeste, abarcando en el siglo primero antes de nuestra Era (según Plinio y Ptolomeo) ciudades como Jaca, Egea de los Caballeros, Calahorra y Alfaro. Esta expansión vascona ocurrida hacia el siglo primero antes de Cristo, fue sin duda favorecida por los romanos, a quienes los vascones ayudaron en sus guerras, primero contra los celtíberos y más tarde participando como aliados del general Pompeyo (fundador de Pamplona) en su pugna contra Sertorio, quien había establecido su capital en Huesca.

Figura 1.- Denarios y ases de Arsaos.

          Una característica de las monedas “vasconas”, también común a otras vecinas poblaciones beronas que emitieron moneda (Teitiakos y Uarakos), es que a diferencia del típico jinete celtibérico portador de una lanza, en la moneda “vascona” generalmente el jinete lleva un arma corta, generalmente una espada, o a veces un dardo, hacha o una hoz de guerra (“falx”). Este hecho ha sido interpretado como reflejo de que en realidad el mercenario vascón estaría integrado en las tropas de infantería, mientras que el celtibérico actuaría en la caballería. Las armas cortas más adecuadas en el combate a pie le serían por tanto más familiares al mercenario vascón, y son las que representa en sus monedas.

          Las monedas con leyenda “BARSKUNES”, “BASKUNES”(1),  “BENTIAN” y “OLKAIRUN” fueron acuñadas en poblaciones situadas cerca de la actual Pamplona y la palabra “Baskunes” es una simplificación de la anterior “Barskunes”. Llama poderosamente la atención, la gran cantidad de emisiones de monedas de plata (denarios) acuñados en la ceca de  Baskunes, difícilmente justificables dentro de un contexto económico, y que sólo pueden interpretarse como monedas destinadas a pagar a los ejércitos mercenarios que actuaban como aliados de los romanos. El popular denario de Baskunes es incluso copiado en la lejana Galia Belga , latinizando la palabra ibérica que da como resultado una lectura de “IMONES”, que posteriormente se convierte en “IMONIO”.     

Figura 2.- Representación de una doble hacha de guerra en denarios de Augusto acuñados en Emerita.

          Otra importante ceca que emitió monedas de plata (denarios) y  bronce (ases,  semises y cuadrantes) es “ARSAOS”. Estas emisiones presentan una característica que las hace únicas en la numismática ibérica, el jinete lleva una especie de dardo corto (Figura 1), que ha sido interpretado como un hacha doble de guerra (bipenne) (Figura 2). En los anversos de denarios y ases aparece un busto barbado mirando a la derecha, delante de él un delfín y detrás un arado. En una de las emisiones de ases figuran las letras “O N” bajo la barbilla del busto (Figura 3), leyenda idéntica a la que aparece en la ceca de Segia (Egea de los Caballeros) en denarios y ases, o en una emisión de ases de la ceca vascona de Bentian (una leyenda similar pero con la silábica Bo, en vez de la O, aparece en las monedas de Bolskan-Huesca, Iaka-Jaca y Sesars). Otras dos cecas vasconas presentan la leyenda “ETa  ON” (Arsakos y Umanbaate).

Figura 3.- Detalle de la leyenda ibérica “ON” en el anverso de un as de Arsaos.

          La principal pista sobre donde pudo estar localizada la ceca de Arsaos la aportó en 1976 G. Fatás: en Sofuentes (Sos del Rey Católico(2)) existe una inscripción funeraria en piedra con la leyenda Arsitanvs: “BUCCO.IIV / SADANSIS.F / ARSITANVS / H.S.E.”, si bien en la actualidad esta importante lápida forma parte de una puerta donde está sujeta la verja de una casa, en su momento señalaba la tumba de un magistrado (duunviro) Bucco de Arsaos (Figura 4).


Figura 4.- Placa funeraria de Sofuentes (Sos del Rey Católico) alusiva a un personaje de Arsaos, y vías y yacimientos romanos en la zona.

          La comarca de Sos del Rey Católico pertenecía a comienzos del siglo II a.C. al territorio suessetano, pueblo que desaparece de las fuentes documentales romanas tras la campaña de Catón contra Jaca en el 184 a.C. Presumiblemente a partir de este momento la zona quedó controlada por los vascones bajo cuya influencia se emitieron las monedas a partir de la segunda mitad del s. II a.C. La emisión de divisores (semises y cuadrantes) indica unas necesidades monetarias diversificadas de la población que habitaba esta zona. Los ases acuñados en esta ceca presentan una gran variabilidad de estilos, pesos y tamaños y han sido encontrados en diversos lugares (Zaragoza, Navarra, La Rioja, Soria, Cuenca, Barcelona, Gerona e incluso en Ibiza). Más abundantes son los hallazgos de denarios (108 en Palenzuela, 33 en Barcus –Francia-, 26 en Alagón, 14 en Borja y ejemplares dispersos en Vizcaya, Logroño, Burgos, Salamanca, Soria, Córdoba y Jaén) (3).


(1) Según una reciente teoría, ampliamente aceptada por los especialistas de lenguas prerromanas, la terminación –es, correspondería a un ablativo plural y no a un nominativo plural (como se pensaba hasta hace poco), con lo cual el nombre de la ciudad emisora de estas monedas sería “Baskon” o “Barskon”, significando la leyenda: “para los de Baskon”.
(2) Algunas cecas celtibéricas como Oilaunikos y Areikoratas, presentan en el anverso la leyenda SOS, de significado desconocido.     
(3) Con  posterioridad a la aparición de este artículo, se ha publicado una monografía sobre esta ceca: Fernández Gómez, J., 2009, Arsaos, reflexiones históricas, geográficas y tipológicas en torno a unaceca indígena en territorio vascón. Col.lecció Instrumenta 32 (Univ. Barcelona): pp. 437-480. 



sábado, 1 de octubre de 2016

El delito de la falsificación de moneda.

El delito de la falsificación de moneda. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 61(1132) (Julio-Agosto, 2005): pp. 46-47.

Miguel Ibáñez Artica.

            Aparte de las “falsificaciones legales” comentadas en artículos anteriores, desde la Edad Antigua era frecuente que falsarios y delincuentes, fabricaran monedas con mayor o menor arte. Dicha actividad estaba severamente castigada con la pena capital, a pesar de lo cual contamos con numerosa documentación que nos ilustra acerca de dichas prácticas fraudulentas.

        Un método muy frecuente de falsificación utilizado para fabricar dirhams hispano-árabes y dineros cristianos (Figura 1), era el de acuñar las monedas en cobre, para luego recubrirlas de una pasta formada por una mezcla de mercurio y plata, después las monedas se colocaban en una especie de sartén y se introducían en un horno, el calor evaporaba el mercurio y tras proceder a una sencilla limpieza, el resultado era el de unas monedas más plateadas y brillantes que las auténticas. Afortunadamente esta técnica deja restos de mercurio en la fina capa de plata superficial, que pueden ser detectados mediante técnicas analíticas adecuadas (microscopía electrónica de barrido). El amalgamamiento con plata se comenzó a utilizar a partir del siglo segundo de nuestra Era en el Imperio Romano, y probablemente las numerosas falsificaciones de monedas realizadas en los siglos XI y XII bajo los monarcas Sancho Ramírez, Pedro I y Alfonso el Batallador, contarían con la colaboración y conocimientos de falsificadores musulmanes expertos en alquimia, que venían utilizando este método para fabricar dirhams falsos.


Figura 1.- Monedas hispanoárabes y aragonesas forradas con una amalgama de mercurio y plata (un 60% de plata y un 30-40% de mercurio).

            En ocasiones los falsificadores eran personas cultas, tal es el caso del juglar Guillermo Arnelier de Tolosa, autor del poema titulado “La guerra de Navarra” cuyo manuscrito se conserva en la Real Academia de la Historia de Madrid y que narra en forma detallada el conflicto desencadenado entre los diferentes barrios de Pamplona entre 1276-77 que terminó con la destrucción del burgo de la Navarrería. Este personaje fue ajusticiado unos años más tarde acusado de falsificar moneda. Curiosamente encontramos en Navarra otros ejemplos de literatos que terminaron como falsificadores (¡queda claro que la literatura generalmente no da para vivir!). En el s. XVIII el poeta euskaldún “Berdabio” (José Echagaray) compuso su obra en la cárcel de Pamplona, donde se encontraba por falsificar moneda, dieciochenos valencianos (Figura 2), y algo más tarde otro bertsolari Miguel Antonio Zugarramurdi, fallecería en prisión acusado del mismo delito.


Figura 2.- Dieciochenos valencianos. Estas monedas se introdujeron en Navarra en el siglo XVIII “por el mayor valor que tienen en este Reino que en el de Cataluña, Valencia y Aragón” (Real pragmática de 16 de mayo de 1737), llegándose incluso a falsificar en Leiza (Navarra) en 1747 mediante fundición en moldes.


            Volviendo a la Edad Media, en 1313 son ajusticiados dos hijos del juez de Salazar y tres personas más por el mismo delito, y en 1337 a dos caballeros que pernoctaban en Roncesvalles les sustraen 12 torneses blancos, sustituyéndolos por torneses falsos de estaño, cuando dichos caballeros llegan a San Juan de Pie de Puerto, descubren el engaño y lo denuncian a las autoridades, que consiguen aprehender al ladrón, Johan Sanchiz, quien reconoce el delito y afirma que sabe hacer moneda falsa, por lo que es ahorcado. Nuevamente encontramos referencias a detenciones por falsificación de moneda en 1340 y 1343, en este último caso es descubierto un platero de Pamplona que es encerrado en el castillo de Tudela y posteriormente trasladado a Estella.

            También se producían denuncias falsas, severamente reprimidas, tal es el caso del maestre Jacques Licras a quien se cortó la lengua y luego se ahorcó públicamente por haber acusado falsamente a Pedro de Lecumberri del delito de falsificar moneda.

            Los fraudes monetarios ilegales realizados durante el reinado de Carlos II de Navarra (1349-1387), afectan fundamentalmente a la moneda castellana, en relación con las falsificaciones realizadas en Aragón e introducidas por contrabandistas con el fin de desestabilizar la economía de los reinos enemigos, es decir como un método más de la guerra. En 1374 es apresado un  mozo castellano de Orduña al que se encontraron 4 doblas falsas de plata sobredorada y en el mismo año el justicia de Tudela viajó a Tarazona, para entrevistarse con el obispo con motivo de las falsificaciones que se realizaban en esta ciudad. La villa de Tarazona contaba con una larga tradición desde el siglo XIII, cuando los hermanos Pedro y Blasco Pérez, batían en el castillo de Trasmoz maravedís de cobre, que luego recubrían con una fina capa de oro y también manipulaban la moneda menuda, convirtiendo los pepiones en dineros burgaleses, duplicando así su valor.

            El caso más espectacular se produjo en 1362 cuando fue ajusticiado en Tudela el falsificador Martín Martínez de San Vicente, la documentación sobre esta sentencia nos rebela algunos macabros detalles: con una escolta de 9 hombres a caballo y 30 a pie, se preparó una caldera con agua que se puso a hervir, utilizando para ello 16 cargas de leña, luego se introdujo en ella al reo, que una vez “muerto y cocido” fue ahorcado públicamente, mientras dos personas arrojan sobre su cabeza los 350 maravedís castellanos falsos que se le habían incautado. Este Tipo de ajusticiamiento ejemplarizante donde el reo era sumergido vivo en agua o aceite hirviendo, sigue los patrones franceses, donde el culpable de falsificación era cocido en una marmita como escarmiento (Figura 3).



Figura 3.- Una escena similar a esta, representada en un manuscrito medieval francés,
tuvo lugar en 1362 en Tudela, cuando un acusado de falsificar moneda fue cocido vivo en público dentro de una marmita.

            La tradición de aplicar la pena capital al delito de falsificar moneda se ha mantenido hasta hace pocas fechas en numerosos estados, y en los primeros billetes de banco, elementos más fáciles de falsificar que las monedas, se incluía una advertencia al respecto (Figura 4) (1).


Figura 4.- Los primeros billetes informaban de que la falsificación de moneda se
castigaba con la pena de muerte.



(1) La última persona condenada a muerte en la hoguera de forma oficial en Inglaterra, fue Catherine Murphy, ajusticiada en 1789 en Londres por el delito de falsificar moneda.
   

Bibliografía:   
Ibáñez, M., G. Rosado & J.C. García, 1996.
Falsificaciones de Sancho V Ramírez de Pamplona y Aragón (1064-1094). Gac. Numism. 124: 25-34.

Lins P.A. & W.A. Oddy. 1975.
The origins of Mercury Gilding. J. Archaeol. Sci. 2: 365-373.






jueves, 15 de septiembre de 2016

Falsificaciones legales de moneda: las emisiones francesas de Carlos II de Navarra.

Falsificaciones legales de moneda: las emisiones francesas de Carlos II de Navarra. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 61(1131) (Junio, 2005): pp. 48-49.

Miguel Ibáñez Artica.


            El monarca navarro Carlos II “el Malo”, realizó varias emisiones en sus territorios de Normandía (condado de Evreux) imitando siempre los modelos que aparecían en las monedas reales francesas. La estrategia utilizada era la de fabricar monedas muy parecidas, pero con menor ley (tanto en las emisiones de oro como en las de plata), de forma que al intercambiarlas por las originales se obtenían buenos beneficios. Aunque en estas copias las leyendas que figuran hacen alusión al monarca navarro, el aspecto general de la moneda corresponde al de la pieza original francesa, a la que imita incluso al utilizar las abreviaturas, de forma que para una población en su mayor parte analfabeta, diferenciar las monedas acuñadas por Carlos II de las originales era una tarea difícil. De hecho, la mayor parte de estas copias han sido halladas en tesorillos de monedas de oro o plata, mezcladas con las piezas reales francesas a las que imitan.

            Entre los años 1351 y 1360 Carlos II fabricó numerosas imitaciones, conservando las imágenes originales de las monedas reales pero con leyendas alusivas al rey de Navarra. Paradójicamente, en las monedas emitidas en sus territorios de Normandía, no figura nunca su titulación como conde de Evreux, apareciendo únicamente como rey de Navarra. Será más tarde, cuando tras haber perdido sus posesiones en Francia, la moneda acuñada en Navarra (coronas de plata o parpallolas) presente su doble titulación de rey de Navarra y conde de Evreux. Este hecho pudo deberse a la intención que tenía en esos momentos Carlos II en recuperar sus posesiones francesas, actividad que inició en la primavera de 1378.

Se conocen dos emisiones del escudo de oro que imita la moneda real francesa acuñada por orden del 22 de septiembre de 1351, en una de ellas figura la leyenda “Navarre” y en la otra “Navarra”, se fabricaron entre esta fecha y 1355, cuando el escudo fue sustituido por el “mouton”. Unos años más tarde se acuñaron al menos otras dos variantes de reales de oro imitando la segunda emisión francesa del 15 de abril de 1359; en la primera aparece la leyenda “Krolvs” y en la segunda “K’olvs”. Estas monedas se hicieron entre abril de 1359 y diciembre de 1360 cuando el real fue sustituido por el “franco a caballo”.


Figura 1.- a: Escudo de oro de Carlos II de Navarra; b: Prototipo francés de Juan II; c.- Real de oro de Carlos II “el Malo”; d.- Prototipo francés de Juan II.

            Con respecto a las monedas de plata, encontramos varias imitaciones, el grueso con tres flores de lis (Figura 2a) que copia la moneda francesa acuñada entre junio y octubre de 1359, el grueso con estrella (Figura 2b), similar a las emisiones reales realizadas entre noviembre de 1359 y marzo de 1560, el grueso tornés flordelisado (Figura 2c) que copia la moneda real acuñada entre marzo y mayo de 1360, el grueso con corona (Figura 2d), inspirado en las fabricadas en Francia entre agosto y octubre de 1360 y el grueso blanco con flores de lis (Figura 2e) acuñado entre el 5 de diciembre de 1360 y el 14 de abril de 1361.


Figura 2.- Imitaciones francesas de Carlos II “el Malo”: a.- Grueso con tres lises, imitación de la emisión francesa de 1359 (a’); b.- Grueso de estrella, imitación de las emisiones francesas  de 1359-1360 (b’); c.- Grueso blanco de castillo flordelisado, imitación de la emisión francesa de 1360 (c’, c”); d.- Grueso banco con corona, imitación de la emisión francesa de 1360 (d’); e.- Grueso banco con flores de lis, imitación de las emisiones francesas  de 1360-1361 (e’); f.- Dinero parisino, imitación de las emisiones francesas  de 1343, 1355 y 1365 (f’); g.- Doble dinero parisino falso, recubierto de estaño.
Imitaciones francesas de Felipe de Longueville: h.- Grueso “con cola”, imitación de las emisiones francesas de 1355-56 (h’); i.- Blanca de castillo flordelisado, imitación de la emisión francesa de 1356.

            Además de estas imitaciones, se conocen otras dos a nombre de Felipe de Longueville, hermano de Carlos II, una blanca de castillo flordelisado (Figura 2i) que copia la moneda real emitida en enero de 1356 y un grueso “à la queue” (Figura 2h) inspirado en los acuñados entre 1348 y 1355. Estas monedas debieron fabricarse durante la estancia de Carlos II en prisión, entre abril de 1356 y noviembre de 1357, cuando su hermano Felipe se hizo cargo del gobierno de Evreux.

Por último encontramos imitaciones de moneda negra, es decir de poco valor como el dinero (Figura 2f) o el doble dinero parisino (Figura 2g), en este último caso se trata de una moneda doblemente falsa, por un lado, como las anteriormente reseñadas, copia servilmente los tipos de la moneda real francesa, pero además se trata de una falsificación en toda regla ya que está formada de un alma de cobre (un 97,5% de cobre, un 3,51% de estaño y un 0.78% de plomo), recubierta de dos finas láminas de estaño y sin ningún contenido en plata. Queda la duda de si esta moneda fue acuñada por orden del monarca o bien por alguno de sus seguidores, en unos turbulentos años donde el monarca navarro estuvo muy cerca de alzarse en el trono de Francia.

            Llama la atención la celeridad con que la ceca del monarca navarro en Evreux respondía a los cambios acaecidos en la moneda del rey de Francia. En esta época, sumido en la “guerra de los cien años”, el monarca galo necesitaba continuamente recursos, y una de las formas de obtenerlos era precisamente emitiendo nueva moneda con menor contenido en plata. Así, entre 1337 y 1360 se produjeron en Francia hasta 20 tipos diferentes de moneda, reduciéndose el contenido de metal precioso cada pocos meses (a veces semanas), de forma que con cada nueva emisión, se recogían las antiguas monedas en circulación y con ellas se fabricaba una cantidad mayor de piezas, simplemente añadiendo cobre. Además de esto en los territorios vecinos (Bretaña y Normandía) se fabricaban imitaciones de estas monedas todavía de peor calidad. Si bien estas copias estaban prohibidas en Francia, poco podía hacerse en la situación conflictiva en la que unas veces el rey navarro establecía alianzas con Inglaterra y en otras ayudaba a Francia. De hecho Juan II obtuvo una bula papal de excomunión contra los falsificadores de moneda y ordenó publicarla en septiembre de 1361, haciendo alusión expresa al caso de las monedas fabricadas en Normandía. Tras la incorporación de esta zona a la corona de Francia, continuó siendo la región con mayor número de falsificadores de moneda de todo el reino hasta bien avanzado el s. XV.


Bibliografía:

Ibáñez, M. (1995/6). Catálogo Numismático de Navarra II: Monetario del Museo de Navarra, Museo Arqueológico Nacional, Gabinete de Monedas y Medallas de París, Gabinete Numismático de Cataluña, Museo de la Casa de la Moneda, American Numismatic Society y colección Bergua. Carlos II (1349-1387). Trabajos de Arqueología Navarra 12: 175-234.

Moesgaard, J.C. (1999). Les émissions monétaires de Charles dit le Mauvais à Évreux (1351/56-1361). Revue Numismatique 6(154): pp. 231-265.



jueves, 1 de septiembre de 2016

Falsificaciones legales de moneda: las emisiones navarras de Carlos II “el Malo”.

Falsificaciones legales de moneda: las emisiones navarras de Carlos II “el Malo”. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 61(1130) (Mayo, 2005): pp. 52-53.

Miguel Ibáñez Artica.

En ocasiones, han sido precisamente los monarcas los que han cometido adulteraciones en sus propias monedas, con el fin de obtener beneficios en situaciones críticas como períodos de guerras o invasiones. Las denominadas  “monedas de necesidad” con menor calidad, pero igual valor nominal, dejaban unos sustanciales beneficios a la corona a cambio de provocar inflación e inestabilidad económica entre la población del reino.
Estas crisis monetarias se remontan a los primeros tiempos de las acuñaciones de los reinos hispanos, así por ejemplo desde las primeras emisiones de Sancho V Ramírez de Pamplona y Aragón, hasta las últimas de su hijo Pedro I “el Batallador”, la moneda se depreció (en contenido en plata y peso) un 77%, en tan sólo treinta años.
La fórmula de rebajar el contenido en plata de la moneda como medio de conseguir recursos en momentos difíciles era bien conocido en la Edad Media.  El tesorero de Navarra Guillermo Le Soterel redactó en 1340(1) un informe en el que se establecían los tipos monetarios que eran necesario para satisfacer las necesidades económicas del reino. Definía tres tipos principales, una moneda fuerte para aquellos que viven de las rentas, una moneda mediana, necesaria para el comercio y la burguesía y una tercera moneda débil o menuda para los que “viven del trabajo de su cuerpo”, es decir agricultores y asalariados. A estos tres tipos monetarios, Le Soterel, añade un cuarto: el que emiten los señores cuando están en guerra que pueden acuñar moneda tan débil como quieran, con el fin de poder pagar a las tropas, pero advirtiendo que al finalizar la guerra, la moneda deberá recuperar su calidad.


Figura 1.- Informe de Paulo Girardi sobre los tipos monetarios necesarios para el Reino (1340). (AGN caj. 24, nº 38 II).

Una década más tarde, bajo el reinado de Carlos II “el Malo”, se pondrá en práctica de forma continua, tanto en los territorios de Normandía dependientes del monarca navarro, como en el propio reino de Navarra, la bajada continua de la ley de la moneda con el fin de incrementar los beneficios de la corona (en lo que se denominaba “el provecho de la moneda”).
En Navarra, hacia 1350 el florín de oro había remplazado al escudo francés, que hasta esas fechas era la principal moneda fuerte utilizada. Al principio circuló el florín de Florencia que progresivamente fue sustituido por el de Aragón. Hacia 1356 Carlos II mandó fabricar florines de oro imitando los tipos florentinos y aragoneses, y según la documentación conservada (A.G.N., Caj. 13, n. 190) uno de estos florines navarros valía dos florines de Florencia o 17 libras de carlines prietos.


Figura 2.- a: Florín de oro de Florencia; b: Florín “falso” o de baja ley, acuñado en Pamplona por Carlos II “el Malo”; c: Florín falso de Florencia en cobre sobredorado.

El florín de Florencia era una prestigiosa moneda de oro puro (24 kilates) y 3,5 gramos de peso, que comenzó a acuñarse a mediados del s. XIII, convirtiéndose en la unidad monetaria por excelencia de toda la Europa medieval. Aprovechando esta circunstancia muchos reinos y señoríos acuñaron imitaciones o “adaptaciones” del florín. En un interesante documento sobre las monedas que circularon en el Principado de Cataluña, atribuido al cronista y archivero Pedro Miguel Carbonell (1434-1517), encontramos una valiosa referencia sobre los florines navarros de Carlos II, catalogados en el apartado de florines falsos (Conaxença de florins falsos): “flori Darago appellat de Navarra se coneix que de la part de la flor de lys diu Navarra ita dices é son axi mateix dits contrafets, val VIII sol.” Es decir que a pesar de los deseos del monarca navarro de que su florín valiese el doble del florentino, en realidad su cotización real era de tan sólo la mitad. Este es un claro ejemplo de las divergencias entre el poder político que emite la moneda, que lógicamente la define como “moneda legal” u “oficial” y el sistema económico que al final es quien decide considerarla como “moneda falsa”.

Figura 3.- Saint Palais y detalle de la “calle de la Moneda”, lugar donde se ubicó la ceca hasta tiempos modernos.

Algo similar ocurrió con el resto de las monedas, en 1351 la ceca de San Palais había comenzado a acuñar dineros torneses a nombre de Carlos II de Navarra, imitando los modelos franceses, llegándose a prohibir en 1352 la circulación de moneda de vellón extranjera, pero la calidad de la nueva moneda fabricada era tan mala, que en 1353 la documentación señala que “la moneda del dicto Seynnor Rey no ha corso fuera del dicto Reyno”, es decir las imitaciones de los dineros torneses que acuñó Carlos II con la denominación de “dineros carlines” eran tan malas, que no se admitían en otros lugares fuera de la propia Navarra. La progresiva degeneración de este tipo monetario queda patente si comparamos su equivalencia con el florín a comienzos del reinado, cuando valía doce sueldos de dineros carlines, mientras que en 1386 se cotizaba a 40 sueldos. 

Otra “adaptación” navarra fue la “corona” que imita fielmente a la “parpallola” emitida desde 1337 en el condado de Provenza. En 1377 se acuñan con valor de un sueldo (12 dineros) cada pieza, pero también esta moneda sufrirá una importante devaluación, bajando desde un 78,75% de contenido en plata en las primeras emisiones a solamente un 30% en las últimas.


Figura 2.- a: Grueso tornés navarro de Carlos II “el Malo”; b: Grueso tornés de Carlos IV de Francia y I de Navarra, emisión de febrero de 1322; c: Dinero tornés de Carlos II de Navarra; d: Dinero tornés de Felipe IV de Francia (1285-1314); e: “Parpallola” navarra de Carlos II; f: Sueldo coronado provenzal de Roberto de Anjou (1309-1343).

            También Carlos II acuña en Navarra gruesos torneses, imitando al principio los modelos franceses, pero los más abundantes son los emitidos a partir de 1380 en San Juan de Pie de Puerto, que sustituyen el típico esquema del castillo tornés por un busto frontal inspirado en las acuñaciones inglesas. De nuevo asistiremos a una caída en picado de la ley de la moneda que comienza con un 83,3% en plata para terminar con un 50% en 1386. El mismo monarca es consciente del quebranto producido en la moneda y en la orden de acuñación, se menciona el escándalo producido y la vergüenza que pasa el propio rey obligado a realizar tales emisiones. Gracias a esta devaluación, Carlos II obtenía en año y medio la nada despreciable cantidad de 30.000 libras de beneficios.


Figura 5.- Los gruesos de busto (a), emitidos en forma masiva durante  los últimos años del reinado de Carlos II de Navarra, resultan unas imitaciones híbridas, que copian los anversos de los gruesos torneses de Francia (a) y en su reverso, los anversos de los “croats” ingleses (b)


(1) Comptos Caj. 24, nº 38, I. Actualmente se considera al italiano Paulo Girardi como autor de dicho informe (Mugueta, 2004).

                         

viernes, 19 de agosto de 2016

"Premoneda" social en la Melanesia y Micronesia: un puente entre el pasado y el futuro.

“Premoneda” social en la Melanesia y Micronesia: un puente entre el pasado y el futuro. Artículo publicado en el 2007 en F.J. Antón Burgos (Editor): Tradiciones y nuevas realidades en Asia y el Pacífico. Asociación Española de Estudios del Pacífico, pp 97-105. 

Miguel Ibáñez Artica (Instituto Bidebieta, San Sebastián) & Mª Dolores San Millán Vergé (U.P.V. San Sebastián).

En abril del año 2006, los jefes del poblado de Ambanga (en la Isla de Ambae, Vanuatu), ante la amenaza de una inminente erupción, y como ofrenda de paz a los dioses “Kelevu” y “Tagaro”, arrojaron al lago formado en el cráter del volcán Manaro una valiosa esterilla roja y tres colmillos curvados de cerdo, elementos utilizados como moneda y símbolo de valor en la región. Esta información, publicada el 18 de abril en el “Vanuatu Daily Post” fue rápidamente criticada y rebatida unos pocos días más tarde (el 27 de abril) en el mismo medio de comunicación: “En mi opinión” -dice el comentarista, refiriéndose a la persona que ha realizado las declaraciones sobre la ceremonia- “debe guardar sus creencias para sí mismo y para sus niños y no cuestionar los principios cristianos sobre los que se ha fundado esta nación”.

Figura 1.- Volcán de Ambae y jefes de la zona con colgantes de colmillos curvados.

El ocho de junio del 2006, entre 150 y 200 líderes tolai se concentraron, clavando una lanza frente a las oficinas del gobierno en Vunadidir, como señal de protesta. Este enojo estaba motivado por una gran ofensa infringida a sus tradiciones: días antes, un conjunto de máscaras rituales “tubuan” habían sido mostradas en la capital de Papua-Nueva Guinea a una delegación de extranjeros de la Unión Europea(1). Como compensación, los líderes recibieron 300 brazas de moneda-concha (tambú) y a cambio, retiraron la lanza y regresaron a sus aldeas. (Información del Post-Courier, edición del fin de semana: 9 -11 Junio, 2006). Basta con seguir la prensa local de algunas zonas de la Melanesia y Micronesia para encontrar hoy en día referencias al uso de la “moneda primitiva” (“kastom moni”), que convive en mejor o peor armonía con la moderna (“bisnis moni”), emitida por la correspondiente autoridad estatal. Estas monedas tradicionales se han venido utilizando en la región desde la época precolonial, y se dieron a conocer a finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando se publicaron varios trabajos describiendo los diferentes tipos de monedas utilizadas en algunas islas del Pacífico Sur(2)


Figura 2.- Portada del periódico “Post Courier” de junio del 2006.

La moneda económica actual presenta diez funciones principales: 1.- unidad de cuenta; 2.- medida común del valor; 3.- medio de intercambio; 4.- medio de pago; 5.- estandar para el pago diferido; 6.- almacenamiento de valor; 7.- posesión de liquidez; 8.- marco del sistema de reparto del mercado (precios); 9.- factor causal en la economía, y 10.- elemento de control de la economía. Las seis primeras funciones son muy concretas, mientras las cuatro restantes son de tipo más general, y afectan al campo de la macroeconomía (Davies, 2002). En cuanto a las características que deben cumplir los objetos utilizados como moneda, pueden señalarse: que sean fácilmente reconocibles, útiles, portátiles, divisibles, indestructibles, de valor estable y homogéneos. Además de esta “moneda económica”, en culturas calificadas como “primitivas”, hallamos otros tipos, que presentan una función social distinta a la estrictamente económica, como “monedas” específicas para realizar obsequios, con reciprocidad como en el caso del Kula, o sin ella, como el Potlatch americano o la sal potásica entre los Baruya de Nueva Guinea; para el pago de dotes matrimoniales –dinero o “riqueza” de la novia-, como el “talipún” de las regiones de Boiken y Abelam, el “ot” de los Muyu de Irian Jaya en Papua o los “peniques kissi” de Sierra Leona;  para pago de multas y compensaciones por ofensas, heridas o incluso muerte –dinero de sangre-, indemnizaciones por adulterio y divorcio, etc...  Sin embargo, la especificidad de su uso, les acarrea una fuerte desventaja frente a la moderna “moneda económica”, de forma que cuando ésta surge en una determinada cultura (generalmente importada por otra sociedad más desarrollada) tiende a fagocitar y sustituir al resto de las “monedas” haciéndolas desaparecer(3).

            La teoría convencional generalmente aceptada por economistas y numismáticos, del “trueque” primitivo como antecesor directo de la “moneda económica”, es la principal causa de la interpretación que hacemos de este elemento en el contexto de nuestro sofisticado sistema económico, y sin embargo dicha teoría es en realidad un mito surgido en el s. XVIII (Servet, 2001). A través de la antropología se ha llegado a poseer una visión mucho más amplia acerca de la complejidad de funciones asociadas a la denominada “moneda primitiva”. 

La moneda es un “invento” relativamente reciente; en occidente su antigüedad se remonta al último cuarto del siglo VII a. C., y sin embargo el hombre venía comerciando desde hacía varios milenios, aparentemente sin utilizarla. Antes de su aparición se empleaban diferentes elementos entre los que podemos destacar los lingotes de metal, a veces con marcas que señalan su procedencia, pertenencia o controles de peso y calidad. Es precisamente a partir de unas “gotas” de electro (aleación de oro/plata) de donde surgieron las primeras monedas, convirtiéndose en un signo social, medida universal de valor y medio de compra garantizado. El salto entre “lingote premonetario” a “moneda” se produjo con la aparición del pensamiento racional en las comunidades políticas griegas (Parise, 2003; p. 63), y su éxito y rápida propagación, se debieron no sólo a su utilidad práctica como herramienta económica al servicio del poder establecido(4), sino a que también pudo actuar sicológicamente en la población como una droga (Lea & Webley, 2006).

            Las investigaciones antropológicas realizadas desde finales del siglo XIX por diferentes especialistas en lejanas zonas aisladas como la Melanesia, han permitido descubrir una gran variedad de formas y usos de “monedas”, que probablemente existieron también en otros lugares y culturas antes de que surgiera la “moneda económica”. En 1914, Mauss realizó una novedosa proposición sobre el concepto de “moneda”, señalando su carácter mágico-religioso en las sociedades primitivas de África, América y Oceanía, y frecuentemente encontramos un origen sagrado en las monedas-concha de las islas del Pacífico. Por ejemplo, según la tradición, las monedas “ndap” y “nkö” de las islas Rosell fueron fabricadas en lugares sagrados por un dios, y mientras las primeras son objetos personalizados con su propio nombre e historia y sólo pueden ser poseídas por los jefes, las segundas pueden pertenecer a las mujeres (Armstrong, 1924).  Recientemente, numerosos autores han profundizado sobre el carácter sacro de estas monedas primitivas (Weiner, 1985, 1992; Godelier, 1996, Werner & Bell, 2004), de forma que podemos identificar tres familias de objetos “premonetarios”, los sagrados (intransferibles, donados originariamente por los dioses, no circulan), los preciosos (de carácter ceremonial y circulación especial, pueden ser donados en ciertos casos como en matrimonios, deudas de sangre…) y los comunes o profanos (que sirven como moneda de uso cotidiano asumiendo una función económica)(5). En ocasiones estos tres elemento se imbrican, entre sí, y un buen ejemplo lo encontramos en Nueva Caledonia, donde las “monedas concha” se conservaban en un cesto denominado “cabeza del antepasado”. Estas monedas, unidas por un gancho al cesto, formaban el “cuerpo” que recibía la “vida” de la “cabeza”. Mientras cestos y ganchos eran conservados como objetos sagrados por los jefes, las ristras de conchas circulaban como moneda común (Leenhardt, 1930, citado en Godelier, 1998). Ocasionalmente encontramos que algunos elementos rituales pasan a la esfera comercial,  como por ejemplo los “mwali” o “soulava” que salen del circuito del Kula y sirven para adquirir canoas o posesiones valiosas; también se puede dar el cambio en sentido inverso, y un curioso ejemplo lo encontramos en las  islas Rossel: la familia “ndap” de monedas concha, anteriormente mencionada, se divide a su vez en 22 tipos distintos, entre ellos, los cuatro valores más altos se utilizaban tradicionalmente como compensación a los familiares de las víctimas de canibalismo, pero al desaparecer esta práctica, también ha cambiado el papel de estos cuatro tipos de moneda concha, que actualmente han pasado a la categoría de “objetos intransferibles” (Liep, 1999).

            La sacralización de los objetos valiosos es un mecanismo que permite reforzar la jerarquización social, ya que las monedas no sirven únicamente para adquirir bienes o servicios, también permiten a su poseedor disponer de un elevado status social. Tal como se ha podido estudiar en las Islas Salomón, las monedas concha se consolidaron sinérgicamente con la aparición de una sociedad más jerarquizada, los objetos de valor (las monedas-concha) fueron sacralizados y su posesión por los jefes incrementó su autoridad, actuando como catalizadoras en la expansión de las formas de intercambio en la sociedad (Aswani & Sheppard, 2003). Podemos encontrar ciertos paralelismo en la antigua Grecia, donde también se producía una clara diferenciación entre los objetos valiosos adquiridos o “riqueza móvil” (probasis) y aquellos que debían conservarse en casa (keimelia). Como en los soulava y mwali del anillo del Kula en la actualidad(6), los keimelion tenían su propia historia, iban unidos a su poseedor y al pasar de mano en mano acrecentaban su valor (Parise, 2003). Queda por determinar si en la antigua Grecia la “medida del valor” (como precursora de la moneda) en realidad tuvo un origen sacro y no comercial, o como sugiere Parise (op.cit.) “las cosas no adquirían su valor por usarse en el ámbito religioso, sino que los objetos más valiosos se consagraban precisamente por ser preciosos”.

Elementos utilizados con fines monetarios en la Melanesia y Micronesia.

            Dentro de los diversos materiales utilizados con fines monetarios a lo largo del espacio y del tiempo, podemos diferenciar dos grandes grupos o familias, en primer lugar los que son (o derivan) de objetos o elementos de utilidad práctica, como los “utensilios-herramientas-armas”, lingotes metálicos, o materiales fungibles como alimentos, sal, ganado, te, tabaco, tejidos (raffia, algodón, paños de corteza, etc...). En un segundo grupo podemos incluir los elementos ornamentales con un importante valor simbólico añadido, como diferentes tipos de joyas y adornos. Resulta difícil establecer cuál de estas dos categorías fue la primera en utilizarse con fines premonetales, parecería lógico pensar que fueron los elementos indispensables para la supervivencia los más valorados en un principio, pero es muy probable que los objetos ornamentales, dotados de un poder simbólico/mágico, surgieran en época muy temprana como objetos de valor, susceptibles de ser utilizados como moneda de cambio. Dentro de este grupo de “objetos-adorno”, podemos encontrar a lo largo de los cinco continentes numerosas premonedas, los más antiguos documentados son las pequeñas conchas de caurís (Cypraea moneta y C. annulus) ya utilizadas en China durante la primera dinastía histórica (Shang, s. XVIII-XIII a. C.)(7), ampliamente utilizadas en época moderna para la adquisición de esclavos en la costa occidental africana (Hogendorn & Jhonson, 1985), y que en la actualidad permanecen como monedas comunes, cosidas en largas cintas como el “jetac” o “yerak” entre los Dani de la provincia de Irian Jaya en Papua.


            Con respecto a la Melanesia y Micronesia, aún hoy en día encontramos en estas regiones una de las mayores diversidades culturales del Planeta(8). La razón esta gran diversidad se debe fundamentalmente a la existencia de numerosas barreras para las comunicaciones humanas (islas, densas selvas, pantanos y caudalosos ríos), al igual que ocurre con la evolución biológica y la biodiversidad, la evolución cultural en estos ambientes aislados ha favorecido el desarrollo de un mosaico de culturas diferenciadas. Esta “patchines” cultural se traduce también en los elementos utilizados como moneda, desde los enormes discos de aragonito con varias toneladas de peso de la isla de Yap(9), hasta las delicadas monedas-pluma de Santa Cruz (en las Islas Salomón), fabricadas con el plumón rojo de una pequeña ave del bosque tropical (Myzomela cardinalis), plumas de pichón gris (Ducula pacifica) y como pegamento, la savia mucilaginosa del árbol Broussonetia papyrifera.

Figura 3.- “Monedas” de piedra de la isla de Yap, representadas en una antigua tarjeta de propaganda comercial alemana.

La premoneda como elemento estructurador de la sociedad.

Dentro de esta enorme diversidad destacaremos cuatro ejemplos de “monedas primitivas” que siguen plenamente vigentes en la actualidad. En primer lugar citaremos uno de los casos más significativos, el “tambu” o “diwarra” empleado por el pueblo Tolai, de la provincia de Nueva Bretaña en Papúa-Nueva Guinea (Braun, 2003). Se trata de sartas de pequeños caracolillos Nassarius camelus (v. Martens, 1897) atravesados en una larga varilla, que se mide en brazas (183 cm.), a su vez divisible en pequeños fragmentos con 10-12 conchas. Cada braza contiene unos 300 caracolillos y tiene un valor aproximado de unas 3.5 kinas (aproximadamente un dólar americano). El 13 de febrero del año 2002, se restableció en Rabaul un centro de cambio oficial denominado “A Pal na Tabu” (Casa de la moneda-concha), autorizado oficialmente por el gobierno de la provincia de Nueva Bretaña del Este (Papúa), con una conversión de 1 braza de moneda-concha = 4 kinas. Se trata pues, de una moneda-concha “oficial” y reconocida por el Estado como tal. En la actualidad “circulan” como moneda más de seiscientos millones de caracolillos en la provincia de Nueva Bretaña del Este (Ibáñez, 2004). El “tambu” no sólo funciona como una verdadera moneda económica, también es utilizada con otros fines sociales como restablecer la paz tras una disputa, y se acumula en largas ristras circulares (loloi) para ser troceado y distribuido en determinadas ceremonias, como en los funerales(10) (Emst, 1954, Epstein, 1979). Tampoco esta “moneda-concha” se libra de las falsificaciones: con conchas muy parecidas de la especie Nasarius fraudulentus (Marrat, 1877), ensartadas de la misma forma que el “diwarra”, se fabrica el “eddi” o falso diwarra (Quiggin, 1949). Esta moneda sigue utilizándose como medio de circulación universal entre los Tolai, funcionando a corto plazo como elemento de pago en mercados y transacciones comerciales, y como instrumento de integración social a largo plazo (regalos, multas o compensaciones como el “kamara”,  ceremonias, etc...). A pesar de las numerosas restricciones a su uso (en 1900 los alemanes prohibieron la utilización de monedas-concha entre nativos y europeos), e imposiciones (los japoneses introdujeron de forma obligatoria su moneda durante la segunda Guerra Mundial, y posteriormente los australianos hicieron lo mismo), el “tambu” se ha mantenido posibilitando el estatus y reproducción de las relaciones sociales matrilineales (Foster, 1999)(11).

Figura 4.- A la izquierda, antiguo grabado del s. XIX mostrando un jefe difunto honrado por el pueblo, detrás, los aros de “loloi” o “moneda concha”. A la derecha, en la parte superior, exhibición de “tambu” a comienzos del siglo veinte, en la inferior, la misma ceremonia a comienzos del siglo XXI.

         El segundo ejemplo de “moneda-social”  es el “vaygu’a” de las Islas Trobriand  (Papúa-Nueva Guinea) utilizado en lo que se conoce como el “anillo del Kula”. Aunque ya existían trabajos antropológicos sobre la “moneda primitiva” utilizada en pueblos considerados como “salvajes”, fueron los estudios de Malinowsky (1920, 1921, 1922) quienes pusieron en evidencia la complejidad de los sistemas sociales y económicos donde se utilizaba dicha moneda, y a partir de ese momento los términos  “salvaje” y “primitivo” se relativizaron en la bibliografía antropológica. Ente otras costumbres, Malinowsky describió la ceremonia del Kula,  donde se produce un intercambio ritual entre dos tipos de objetos principales (vaygu’a), por un lado brazaletes denominados “mwali”, fabricados con la concha del caracol marino Conus leopardus (Röding, 1798) con adornos complementarios de caracoles porcelana de la especie Ovula ovum (L. 1758), y por otro, collares “soulava” elaborados con conchas del lamelibranquio Chama pacifica (Broderip, 1834)(12). Este complejo ritual de intercambio de regalos entre islas distanciadas, vertebra un complejo sistema de relaciones sociales y económicas, donde además de los dos tipos principales mencionados, se utilizan diversos objetos como monedas. A pesar de los pronósticos que vaticinaban su desaparición, la ceremonia del “Anillo del Kula” se conserva vigente en la islas Trobriand con algunas diferencias respecto a lo descrito por Malinowsky, como la utilización de embarcaciones con motor o la participación de las mujeres, antaño vetada. (Leach, 1983; Malnic, 1998; Campbell, 2002, Kuhling, 2003)(13).


Figura 5.- “Monedas” del “Anillo del Kula”.

            Un tercer ejemplo de utilización de monedas-concha, lo encontramos en la isla de Malaita (Islas Salomón), donde se usan ristras y collares de cuentas de conchas de colores de distintas formas y tamaños, siendo su fabricación competencia exclusiva de las mujeres, a partir de cuatro tipos diferentes de moluscos lamelibranquios(14). El pueblo Langalanga, en la costa norocidental, es el encargado actualmente de recoger las conchas y fabricar los diferentes tipos de “collares” que servirán como moneda para ellos mismos y para otras tribus de la zona. También en este caso las funciones de estas monedas-concha rebasan su papel estrictamente económico. La denominada “isae galia”, de color blanco, se utiliza exclusivamente para regalos de boda como “dinero de la novia”, pero existen otros muchos tipos de collares que reciben la denominación genérica de “akwala afu”, desde el más valioso “maifuo”, donde las hileras de sartas de diferentes colores se combinan de forma determinada, hasta los más modestos “gwae-uruuru” o “buigao”. En ocasiones se combinan las conchas con dientes de delfín para elaborar sofisticadas monedas locales(15). Esta utilización de dientes como moneda la encontramos mencionada en el informe elaborado por Hernán Gallego, piloto mayor de la expedición de Álvaro de Mendaña, al visitar la Isla San Jorge (al  sur de Santa Isabel en las Islas Salomón) en la primavera de 1568 (publicado por Zaragoza, 1876, p. 6), donde indica:
Viéronse en esta isla algunas perlas, y los indios no hacían mucho caso de ellas, dábanlas todas por el rescate de una canoa que se les había tomado, también trujeron unos dientes que parecieron ser de algún grande animal, estimábanlos en mucho, y decían que los tomasen y volviesen su canoa.”

            Las monedas valiosas se utilizan fundamentalmente para resolver conflictos intertribales y las restantes son empleadas en el comercio con los pueblos vecinos. Recientemente se han analizado las relaciones entre el dinero oficial, los billetes de dólares de las Salomón (en los que se representa una imagen de la fabricación de las monedas tradicionales), y las monedas-concha. Generalmente se utilizan los dos tipos, pero en ámbitos diferentes, así mientras la moneda oficial es empleada para las compras cotidianas, la tradicional se reserva para los pagos ceremoniales (bodas, funerales, resarcimiento de delitos, etc…). Mientras las poblaciones paganas de las zonas montañosas siguen utilizando casi exclusivamente las monedas-concha, las poblaciones más cristianizadas de la costa, habían abandonado progresivamente su uso debido a la influencia de los misioneros (católicos, evangelistas y adventistas) contrarios a las creencias religiosas –como el origen divino de la moneda tradicional- de los nativos, sin embargo, recientemente, incluso las comunidades cristianas están recuperando el uso ritual de la moneda-concha (kofu). Este Kofu en la actualidad presenta una cantidad enorme de denominaciones y valores, desde pequeñas ristras de poco más de un centímetro de longitud hasta cordones de varios metros; las piezas menos valiosas se utilizan para las adquisiciones cotidianas en el mercado, mientras las mayores se reservan para las ceremonias públicas como bodas y especialmente funerales. Algunos pueblos como los Kwaio, al utilizar casi exclusivamente la moneda concha tradicional, presumen de tener una independencia económica real respecto al gobierno de las Islas Salomón (Akin, 1999)(16).

Figura 6.- Moneda concha denominada “tafuliae”.

            Para finalizar podemos comentar la utilización que actualmente se hace de la moneda tradicional en el estado de Vanuatu, conocido antes de su independencia en 1980 como el archipiélago de Nuevas Hébridas, y descubierto por el navegante Pedro Fernandez de Quirós entre 1605 y 1606. Precisamente el primer dato referente a la utilización de los colmillos de cerdo circulares, característicos de estas islas, data del 28 de abril de 1606, tal como figura en el diario de navegación de Gaspar González de Leza, piloto mayor de la expedición de Quirós: “Traia este indio en vn brazo vn gran diente de jauali por manilla” (17).

.           Este país de la Melanesia conserva excepcionalmente una serie de costumbres y tradiciones ancestrales, entre las que figura la utilización de diversos elementos como moneda y símbolo de poder. Uno de los más valiosos es el colmillo circular de cerdo intersexual, que incluso llega a figurar en la bandera nacional. El escudo de la república, creado tras su independencia, que aparece en los anversos de las monedas,  presenta la figura de un jefe de Vanuatu provisto de una serie de elementos simbólicos, como brazaletes de concha usados como moneda, indicando su papel de organizador de los intercambios económicos y distribuidor de servicios, bienes y recursos, mientras el colmillo circular de cerdo simboliza unidad, riqueza, prosperidad y su autoridad. La esterilla representa la importancia de la agricultura y el papel de la mujer en la economía agrícola de la región. Estos son precisamente los tres tipos de moneda tradicional utilizados en las islas: los cerdos y sus colmillos curvados, las monedas-concha y las esterillas rojas. Uno de los principales elementos que cumplen una función monetaria en esta región, es el cerdo intersexual y especialmente sus colmillos. Este tipo de animales pertenece a la denominada especie “Sus papuensis”, que en realidad es un híbrido de la especie autóctona (Sus celebensis) y el cerdo europeo (Sus scrofa)(18). A los dos años de edad, se les extraen los caninos superiores, de forma que los inferiores puedan crecer sin limitaciones, creando un círculo completo a los 7-8 años, y tras 12-14 años de cuidados pueden llegar incluso a formar un doble círculo. Disponer de este tipo de colmillos (estado “Nimangki”) confiere autoridad a su poseedor, siendo el colmillo curvado de un cerdo intersexual el elemento más valioso en el marco social de las poblaciones de Vanuatu(19). Además de los cerdos intersexuales y los colmillos circulares, en algunas zonas, como en la mencionada isla de Ambae, se utilizan también como moneda unas esteras elaboradas con fibras sacadas de las hojas de un pequeño árbol, “Pandarus tectorius”, mientras el pigmento rojo utilizado se obtiene de la planta llamada “lapwe” (“Ventilago neocaledonica”), tinte que se estampa en la estera con ayuda de una madera tallada. Un tercer tipo de moneda utilizado actualmente en las pequeñas islas del norte y en menor proporción al norte de la isla Pentecostés son el “som” y el “homu”, cuentas de collar realizadas con conchas.


Figura 7.- Mercado de esterillas en Ambae, Vanuatu.
 http://www.tranquillity.net/Vanuatu/basketmaking.jpg

            Las autoridades de Vanuatu promueven el desarrollo y utilización de las “monedas tradicionales” como elementos fundamentales para el desarrollo de las pequeñas poblaciones, incluso proponen la creación para el año 2008, de “bancos” de cerdos, usados como moneda. Igualmente se ha propuesto la declaración del año 2007, como año de la “moneda tradicional” (Kastom mane) (Anónimo, 2005).

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Notas pie de página:
(1) “Tubuan” es una máscara femenina que representa a un antepasado, y de la que “nacen” numerosas máscaras masculinas de forma cónica, denominadas “Dukduk”. Este nacimiento simbólico da lugar al inicio de la ceremonia festiva el “DukDuk”, donde los nuevos miembros son iniciados en las costumbres y leyes de la sociedad.
(2) Danks, 1888, en Nueva Bretaña; Stearn, 1889, con su estudio pionero de Etno-Malacología; Woodford, 1908, en la Isla de Malaita; Malinowsky, 1920, 1921, 1922, en las islas Trobriand de Papua-Nueva Guinea; Armstrong,1924, en las islas Rossel y Lewis, 1929, con su recopilación de “monedas-concha” de los principales museos.
(3) Un buen ejemplo de la evolución experimentada en la moneda tradicional, con la evolución hacia un sistema capitalista de la “moneda concha” se ha dado entre los Muyu de Irian Jaya a mediados del s. XX, a través de  cuatro etapas sucesivas: 1.- apreciación de la moneda tradicional, el “ot”; 2.- apreciación de los objetos occidentales, especialmente hachas y cuchillos; 3.- aceptación de la moneda occidental, y 4.- esfuerzos por internalizar la forma de vida occidental (Schoorl, 1976).
(4) En la antigua Grecia ya existían importantes depósitos de metales preciosos en los templos desde el s. VIII a.C., y la plata estaba institucionalizada como medio de pago (Seaford, 2004). Este hecho y la existencia previa  de elementos premonetales de forma y tamaño (peso) estandarizados por la comunidad, como los asadores de hierro (obelos), que en grupos de seis recibían el nombre de “dracma”, propiciaron la rápida difusión de la moneda, que incluso recibió la misma denominación utilizada para los mencionados elementos premonetales: óbolos y dracmas.
(5) Encontramos numerosos ejemplos de esta división de funciones en las monedas-concha, en la sociedad Tangan (Nueva Irlanda central) se utilizan discos de concha en los ritos funerarios, pagos matrimoniales y compras. Estos  discos, denominados Tintol son anillos fabricados a partir de la concha gigante tridacna y reciben el nombre genérico de am fat. No se fabrican en cantidades desde 1985, y un disco requiere aproximadamente seis meses de trabajo. El tipo más común lleva un surco inciso en el borde exterior, con un tamaño medio de 10 cm. de diámetro. La variedad más grande llamado waratang no circula nunca (Foster, 1990). 
(6) Alguien que llega a poseer en el Kula una pieza famosa, puede retenerla en su poder 10, 15 o incluso 30 años antes de reincorporarla al circuito del Kula. Las conchas se jerarquizan según estándares explícitos en función del peso, circunferencia, longitud y edad. Solamente algunos brazaletes y collares alcanzan el nivel más alto y llevan nombres individuales (como las joyas importantes en el mundo occidental).
(7) El caurí en China es el símbolo por excelencia de la riqueza, y la letra que lo representa (bei) aparece en numerosos caracteres relacionados con el concepto “valioso” (p. ej. en las palabras riqueza, tributo, precioso, recompensa, etc…). A finales del período Shang la gran demanda de caurís hizo que se fabricaran en diferentes materiales como jade, con otras conchas recortadas para darles apariencia de caurís, en piedra, hueso, madera y bronce. De hecho se considera estos caurís de bronce como las primeras monedas metálicas conocidas (Thierry, 1986). Además de estas “monedas económicas”, ya en esta temprana época se fabricaban imitaciones en arcilla, con la finalidad de depositarlas en enterramientos, constituyendo el precedente más antiguo del “dinero de los muertos” o los “billetes del infierno”, utilizados aún hoy en día en los funerales budistas.
(8) Tomando como referencia la riqueza lingüística, en la actualidad existen en Vanuatu, con unos 200.000 habitantes, 109 idiomas locales diferentes, en las Islas Salomón, con poco más de medio millón de habitantes, encontramos 120 lenguas, mientras en Papua-Nueva Guinea con cinco millones y medio de habitantes se hablan 715 lenguas locales.
(9) Estos discos, que se fabricaron hasta 1931, han sido utilizados más como símbolo de riqueza que como moneda de uso comercial. Para este menester se emplean en la actualidad (año 2003) hasta 15 tipos diferentes de “monedas tradicionales”, entre las que destacan las monedas-concha (gau, thaue, yar y anu), de piedra (rai), y unas esterillas de fibra de coco denominadas “lavalava” (Opitz, 2004).
(10) Esta moneda originalmente recibía el nombre de “tambu” en la provincia de Nueva Bretaña y de “diwarra” en Nueva Irlanda (Danks, 1888). Tras la introducción de la moneda occidental, la cantidad de tambú en circulación ha sido controlada  por los líderes locales, y la principal finalidad de su atesoramiento es su distribución tras la muerte del individuo que las ha acumulado durante su vida (Connell, 1977;.Clark, 1995). Actualmente se utilizan diez unidades monetarias de tambú, desde la más pequeña, el “taptikai” con unas 10 a 12 conchas, que equivale a unos dos céntimos de euro, hasta la más valiosa “tana”, de cinco mil brazas de longitud, con 1.200.000 caracolillos, y con un valor equivalente a 3.500 euros (DeMeulenaere, 2006)..
(11) La recolección de los caracolillos utilizados para la confección del “tambu”, tiene lugar en otro lugar, en el lago Roviana, (Nueva Georgia, Islas Salomón), donde constituye una importante actividad económica de los habitantes del poblado de Olive (Aswani, 2000, 2002) que venden su producción a sus vecinos Tolai de Papua.
(12) Malinowsky, interpretó la especie como “Spondylus”, y de esta forma se ha mantenido en algunos trabajos posteriores.
(13) Las principales monedas del Kula, también constituyen “unidad de cuenta”, “medida de valor”,  y “medio de intercambio”. La diferencia, es que en realidad lo que miden o cuentan es la cantidad de reputación personal de quien realiza el obsequio. Se ha llegado a interpretar la ceremonia del Kula, como un “intercambio agonístico” homérico, donde la posición social de un aristócrata dependía tanto de su ascendencia como de su habilidad y éxito en los “intercambios agonísticos”, única forma de elevar su autoridad entre sus semejantes (Weiner, 1992).   
(14) Chama pacifica, llamada en idioma nativo ”romu”, de donde se obtienen las cuentas más apreciadas de color rojo; Beguina semiorbiculata, de coloración marrón o púrpura, denominada “ke’e”; Anadara granosa o “kakandu” con las que se fabrican las cuentas de color blanco, y por último Atrina vexillum  o “kurila” de color negro.
(15) En Malaita hay cinco poblaciones especializadas en la captura de delfines para la obtención de sus dientes como moneda, con una producción anual de unos 100.000 dientes (Takekawa, 2000).
(16) Además de estos collares usados como moneda tradicional en Malaita, los objetos utilizados generalmente como moneda en las islas Salomón, son aros elaborados con conchas, generalmente de la especie “Tridacna gigas”. El nombre genérico que reciben estos anillos es “Poata”, aunque también se les asigna localmente variadas denominaciones como “kiha” o “Hata ‘imu”. El más valioso se denomina “Bakia” y va adornado con fibras vegetales y semillas, lo utilizan como colgante los jefes y se empleaba tan sólo para grandes adquisiciones de tierras y alimentos, y también para solucionar problemas entre diferentes tribus o familias enfrentadas. Un “poata” de gran tamaño se denomina “umbu”, y cuando el contorno externo es irregular recibe el nombre de “mbarake”, por contra los finos aros de Trochus o Conus se denominan “Hinuili” y sirven en pequeñas transacciones, también se han encontrado en enterramientos rituales en la isla de Vella Lavella (Sheppard & Walter, 2005).  Con varios hinuili se elaboraban objetos sagrados como el “serubule” con propiedades mágicas (Sheppard et al., 1998), o monedas complejas como el “Virivirikana”, moneda concha utilizada para hacer la paz. Otra moneda-concha característica es la “kesa” de la isla Choiseul, formada por un cilindro de paredes muy finas de tridacna fosilizada. Todavía en la actualidad puede encontrarse este tipo de moneda, utilizada históricamente como “precio de la novia”, compensaciones por muertes u ofensas, ceremonias de alianzas etc... El arte tradicional de la fabricación de estas monedas se concentra en Nuatabu, al este de la isla (Anónimo, 2001).
(17) Relación verdadera del viaje y suceso que hizo el Capitán Pedro Fernández de Quirós por orden de su majestad a la tierra Austral e incógnita. Por Gaspar González de Leza, piloto maior de la dicha armada. Año de 1605. Biblioteca Nacional de Madrid,  Sección Manuscritos. S. XVI. 3211.
(18) Un cierto porcentaje de los machos nacidos (hasta un 20%) no llegan a desarrollar los caracteres sexuales masculinos, convirtiéndose en machos seudohermafroditas (técnicamente intersexuales), que son los animales más codiciados, utilizados como símbolo de valor y como moneda.


(19) En los préstamos realizados, se aplica un tipo de interés muy lógico, que se determina por la tasa de crecimiento de los colmillos del cerdo durante el tiempo que éste ha sido prestado (Emst, 1954).