1.-
Moneda primitiva y teoría monetaria.
1.1.- Notas
sobre ecología monetaria.
(Enero, 2003) Eco Filat. y Numism. 59(1104): 46-47.
Antes de la
invención de la moneda metálica, con la que estamos familiarizados, y que
cumple una función estrictamente económica, existieron otros tipos de moneda
(que todavía se utilizan en algunas regiones del mundo) que servían para
mantener y desarrollar la reproducción social. Estas monedas “no económicas” se
utilizaban en determinadas ocasiones y con una finalidad concreta, como en las
dotes matrimoniales (“dinero de la novia”), resarcimiento por agresiones
(“dinero de sangre”), regalos rituales, ya implicaran reciprocidad o no (el
“potlatch” de los indios americanos o el ”soulava” y el “mwali” entre los
melanesios) etc... Estas monedas son objetos cargados de valor simbólico, que
suavizan las relaciones sociales entre diferentes poblaciones, convirtiendo la
“hostilidad” en “hospitalidad” y la “competencia” en “cooperación”, cumpliendo
un importante papel ecológico, dentro de las relaciones intra-específicas, en
la especie humana.
Con el tiempo, se ha
impuesto la “moneda económica” o dinero (palabra derivada de la unidad
monetaria romana “denario”) que ha sustituido a los restantes tipos de moneda
apropiándose de sus funciones. Desde Asia Menor, la moneda metálica se expandió
rápidamente por toda el área meditarránea a partir del siglo VIII antes de
nuestra Era, convirtiéndose en un instrumento fundamental en el proceso de
expansión y conquistas, realizadas primero por Alejandro Magno y más tarde por
el Imperio Romano, el Imperio Carolingio, el Musulmán, etc... La moneda
económica convencional (siclos fenicios y cartagineses, dracmas griegos, ases,
sextercios y denarios romanos, dirhems y dinares musulmanes, dineros
carolingios...) constituía un instrumento de primera magnitud en la estrategia
fiscal del poder establecido, mientras que al mismo tiempo favorecía también el
desarrollo comercial. Por todo ello, no resulta extraño el rápido éxito de su
implantación allí donde ejercía su autoridad o influencia un gran imperio o un
estado poderoso.
Los otros tipos de
moneda (no comercial), fueron quedando relegados a las regiones más ignotas del
Globo, pero todavía en algunos recónditos rincones, siguen utilizándose en
forma cotidiana (como el “tambú” de conchas de los pueblos Tolai, las “monedas
concha” de las islas Trobriand o las “kinas” utilizadas en la ceremonia del
Moka en las zonas altas de Papua).
Sin embargo en los
últimos años hemos vivido, sin darnos cuenta, una de las más importantes revoluciones
que ha experimentado la moneda a lo largo de su historia. Se trata de la
repentina aparición de la “moneda electrónica” o “moneda información”. Si
calculamos los millones de dólares (u otros tipos de moneda) que durante 24
horas cambian de manos en el comercio mundial, nos damos cuenta de que juntando
todo el dinero acuñado o impreso (es decir todas las monedas y billetes en
circulación que existen en los diferentes países del Planeta), apenas si
supondrían un pequeño porcentaje de lo que circula cotidianamente. ¿Dónde está
el resto del dinero?, pues no existe físicamente, es decir no tiene un soporte
material en billetes o monedas, sino un soporte electrónico (información) en los microchips de las tarjetas de crédito
o de los sistemas informáticos de los bancos. La tradicional moneda metálica,
tiene también un fuerte componente simbólico y convencional, aunque esté hecha de oro y plata, pero nunca como en
el momento actual ha existido tanta fe en el Mundo (tal como nos señala el
catecismo, fe es creer en lo que no se ve). De forma que paradójicamente, allí
donde las creencias religiosas están retrocediendo, es donde más fe existe (en
el dinero).
El comercio
electrónico se extiende con gran velocidad por todo el Planeta y hoy, a través
de numerosas empresas (como Paypal que cuenta con más de veinte millones de
usuarios en todo el mundo), puede realizarse un pago o cobrar una cantidad,
desde un recóndito pueblo extremeño a una casa comercial de Singapur o Nueva Zelanda en décimas de segundo, ya que este “dinero” puede viajar casi a la
velocidad de la luz.
Esta es una de las
ventajas/inconvenientes de la
Globalización , fenómeno que aunque a primera vista parece
positivo y simboliza un progreso de la humanidad, cumple, tal como ocurre en la
naturaleza, y en general en todos los sistemas (especialmente en el sistema
ecológico o ecosistema y en el sistema económico) el famoso principio de “San
Mateo”: el que más tiene (dinero, recursos, información, poder...) tendrá cada
vez mas, a costa del que menos tiene que cada vez tendrá menos (basado en una
parábola del Evangelio de San Mateo).
No resultan
sorprendentes las afinidades entre Ecología y Economía, palabras casi
sinónimas. Antes que se inventara la palabra “ecología” (Haeckel, 1869), se
utilizaba el concepto de “Economía de la Naturaleza ” (Linneo, s. XVIII).
Han pasado más
de cinco milenios entre las primitivas conchas de caurí utilizadas como moneda
en China y el dinero virtual, almacenado en las tarjetas de crédito y en los
sistemas informáticos.
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Centrándonos
nuevamente en el papel que tiene el dinero en la “riqueza económica” de una
sociedad, esta riqueza no depende solamente de la cantidad de dinero existente,
el dinero debe circular, y cuanto más rápidamente lo haga, mejor. El
crecimiento económico implica una mayor producción de bienes y servicios, con
un mayor y más rápido flujo del dinero y esto puede hacerse gracias a una
subvención energética (combustibles fósiles) que permite acelerar el sistema.
Por otra parte también se ha conseguido aumentar al máximo la movilidad del
dinero y su velocidad de desplazamiento. Los sistemas naturales en definitiva
están constituidos por un ciclo de materiales y mantienen y desarrollan sus
estructuras internas, gracias a un continuo flujo de energía exterior (la luz
del sol). También en el sistema económico las estructuras se mantienen gracias
a un “flujo de dinero”, que circula en dirección opuesta al de bienes y
servicios. Vemos curiosamente como este “dinero económico”, inventado hace 28
siglos por los banqueros Jonios, en forma de pequeñas monedas de “electron”,
y que en un principio estaba constituido sólo por materia (átomos de oro y
plata), en la actualidad es energía casi en estado puro, transmitida de un
lugar a otro, ahora por “electrones”. Algunos ecólogos (E. Odum, 1988)
han llegado incluso a establecer una equivalencia entre el dólar americano y la
cantidad de energía a la que equivaldría (1 $ USA = 2,6 billones de julios de energía solar).
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