martes, 15 de septiembre de 2015

Follis de Constantino I (s. IV d.C.) reacuñado y reutilizado como moneda en el siglo XVII.

Follis de Constantino I (s. IV d.C.) reacuñado y reutilizado como moneda en el siglo XVII. Traducción del artículo: Follis de Constantin Ier (IVe s.), surfrappée et réutilisé comme monnaie au XVIIe s. Bulletin de la Société Française de Numismatique. 1997, 52(9): pp. 196-198. (Figura 4)

Miguel Ibáñez Artica.

La cronología de las monedas que ocasionalmente aparecen en hallazgos arqueológicos contextualizados en las Edades Media y Moderna, a menudo no se corresponden con las fechas en que las piezas en cuestión fueron depositadas. Encontramos a veces  monedas con más de dos siglos de antigüedad que todavía están en circulación (1).

La utilización o reutilización de monedas antiguas parece ser un hecho habitual durante épocas con escasez de numerario (2), y un caso extremo de este fenómeno es la moneda  que pasaremos a describir (Figura 1).


Figura 1.- a: “Follis” de Constantino I; b: “Sou” de Carlos II; c: Moneda híbrida.

Características de la moneda original:
Módulo: 20 mm; peso: 3,02 g; espesor: 1,1 mm
Anverso: Busto a la derecha. Leyenda: CONSTAN TINVSAUG.
Reverso: DNCONSTANTIN(IMAXAVG). Corona de laurel, dentro: VOT XX(?) o VOT XXX(?) en dos líneas. Exergo no identificable.
No puede identificarse la marca de taller, que puede corresponder a varias localidades, dado que este tipo monetario se acuñó en Trèves, Arlés, Roma, Aquileia, Siscia, Tesalónica y Heraclea (RIC VII).

El resello presenta las siguientes características: sobre la efigie de Constantino I hay un nuevo busto, también a la derecha, con una corona radiada y con un seis delante. No se aprecia la leyenda. En el reverso, castillo de tres torres sobre línea, rodeado de un reborde de puntos. Puede distinguirse la leyenda (VNIVER)EBV(SI.DNS).II. Se trata de un “sou” (sueldo) ibicenco de Carlos II de España (1665-1700) (Figura 2). Esta emisión se corresponde con el tipo 9-10 de Crusafont (1996).


Figura 2.- Reconstrucción de las dos monedas superpuestas.

Existe documentación sobre esta reacuñación (Figura 3). El gobernador de la isla, Juan de Bayarte, informa en 1690 que de las cinco emisiones realizadas, una se ha hecho utilizando como cospeles monedas de Constantino encontradas en un campo (Botet, 1913, Crusafont, op. cit.).


Figura 3.- Documento donde se especifica que una de las emisiones de sueldos ibicencos  a nombre de Carlos II, se realizó utilizando como cospeles “una cantidad de monedas del emperador Constantino, las cuales se hallaron, arando en un campo, dentro de un baso de tierra”. (Archivo de la Corona de Aragón).

Las monedas reacuñadas conservan muchas de las características de las piezas originales, que permanecen visibles, pero también podemos pensar que en muchos otros casos, lo más habitual sería fundir las piezas para obtener el metal, o simplemente poner de nuevo en circulación las monedas procedentes de los hallazgos fortuitos (3).

Notas:

(1) Por ejemplo, en las excavaciones realizadas en la población medieval de Rada (Navarra), arrasada en 1455, y que no fue posteriormente reconstruida (por mandato expreso del monarca Juan II de Aragón y Navarra), se han encontrado en una habitación que hacía las funciones de cantina, fichas de juego y monedas de diversos orígenes, las más antiguas de Jaime I de Aragón (1213-1276), acuñadas dos siglos antes del momento de destrucción de la villa. Como el pavimento de la estancia es de piedra lisa, no cabe la opción de que las monedas se deslizaran entre las tarimas y quedaran allí olvidadas desde tiempos atrás (Tabar & Ibáñez, 1994).

(2) Se han descrito monedas del siglo IV reacuñadas sobre monedas más antiguas (Brenot & Rogers, 1978; RIC VIII; Schmitt, 1992).

(3) Esto podría explicar la presencia de algunas monedas romanas en contextos medievales o modernos. Por ejemplo en las excavaciones de Oyarzun (Guipúzcoa, España) (Guereñu et al., 1996) se ha encontrado una única pieza de Constantino I entre más de 900 ejemplares de monedas medievales y modernas (siglos XIII-XVIII) utilizadas como “óbolo de Caronte”.

Bibliografía:

Brenot, C. & G. Rogers, 1978. Trois nummi constantiniens surfrapées sur deux pièces de Licinius. BSFN, 33-09, pp. 436-437.

Botet i Siso, J., 1913. Monedas d’Ibiça. Bol. R. Acad. Buenas Letras de Barcelona, 49, pp. 1-22.

Bruun, P.M., 1966 (RIC VII). The Roman Imperial Coinage. Vol. VII: Constantine and Licinius A.D. 313-337, Londres.

Crusafont, M., 1996. Las monedas de Ibiza desde Carlos I al 1887. Gac. Numism. 121, pp. 11-36.

Guereñu, M., M.M. López & M. Ibáñez, 1996. Hallazgo monetario de Oiartzun (Guipúzcoa): Datos preliminares. Gac. Numism. 122, pp. 61-68.

Kent, J.P.C., 1981 (RIC VIII). The Roman Imperial Coinage. Vol. VIII: The family of Constantine I A.D. 337-364. Londres.

Tabar, M.I. & M. Ibáñez, 1994. Hallazgos monetarios en el desolado de Rada (Navarra). Gac. Numism. 114, pp. 67-74.




Figura 4.- Artículo original.


sábado, 5 de septiembre de 2015

Un jetón de la reina de Aragón Germana de Foix.

Un jetón de la reina de Aragón Germana de Foix. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 70(1230) (Junio 2014): pp. 46-47.

Miguel Ibáñez Artica.

Denominamos “jetones” a los objetos monetiformes que presentan una finalidad contable y eran utilizados sobre una mesa, para realizar las cuentas aritméticas antes de popularizarse en matemáticas los números arábigos. A comienzos del siglo XVI, en tiempos del emperador Carlos V, estos objetos fueron introducidos en España desde los Países Bajos, castellanizando su nombre francés en el término “gitón”.

            Sin embargo, desde finales del siglo XIII y hasta las postrimerías del XV se habían acuñado numerosos jetones que llevan el escudo de Navarra por influencia francesa. Se considera que los primeros jetones se acuñaron en Francia a comienzos del siglo trece a imitación de los “quarterouli” lombardos. En una primera fase eran anepígrafos, presentando imágenes alusivas a la administración para la que habían sido fabricados: un escudo con dos barras horizontales para la cámara de comptos reales; balanza de dos platos para la cámara de las monedas; una llave para la cámara del tesoro real; un rastrillo para los establos y perreras reales; un ciervo para los servicios de caza, etc… Se reponían semestralmente en juegos de un centenar de piezas, que eran entregados a los diferentes servicios de la casa real. Uno de los primeros jetones conocidos presenta la imagen de un castillo en el reverso, y ha sido atribuido a Blanca de Castilla (1200-1252), esposa de Luis VIII de Francia. 

             A comienzos del siglo catorce surgieron, de forma complementaria, los primeros jetones con leyenda acuñados para las distintas administraciones, y que reproducen los tipos de las monedas de oro o plata más comunes (reales, escudos, “agnels”, gruesos, gruesos...). Aunque los textos que aparecen en las leyendas suelen ser de tipo religioso, frecuentemente despejan cualquier duda sobre la autenticidad de estas piezas como monedas: "jetones de latón, falsos somos como el limón", "soy de latón para ser usado como jetón", "yo soy de latón, no soy de oro fino", “no soy un auténtico agnel de oro”, “soy falso y de mala naturaleza”, etc... (1)  

            Un personaje muy poco conocido en la Historia de España es Germana de Foix (Figura 1), que con 18 años contrajo matrimonio con Fernando II de Aragón el 19 de octubre de 1505, quien a sus 53 años de edad había enviudado hacía menos de un año de Isabel la Católica. El matrimonio se celebró según lo acordado en Blois con Luís XII de Francia, de forma que el monarca galo cedió a su sobrina Germana los derechos dinásticos del reino de Nápoles, concediéndole  también el título de reina de Jerusalén, a cambio de lo cual Fernando se comprometía a nombrar heredero al posible hijo del matrimonio. Este compromiso levantó las iras de los nobles castellanos, que lo vieron como una maniobra de Fernando el Católico para impedir que Felipe el Hermoso y Juana heredasen la Corona de Aragón. La reacción no se hizo esperar y en 1505 Juana acuñó jetones con la leyenda “LA+ROINE+DE+CASTILLE+ DE+LEON+ET+DE+GRANAD”, siendo proclamado un año más tarde Felipe como rey de Castilla en las Cortes de Valladolid con el nombre de Felipe I, retirándose Fernando a sus territorios de Aragón. En ese momento Felipe se proclamó en los jetones como rey de Castilla: “+PHS.DEI-GRA.REX”, con el escudo coronado cuartelado con las armas de Felipe y Juana. En septiembre de 1506 moría prematuramente Felipe el Hermoso, y en 1509 nacía el único hijo de Fernando y Germana, que falleció a las pocas horas, y que de haber sobrevivido hubiera cambiado sustancialmente el curso de la historia.


Figura 1.- Retrato de Germana de Foix.

            En esta época, también Germana mandó acuñar siguiendo la tradición francesa, jetones con sus armas. Este tipo ya fue descrito parcialmente por Feuardent en 1907(2), pero ha permanecido prácticamente desconocido hasta la fecha. Los jetones acuñados (Figura 2) presentan en el anverso la leyenda “POVR LA ROYNE DARRAGON” y su escudo franqueado por las iniciales góticas coronadas “F” (de Fernando) y “G” (de Germana). En el reverso una cruz arqueada rematada por florones, con un rombo inscrito en su interior, y la leyenda “GARDEZ VOVS DE MESCONTER” (Guardaros de cometer errores en los cálculos).


Figura 2.- Jetón de cobre de  Germana de Foix como reina de Aragón (29,5 mm.: 4,7 g.).

            Resalta la espectacularidad del escudo que recoge tanto las posesiones de Fernando (en la parte izquierda): cuartelado de Castilla/León y Aragón/Sicilia, con una granada en la parte inferior, como los de Germana (en la parte derecha): Jerusalén, Navarra y Foix; debajo: Bearne y Evreux, con un escudete sobrepuesto con las armas de Bigorre (Figura 3).


Figura 3.- Escudos de Germana de Foix, como reina consorte de Fernando el Católico y tras su segundo matrimonio. (Fuente : Wikipedia).

            Tras el fallecimiento de Fernando en 1516, se le asignó a la reina viuda una renta anual de cincuenta mil florines de oro, y en 1517 recibió la autorización para acuñar jetones de plata en la ceca del Louvre en París, jetones que por ahora son desconocidos. Ese mismo año conoce a su nietastro Carlos I, y entre ambos se produce una relación algo más que amistosa, de la que es fruto una hija, la infanta Isabel. Tras un corto matrimonio con un noble del séquito personal de Carlos I, contrae por tercera vez esponsales con Fernando de Aragón, duque de Calabria (Figura 3), y ambos son nombrados en 1523 virreyes y lugartenientes generales de Valencia, donde ejercieron un gobierno autoritario. Germana murió en Liria en 1538, siendo enterrada en el Monasterio de San Miguel de los Reyes.

Notas:

(1)Los jetones medievales de Navarra han sido objeto de una reciente publicación del Gobierno de Navarra que puede consultarse en forma gratuita en la página web:
 http://www.navarra.es/NR/rdonlyres/A5B3EB05-A36A-4EFE-AA09-E65757B292C3  /270956/TAN251.pdf 


(2)FEUARDENT, F., 1907, Collection Feuardent; Jetons et méreaux depuis Louis IX jusqu’à la fin du consulat de Bonaparte (2º vol.)

martes, 1 de septiembre de 2015

La "Diosa de las Alcantarillas" en las monedas de la Antigua Roma.

La “Diosa de las Alcantarillas” en las monedas de la Antigua Roma. Artículo publicado en: Eco Filatélico y
Numismático 70(1229) (Mayo 2014): pp. 52-53.

Miguel Ibáñez Artica.




Una de las representaciones monetales más curiosas de la numismática romana, la encontramos en un denario que muestra en su reverso un pequeño templo circular dedicado a la diosa “Cloacina”, palabra que figura escrita en la base del monumento (Figura 1). Corresponde a una serie de emisiones que con el mismo reverso y diferentes anversos realizó durante el segundo Triunvirato, el magistrado monetario Lucius Mussidius Longus en el año 42 antes de nuestra Era. Esta moneda está dedicada a “Venus Cloacina”, diosa de las cloacas y alcantarillas.


Figura 1.- Denario romano de L. Mussidius Longus, acuñado en Roma el año 42 a.C.

Ante tan curiosa y extravagante deidad, tal vez más de uno puede pensar como Obelix “¡están locos estos romanos!”, ya que actualmente los términos de cloaca o alcantarilla nos evocan conceptos de suciedad e inmundicia (Figura 2). Sin embargo, una de las principales obras públicas que posibilitó el crecimiento y desarrollo de la ciudad de Roma, fue la construcción de la “Cloaca Maxima”, complejo sistema de canalizaciones, inicialmente diseñado por los etruscos para drenar la zona pantanosa del Tiber, donde durante varios siglos se asentaría la capital del mundo civilizado. La ciudad de Roma llegó a albergar un millón de habitantes en tiempos del emperador Augusto, y un número tan grande de personas viviendo en un espacio tan reducido, sería impensable sin la existencia de un sofisticado sistema de alcantarillado público, capaz de garantizar la salubridad de la ciudad, y la adecuada evacuación de las aguas residuales generadas diariamente por una población tan numerosa y concentrada.


Figura 2.- Antiguas alcantarillas romanas.

Desde esta perspectiva, era lógico que dentro de la religión romana, existiera una deidad encargada del mantenimiento de las cloacas y de la salubridad de la ciudad, y esta diosa era Venus Cloacina,  la “Diosa de las Alcantarillas” asociada a la limpieza, y venerada el día primero de abril con un ritual en el que las mujeres se bañaban en agua de mirto en el templo que la diosa tenía en el Foro (Figura 3).


Figura 3.- Baño ritual.

No es esta la única deidad escatológica, y aunque también existe un personaje mitológico llamado “Caca”, hermana de Caco, hijo de Vulcano que robó el ganado de Hércules, en este caso, el nombre de esta diosa del fuego no tiene que ver con el significado de la palabra “caca” en español. Por el contrario, entre los dioses venerados en la antigua Roma, encontramos otro curioso personaje, “Esterculinus” (literalmente estiércol), es decir el dios de los excrementos, considerado como el dios de la fertilización de los campos, y venerado especialmente por los agricultores, que utilizaban el estiércol del ganado para abonar los campos. Existe una especie de hongo que ha recibido su nombre: Coprinus sterquilinus, debido a que esta seta crece exclusivamente sobre los excrementos del ganado. Este hongo cosmopolita es muy similar al “mataparientes” (Coprinus atramentarius), de tamaño un poco más grande y que suele encontrarse en zonas húmedas. Por cierto, el nombre de “mataparientes” tiene una curiosa explicación, estos hongos poseen una sustancia denominada “coprina”, que en principio es inofensiva, salvo que se consuma con alcohol, en cuyo caso y dependiendo de la cantidad de alcohol ingerida y de la resistencia de la persona, puede tener efectos muy graves.

Por este motivo, en el ámbito rural circula la leyenda de que cuando uno se quiere deshacer de un pariente molesto, le invita a comer estas setas y hace que su invitado consuma gran cantidad de vino, mientras el anfitrión, con cualquier pretexto, se abstiene de beber. Ambas personas han comido la misma cantidad de hongos, pero sus efectos perniciosos se manifestarán solamente en el que ha ingerido alcohol, y de esta forma se evitan las sospechas y se consigue el “crimen perfecto”. Como señalamos, estas creencias no pasan de ser simplemente una “leyenda rural” y los efectos nocivos del hongo, en el peor de los casos no suelen ser mortales. Sin embargo la observación de este fenómeno ha dado lugar a la singular denominación que recibe este hongo de “mataparientes”.


Figura 4.- El hongo Coprinus sterquilinus creciendo sobre excrementos.

Retomando el motivo de este artículo dedicado a Venus Cloacina, la diosa de las alcantarillas, durante las excavaciones realizadas entre los años 1899 y 1901 en el foro romano, se descubrió la base de un pequeño santuario de planta circular con un diámetro de 2,4 metros, y construido con mármol travertino (Figura 5), que fue identificado como el monumento de Cloacina que aparece en las monedas. En éstas se aprecia que en su parte superior disponía de una balaustrada metálica y en el centro dos estatuas femeninas de pie, posiblemente una de la diosa y la otra de una mujer con una rama en una mano en actitud de saludo. En este caso, a través de la numismática, nos es posible reconstruir con bastante precisión el aspecto que tenía este monumento hace más de dos milenios, y del que actualmente solamente se conserva su base.


Figura 5.- Base del santuario dedicado a Venus Cloacina en el Foro romano.

Bibliografía: Edlund-Berry, I., 2006. Hot, cold, or smelly: the power of sacred water in Roman religion, 400-100 BCE. En : Religion in Republic Italy. Cambridge ed.: 162-180.


sábado, 15 de agosto de 2015

El Wampum, la moneda de los indios de Norteamérica.

El Wampum, la moneda de los indios de Norteamérica. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 67(1201) (Noviembre 2011): pp. 44-45.

Miguel Ibáñez Artica.


            La palabra wampum es una simplificación del término de los indios algonquios Wampumpeage, que significa literalmente “ristra de cuentas de conchas blancas” (wamp= blanco; umpe= ristra de cuentas de concha; ag= forma plural), y estas ristras o collares servían como moneda en el comercio con las tribus indias, remontándose su uso a comienzos del s. XVI. Las referencias más antiguas documentadas, se encuentran en 1535, en el diario del explorador francés Jacques Cartier, quien cita el uso del wampum como moneda entre los indios Hurones de Montreal. En cualquier caso han aparecido numerosos cilindros de wampum en excavaciones arqueológicas correspondientes al período arcaico tardío, entre el 3000 y el 1000 a.C. y se ha propuesto su utilización como “moneda” desde tiempos antiguos, con una especialización en los talleres de producción de cuentas de wampum hacia el año 1000 d.C. y un incremento de su producción con fines ceremoniales o para realizar pagos de tributos. Posiblemente, tal como ocurre actualmente en algunas poblaciones de Melanesia, la moneda-concha era antes de la llegada de los europeos una moneda de uso social, y tras la colonización se convirtió en moneda económica, en un proceso de aculturización que se repite en diferentes épocas y continentes a lo largo de la historia (Figura 1).


Figura 1.- Wampum.
a.- Conchas de Mercenaria (materia prima del wampum púrpura).
b.- Cuentas púrpuras.
c.- Cuentas blancas.
d.- Columnelas de Busycon (materia prima del wampum blanco).
e.- Brazaletes de wampum.

En ocasiones el término “wampum” ha sido utilizado para designar indiscriminadamente las diferentes “monedas-concha” utilizadas en Norteamérica, como por ejemplo las elaboradas por los indios Chumash de California a partir de pequeños caracolillos denominados “poncos” de la especie Olivella biplicata (Sowerby, 1825), monedas que ya fueron citadas en 1792 por el explorador español José Longinos Martínez, quien señaló su utilización por los indios como unidad de peso y de valor. También en California encontramos abalorios fabricados con la concha “oreja de mar” (Haliotis rufescens, Swainson, 1822), la mayor especie de su género, que llega a medir hasta 30 cm. de longitud. Con piezas recortadas de este molusco, se fabricaba la moneda denominada “uhl-lo”, que tenía diferente valor según el tamaño y belleza de la concha.  Otra moneda-concha muy extendida era la de los indios Yurok, consistente en hileras de conchas del escafópodo Dentalium pretiosum (Sowerby, 1860), denominadas “allicotsik”, que literalmente significa “moneda india” en lenguaje Yurok(1)

Pero a diferencia de otras conchas utilizadas como moneda (el cauri en China y África o el citado dentalium en América), el auténtico “wampum” es un producto manufacturado, es decir transformado, y cuyo aspecto final es muy diferente al del molusco del que procede. Está formado por pequeñas cuentas cilíndricas de color blanco o púrpura oscuro. En el primer caso se utiliza para su fabricación la “columella” o eje central de las caracolas Buccinum undatum (Linnaeus, 1758), Busycon canaliculatum (L., 1758), B. carica (Gmelin, 1791) y Colus stimpsoni (Mörch, 1867); mientras las cuentas de color púrpura se obtienen de la zona más gruesa de la almeja Mercenaria mercenaria (Linnaeus, 1758), denominada “quahaug” por los indios, todos estos moluscos son comunes en las costas atlánticas de Norteamérica (Figura 2).


Figura 2.- Proceso de fabricación del wampum por los indios iroqueses.
            a: Recolección de las conchas.
            b: Transporte.
            c: Conchas utilizadas; 1: Buccinum y Busycon para las cuentas blancas
                                               2: Mercenaria para las cuentas de color violeta.
            d: Proceso de pulido y perforación de las cuentas.
            e: Ensartado de las cuentas.
            f: Cinturones de wampum ya elaborados

En el proceso de la fabricación del wampum participaba toda la familia, los menores recogían las conchas, los hombres pulían y elaboraban las cuentas y las mujeres las ensartaban,  fabricando los cinturones o brazaletes. Algo similar ocurre hoy en día entre los Tolai de Nueva Bretaña del Este (Papua-Nueva Guinea) en la elaboración de la moneda concha denominada “tambu” (moneda reconocida oficialmente por el Estado).

            Con la llegada de los colonos y la utilización de tecnología europea en el proceso de manufactura del wampum, éste sufrió una devaluación, y por ejemplo en 1643 una braza de conchas pasó a valer cinco chelines en vez de los diez en que se cotizaba hasta ese momento. Sin embargo el declive de la utilización de estas cuentas de concha como moneda, comenzó en 1869 cuando el colono de origen europeo James Campbell comenzó la producción industrial del “wampum” utilizando maquinaria, el abaratamiento conseguido, unido a la fabricación de grandes cantidades de moneda-concha, trajo consigo una gran inflación. Por este motivo, tras cuatro siglos de vigencia, el comercio con cuentas de concha finalizó, y la factoría de Campbell tuvo que cerrar definitivamente el año 1905, aunque con posterioridad a esa fecha, aún seguía utilizándose el .wampum como moneda cotidiana en algunas comunidades indias (Figura 3). 


Figura 3.- Recibo de dos brazas y ochenta pulgadas de “wampum”, moneda-concha de los indios Seminola (2 de febrero de 1915).

El wampum no era tan sólo una moneda, las cuentas cilíndricas se utilizaban para fabricar collares, brazaletes y cinturones, combinando las blancas y púrpuras en la elaboración de delicados dibujos geométricos; estas cuentas mantenían su valor como moneda cotizándose las oscuras entre dos y tres veces más que las blancas. Las ristras y cinturones de wampum podían incluir cuentas de otros colores adquiriendo así diferentes significados, guerra, paz, amistad o lo que la ocasión demandara. Mientras las ristras de una hilera se empleaban en actos protocolarios de poca trascendencia, o para adquirir bienes o servicios, los cinturones se reservaban como obsequio protocolario en las ceremonias importantes.
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            En la diplomacia india, el wampum tenía un importante papel, no era solamente un elemento utilizado como moneda, poseía también unas cualidades místicas intrínsecas, similares a las que todavía encontramos actualmente en las monedas-concha de Malaita en las Islas Salomón, entre los Kanak de Nueva Caledonia o los Tolai de Papua, y los wampum más importantes servían como medio de comunicación entre las tribus de la América colonial. Cuando los indios realizaban una expedición guerrera, enviaban cinturones de wampum a las tribus aliadas para convocarlas al combate. Los europeos también utilizaban el wampum en sus negociaciones con los indígenas, a mediados del siglo XVIII, el superintendente de asuntos indios Sir William Johnson presentó como obsequio un gran cinturón de wampum -de 7000 cuentas-, en su reunión con los representantes de las seis naciones indias y sus aliados (Figura 4). En algunos de estos cinturones aparece una cadena de figuras humanas unidas por las manos en símbolo de amistad, pero también los hay con el significado opuesto de una declaración de guerra formal.


Figura  4.- Cinturones de Wampum y medalla conmemorativa

            Así pues el wampum utilizado por los indios de Norteamérica reunió una triple funcionalidad, la ornamental, la de moneda de uso económico, y por último la de servir como medio de comunicación.

Notas:

(1) En Sudamérica también se utilizaban cuentas elaboradas a partir de la concha roja del lamelibranquio Spondylus, para fabricar el “mullu”, denominado “chaquira” por los conquistadores. Ver artículo: El “Mullu”: oro rojo de los Incas.



sábado, 1 de agosto de 2015

Antonio, el primer rey Borbón, en sus monedas, jetones y medallas.

Antonio, el primer rey Borbón, en sus monedas, jetones y medallas. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 61(1127) (Febrero 2005): pp. 44-45.

Miguel Ibáñez Artica.


Es bien conocido que la dinastía de los Borbones reinó en Francia desde 1568 hasta la muerte de Luís XVI en la guillotina en 1793 (con un breve período de restauración monárquica entre 1814 y 1830) y también lo hace en España desde 1700 hasta la actualidad, con breves interrupciones (ocupación napoleónica, república, dictadura…). Lo que resulta menos conocido es que el primer miembro de la familia Borbón que ocupó un trono real, fue Antonio rey de Navarra, y por ejemplo en un jetón acuñado en 1577 a nombre de su hija Catalina, figura la leyenda “KATERINAE* BORBO*NAVARRE” (Schlumberger, n. 19).


Figura 1.- Retrato de Antonio de Borbón en un grabado de la época.

Los orígenes de la casa Borbón se remontan a la Edad Media y comenzaron en 1272 con el matrimonio de Roberto de Francia (sexto hijo del rey Luís IX –San Luís de Francia-) con Beatriz de Burgundia, heredera de la casa Borbón. En 1279 nacería Luís, primer duque de Borbón que inauguró la dinastía. Tres siglos más tarde, Antonio heredó el título de duque tras la muerte de su padre Carlos en 1537, y al contraer matrimonio con la reina de Navarra Juana III en 1548, se convirtió tras la muerte de Enrique II de Navarra en 1555, en el primer miembro de la dinastía Borbón proclamado rey.
Le tocó vivir y reinar en una turbulenta época, azotada por las guerras de religión que asolaron Europa, y buen reflejo de ello es cómo terminaron su vida varios monarcas de la época, Enrique III de Francia asesinado por un monje fanático, Antonio de un tiro de arcabuz, y su mismo hijo, rey de Navarra y primer monarca Borbón de Francia, moriría años más tarde, también asesinado por un fanático religioso.


Figura 2.- Monedas acuñadas por Antonio de Borbón y Juana de Albret.

También habían sido conflictivos los orígenes del trono que ocupó como rey consorte. Tras la ocupación de Navarra en 1512 por Fernando el Católico, el reino había experimentado una especie de mitosis quedando dividido en dos, por una parte, la mayoría del territorio fue incorporado a la corona de Castilla (si bien hasta 1841 conservó su propia identidad como reino), y por otra, los monarcas navarros que se habían refugiado en sus posesiones al norte de los Pirineos, tras abandonar Carlos V las tierras de Ultrapuertos en 1530 constituyeron, junto con el territorio del Bearne, el reino independiente de la Baja Navarra.


Figura 3.- Castillo de Pau, sede de los reyes de Navarra.

La reina Juana, nieta de los últimos reyes navarros Catalina de Foix y Juan de Albret, había sido educada por el humanista Nicolás Bourbon, convirtiéndose al calvinismo en 1555; dos años más tarde también lo hacía su marido Antonio, si bien, tras haber capitaneado la coalición de hugonotes y borbones en 1562 abjuró del protestantismo, poniéndose al mando de la armada católica, siendo herido de muerte ese mismo año en el sitio de Rouen. A diferencia de su marido, que educado en la fe católica, se había pasado primero al calvinismo y luego a la doctrina de Lutero, para volver finalmente al catolicismo, Juana siguió fiel a sus ideas hasta su muerte en 1572, financiando al sacerdote  Ioannes Leizarraga la traducción y publicación de tres obras religiosas en euskera, entre las cuales la más famosa es la traducción del Nuevo Testamento “Iesus Christ Gure Jaunaren Testamentu Berria”, una de los primeros libros publicados en este idioma. Tras el fallecimiento de la reina, su hijo Enrique heredó la corona de Navarra, y al ser asesinado el monarca francés Enrique III, se convirtió en el primer rey de la dinastía Borbón en Francia, con el nombre de Enrique IV.


Figura 3.- Placa metálica renacentista con la efigie de Antonio de Borbón, fotografiada sobre la lámina del Schlumberger (1893).

Bajo el reinado de Juana de Albret y Antonio de Borbón, se emitieron numerosas monedas en las cecas de Pau y Morlaas: escudos de oro, testones y medios testones de plata con los bustos enfrentados de los monarcas, douzains, y pequeños liards y vaquetas. Además de monedas se acuñaron numerosos jetones y medallas. En algunos jetones de plata y cobre emitidos entre 1555 y 1560 (Schlumberger, números 8 a 10) figura una curiosa leyenda en castellano “NO SON TALES MYS AMORES” con el escudo partido en dos, por una parte el de Borbón, y por otra, dividido en seis partes, los escudos de Navarra, Albret, Bearn, Armañac, Evreux, Aragón, Castilla-León y Bigorre. Las leyendas en lengua español a sobreviven en algunos jetones de la Baja Navarra, territorio que desde la conquista de Navarra por Fernando el Católico en 1512, había quedado bajo una clara influencia francesa, como ejemplo resulta llamativa la leyenda o divisa: “HASTA LA MVERTE” que figura en un ejemplar de la reina Juana (Schlumberger n. 17). Los escudos de Aragón y Castilla-León aparecen también en las monedas acuñadas por la reina Juana a partir de 1562 y en las de su hijo Enrique III de Navarra (futuro Enrique IV de Francia). 


Figura 4.- Medalla de Antonio de Borbón y grabado del sitio de Rouen.

Además de monedas y jetones existen hermosas medallas renacentistas de Antonio de Borbón como rey de Navarra, en ellas aparece generalmente su busto vestido con una coraza y la leyenda “ANTONIVS DEI GRACIA REX NAVARRAE”.

Bibliografía:

Schlumberger, G., 1893.

Description des monnaies, jetons & medailles du Béarn.  París: 80 pp. + 17 lám.

miércoles, 15 de julio de 2015

Monedas radioactivas.

Monedas “radiactivas”. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 64(1169) (Diciembre 2008): pp. 42-43.

Miguel Ibáñez Artica.


            La radiactividad, se considera hoy en día como algo peligroso y potencialmente dañino, pero esta percepción no siempre ha sido así. A comienzos del siglo XX, a los pocos años de descubrirse esta propiedad que presentan algunos elementos naturales como el Radio, las sustancias radioactivas se pusieron de moda utilizándose indiscriminadamente en todo tipo de productos, atribuyéndoles propiedades mágicas y curativas. Las aguas minero-medicinales incluían en su publicidad la dosis radioactiva que portaban, se fabricaban pinturas fluorescentes, cremas de belleza, anticonceptivos y ungüentos radioactivos, y nadie parecía hacer caso a las advertencias de unos pocos científicos que alertaban de la peligrosidad del uso indiscriminado de estas sustancias. Todavía a comienzos de los años 50 del siglo XX, se publicaban en prestigiosas revistas, artículos sobre los “beneficios” para la salud de un peligroso gas radioactivo, el radón.

            Durante esta década de los 50, el reactor nuclear de Oak Ridge (Tennesse, EEUU), fue el mayor productor del mundo de elementos radioactivos artificiales, obtenidos al bombardear diferentes sustancias con un chorro de neutrones, y una de las actividades divulgativas realizadas como publicidad en el Museo Americano de Energía Atómica, fue la de bombardear con neutrones pequeñas monedas en circulación, convirtiéndolas así en “monedas radioactivas”, que los visitantes podían llevarse a casa como recuerdo (Figura 1).


Figura 1.- Acuñación de “Monedas radioactivas”, y Mis Universo recibiendo una como recuerdo de su visita en 1966 al Museo de Energía Atómica.

            Un artículo de prensa del año 1954 señalaba: “Una de las actividades más populares del Museo Americano de Energía Atómica es el irradiador de “dimes” (pequeñas monedas americanas de diez  céntimos de dólar). Hasta la fecha se han irradiado más de 250.000 monedas, encapsuladas en plástico y devueltas a sus propietarios como souvenirs. La irradiación se realiza de la siguiente forma: En un recipiente de plomo se colocan una mezcla de antimonio radioactivo y berilio. Los rayos gama del antimonio son absorbidos por los átomos de berilio que a su vez expulsa a los neutrones. Estos neutrones no tienen carga eléctrica y penetran en los átomos de plata de la moneda, convirtiendo la plata normal 109 (masa atómica) en plata 110 radioactiva. Tras su irradiación, la moneda se coloca en un recipiente de plomo donde se mide su radiactividad con un contador Geiger, entonces se encapsula la moneda. La plata radioactiva que tiene una vida media de 22 segundos desaparece rápidamente transformándose en cadmio 110, solamente una pequeñísima fracción de átomos de plata permanece radioactiva.”

            Estas monedas irradiadas tienen una composición de un 90% de plata y un 10% de cobre, y esta plata está compuesta a partes iguales de plata 107 y plata 109, el problema es que parte de la plata 107 se transforma en plata 108, cuyo período de semidesintegración es de ¡400 años!.

            Esta fabricación de “monedas radioactivas” comenzó su declive a partir de 1964, cuando finalizó en Estados Unidos la circulación de monedas de pequeño valor en plata, metal que fue sustituido por cuproníquel, aunque durante los años siguientes el Museo consiguió aprovisionares de las antiguas monedas suministradas por los bancos locales, con la intención de prolongar la vida de este programa publicitario. Se calcula que entre 1949, cuando comenzó esta actividad, y 1967, se irradiaron aproximadamente un millón de monedas.

            Sin embargo, la opinión generalizada de que las bajas dosis de radiación eran inofensivas, había cambiado ya radicalmente a partir de un dramático suceso conocido como el de las “chicas del radio” (Figura 2). Estas muchachas, eran trabajadoras de una fábrica de Orange (New Jersey) que se dedicaba a pintar con una sustancia “Undark” las manillas de relojes y despertadores, de forma que éstas fueran visibles durante la noche. Ello era debido a la presencia en la pintura de un elemento altamente radioactivo, el radio.



Figura 2.- Las “Chicas del radio” trabajando en una fábrica de la “U.S. Radium Corporation” y publicidad de los relojes con agujas radioactivas.

          Las muchachas realizaban este trabajo manualmente con ayuda de finos pinceles, y frecuentemente se los llevaban a la boca para, con la saliva, “afilarlos”, e incluso muchas de ellas se pintaban los labios y las uñas con este producto de propiedades sorprendentes, ya que brillaba en la oscuridad con una intensidad y color parecido al de la luz de la Luna. Esto provocó que muchas de ellas murieran y otras sufrieran diversas enfermedades como anemias, cáncer, necrosis mandibular, etc..., estableciéndose un largo y popular debate jurídico, cuyo resultado obligó a la empresa a abonar indemnizaciones, que constituyeron un precedente en la legislación laborar mundial.


Figura 3.- A la izquierda, diez monedas “irradiated dime” sobre un contador: vemos como marca muy poca radiación; a la derecha, un aparentemente inofensivo salero, que lleva un recubrimiento de esmalte fabricado con óxido de uranio, y que marca 1.700 cpm, mucho más que las monedas irradiadas (1).

            En la actualidad, se siguen bombardeando monedas con neutrones rápidos, pero en el campo de la investigación, y con una finalidad muy diferente, la de averiguar la composición metalográfica de la moneda mediante métodos no destructivos. Ello nos ha permitido por ejemplo, descubrir grandes variaciones en el contenido de plata que presentan los dineros y óbolos emitidos en Aragón y Navarra durante los siglos XI, XII y XIII (2).

(1). La compañía Homer Laughlin de Virginia, comenzó a fabricar cerámica esmaltada en 1936, utilizando óxidos y sales de uranio, que alcanzan un 14 % del peso del esmalte, para obtener unos hermosos colores rojo y anaranjado. Dado que este uranio podía ser utilizado en la producción de la bomba atómica, en 1943 el gobierno de Estados Unidos confiscó las existencias de este elemento, y la gama “Fiesta de color rojo” desapareció hasta 1959, cuando se reanudó la producción utilizando uranio empobrecido, que se mantuvo hasta 1973 en que el uranio dejó de utilizarse para este fin. Más información en:


(2) Ibáñez, M., 1998. Estudio metalográfico de monedas medievales: Reino de Pamplona/Navarra, siglos XI-XIII. Numisma 48(241): 59-93.


miércoles, 1 de julio de 2015

Ovnis y extraterrestres.


Ovnis y extraterrestres.
Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 69(1218) (Mayo, 2013): pp. 48-49.

Miguel Ibáñez Artica



            Hace varios años publicamos un par de artículos sobre “numismática extraterrestre”, en los que comentábamos las representaciones de meteoritos, considerados como piedras sagradas enviadas por los Dioses, que aparecen en varias emisiones de la antigua Grecia y Roma, así como algunas monedas modernas destinadas al mercado del coleccionismo numismático, que se fabrican incluyendo en ellas pequeños fragmentos de meteoritos. Estos tipos monetarios, aun resultando originales, no presentan ningún misterio.

Uno de los meteoritos más famoso en la Antigüedad era la “piedra negra” venerada en la ciudad Siria de Emesa, y que aparece representada en algunas monedas de Antonino Pío (138-161) y Caracalla (211-217). En tiempos del emperador Heliogábalo (218-222) fue solemnemente trasladada a Roma, figurando en los aureos, denarios y moneda de bronce de dicho emperador. Con anterioridad otro meteorito era venerado en Pafos (Chipre) en el templo de Afrodita, y aparece representado en emisiones de Augusto (27 a.C.-14 d.C.) y Septimo Severo (193-211 d.C.). También el emperador hispano Trajano (98-117 d.C.) acuñó en Siria monedas donde aparece representada la piedra sagrada del templo de Zeus Kasios.


Figura 1.- Jetones franceses con representaciones de “ovnis”.

            A diferencia de lo anteriormente expuesto, las figuras que presentamos, y que aparecen en algunos jetones franceses de la segunda mitad del siglo XVII, siguen representando a fecha de hoy un misterio. Existen dos tipos diferentes (Figura 1), en el primero de ellos, un objeto con forma de disco aparece flotando entre las nubes del cielo sobre un paisaje con colinas y montañas, y en el segundo, es atacado con lanzas o flechas. Del primer tipo existen varios anversos: con el busto del monarca Luís XIV, fechado en 1656, del mismo año para la Cámara de Comptos de Normandía, y otro sin fecha donde aparecen unas flores de lis bajo la lluvia (Figura 4). El segundo tipo fue emitido por el duque de Enghien, con motivo de la petición de nuevos recursos para la guerra en 1648 a los Estados de Borgoña. El especialista F. Feuardent a comienzos del siglo XX, se limita a describir escuetamente estos elementos como “escudos celestiales”.

            La similitud entre estos objetos y los enigmáticos “platillos volantes” es evidente (Figura 2), y por este motivo, estos singulares jetones se han utilizado en numerosas publicaciones esotéricas de “ufología” como prueba y argumento de la presencia de ovnis en diferentes épocas históricas del pasado. Si a esto añadimos la leyenda que aparece en el primer tipo “OPPORTVNUS ADEST”: “Está presente en el momento oportuno”, o “Ayuda en el momento oportuno”, ya tenemos todos los ingredientes para cocinar un sinfín de elucubrativas teorías sobre la visita de ovnis y extraterrestres.


Figura 2.- Representación convencional de un “Platillo volador” u “Ovni”.

            Otras hipótesis más realistas interpretan estas enigmáticas figuras como la rueda del carro que subió al profeta Ezequiel al cielo, o el escudo protector de Júpiter de la mitología romana, tan utilizada en los jetones franceses de los siglos XVI y XVII. Cuenta la leyenda que Numa Pompilio, segundo rey de Roma, consultó a Júpiter cómo podía defenderse de sus rayos, a cambio del secreto Jupiter le pide un sacrificio humano, a lo que el prudente rey se niega, pero gracias a su ingenio consigue que Júpiter le prometa revelarle el secreto.

            Tras convocar solemnemente a los representantes del pueblo, al día siguiente una gran cantidad de rayos surcaron el cielo con estruendo, y un escudo oval cayó a los pies del rey. Júpiter anunció a los romanos que nunca tendrán que temer a sus enemigos mientras conserven y protejan el sagrado escudo. En agradecimiento, el rey ordenó sacrificar una joven, y ante el miedo de que alguien pudiera robarlo, mandó fabricar once copias idénticas, que serían paseadas durante la festividad anual del día dos de marzo. Según los autores clásicos, el gobierno del mundo está destinado a la ciudad que conserve dicho escudo.

            Así pues, una probable explicación a estas enigmáticas imágenes es, en el primer caso: el escudo de Júpiter aparece entre las nubes y cae a la tierra, y en el segundo tipo: si invertimos la figura, podemos ver cómo el escudo protege la tierra de los rayos que salen de las nubes del cielo (Figura 4). La única objeción que puede hacerse es que el ancile, el famoso escudo protector de Júpiter es ovalado con dos escotaduras laterales, y el que se representa en los jetones es una rodela perfectamente circular, similar a la que aparece en algunas representaciones pictóricas de la época (Figura 3).


Figura 3.- Representación de San Miguel con rodela.

            Sean lo que sean estos singulares objetos, lo que está claro es que a fecha de hoy, siguen siendo unos “objetos voladores no identificados”, es decir, unos auténticos “OVNIS”.


Figura 4.- Diferentes emisiones de los “Jetones del Ovni”.

            Como esotérico-satírico colofón, citaremos unas moneditas, imitaciones de los cuartos de dólar americanos, alusivos al Área 51 de Nevada y a Roswell en Nuevo México, que presentan imágenes caricaturizadas de alienígenas (Figura 5), y que se venden a los turistas que acuden a estas zonas, atraídos por las numerosas leyendas que genera la “teoría de la conspiración”, en relación con los visitantes extraterrestres.


Figura 5.- Tokens satíricos americanos con representaciones de extraterrestres.