lunes, 1 de julio de 2024

El final de las acuñaciones de moneda ibérica.

 

El final de las acuñaciones de moneda ibérica. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 67 (1200) (Octubre 2011): pp. 42-43.

 

Miguel Ibáñez Artica

 



            Tradicionalmente se ha considerado que el final de las emisiones ibéricas se produce a partir de la batalla de Munda el año 45 a.C., con la victoria de César contra los ejércitos de los hijos de Pompeyo el Grande; un año más tarde el asesinato de César propicia la ascensión de Octavio Augusto al poder, que acude a la Península el año 26 a.C. con el fin de completar la conquista de Hispania, a partir de la cual da comienzo un largo período de estabilidad política y profunda romanización.

 

            En una primera fase, algunas cecas ibéricas latinizan los textos que aparecen en las monedas, pero conservan relativamente intactos los motivos de anversos y reversos. Poco tiempo después, el mitológico busto barbado ibérico es sustituido por el retrato del emperador (Figura 1), finalmente desaparece el jinete lancero remplazado por motivos típicamente romanos.(1) El centenar de cecas indígenas que habían emitido moneda local se reduce a la cuarta parte en tiempos del emperador Augusto, pasando a ocho durante el mandato de Calígula, y con Claudio tan sólo Ebusus (Ibiza) emite con caracteres propios identificables.



Figura 1.- Monedas hispanas de Augusto de las cecas de Bilbilis (Calatayud) y Osca (Huesca) con el típico jinete lancero celtibérico.

 

            Una de las cecas más prolíficas, tanto en la emisión de denarios de plata como en ases de bronce fue Bolscan (Huesca), capital de Sertorio durante el período de las guerras sertorianas. Se considera que comenzó a emitir moneda hacia mediados del siglo II a.C. y los primeros denarios fabricados en dicha ceca presentan leyenda curva y sin línea de exergo, pronto las acuñaciones se extendieron a la moneda de bronce, los ases, y en menor medida también sus divisores los semises y cuadrantes. Las monedas del tesoro de Palenzuela, donde se hallaron 2.628 denarios ibéricos y 14 republicanos, ocultados hacia el años 74 a.C., permitieron establecer un punto de referencia, diferenciando las emisiones pre-Palenzuela y Palenzuela. Con posterioridad, en algún momento cercano al final de las emisiones ibéricas, la letra silábica Bo de la leyenda se simplificó, transformándose en una letra ibérica “o”, de forma que aparentemente el nombre de la ceca se convirtió en Olscan(2) (Figura 2). Hace algunos años tuvimos la ocasión de estudiar el hallazgo fortuito de tres denarios, que aparecieron juntos en una huerta a seis kilómetros de Guadalajara en los años sesenta del siglo veinte, dos de las monedas son denarios de Bolscan donde la silábica “Bo” ya ha degenerado hacia un aspecto de vocal “o”, tanto en el reverso como en el anverso (Figuras 3a y b), el tercer denario nos da la pista cronológica, se trata de una emisión de Marcius Philippus donde aparece en el anverso la leyenda ANCVS y el busto diademado de Ancus Marcius, cuarto rey de Roma, de quien descendía la gens Marcia. El reverso muestra una estatua equestre sobre un acueducto, conmemorando la construcción de “Aqua Marcia”, importante obra de ingeniería hidráulica  para el abastecimiento de Roma (Figura 3c). Esta emisión data de los años 57-56 a.C., lo que nos da una fecha de cuando pudo modificarse el nombre de la ceca de Bolscan, unos doce años antes de la batalla de Munda. La rareza de las piezas con la inicial de la leyenda transformada nos indica que la producción monetaria debió descender notablemente tras finalizar las guerras sertorianas.



Figura 2.- Transformación de la letra silábica “Bo” en la vocal “o” en los denarios de Bolscan.

 



 

Figura 3.- Tesorillo de Guadalajara.

a y b: Denarios de Bolscan con leyenda “Olscan”, 3,93 g. y 3,78 g. de peso, y 19 y 18 mm. de diámetro respectivamente.

c: Denario republicano de Marcius Philippus  emitido el 57-56 a.C.; 3,88 g. de peso y  módulo de 17,5 mm.

 

            A pesar de que ignoramos la fecha de la desaparición de la moneda con caracteres ibéricos, otro denario de Huesca nos puede dar alguna pista. El año 39 a.C. fue nombrado gobernador de Hispania Gneo Domitius Calvinus, quien emitió denarios conmemorando su victoria sobre los pueblos ceretanos (Figura 4). Estas monedas mantienen intacto el busto barbado del anverso, detrás del cual aparece el nombre latinizado de la ceca “Osca”, mientras el reverso copia los motivos de un denario de César, los instrumentos sacerdotales: secur, aspergillo, secespita y apex.



 

Figura 4.- Denario ibérico de Bolscan y denario hispanorromano de Gneus Domitius Calvinus (39 a.C.) acuñado en Osca (Huesca).

 

            No sabemos si se produjeron monedas con leyenda ibérica entre el 45 a.C. y el momento donde se inauguran las emisiones con caracteres latinos (39 a.C.), o las acuñaciones se interrumpieron a partir de la batalla de Munda y durante unos años la ceca de Huesca permaneció inactiva, hasta que el gobernador Domitius Calvinus ordenó acuñar denarios, manteniendo uno de los elementos iconográficos más característicos de la moneda ibérica, el busto barbado del anverso(3). Lo cierto es que con la llegada de Augusto finalizaron definitivamente las numerosas emisiones ibéricas en plata y bronce de los últimos cien años, que fueron reemplazadas por las acuñaciones romanas y provinciales durante los siglos posteriores, sustituyéndose también en algunos casos la propia ubicación de la ciudad emisora de la moneda a lugares próximos, tal como pudo ocurrir con la Bilbilis ibérica probablemente ubicada en Valdeherrera, que se trasladó al cerro de Bámbola para constituir la nueva Bilbilis itálica.

 

Notas:

 

.(1) Durante algún tiempo convivieron las monedas ibéricas de bronce con las nuevas emisiones con caracteres latinos, tal como se manifiesta en el tesoro de Ablitas (Navarra), estudiado por Mateu y Llopis en 1945.

 

(2) No queda claro si la modificación está motivada por una transformación fonética del nombre de la ciudad, o más bien se trata de un proceso de degeneración  y simplificación epigráfica. A favor de la segunda hipótesis está la no linearidad en algunos casos de los trazos verticales de la vocal ibérica “H” (“o”). La pieza representada en la Figura 3a, de mayor peso, presenta signos de desgaste, la primera letra del anverso es más bien una simplificación de la silábica “Bo” que ha perdido el trazo horizontal, y podemos considerarla una emisión anterior a 3b, donde ya figuran más claros los trazos verticales de la vocal ibérica “o” con forma de H.

  

(3)  Este busto evocaría alguna figura mitológica o deidad indígena, ya que en caso de representar alguna autoridad local, es muy poco probable su conservación en una moneda romana.

 

 

 

 

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