viernes, 1 de mayo de 2015

La interpretación de las escrituras monetales ibéricas.

La interpretación de las escrituras monetales ibéricas.
Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 67(1197) (Junio 2011): pp. 42-43.

Miguel Ibáñez Artica

            Durante mucho tiempo, durante las Edades Media y Moderna, en diversos puntos de la Península Ibérica fueron apareciendo millares de enigmáticas monedas de plata y bronce, provistas de una misteriosa escritura, diferente a la utilizada por los primitivos colonizadores de dichas tierras que habían empleado los alfabetos latino, griego o incluso el fenicio. Durante muchos años estas monedas fueron el único material epigráfico conocido de esta misteriosa lengua (Figura 1), y dado el bajo porcentaje de signos vocálicos que aparecían en las inscripciones, se llegó a la conclusión de que esta singular escritura -denominada ibérica-, era similar al fenicio, que utiliza sólo consonantes y esporádicamente vocales.


Figura 1.- Leyendas ibéricas en monedas.

            Así pues, a través del estudio de las monedas, especialmente de las emisiones bilingües en latín e ibérico, a finales del siglo XIX se había conseguido descifrar algunas letras silábicas: Ba, Bi (Heiss, 1870) y Ko, Ke y Du (Zobel, 1877), pero el auténtico punto de partida en la decodificación de los símbolos ibéricos, utilizados en monedas e inscripciones, fueron los trabajos de Gómez Moreno(1) en la primera mitad del siglo XX.

            La principal aportación de Gómez Moreno, fue el descubrimiento de que el alfabeto ibérico era en realidad un silabario, como el chipriota, al que se añadieron con posterioridad las vocales y algunas consonantes (Figura 2), y a partir de este momento pudieron diferenciarse las inscripciones meridionales ibérica-levantina de la celtibérica, y las septentrionales sudlusitana e ibérica meridional. Este desciframiento de la escritura ibérica levantina ha permanecido inmutable hasta la actualidad, con la única incógnita de la transcripción de un símbolo en forma de “Y” o “T” interpretado tradicionalmente como M o N.


Figura 2.- Alfabeto ibérico.

Estos descubrimientos supusieron un cambio radical en el conocimiento de los pueblos y culturas prerromanas de la Península Ibérica. Hasta esos momentos prevalecía la teoría de Humboldt, quien había considerado que con anterioridad a la llegada de los romanos, la Península estaba habitada por un pueblo uniforme y homogéneo, los iberos, que compartían una cultura y lengua  común, cuyo heredero actual sería el idioma vasco. Las posteriores investigaciones de Julio Caro Baroja y Antonio Tovar mostraron un panorama mucho más complejo, con una serie de lenguas diferentes, a su vez subdivididas en distintas zonas geográficas (Figura 3).


Figura 3.- Mapa de las principales lenguas prerromanas de la Península Ibérica.

Estos principales grupos de lenguas serían:

1.- El utilizado en una extensa región que incluiría el sistema central, la meseta y el Noroeste peninsular, donde convivían lenguas célticas pertenecientes a la familia indoeuropea, emparentadas con lenguas actuales como el bretón o el galés.

2.- El Ibérico propiamente dicho, de origen semítico, probablemente emparentado con otros sistemas silábicos como el etrusco y el griego primitivo, que se extendía por el sur y la costa mediterránea, siendo utilizado también fuera de esta área en regiones de cultura céltica, posiblemente como “lengua franca”.

3.- El utilizado en un área que comprendería el suroeste peninsular, de origen desconocido, y que algunos autores vinculan  a  la cultura de Tartésica.

A estos grupos habría que añadir el lusitano, propuesto por D. Antonio Tovar para el oeste peninsular, con escasas inscripciones conocidas, todas muy tardías y que usan ya el alfabeto latino, y el vasco, única lengua prerromana conservada (con numerosas adiciones y modificaciones) en la actualidad.

Paradójicamente, es a partir del desembarco en el 218 a.C. del  ejército de Cneo Cornelio Escipión en Ampurias, momento considerado como el inicio de la presencia romana en la Península, cuando se produce una mayor difusión de la escritura ibérica, surgiendo textos ibéricos donde antes no los había, y a partir de este momento se producen la mayor parte de las emisiones monetales ibéricas. Es importante no confundir la lengua utilizada con el tipo de escritura empleada para su comunicación escrita (los diferentes idiomas español, alemán, inglés, francés… usan prácticamente las mismas letras para escribir) y las regiones de habla celta adoptaron sin dificultad el tipo de escritura ibérica al entrar en contacto con este pueblo de cultura más evolucionada. El problema entonces es identificar los lugares donde encontramos la escritura ibérica, con zonas donde se hablara dicho idioma, tal como evidencia el Prof. De Hoz (1988): “Los habitantes de Oxyrhynchos en época greco-romana eran básicamente egipcios y egipcio era lo que se debía escuchar en la calle con mayor frecuencia, pero sus textos están en griego; en gran parte de Aquitania en época imperial se hablaba vasco, pero las inscripciones son latinas; en el reino de León en la alta edad media se hablaba leonés, castellano y árabe, pero los documentos estaban escritos en latín, que nadie hablaba”.
               
Notas:


(1) Gómez-Moreno, M., (1922). De epigrafía ibérica: el plomo de Alcoy. Rev. de Filología Española 9: pp. 34-66; (1943). La escritura ibérica y su lenguaje. Bol. Real Academia de la Historia  CXII,II, 251-278        

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