Una “moneda de sal” en Navarra. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 80
(1341) (Julio/Agosto 2024): pp. 46-47.
Miguel Ibáñez Artica
En el mes de mayo del 2021, el departamento de Desarrollo
Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra, puso en marcha una original
campaña “Sal con Navarra-Nafarroa Gatz”
para promocionar e impulsar el producto local y de calidad, y reforzar así su
consumo.
Dentro de esta campaña, se repartieron unas fichas de
cartón, que en realidad son pequeñas cajitas, que albergan en su interior una
pequeña cantidad de sal procedente del diapiro de Salinas de Oro (Navarra) (Fig. 1). Esta estructura geológica,
formada por rocas evaporíticas del Triásico superior, se originó tras la
desecación de un mar interior hace unos 225 millones de años, cuando en la
Tierra todavía dominaban los dinosaurios.
Figura
1.-
“Moneda de sal” abierta, mostrando en su interior granos de sal procedentes de
Salinas de Oro (Navarra).
Una
de las singularidades de esta ficha publicitaria (Fig. 2) es la moneda que aparece representada, se trata de los ocho escudos de oro de Felipe IV de España
(VI de Navarra), acuñados en la ceca de Pamplona en 1652 y cuyo cuño de anverso
se conserva en el Museo de Navarra donde actualmente se expone en la Sala de
Numismática.
Solamente se conoce un ejemplar de esta
singular moneda (Fig.3) y su estado
de conservación es excelente. Acuñada por
Felipe IV, en Pamplona, precisamente, tras la protesta realizada por los
navarros en 1652 por las acuñaciones de monedas de plata se habían realizado
hasta la fecha con la leyenda “PHILIPPUS DEI GRATIA CASTELLE ET NAVARRAE REX”, cuando
según los fueros el monarca debía titularse solamente como rey de Navarra en la
moneda acuñada en el reino. Posiblemente, como desagravio, y atendiendo a las
peticiones de corregir el contrafuero, el monarca autorizó una acuñación
extraordinaria y muy limitada de piezas de oro (onza y medio onza) con la
leyenda pedida por sus súbditos: PHILIPPUS SEXTUS DEI GRATIA NAVARRAE REX, que
fue supervisada por el entonces virrey (1649-1653), Don Diego López de Pacheco
Cabrera y Bobadilla, Marqués de Villena.
Figura
2.-
Token o ficha publicitaria que contiene una muestra de sal.
Además de su valor intrínseco, esta moneda
tiene un interesante pedigrí. Fue adquirida por Archer M. Huntington,
(1870-1955), quien tras fallecer su padre, Collis
P. Huntington, fundador de la compañía de
ferrocarriles Central Pacific Railroad, heredó una de las fortunas más grandes
de los EE. UU.
Ya en vida de sus padres, el joven Archer
se dedicó a viajar, y sobre todo a realizar el sueño de su niñez, fundar un
museo con los materiales que adquiría en sus desplazamientos, museo que se
convertiría en una institución internacional, encargada de fomentar y divulgar
los estudios hispánicos. Así surgió en 1904 la “Hispanic Society of America”
(HSA) ubicada en Nueva York.
Entre los variados materiales hispánicos
que reunió a lo largo de su vida, destacan las 38.000
monedas que se conservaban hasta hace pocos años en la Avenida de Broadway de
Nueva York, algunas de ellas piezas únicas, en
la colección de moneda hispánica más importante que existía fuera de
España. Esta importante colección numismática se conservaba en el edificio
contiguo de la American Numismatic Society (ANS) donde pudimos estudiar las
piezas navarras a finales del pasado siglo.
El
año 2011, la Hispanic Society decidió poner en venta la importante
colección de monedas con el fin de recaudar dinero con el que adquirir una
nueva sede. En las mismas fechas que se
gestaba la devolución a España de las monedas ilegalmente obtenidas por el
Odyssey del pecio de la Fragata Mercedes, y dado que según el testamento de
Hungtington, la colección de la Hispanc Society tan laboriosamente reunida no
se podía dispersar, se ofreció la colección, tasada entre 25 y 35 millones de
dólares, al Ministerio de Cultura. Dada la delicada situación económica
provocada por la crisis, el Gobierno rechazó la oferta.
Figura
3.- Moneda
de ocho escudos de oro acuñada en Pamplona en 1652.
Ante la
negativa institucional, en marzo del 2012, la casa de subastas Sotheby's la adjudicó en una
puja a sobre cerrado. El comprador fue un consorcio de profesionales
numismáticos creado a tal fin, y una vez adquiridas, las monedas se dispersaron
y vendieron en diferentes subastas, incumpliendo así la voluntad del fundador
de la Hispanic Society. Finalmente, la moneda navarra de ocho reales (Fig. 3) fue subastada en Madrid el 9 de
octubre del 2012, adjudicándose en la cantidad de 525.000 euros (a los que hay
que sumar la comisión de la casa de subastas y las tasas).
Esta moneda
por motivos técnicos, no pudo figurar en la exposición que tuvo lugar el año
2001 en el Museo de Navarra sobre la Moneda, aunque su fotografía apareció de
forma destacada en la portada del catálogo que el Gobierno de Navarra editó
sobre este evento.
A
modo de recopilación, en esta original ficha o token confluyen dos elementos
simbólicos, en primer lugar la imagen de la moneda más espectacular de la
numismática navarra que figura en su cubierta, así como la sal que contiene en
su interior, ya que este elemento ha sido utilizado como moneda en distintas
épocas y lugares del Planeta, y desde los primeros tiempos -tras el surgimiento
de las grandes civilizaciones-, fue utilizada como medio de pago (de aquí
derivaría el término salario).
Fue
precisamente el monarca Felipe IV, bajo cuyo reinado se acuñaron los ocho
escudos de oro de Navarra, quien unos años antes había creado en 1631 el
“Consejo de la Sal”, encargado de gestionar los impuestos que gravaban dicho
producto.
Figura
4.-
“Monedas de sal” con el Pirineo navarro al fondo.
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