martes, 1 de octubre de 2024

Las monedas de los Vikingos

 

Las monedas de los Vikingos. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 80 (1337) (Marzo 2024): pp. 44-47.

 

Miguel Ibáñez Artica

 

 

                Las sociedades que desarrollaron la navegación como medio de conquista de otros territorios se remontan a la Edad del Bronce, con los denominados “Pueblos del mar” que atacaron Egipto en tiempos del faraón Ramsés II durante la primera mitad del s. XIII a.C. Con posterioridad, en la Edad Antigua, está bien documentada la proliferación de fenómenos más o menos locales de piratería, como por ejemplo los que asentados en Cilicia (sureste de Anatolia en la actual Turquía) asolaban las aguas del Mediterráneo durante el siglo I a.C., y que fueron finalmente aniquilados por Pompeyo “el Grande” en el combate naval de Coracesio el año 67 a.C..

                Siglos más tarde, en la Alta Edad Media, surgen otros “pueblos del mar”, esta vez procedentes de Escandinavia en el Atlántico Norte, que a partir del siglo octavo se propagan por la costa atlántica europea, llegando a penetrar en el Mediterráneo, donde a finales del siglo once fundarán, primero el condado, y poco más tarde el reino de Sicilia (Fig. 1). Este período comprendido aproximadamente entre los años 800 y 1050 se conoce como la “Era Vikinga” y afectó fundamental a las zonas costeras de Europa, tanto atlánticas como mediterráneas(1).


Figura 1.- Mapa que muestra la expansión vikinga entre los siglos VIII y XI, y algunas monedas del tesoro de Cuerdale (Inglaterra).

 

                Desde su ataque y saqueo del monasterio de Lindisfarne, en el norte de Gran Bretaña el 8 de junio  del año 793, sus actividades depredadoras se extendieron por otros lugares costeros, y en el 844, una flota de cuatro mil hombres a bordo de 54 navíos, remontaba el río Guadalquivir sembrando el terror en Al-Andalus, hasta ser contundentemente derrotados por el emir omeya de Córdoba Abd al-Rahmán II.

Poco tiempo más tarde, en el año 858 una expedición vikinga llega hasta Pamplona, donde capturan al rey García I Íñiguez, que tiene que pagar un rescate de setenta mil dinares, y en el mismo año una flota de cien navíos llega hasta las costas de Galicia y tras saquear varias poblaciones, ponen cerco a Santiago de Compostela, donde sus moradores pagan el tributo exigido por los sitiadores. Sin embargo éstos no levantan el cerco de la ciudad, hasta que son derrotados y expulsados por el ejército del rey Ordoño I, que acudió en auxilio de la ciudad compostelana.

                El primitivo modelo económico de los vikingos, donde la principal fuente de ingresos procedía de ataques y saqueos en otros territorios, no utilizaba la moneda, y se basaba en una “economía de estatus”, donde la importancia de una persona estaba relacionada con su riqueza y poder, es decir con la cantidad de metales preciosos que acumulaba y que podía regalar, de manera similar al sistema social del “Big Man” de las sociedades melanésicas primitivas, basado en el “regalo”.

                A partir del siglo octavo, los vikingos descubren la facilidad de obtener riquezas en los ataques y saqueos de los monasterios y abadías ubicados en las costas de Gran Bretaña, y poco a poco, en expediciones cada vez más numerosas, se adentran a lugares más lejanos y desconocidos, ampliando su zona de acción y penetrando en el interior a través de los ríos, hasta alcanzar y saquear grandes ciudades que les proporcionan sustanciosos botines en metales preciosos, esclavos o rehenes por los que pedir rescates.

                En principio los vikingos utilizan los metales preciosos, especialmente la plata, a peso, y así en los numerosos tesoros descubiertos de esa época, aparecen mezclados lingotes, cadenas, pulseras y otros adornos de plata, junto con monedas musulmanas (dirhems) y cristianas (dineros anglosajones y carolingios), muchas veces fragmentadas, lo que indica su utilización “a peso” (Fig. 2). 


Figura 2.- Tesoros vikingos: a la izquierda, tesoro de Gotland (Suecia), a la derecha, tesoro de York (Inglaterra), en ambos casos con una mezcla de lingotes, objetos de adorno y monedas.

 

Este tipo de economía primitiva se fundamentaba en el estatus social adquirido en las “razias”,  mediante la posesión de metales preciosos bajo cualquier forma, ya que las monedas enteras o partidas, los lingotes o las joyas  podían fundirse fácilmente para crear nuevos elementos que simbolizaban el poder y estatus de su poseedor. Otra forma de recibir ingresos era el conocido “Danegeld” o impuesto danés, que se pagaba en Inglaterra y en la Francia Carolingia a los vikingos para evitar el saqueo y la piratería(2). 

Un ejemplo excepcional de este fenómeno lo encontramos en la piedra rúnica U 344, encontrada en 1868 en Yttergärde (Suecia), y que  se datado en la primera mitad del siglo XI (Fig. 3). Esta piedra con inscripciones en caracteres rúnicos, conmemora que el vikingo Ulf de Borresta ha recibido tres “danegelds” en Inglaterra. Como hay varios años entre los pagos, es probable que Ulfr regresara a Suecia tras cada uno de ellos para vivir como un rico potentado.​ Es remarcable cómo resume toda su vida aventurera en tan pocas palabras.

"Y Ulfr recibió tres pagos en Inglaterra. Que fue el primero el que pagaron a Tosti. (Skagul Toste en 991).  Después el pago a Þorketill (Thorkell el Alto en 1012). Después el pago a Knútr (Canuto el Grande en 1018)”.

 

                     

Figura 3.- Monolito de Yttergärde en Suecia y conjunto de monedas (enteras y fraccionadas) de un “danegeld”.

 

Con el tiempo los ataques esporádicos se convirtieron en asentamientos permanentes en las fértiles tierras de Gran Bretaña y Francia, donde se crearon reinos y ducados vikingos, tanto en la península escandinava (Noruega y Suecia) y Dinamarca, como en otras zonas (York, Mann y Dublín), e incluso los vikingos daneses llegaron a ocupar el noroeste de Francia en la segunda mitad del siglo noveno, y tras jurar lealtad al rey de Francia, recibieron en posesión el territorio de Normandía (tierra de los hombres del norte), que más tarde (s. XI) llegaría a conquistar la misma Inglaterra (1066), el reino de Sicilia, o algunos estados cruzados de Oriente Medio. (Fig. 1).

                Al desarrollar estos nuevos sistemas políticos, inspirados en las monarquías tradicionales anglosajonas o carolingias de los territorios ocupados, los nuevos reyes vikingos adoptaron la tradición de acuñar monedas con una variada tipología, habitualmente inspirada en las emisiones anteriores, llegando a representar en la moneda el busto del monarca, como es el caso de Olof Skötkonung de Suecia (Fig. 4a) e incorporando en ocasiones elementos singulares, como la espada vikinga (Fig. 4b; Figs. 5c, d y g), la triquetra, símbolo que aparece en las monedas danesas y noruegas del s. XI, un estandarte triangular vikingo (Fig. 5h), o el símbolo vikingo clásico de un cuervo con la cabeza girada a la izquierda y las alas desplegadas (Fig. 5i).


Figura 4.-Monedas vikingas; a: Moneda de Olaf Skötkonung rey de Suecia (995-1022 d.C.); b: Moneda de Eric el Sanguinario, rey de Noruega y Northumbria (930-934 d.C.).

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Estos diseños vikingos se habían modificado en su significado y pueden relacionarse con elementos cristianos, como el cuervo con San Osvaldo de Northumbria, mientras que la triquetra representa la Santísima Trinidad y el estandarte triangular de las monedas está decorado con una cruz. La cultura vikinga fue progresivamente experimentando una aculturación en favor de las tradiciones y creencias cristianas, y aunque la cruz fue un elemento muy presente en las monedas vikingas (Figs. 5a, b, c, e, f, i), convivió con símbolos paganos tradicionales como el martillo de Thor que aparece en algunas emisiones (Figs. 5d y g).





Figura 5.- Monedas vikingas.

a: Imitación Anglo-Vikinga de Eduardo el Viejo (899-915 d.C.); b: 895-902 Moneda vikinga de York tipo “Cnut Cunnetti” ; c: Reino vikingo de York, tipo “San Pedro” ( 895-920); d: Moneda del caudillo hiberno-nórdico y rey vikingo de Dublín Sihtric Cáech (921-927); e y f: Monedas de  Athelstan “el Grande” acuñadas en York (924-939); g: Moneda de los reyes hiberno-nórdicos de York (c. 920-927) (MEC 1, 1449);  h, i: Monedas de Olaf III Guthfrithsson , monarca anglo-vikingo de Northumbria (934-941) (MEC 1, 1451).

 

                El proceso de cristianización de los vikingos de Escandinavia resultó progresivo pero lento, abarcando un período de casi dos siglos.

Durante este tiempo la religión cristiana coexistió con la nórdica pagana, y resulta significativo el hallazgo de moldes para fabricar colgantes de plata, que combinan las representaciones cristianas con los populares martillos de Thor (Fig. 6a). Este fenómeno de convivencia de religiones también se refleja en la numismática vikinga, mientras unas emisiones muestran la cruz como motivo principal de la moneda (Fig. 6b), en otros casos el principal símbolo utilizado es el martillo de Thor pagano (Fig. 6c) 6c). 




Figura 6.- Cruces cristianas y martillos de Thor paganos.

a: Molde para fabricar conjuntamente colgantes de cruces y martillos de Thor (Trendgården, Dinamarca); b: Moneda de Anglia oriental vikinga (895-910); c:  Moneda de Olaf Guthfrithsson (934-941).

 

 

Notas:

 (1) Una de las  principales claves del éxito de la expansión vikinga, fue indudablemente su conocimiento en el campo de la construcción naval. Los barcos denominados “drakkars” se construían mediante una técnica denominada  “tingladillo” o “casco trincado”, donde las tablas de madera utilizadas en su construcción se superponían unas sobre otras. Este tipo de estructura, unido al timón de espadilla, el mástil abatible y el poco calado, que permitía navegar por zonas con poca profundidad, dio a los vikingos una serie de ventajas tácticas, como la velocidad y maniobrabilidad, permitiéndoles combinar la navegación marítima (a veces a grandes distancias, como el viaje realizado hasta América del Norte), con la fluvial en ríos poco profundos y la facilidad de sacar el boque del agua haciéndolo rodar sobre troncos de madera.

 

(2) Precisamente la recaudación de estos “danegeld” en Francia, motivó a Carlos el Calvo (843-877) a establecer una gran cantidad de cecas diferentes, que aumentaron la producción de moneda carolingia en el país galo (Spufford, 1991: 88). 

 

 

 

Bibliografía:

 

Blackburn, M. (2011). Viking Coinage and Currency in the British Isles. Spink & Son Ltd.: 415 pp.

 

MEC: Grierson, Ph. & M. Blackburn (1986). Medieval European Coinage 1. Cambridge Univ. Press: 674 pp.

 

Spufford, P. (1991). Dinero y moneda en la Europa Medieval. Ed. Crítica, Barcelona: 604 pp.

 

Williams, G. (2007). Kingship, Christianity and Coinage: Monetary and Political perspectives on Silver Economy in the Viking Age. En Silver Economy in the Viking Age. Eds. J. Graham-Campbell & G. Williams: pp. 177-214.

 Viking Coinage: https://en.wikipedia.org/wiki/Viking_coinage

 



 













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