Las monedas de
las Legiones Romanas. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 79
(1332) (Octubre, 2023): pp. 46-49.
Miguel Ibáñez Artica
Las
legiones constituyeron el elemento clave de la expansión del Imperio Romano, y
de su pervivencia durante varios siglos, hasta el colapso acaecido en el año
476 d.C., pero que ya se había iniciado en el 395 d.C. tras la muerte de
Teodosio I.
La legión era una unidad militar de infantería que si
bien al principio contaba con cuatro mil doscientos hombres, más tarde llegaría
a agrupar a unos seis mil soldados de infantería complementados por trescientos
jinetes. Estas legiones tenían un nombre y un número, y se conocen unas
cincuenta, aunque habitualmente solo llegaron a existir veintiocho
simultáneamente. Con Julio Cesar,
incorporaron una sección de artillería de armas pesadas como la balista (10 en
cada legión), el onagro, una especie de catapulta que lanzaba piedras hasta 300
metros de distancia, utilizada en misiones de asedio (3 en cada legión), y el
escorpión, que arrojaba lanzas o jabalinas (59 en cada legión).
Estos pequeños ejércitos llegaron a ser autosuficientes,
integrando servicios fundamentales como cocineros, médicos, ingenieros... y un
gran número de civiles que acompañaban permanentemente a las legiones, como
comerciantes y mujeres (prostitutas o compañeras de legionarios, que no podían
contraer matrimonio, y sus hijos), que al establecerse en los campamentos
permanentes terminaron por constituir auténticas ciudades como es el caso de
León en España, originada a partir del campamento de la Legio VI Victrix
durante las Guerras Cántabras hacia el año 29 a.C., y que posteriormente fue el
asentamiento de la Legio VII Gemina desde el años 74 d.C. hasta comienzos del
siglo quinto. Podemos decir que cada legión constituía un subsistema
autosuficiente, y allí donde se asentaba desarrollabas estructuras básicas
(vías, puentes, acueductos, etc.) que en algunos casos han llegado hasta
nuestros días(1).
Figura 1.- Insignias
legionarias en monedas Hispanas.
a: Denario de Octavio
acuñado el 18 a.C. en Colonia Patricia (Córdoba) con un templo redondo de seis
columnas y en su interior dos estandartes y águila legionaria; b:
dupondio de Tiberio (14-36 d.C.) de Caesaraugusta (Zagagoza) con estandartes y
referencias a las legiones IV, VI y X; c: semis de Cartagonova (Cartagena)
de época de Augusto que imita los denarios legionarios de Marco Antonio; d: as
de Tiberio (14-36 d.C.) acuñado en Acci (Guadix, Granada); e: semis de Tiberio
emitido en Caesaraugusta (Zaragoza); f: sestercio de Adriano (130-133
d.C.) acuñado en Roma donde el emperador
a caballo arenga a sus legiones.
Tras las Guerras Púnicas, entre el 150 y el 50 a.C. las
legiones invadieron África, España, Grecia, Anatolia, Siria, Mesopotamia,
Palestina, Egipto, la Galia, Alemania y Gran Bretaña, ampliando el comercio, la
industria y la inversión romana en dichos territorios, y aunque las legiones
abandonaran la zona, permanecían los negocios de los romanos instalados en la
región, que utilizaban las infraestructuras creadas y las redes comerciales que
los empresarios romanos habían desarrollado en sus contratos con el gobierno.
Por dicho motivo, esta época ha sido denominada como de “Capitalismo legionario”
(Moore & Lewis, 1999).
En la Península son frecuentes las emisiones de monedas
de tiempos de Augusto, Tiberio y Calígula donde aparecen insignias y águilas
legionarias como por ejemplo: en Abdera (Adra, Almería) en ases y semises de
Augusto, en Acci (Guadix, Granada) en ases de Tiberio y Calígula, en
Caesaraugusta (Zaragoza) (Figs. 1b, e)
en dupondios de Augusto, semises de Tiberio y dupondios de Calígula; en
Cartagonova (Cartagena) en semises de Augusto (Fig. 1c), en Emerita (Mérida, Badajoz) en semises de Augusto y
Tiberio, en Ilici (Elche, Alicante) en semises de Augusto y ases y semises de
Tiberio, en Itálica (Santiponce, Sevilla) en semises de Tiberio y en Colonia
Patricia (Córdoba) en denarios y dupondios de Augusto (Fig. 1a).
Las monedas acuñadas para los pagos de las legiones mejor
conocidas y más numerosas fueron las emitidas entre los años 32 y 31 a.C. por
Marco Antonio, estimándose una producción de entre 25 y 35 millones de piezas,
éstas, en su inmensa mayoría denarios, presentan una iconografía muy uniforme:
en el anverso una galera y encima la leyenda “ANT AVG” (Antonio Augur) y bajo
el barco “III VIR. R.P.C.” (tresviri rei
publicae constituendae o “Triunviro para la reorganización de la
República”)(2). En el reverso aparece el águila de la legión entre
dos estandartes y una leyenda que identifica el número de la legión (II, III,
IV, V, VI...) (Fig. 2). Teniendo en
cuenta que un legionario recibía 225 denarios al año distribuidos en tres
pagas, y que cada legión contaba en esa época con 4.800 hombres, la cantidad de
denarios que acuñó Marco Antonio servía para realizar el pago a 27 legiones.
Aunque en tiempos de Marco Antonio solamente había 23 legiones registradas
oficialmente, se conocen monedas a nombre de números superiores, hasta la Legión
33 (Amela, 2017). Es posible que algunas de estas legiones solo existieran de
forma circunstancial, y tras la victoria de Octavio, los registros de las
legiones al servicio de Marco Antonio fueron eliminados desapareciendo la
información documental y sobreviviendo tan solo los datos registrados en sus
monedas, que en la actualidad presentan algunos problemas de interpretación.
Estos tipos monetarios sirvieron como modelo a otras
monedas, por ejemplo algunos semises acuñados en Cartagonova (Cartagena) en
tiempos de Augusto, reproducen en sus anversos y reversos los mismos motivos
que los denarios legionarios de Marco Antonio (Fig. 1c), igualmente con posterioridad, el reverso de estos
denarios con los estandartes flanqueando la insignia del águila, fue reproducido
en emisiones conmemorativas bajo los emperadores Clodio Albino (193 d.C.),
Septimio Severo (193-211 d.C.), Caracalla (198-217 d.C.), Heliogábalo (218-22
d.C.), Galieno (253-268 d.C.), Constantino I, el Grande (303-337 d.C.),
Maximino Daya (310-313 d.C.), Licinio I (308-324 d.C.) y Alejandro de Cartago
(308-311 d.C.) (Amela, 2017: 73).
Figura
2.-
Monedas de las legiones de Marco Antonio.
Las monedas más raras son las correspondientes a la
Legión I, que aparece como “LEG PRI”, es decir Legio Prima, mientras que las
más abundantes corresponden a la Legión VI. Se acuñaron denarios con una
tipología muy similar a nombre de las Cohortes Pretorianas y de los “Speculatores” (Fig. 3b), estos últimos integraban una serie de cohortes
compuesta de exploradores y mensajeros, que desempeñaban el papel de espías al
servicio de Marco Antonio. En este caso el reverso de la moneda presenta tres
estandartes y la leyenda “CHORTIS • SPECVLATORVM”. También se emitieron áureos
con los mismos cuños utilizados para los denarios (Fig. 3a), y en el año 2013 salieron a la venta dos cuños de reverso
de los denarios de la Legión VI (Fig. 3c)
y XII (Fig. 3d).
Figura
3.-
a: Áureo de la Legión
II; b:
denario de la “Chortis Specvlatorvm”; c: cuño de reverso de la Legión VI; d: cuño de reverso de la
Legión XII.
Los denarios legionarios de Marco Antonio, de una ley
algo inferior (80-90% frente al 98-99% de contenido en plata de los
republicanos de la época), siguieron en circulación durante mucho tiempo y
aparecen en las ruinas de Pompeya, destruida por la erupción volcánica del
Vesubio un siglo más tarde.
Otro aspecto interesante son las contramarcas que se
ponían a monedas hispano-romanas que formaban parte del salario cuatrimestral
que recibían los soldados, con el fin de que circularan oficialmente en los
campamentos legionarios(3), habida cuenta de que para las pequeñas
compras cotidianas era importante disponer de “moneda menuda” como ases o
semises, que en ocasiones llevan estampado el numeral de la legión (L.X, L.VI)
o su nombre (LA ¿Legio V Alaudae?),
pero la contramarca más habitual es la cabeza de águila, presente en las cecas
del noroeste hispano (Clunia, Calagurris, Bílbilis, Celsa, Cascantum,
Turiasu...) (Fig. 4), marca que se
inició en tiempos de Augusto y perduró hasta los años 68-69 d.C. Existen otras
contramarcas como el jabalí que aparece sobre las monedas de Clunia (Burgos) o
la punta de lanza atribuida a la Legio VI “Victrix”, legión que junto con la IV
“Macedónica” y la X ·Gémina” fundaron la ciudad de Zaragoza, tal como queda
reflejado en algunas monedas (Fig. 1b).
Algunas de estas piezas reselladas viajaron con las legiones y han aparecido en
las excavaciones realizadas en la lejana frontera del Danubio (García-Bellido,
2004).
Figura 4.- Resello con cabeza
de águila en monedas del Valle del Ebro: Bilbilis (Calatayud) (a),
Calagurris (Calahorra) (b), Cascantum (Cascante) (c),
Graccurris (Alfaro) (d) y Turiasu (Tarazona) (e).
Finalmente pasaremos a comentar unos curiosos lingotes de
plata, que llevan un resello circular con un águila con las alas desplegadas, y
varias letras. El primer ejemplar procedente de la Europa del Este (Fig. 5a), presenta un peso de 31,95 g, y
un módulo comprendido entre los 33,7 y 29,1 mm, con un espesor de 5,1 mm. De
forma circular presenta en los lados opuestos del canto, sendos cortes, que
indican que se fabricó en un molde con varias piezas alineadas. En la zona
central lleva estampada la figura de un águila con las alas desplegadas
inscrita en un círculo con una gráfila de puntos. Encima la contramarca “LEG”,
y a los lados “V” y “I” (Legión sexta),
y debajo las iniciales “C”, “N”, “N”. Existen otras piezas similares con
la misma contramarca del águila (Fig. 5d)
y con otras letras (Figs. 5b, c).
Por el momento no podemos establecer con certeza el papel
que tenían estos lingotes resellados (¿aprovisionamiento de plata a las
legiones?), o inclusos si se trata de falsificaciones (como durante mucho
tiempo se atribuyeron las monedas de Marco Antonio a nombre de las legiones con
numeral superior a veintitrés).
Figura
5.-
Lingotes de plata con resellos a nombre de legiones.
Notas:
(1) En 1945 Julio Caro
Baroja propuso que los nombre de las
poblaciones navarras terminadas en “-ain”
(Noáin, Oricáin, Badostáin, etc.) designaría un “fundi” o “agri”, es decir
un terreno entregado a un legionario al terminar su servicio, y cuyo elemento
es en antropónimo del dueño primitivo. Estas pequeñas instalaciones o villas
rurales, con el tiempo pasarían a convertirse en poblaciones. Jimeno Jurio
publica en 1986 trescientos treinta y cuatro
topónimos de este tipo en Navarra.
(2) Esta inscripción
resulta sorprendente, dado que el segundo Triunvirato de Marco Antonio,
Octaviano y Lépido iniciado el 43 a.C. y renovado el 37 a.C. había finalizado,
y estas monedas “legionarias” se emitieron precisamente para combatir a
Octaviano, en teoría su compañero en el Triunvirato.
(3) Los ases acuñados
en Celsa, Calagurris, Turiaso, Graccurris y Clunia abastecieron en tiempos de
Augusto y Tiberio a todas las legiones y cuerpos auxiliares asentados en
Hispania (García-Bellido, 2004: 49).
Bibliografía:
Amela, L., 2017. Nuevo denario
legionario de Marco Antonio: Leg XXXIII. Rev.
Numism. Hécate 4: pp. 60-75.
García-Bellido, M.P., 2004. Las legiones hispánicas en Germania. Moneda
y ejército. Anejos de Gladius 6: 360 pp.
Moore, K. & Lewis, D., 1999, Birth Of The Multinational: 2000 Years Of
Ancient Business History. Copenhagen: Copenhagen Business School Press: 341
pp.
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