El tamaño sí
importa. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 62(1139)
(Marzo 2006): pp. 52-53.
El tamaño y peso de las monedas puede
variar mucho, pero generalmente para facilitar su uso, suele estar comprendido
entre unos márgenes relativamente pequeños. Por ejemplo en la actualidad la
moneda metálica en curso varía entre los 25 mm de la pieza de dos euros y los16
mm de la moneda de un céntimo, con un peso que oscila entre los 8,52 gramos y
los 2,32 gramos respectivamente. No hace mucho tiempo disponíamos todavía de
una moneda aún más pequeña, la popular “lenteja” o peseta con un diámetro de 14
milímetros y un peso de poco más de medio gramo.
Si bien la mayoría de los sistemas
monetarios suelen presentar unos intervalos de tamaño y peso relativamente
reducidos, ocasionalmente podemos encontrar monedas mucho más grandes o
pequeñas, esto ocurría sobre todo cuando el valor intrínseco de la moneda era
igual a su valor nominal (es decir que una moneda de metal precioso que pesa un
gramo, valía igual -o sólo un poco menos-, que un gramo en lingote sin acuñar
de ese metal). Esta equivalencia entre los valores intrínsecos y nominales se dio
en las monedas acuñadas en las Edades Antigua y Media. A partir del siglo XVI y
hasta el pasado siglo XX se desarrolló el numerario fiduciario, es decir
monedas a las que la autoridad emisora asignaba un determinado valor que nada
tenía que ver con la calidad y cantidad de metal que llevaban las propias
monedas, sin embargo, los billetes emitidos conservaban todavía la capacidad de
poder ser canjeados (a veces en teoría, más que en la práctica) por su valor en
metal precioso (recordemos la frase de “el banco de España pagará al portador”,
que llevaban los antiguos billetes).
Uno de los primeros patrones
monetarios surgió en la Grecia clásica, se trataba de un sistema basado en la
moneda de plata denominada dracma, con numerosos múltiplos y divisores, desde
los pesados decadracmas de más de 40 gramos de peso, hasta los diminutos
“hemitetartemorions” como los que se acuñaron en Miletos de apenas una décima
de gramo (Figura 1).
Sistema
monetario de la Grecia clásica Equivalencia en Moneda Fenicia
(púnica)
Decadracma 43 g.
Tetradracma 17,2 g.
Didracma
(estátera) 8,6 g. Shekel
Dracma
(6 óbolos) 4,3 g.
Tetraóbolo 2,85 g.
Trióbolo
(hemidracma) 2,15 g. 1/4 Shekel
Dióbolo 1,43 g.
Trihemióbolo (1,5 óbolos) 1,07 g.
Óbolo 0,72 g.
Tritartemorion (3/4 de óbolo) 0,54 g. 1/16 Shekel
Hemióbolo 0,36 g.
Trihemitartemorion
(3/8) 0,27
g.
Tetartemorion
(1/4 de óbolo) 0,18 g.
Hemitetartemorion
(1/8) 0.09 g.
Figura 1.- Comparación de
tamaños entre un gran decadracma de Siracusa y un pequeño hemitetartemorion.
Las monedas más pequeñas generaban
serios problemas de circulación, por una parte eran muy necesarias para
realizar con ellas pequeñas compras cotidianas en las poblaciones urbanas, pero
por otra parte, su pequeño tamaño dificultaba su utilización (se extraviaban
con facilidad, literalmente se perdían entre los dedos), por este motivo
algunas ciudades las sustituyeron por otras monedas de metales menos valiosos
(aleaciones de cobre) pero de mayor tamaño, así surgió la “litra” y sus
divisores en Sicilia.
En el antiguo reino de Siam (actual
Tailandia) se venían utilizando monedas de muy diferentes tipos, en el reino de
Laan Chang se usaban lingotes de plata o vellón llamados “lengua de tigre” mientras
en el norte del reino de Lanna, entre 1239 y 1564 se utilizaron como moneda
unas piezas con aspecto de burbuja de latón y plata denominadas “boca de cerdo”
posiblemente como recuerdo e imitación de las conchas utilizadas anteriormente
como moneda, así como “brazaletes-moneda”. El monarca Ramkhamhaeng (1279-1298)
introdujo las “monedas bala” o “bullet coins”, fabricadas a partir de una corta
barrita de plata plegada, que les confiere una forma esférica. Durante
seiscientos años se fabricaron numerosas monedas de este tipo en diferentes
valores, desde las gigantescas piezas de 80 baths con un peso superior al
kilogramo (entre 1185 y 1232 gramos), hasta las diminutas de 1/128 bath con un
peso de 0,12 gramos. En la Figura 1
puede verse una pieza de un “att”, equivalente a 1/64 bath, emitido en el siglo
XIX, comparado con una pieza actual de un céntimo de euro.
Figura 2.- A la
derecha de un céntimo de euro, a: pequeña “moneda bala” con valor de 1/64 de bath,
acuñada por Rama IV de Siam, el popular monarca que inspiró las películas de
“El rey y yo” y “Ana y el rey de Siam” y b: fracción de fanam de Vijayanagara
(India, s. XV) de 2 milímetros de diámetro y 0,02 g. de peso.
Al fondo (c), la
moneda de oro más grande, acuñada en el año 2007, con un valor de un millón de
dólares y un peso de 100 Kg.
La dificultad de fabricación de
estas piezas (un artesano apenas podía fabricar unas 240 monedas al día), unido
a las necesidades de moneda para revitalizar el comercio, llevaron al monarca
Rama IV (1851-1868), a sustituirlas por la moneda redonda y plana convencional(1).
Este singular personaje que se empeñó en la modernización del país, y que contó
con el asesoramiento de la institutriz Ana Leonowens, ha
sido inmortalizado en la literatura y en el cine (es el monarca que figura en
las películas “El rey y yo” protagonizado por el actor Yul Brynner, o la más
reciente adaptación de “Ana y el rey”, protagonizada por la actriz Jodie Foster
en el papel de Anna).
Sin embargo, y a nivel mundial, el
“record” de moneda más pequeña lo ostentan unas piezas de oro acuñadas en el
siglo XV en Vijayanagar, capital del último gran imperio indú entre los siglos
XIV y XVII. Este imperio situado al sur de la India fue creado por Harihara I
(1336-1357) y tuvo su apogeo a comienzos del siglo XVI, cuando la ciudad llegó
a tener una población de más de medio millón de habitantes. Las monedas en
cuestión tienen tan sólo un milímetro y medio de diámetro y pesan dos
centésimas de gramo, en la Figura 2
podemos ver su tamaño comparado con una moneda actual de un céntimo de euro.
¿Por qué motivo se acuñaron monedas tan diminutas e incómodas?, de momento no
tenemos contestación a esta pregunta, pero lo normal en estos casos hubiera
sido acuñar monedas en metales menos valiosos (plata o bronce) que con un
tamaño más adecuado, hubieran sido más prácticas de utilizar.
(1) La moneda occidental era bien
conocida en esta zona, donde habitualmente circulaban los reales de a ocho
españoles acuñados en Méjico, aceptados como moneda por los comerciantes y
banqueros.
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