Las “monedas
castor”. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 70(1236)
(Enero, 2015): pp. 46-47.
Miguel
Ibáñez Artica.
Durante
el pasado año (2014) se acuñó una pequeña moneda conmemorativa en oro que
presenta la figura de un castor, imagen diseñada para las monedas de cinco
céntimos de Canadá en 1937 por G.E. Kruger Gray, y que se ha mantenido
ininterrumpidamente en todas las emisiones canadienses de este tipo monetario
desde hace más de 75 años (Figura 1).
Figura 1.- Moneda de oro conmemorativa y monedas canadienses de 5 céntimos de
distintos años.
Esta
circunstancia nos sirve de excusa para comentar algunas monedas conocidas con
el nombre de “monedas castor” y que presentan un mayor valor histórico, aunque
en algunos casos no se trata de verdaderas monedas “sensu stricto”, sino de “tokens” o monedas de uso local. Se da la
paradoja de que mientras algunas piezas conmemorativas son consideradas
oficialmente como monedas, cuando en realidad no han circulado ni circularán
nunca, otras, en ocasiones no metálicas, ni con la típica forma redondeada, han
circulado y cumplido plenamente las funciones monetarias en un determinado
contexto, a veces local o sustituyendo al numerario oficial, cuando este
escaseaba o era rechazado.
La primera de estas
emisiones ocurrió en plena “fiebre del oro” del oeste americano, cuando en
febrero 1849, los habitantes de Oregón decidieron establecer una fábrica de
moneda en la ciudad con el fin de amonedar las grandes cantidades de polvo de
oro recientemente descubierto en California, pero este plan se abortó con la
llegada del general Joseph Lane, primer gobernador de la zona, quien ante la
propuesta de las autoridades locales, señaló que según la Constitución de los
Estados Unidos, solamente el gobierno
federal podía emitir moneda de curso legal.
A pesar de ello, un grupo de comerciantes consiguieron acuñar más de
50.000 piezas de oro macizo de diez y cinco dólares.
Estas monedas llevan la
fecha de emisión (1849), el nombre de la empresa (Oregon Exchange Company), la
denominación de su valor (5 o 10 dólares), la imagen de un castor, y las
iniciales de los accionistas de la compañía (Kilborn, Magruder, Taylor, Abernethy, Willson, Rector, (Gill)
Campbell, y Smith) (Figura 2),
y se mantuvieron en circulación hasta
1854, fecha en que se creó la Casa de Moneda de San Francisco. En esos
momentos, el oro contenido en las monedas valía más del 8% de su valor nominal,
por lo que la mayoría de las piezas se fundieron, conservándose en la
actualidad apenas medio centenar de ejemplares en colecciones privadas, la
mayoría de los cuales presentan un deficiente estado de conservación al
contener oro puro que se desgasta y erosiona con gran facilidad.
Figura 2.- “Monedas” de oro puro acuñadas
en Oregón durante la “Fiebre del oro”.
Podríamos afirmar que
la “moneda castor” más genuina es la utilizada por los indios Kutchin del
territorio Yukon (al este de Alaska), quienes consideraban las pieles de castor
como moneda. El año 1670 se creó la Compañía de la Bahía de Hudson (HBC) y el
monarca inglés Carlos II le otorgó el monopolio comercial de las pieles en una
vasta e inexplorada región de casi cuatro millones de kilómetros cuadrados (Figura 3).
Figura
3.- Comercio
de pieles con los indios y (en rojo) zona de actuación de la Compañía de la
Bahía de Hudson. A la derecha, “tokens” emitidos por la Compañía equivalentes a
pieles de castor, encima un colgante con forma de creciente donde se han
acuñado en relieve la figura de un castor y los símbolos de la compañía.
En los primeros años
del siglo dieciocho se publicaron numerosos bandos y panfletos, que establecían
el precio de diferentes productos (pólvora, tabaco, calderos, hachas, anzuelos,
cuchillos, cucharas, carne de cerdo etc…) en número de pieles de castor (Figura 4) como referencia monetaria. Los
pueblos indígenas rechazaban la moneda occidental, pero aceptaban como moneda
objetos de adorno de plata, lo que se conoció como “trade silver”, y aquí encontramos la “moneda castor”, más original
y curiosa: unos colgantes con forma de castor, con las marcas de la compañía
(HB) e indicación del lugar de emisión (Montreal). Los pequeños colgantes de
plata con forma de castor, equivalían a una piel de dicho animal, y con los más
grandes, como el que se ilustra (Figura 6),
se podían adquirir diez pieles de este apreciado roedor (de nombre científico Castor canadensis).
Figura
4.- Piel de
castor, lista de precios de diferentes productos expresados en número de pieles
de castor y “token” de la Compañía del Noroeste con la figura de un castor.
Figura 5.-
b y c: “Tokens” de plata con
forma de castor; a: Token recortado en lámina y sin aspecto tridimensional; a:
Token de cobre con forma de castor, detrás una imagen del libro de D. Taxay “Money of the American Indians” (1970).
A pesar de su curioso aspecto (Figura 6), estos colgantes están realizados con una lámina de plata
de peso y tamaño determinado (Figura 5a),
sobre la que se han estampado diferentes marcas (nombre de la entidad emisora,
localidad de la fabricación…) y cumplen una misión monetaria concreta no muy
distinta de la que tienen las verdaderas monedas. En 1857 la Compañía emitió
tokens (monedas locales) con valor de 1, ½, ¼ y 1/8 pieles de castor (Figura 3). No son estas las únicas
“monedas” que se fabricaron relacionadas con el comercio de las pieles, la
Compañía del Noroeste, que comenzó a funcionar en 1775 era la principal empresa
competidora de la HBC, y en 1820 fabricó en Birmingham (Inglaterra) tokens con
la figura de un castor (Figura 4).
Figura 6.- “Token” de plata con forma de castor.
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