El “Mullu”: oro rojo de los Incas. Artículo
publicado en: Eco Filatélico y Numismático 58(1094)
(Enero 2002): pp. 48-49.
Miguel Ibáñez Artica
Dentro de los elementos
utilizados como moneda por los pueblos primitivos, uno de los más
característicos es el denominado “dinero
del mar”, formado por conchas
marinas, más o menos trabajadas, utilizadas como moneda y también como
elementos ornamentales.
Hay que tener en cuenta que
frente al uso actual de la moneda, con una finalidad exclusivamente económica,
las “monedas primitivas” podían tener diferentes aplicaciones, por ejemplo
cumplían una función social (en dotes matrimoniales, regalos ceremoniales,
resarcimiento por delitos de sangre, ofrendas a los dioses...) y probablemente
esta utilización no económica de la “premoneda” es anterior a su uso en el
comercio.
Algunos moluscos marinos han
sido utilizados como moneda desde la más remota antigüedad, especialmente en el
Océano Pacífico, tanto en las costas asiáticas, como en Australia e islas del
Pacífico Sur, así como en la costa americana, tanto en América del Norte como
Sudamérica. Las conchas de algunas especies presentan unas características muy
adecuadas para ser usadas como moneda, su reducido tamaño, dureza y
durabilidad, imposibilidad de falsificarlas, rareza o dificultad en su
obtención, además de su intrínseca belleza y atractivo como ornamento, las
convierten en candidatas perfectas para constituir un elemento de referencia
del valor de las cosas, de gran aceptación entre las culturas primitivas.
Podemos señalar tres grupos de
moluscos que han cumplido una función monetaria en las costas americanas, los escafópodos que como el Dentalium pretiosum, era utilizado por
las tribus indias de la costa norteamericana del Pacífico, recibiendo la
denominación de “allicotsik”
(literalmente “moneda india”), los gasterópodos
o caracolas de diferentes tamaños, desde la pequeña Olivella biblicata o “kol-kol”
de los indios Chumash de California, a las grandes caracolas de Busycon canaliculatum, que servían a los
indios de la costa este de los Estados Unidos para fabricar cuentas o cilindros
de un hermoso color violeta. Las tribus de
la costa oeste utilizaban pequeños trozos de la “oreja de mar” (Haliotis rufescens) denominados “uhl-lo” que servían como moneda, a la
vez que se utilizaban como adorno, ensartando varias piezas a modo de collar.
Un tercer grupo está formado por los lamelibranquios,
como la especie Mercenaria mercenaria,
una almeja frecuente en el litoral de la costa atlántica de Norteamérica, de la
que se sacaban pequeños cilindros de color blanco, que combinados con los de
color violeta antes señalados, formaban cinturones denominados “wampum”, que servían como medio de
cambio.
Figura 1.- Ejemplares de Spondylus crassisquama
(princeps) Lamarck, 1819.
A este grupo de moluscos
pertenece también el “Spondylus”, una
especie de ostra o berberecho que
presenta numerosas protuberancias laminares en la superficie de su concha. En
tiempos prehispánicos una de estas especies, considerada como un elemento
sagrado, tenía un gran valor, y de hecho se intercambiaba con el oro, se trata
del “mullu”, voz quechua de una
especie de ostra espinosa que presenta un llamativo color rojo, el Spondylus princeps, que vive a poca
profundidad en la costa de Ecuador. La recolección de este molusco
lamelibranquio se remonta a tiempos inmemoriales, y era extraído del fondo del océano por buzos
especializados, con ayuda de una piedra que les servía de lastre y con una
cuerda alrededor de la cintura, sostenida por pescadores sentados en una balsa
(tal como se ven representados en algunas figuras incaicas), de esta forma, se
sumergían hasta las profundidades en busca de la valiosa presa, muy difícil de
localizar por otra parte, ya que paradójicamente a cierta profundidad los
colores rojos, tan llamativos en la superficie, desaparecen camuflándose
perfectamente con el entorno. Estos personajes que actúan como buzos aparecen
frecuentemente representados en diversos
objetos, desde diferentes tipos de cerámica, pendientes, ornamentos para la nariz,
husos o cuencos, así como también en algunos relieves arquitectónicos.
Figura 2.- Vasijas de cerámica representando el “mullu”. A la
derecha, escenificando la recogida de “mullu” en una embarcación conocida como
“caballito de Totora”.
La extracción del “mullu” y su utilización en Perú se
extiende por un período de cuatro milenios, desde el denominado “período
Valdivia”, entre el 3.500 y 1.500
a .C., con un máximo de actividad en la “fase Engoroy”
situada entre el 800 y el 100
a .C. Desde sus zonas de recolección, en la costa de
Ecuador, las conchas de “mullu” eran
transportadas hacia el sur, utilizando fundamentalmente vías terrestres, en
cargamentos transportados a través de
las rutas que recorrían los Andes centrales, a lomos de llamas, y posiblemente
también por vías marítimas, si bien en este caso la navegación sería muy
dificultosa al ir las corrientes costeras en dirección contraria. Los
incas se establecieron en Tumbes (en la
costa norte de Perú) precisamente con el fin de controlar el puerto de entrada
de los conchas sagradas de Spondylus
y el punto de partida de la ruta terrestre que se dirigía hacia el sur, hacia
el corazón del imperio Inca. En esta población de Tumbes se estableció un
taller que fabricaba cuentas y collares con la preciada concha.
Las conchas de “mullu” se utilizaban enteras en algunas
ceremonias sagradas, por ejemplo entre los mayas, la sangre de los sacrificios
humanos, era vertida en conchas de espóndilo rojo. Sin embargo, la mayor
cantidad de “mullu” se procesaba en talleres
especializados, como el anteriormente reseñado situado en Tumbes, donde se
fabricaban laboriosamente pequeñas cuentas, tomando un fragmento de concha,
perforándola y desgastando los bordes con una piedra hasta conseguir un pequeño
anillo o cuenta. Otra posibilidad era sacar de la concha piezas rectangulares,
que convenientemente perforadas servían para fabricar petos o collares, incluso
se llegaron a fabricar pequeñas figuras de animales (principalmente aves de
largos picos) que servían como objetos de adorno.
Figura 3.- Collar de
duentas de “mullu”. Ecuador. Cultura
Puruha. (s. XIV-XV d.C.) y placas de “mullu”.
Perú.
A diferencia de lo que ocurre en
las culturas de los indios de Norteamérica, donde los investigadores y
antropólogos del siglo XIX, han dejado constancia de la utilización como moneda
de numerosas especies de moluscos, informando detalladamente sobre sus nombres,
usos y valor, con respecto a la utilización del “mullu” en las culturas prehispánicas, la principal fuente de
información se deriva de los hallazgos arqueológicos, ya que los
conquistadores, más preocupados por los metales preciosos, no prestaban
demasiada atención a estas conchas. No obstante, Pedro Cieza de León, en su
“Crónica del Perú” (1550) señala que los indígenas, además de adornos de oro y
plata, usaban unas cuentas muy menudas llamadas “chaquira colorada” que valían
tanto como el oro, y otros autores informan de un importante comercio de estas
conchas, que desde la costa de Ecuador, viajaban hacia el sur donde eran
utilizadas por la cultura Inca desde los tiempos más remotos con finalidades
específicas: ofrendas a los dioses (conchas enteras o fragmentos), utilización
como joyas y ornamentos de las clases nobles, ajuares funerarios y
representaciones en diferentes objetos de cerámica, metálicos y textiles,
utilizados por las clases altas de la sociedad inca. Estas conchas, o los
ornamentos fabricados con ellas constituían, junto con los metales nobles, la
“moneda” de las culturas incas precolombinas.
Referencias seleccionadas:
Blower, D., 1985. The quest for Mullu: Concepts, Trade, and
the Archaeological distribution of Spondylus in the Andes. Thesis Trent
University. Peterborough, Ontario, Canadá: 246 pp.
http://www.nlc-bnc.ca/obj/s4/f2/dsk2/ftp04/mq21671.pdf
VVAA, 1999. Spondylus,
ofrenda sagrada y símbolo de paz. Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera
& Fundación Telefónica. Perú: 162 pp.