martes, 1 de julio de 2025

Las emisiones monetarias fabricadas con moldes. I Roma y la Galia Celta.

 

Las emisiones monetarias fabricadas con moldes. I Roma y la Galia Celta. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 81 (1340) (Abril, 2025): pp. 46-49.

 

Miguel Ibáñez Artica

 



            Desde que en el siglo séptimo antes de nuestra Era se produjeron las primeras monedas en el reino de Lidia en la península de Anatolia (Figs. 1a, b), la técnica de fabricación utilizada originalmente fue la conocida como “acuñación a martillo”,  consistente en colocar un disco de metal (cospel) entre dos cuños, y tras dar un fuerte golpe con un martillo sobre uno de ellos, la imagen grabada en negativo en los cuños se transfiere en positivo al cospel (Fig. 1e).

Esta metodología de elaboración de monedas rápidamente se expandió por el Mediterráneo, primero en las ciudades griegas (Figs. 1c, d) y en el imperio persa, y posteriormente fue utilizada por otros pueblos y civilizaciones, experimentando con el tiempo mejoras técnicas como la utilización de diferentes tipos de prensas y maquinaria, que sustituyeron al original golpe de martillo, aumentando así progresivamente la eficacia del proceso de fabricación de la moneda hasta llegar a nuestros días (Fig. 1f).

 


Figura 1.- Acuñación “a martillo”.

a: Cuño de anverso con la imagen de una cabeza de león, Reino de Lidia siglo VII a.C.; b: Estátera de electro (aleación de oro y plata) de Lidia; c: Cuño para fabricar tetradracmas atenienses, s. V a.C.; d: Tetradracma ateniense. S. V a.C.; e: Representación de un operario acuñando monedas “a martillo” en un jetón alemán de 1560; f: Acuñación con maquinaria a finales del s. XIX.

 

            Sin embargo en las emisiones antiguas, los cospeles, es decir los discos metálicos sobre los que se produce la acuñación que los convierte en monedas, se fabricaban en moldes, vertiendo el metal fundido (oro, plata o bronce) en pequeñas oquedades redondas practicadas en la piedra o en arcilla. Esta primitiva metodología de fabricación de cospeles pervivió hasta la Edad Moderna, y una de las escasas cospeleras de esa época que han llegado hasta nosotros se conserva en el monetario del Museo de Navarra (Fig. 2).

 


Figura 2.- Cospelera de época moderna (Museo de Navarra nº 20.371).

 

            Si bien la mayoría de las monedas que se han fabricado en occidente desde la antigüedad hasta nuestros días son piezas acuñadas, durante algunas épocas, en ciertos lugares y bajo determinadas circunstancias, también se han producido emisiones monetarias utilizando un método diferente, vertiendo el metal fundido en un molde, de forma que tras el enfriamiento y solidificación del mismo se crea la moneda. A pesar de que la fabricación con moldes resulta aparentemente más sencilla que la técnica de acuñación, ha sido mucho menos utilizada en occidente. Uno de los inconvenientes es que las monedas fundidas presentan los relieves menos marcados y un aspecto más burdo. Resulta muy difícil reproducir en ellas los minuciosos detalles que suelen presentar las monedas acuñadas.

 

Monedas romanas fundidas del siglo tercero antes de nuestra Era.

            En algunas colonias griegas ya se habían fabricado objetos de uso monetario utilizando moldes en los que se vertía bronce fundido, por ejemplo en Istros, colonia milesia en la orilla del Mar Negro, muy cerca del delta del Danubio, entre los siglos sexto y quinto antes de nuestra Era se fabricaron pequeñas puntas de flecha utilizadas como moneda (Fig. 3a). En las mismas fechas en otra ciudad griega cercana a la anterior, Olbia, ubicada en la desembocadura del río Dnieper, se produjeron grandes cantidades de pequeñas piezas con aspecto de delfín (Fig. 3b) utilizadas también como moneda. Finalmente en la antigua colonia griega de Acragante (actual Agrigento al sur de Sicilia) a mediados del siglo quinto antes de nuestra era, se emitieron de forma puntual algunas piezas de bronce fundido con formas irregulares, que convivieron con las monedas de plata (dracmas, tetradracmas...) acuñadas en la ciudad. Estas monedas de forma piramidal o bien ovalada presentan en relieva las figuras de un águila y un cangrejo (Fig. 3c), este último, animal totémico de la ciudad, o bien una cabeza de águila y una pinza de cangrejo (Fig. 3d).

            Con respecto a la Península Itálica, aunque la moneda de plata griega ya se conocía en la zona desde tiempo atrás, los romanos a comienzos del siglo tercero antes de nuestra Era fabricaron con moldes unos pesados lingotes de bronce de unos 1.700 gramos, denominados Aes signatum, utilizados en las transacciones comerciales como moneda (Fig. 3e).

En una segunda fase se desarrolló un sistema monetario basado en el denominado Aes rude (Fig. 3f), una moneda redonda fabricada en molde con un peso de una libra (324 gramos) y un diámetro de unos 70 mm, emitiéndose también diferentes divisores como el Semis (Fig. 3g) equivalente a medio as, el Triens (Fig. 3h) con valor de un tercio, el Quadrans (Fig. 3i) igual a un cuarto de as, el Sextans (Fig. 3j) con valor de un sexto de As, la Uncia (Fig. 3k) o doceavo de as y la Semiuncia (Fig. 3l) equivalente a 1/24 ases. La principal causa de que se utilizara la técnica de fabricación con moldes, fue que estas piezas tan grandes eran muy difíciles de producir por la técnica de acuñación a martillo.

            La crisis generada por las derrotas romanas frente a los cartagineses durante la segunda guerra púnica repercutió en la moneda, que hacia el 218 a.C. redujo su peso a la mitad, de forma que el nuevo as, denominado ahora semilibral, tenía un peso de 163,5 gramos. En esos momentos se fabricó mediante fundición en molde la moneda de mayor tamaño emitida en la Edad Antigua, con 110 mm de diámetro y algo más de un kilogramo de peso, con valor de diez ases y denominada Decussis (Fig. 3m), que lleva en el anverso el busto de Roma y en el reverso una proa de nave de guerra con la marca de valor “X” encima. En sucesivas devaluaciones la moneda romana fue perdiendo peso de forma que el as, que inicialmente tenía el peso de una libra (324 gramos) terminó a mediados del siglo segundo a.C. con el peso de una uncia (27 gramos), y durante este proceso de reducción de tamaño y peso, se modificó también la técnica de fabricación utilizada, abandonando la fusión con moldes y volviendo a las técnicas de acuñación que se utilizaron desde entonces en la moneda romana.

            Hasta comienzos del siglo III a.C. los ases, tanto romanos como las imitaciones hispanas, se fabricaron por fusión en moldes múltiples bovalvos, mientras que los semises, de menor tamaño y peso, eran producidos mediante el proceso de acuñación ya desde tiempo atrás.

 

Figura 3.- Monedas griegas y romanas fundidas.

Monedas griegas:

a: Moneda con aspecto de flecha, Istria, s. VI-V a.C.; b: Moneda con forma de delfín, Olbia, s. VI-V a.C.; c y d: Monedas con forma irregular de Akragas  (Agrigento, Sicilia), 450-400 a.C.

Monedas romanas:

e: Aes signatum, s. III a.C.; f: Aes Grave; g: Semis; h: Triens; i: Quadrans; j: Sextans; k: Uncia; l: Semiuncia; m: Decussis con valor de diez ases semilibrales (218-201 a.C.).

 

Los potines celtas del siglo I a.C.

            En época de la república romana, la Galia estaba integrada por una vasta región donde habitaban hasta sesenta pueblos diferentes, que incluía los actuales territorios de Francia, Bélgica, Luxemburgo, Suiza y una pequeña parte de los territorios ubicados en el norte de Italia y Alemania. Desde el punto de vista numismático podríamos añadir a estos pueblos celtas, el sur de Gran Bretaña, donde también se fabricaron monedas fundidas  en el siglo primero antes de nuestra Era.

            Las primeras emisiones monetarias de esta región tuvieron lugar en la colonia griega de Massalia (actual Marsella) durante el siglo VI a.C. donde se acuñaron dracmas y óbolos de plata. Con posterioridad el uso de la moneda se extendió por los pueblos vecinos del valle del Ródano, y la moneda típicamente gala surgió hacia el siglo cuarto antes de nuestra Era, desarrollándose con características propias, primero con el comercio con los griegos y más tarde por las relaciones comerciales establecidas entre los diferentes pueblos celtas de la Galia. En las primeras emisiones se imitó, a veces en forma muy burda, el diseño de las monedas macedónicas de Filipo II y Alejandro Magno (Fig. 4a), utilizando como modelo las monedas de oro que habían traído los mercenarios galos. Cada uno de los pueblos emitía su propia moneda si bien las piezas acuñadas en metales nobles circulaban también en los pueblos vecinos.

Si comparamos las emisiones monetarias de la Galia con las producidas en la Península Ibérica durante los dos últimos siglos anteriores a nuestra Era, podemos observar una mayor heterogeneidad y diversidad, tanto en los patrones metrológicos como en los iconográficos, de las monedas emitidas en el territorio de la Galia celta frente a una cierta homogeneidad metrológica (siguiendo los patrones romanos del denario, as y sus divisores) e iconográfica (jinete lancero, con espada, con palma...) en la Península. Otra gran diferencia es que en la Galia se acuñaron grandes cantidades de monedas de oro (Fig. 4), especialmente a partir del siglo segundo antes de Cristo, a partir de las ricas minas de metal aurífero de la región, mientras que en Hispania, a pesar de contar con yacimientos en el noroeste peninsular, no llegó a fabricarse moneda de oro indígena.

 


Figura 4.- Ejemplos de monedas de oro acuñadas en la Galia.

a-d: Estáteras (a y b: Región armoricana; c y d: Senones); e: Hemiestátera (Galia Belga); f: Un cuarto de estátera (Andecavi, Angers).

 

            Los motivos inspirados en las monedas greco-macedonias y posteriormente en las monedas romanas fueron evolucionando acomodándose  al arte celta, transformándose en motivos geométricos de alto contenido simbólico. Hasta hace poco se consideraban estas monedas como de “arte degenerado” al compararlas con la iconografía realista de otras emisiones contemporáneas (por ejemplo de la moneda ibérica), pero en la actualidad se interpreta como un arte singular, que huye del realismo, presenta un gran contenido simbólico y destaca los elementos ornamentales sobre los motivos principales, poniéndolo en relación con algunas corrientes artísticas contemporáneas como el arte abstracto.

            Entre los siglos cuarto y primero antes de nuestra Era convivieron diferentes tipos de monedas acuñadas en oro, plata y bronce, así como unas singulares emisiones en aleación de cobre, plomo y estaño denominadas “potin” que se fabricaban fundiendo la mezcla de metales y vertiéndola en un molde bivalvo donde podían obtenerse varias piezas a la vez en lo que se conoce como “árbol de fundición”, del que posteriormente se recortaban las monedas. En algunos casos, el corte se realizaba sobre la “rama” o canal que comunicaba unas monedas con otras, de forma que parte de esa “rama” sobresale de la moneda (Figs. 5a y e).

            La adición de plomo y estaño al cobre rebajaba su punto de fusión, de forma que se tardaba menos tiempo en fundir el metal y también en solidificarlo, acelerando así el proceso de fabricación. Los moldes se elaboraban en arcilla como los hallados en el territorio de los Suesiones (excavaciones en Villeneuve-Saint Germain,  región de Picardía, Francia), en bronce como el hallado de manera fortuita en Romenay  en la región de Borgoña (Fig. 5a), o incluso en madera..

 


Figura 5.- Los potines de la Galia.

a: Molde para fabricar potines de los sécuanos hallado en Romenay en el año 2009.

b: Potines fabricados por diferentes pueblos de la Galia en el siglo I a.C.

 

            Los potines se emitieron por diferentes pueblos distribuidos por toda la Galia, si bien aparecen con mayor abundancia en la región septentrional (Fig. 5b) y tuvieron una difusión local, circulando como monedas de pequeño valor para satisfacer las necesidades cotidianas de las poblaciones que habitaban en las villas galas. La mayoría de estas monedas fundidas son anepígrafas, lo cual dificulta mucho su atribución, que se basa en la distribución geográfica de los hallazgos realizados, ya sea de carácter fortuito, como especialmente en excavaciones arqueológicas oficiales.

            Los motivos que presentan son muy variados, animales como el jabalí, el caballo, el lobo o el águila, todos ellos muy esquematizados, bustos humanos, personajes en diferentes actitudes, símbolos celtas, figuras geométricas, etc... Para su sistematización, los numismáticos galos establecen diferentes tipos en función de las imágenes representadas, por ejemplo “tipo cabeza gruesa”, “cabeza de indio” (Figs. 6a, c, g), “cabeza diabólica”, “cabeza con casco” (Fig. 6e), “guerrero corriendo” (Fig. 6d). “personaje de frente” (Fig. 6f), “con caballo” (Fig. 6h, l), “con jabalí” (Fig. 6i), “con esvástica” (Fig. 6j), “con rama” (Fig. 6b), “con animales enfrentados” (Fig. 6k), etc...


Figura 6.- Ejemplos de diferentes tipos de potines.

a: Tipo “cabeza de indio”, Leucos; b: Tipo “con rama”, Nervios: c: Tipo “cabeza de indio”, Remos; d: Tipo “guerrero corriendo”, Nervios; e: Tipo “cabeza con casco”, Nervios; f: Tipo “personaje de frente”, Remos; g: Tipo “cabeza de indio”, Senones; h: Tipo “con caballo”, Suesiones; i: Tipo “con jabalí, torqués y glóbulos”, Suesiones; j: Tipo “con esvástica”, Suesiones; k: Tipo “pájaro y animales enfrentados”; l: “Tipo con caballo”, región de París.

 

            Estas monedas fundidas o potines circularon principalmente durante el siglo primero antes de nuestra Era, comenzando su desaparición tras la conquista del territorio por parte de Julio César en el año 51 a.C. siendo sustituidas paulatinamente por la moneda romana en los primeros años del Imperio aunque todavía aparecen en las excavaciones de santuarios galo-romanos. Excepcionalmente también encontramos monedas celtas de la Galia, tanto de oro como de plata, fabricadas en moldes (Fig. 4d).

            Podemos mencionar también unas pequeñas ruedas, a veces simples anillos, o bien con radios, frecuentemente cuatro y en otros casos seis u ocho, utilizadas en época celta y galo-romana, fabricadas con moldes, generalmente con aleaciones de bronce y plomo, o exclusivamente de plomo, e incluso en casos excepcionales en metales preciosos, y que han sido interpretadas por algunos autores como monedas o premonedas.

            Estos objetos se convirtieron en exvotos a partir del siglo primero a.C., encontrándose a veces en grandes cantidades en los santuarios junto con monedas y armas inutilizadas.


Figura 7.- Ruedas galas.

 

domingo, 1 de junio de 2025

El castigo por falsificar moneda en Navarra durante la Edad Media

 

El castigo por falsificar moneda en Navarra durante la Edad Media. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 80 (1339) (Mayo, 2024): pp. 48-49.

 

Miguel Ibáñez Artica

 


 




            La falsificación de moneda es tan antigua como la misma moneda, y en Navarra se remonta a las abundantes emisiones de denarios forrados de las cecas vasconas de BASKUNES y ARSAOS del siglo primero antes de nuestra Era (Fig. 1a). Algo más tarde se fabrican monedas con un recubrimiento de plata obtenido mediante la técnica de amalgamamiento con mercurio en falsificaciones de dirhams musulmanes y dineros del monarca Sancho V Ramírez en el siglo XI (Fig. 1b).

 

Figura 1.- Denarios ibéricos forrados (a) y monedas musulmanas y cristianas de Sancho V Ramírez falsificadas mediante amalgamamiento con mercurio (b).

 

            Las informaciones sobre falsificación de moneda son abundantes en la documentación navarra medieval, por ejemplo en 1337, dos caballeros son robados en Roncesvalles mientras dormían. Les son sustraidos 12 gruesos torneses blancos (Fig. 1a) y en su lugar se colocan 16 de estaño (Fig. 1a’).  Al llegar a San Juan de Pie de Port, los caballeros se dan cuenta del engaño y denuncian la sustitución de las monedas al castellano de la ciudad, éste sale hacia Valcarlos donde detiene a Johan Sánchiz, quien confiesa la “robería” y que sabe hacer moneda falsa, siendo por ello ahorcado en el castillo (AGN, Registro 381 de 1337).

 

            Nuevamente encontramos referencias a detenciones por falsificación de moneda en 1340 y 1343, en este último caso es detenido un platero de Pamplona llamado Pedro de Viscarret, que es encerrado en el castillo de Tudela, y trasladado después a Estella donde aún permanecía en 1347.

 

            En coasiones se producen acusaciones falsas, tal como se señala en la multa que debe pagar en 1344 Davit “el cirurgico” por llamar “monedero et falsificador de moneda” al judío Ezmel Chico, y en ocasiones estas falsas denuncias reciben severos castigos, como el impuesto al maestre Jacques Licras: “lo dit maeftre Jaques fue llevado por las rues mayors de Pamplona... lo dit maeftre Jaques fu rastrat et li fu tayllada la lengua al pe de la forca et ap fu enforcat”, es decir, le fue cortada la lengua y después ahorcado por haber acusado falsamente a Pedro de Lecumberri de falsificar moneda (AGN, Reg. 56, fols. 187v y 188).

 

Figura 2.- Grueso tornés de Luis IX de Francia (1226-1270) (a), y falsificación de época en estaño (b).

           

            Las falsificaciones realizadas en tiempos de Carlos II parecen afectar fundamentalmente a la moneda de oro castellana, en relación con las falsificaciones de moneda castellana realizadas en Aragón e introducidas en otros reinos por contrabandistas, mecanismo utilizado para desestabilizar la economía de los reinos enemigos como un étodo de guerra más. En 1374 es apresado un mozo castellano en Orduña al que se le encontraron cuatro doblas de plata sobredorada de Pedro I de Castilla, y en el año anterior el justicia de Tidela viajó a Tarazona para hablar con el obispo sobre “el fecho de la falsa moneda”, enviando un mensaje con el “libro de la moneda” incautado en casa de Sancho Ruiz, preso en Tarazona, ciudad que contaba con una larga tradición en la falsificación de moneda desde el siglo XIII.

 

El caso más espectacular se produce en 1362, cuando es ajusticiado en Tudela el falsificador Martín Martínez de San Vicente. Al cuplimiento de la sentencia “a facer cocer” asiste el justicia acompañado de nueve hombres a caballo y treinta a pie. Se emplean en la ejecución 16 cargas de leña para calentar el agua de la caldera, labor realizada por cuatro hombres. Una vez “muerto et cocho”, es ahorcado públicamente arrojándole a la cabeza la moneda falsa incautada (orden del 25 de enero de 1362, AGN, Reg. 101, fols. 65-67). Este tipo de ajusticiamiento sigue el modelo francés, donde el culpable de falsificacion era cocido en una caldera (Fig. 1c). Durante más de 500 años, hasta el 2017, en la fachada lateral del edificio denominado Waag, en la ciudad neerlandesa de Deventer, colgaba una caldera de cobre donde el año 1434 fue ajusticiado el Maestro de la Casa de la Moneda de Batenburgo al encontrar en su poder moneda falsa (Fig. 1d). Actualmente la caldera está expuesta en el museo de la ciudad.


Figura 3.- a: Escena de ajusticiamiento en un manuscrito medieval (c. 1294); b: Fachada lateral del edificio Waag en Deventer (Países Bajos) y detalle de la caldera donde se ajustició por falsificador al maestro de la moneda en 1434.

 

            También existen representaciones del castigo que le espera al falsificador de moneda en el otro mundo. En el lado derecho del tímpano de la abadía de la Santa Fe, de la comuna Occitana de Conques, entre los condenados al infierno, está representado un falsificador de moneda que sujeta un cuño, identificado como tal por llevar grabada la leyenda “CVNEVS”, con un demonio que emergiendo de las llamas le tira de las barbas (Fig.4). Esta representación del siglo XII evidencia la importancia que el delito de falsificar moneda tenía en la época.

 

Figura 4.- Iconografía románica del castigo al falsificador (Abadía de Santa Fe, Conques, Francia).

 

            Para finalizar, se conocen también falsificaciones de las monedas del Príncipe de Viana, en este caso son gruesos de cobre que llevarían un baño de plata (Fig. 5b). Estas monedas podrían haber sido fabricadas por los agramonteses, partidarios de rey Juan, con el fin de desprestigiar las buenas emisiones del Principe Carlos (Fig. 5a), durante la guerra civil que dividió al reino de Navarra entre los años 1451 y 1464.

 

 

Figura 5.- a: Grueso de Carlos, Príncipe de Viana; b: Falsificación de época en cobre.

 

jueves, 1 de mayo de 2025

Monedas bilingües con escritura latina y griega de Juba II, rey de Mauritania.

 

Monedas bilingües con escritura latina y griega de Juba II, rey de Mauritania. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 78 (1317) (Mayo, 2022): pp. 48-50.

 

Miguel Ibáñez Artica

 

            Juba II es uno de los personajes más interesantes desde un punto de vista numismático en la Antigüedad Clásica del Norte de África, rey de Numidia y Mauritania (30 a.C.-25-a.C.-23 d.C.). Personaje culto y erudito a la vez que eficaz gobernante, que reinó como aliado de Roma durante más de medio siglo. La prolífica producción monetaria de este monarca tiene sus motivaciones en las circunstancias que acaecieron en su juventud.

            Su padre Juba I (Fig. 4a) era aliado de Pompeyo y fue derrotado por Julio Cesar, quien convirtió Numidia en una provincia romana. El heredero al trono y futuro monarca fue llevado a Roma donde aprendió latín y griego, obteniendo la ciudadanía romana y convirtiéndose gracias a su esmerada educación y capacidad personal en uno de los personajes con mayor formación intelectual de Roma, de forma que con tan solo veinte años de edad escribió su primera obra sobre Arqueología romana.

            En su niñez fue protegido y criado primero por el mismo Julio Cesar, y posteriormente por Octavio a quien acompaño en sus campañas militares y con quien le unía una fuerte amistad. En el año 30 a.C. Augusto restauró a Juba II en el trono de Numidia, aunque cinco años más tarde retornó a su antiguo estatus de provincia romana. Juba recibió a cambio el vecino reino de Mauritania (al oeste de Numidia), que tras la muerte de su rey Boco II (antiguo aliado de Octavio) sin descendencia, había pasado a ser controlado por Roma.


Figura 1.- Busto de Juba II (Museo del Louvre) y Cleopatra Selene (Museo de Cherchell, Argelia). Al fondo el Mausoleo real donde fueron enterrados.

 

            En el año 19 a.C., Octavio Augusto propició el matrimonio de Juba con la única hija de Marco Antonio y Cleopatra, Cleopatra Selene (Fig. 1), y cuando Juba II y su esposa se trasladaron a Mauritania,  cambiaron el nombre de la capital Loi por el de Caesarea (en la ciudad actual de Cherchel en Argelia) en honor a Cesar Augusto.

            Entre las numerosas emisiones que realizó Juba II, generalmente con motivos inspirados en la iconografía de las monedas de Julio Cesar y Octavio, destacaremos aquellas donde en el reverso aparece la reina Cleopatra Selene con nombre y titulación en escritura griega (BACIΛICCA KΛEOΠATΡA), de forma que nos encontramos con unas monedas que presentan dos tipos de escritura, latina en el anverso y griega en el reverso(1).

            Un primer grupo de denarios muestra en el anverso el busto imberbe del monarca y en el reverso el de la reina. Hay emisiones en las que los dos bustos miran a la derecha (Fig. 3a) o a la izquierda (Fig. 3b), e incluso con el busto de Juba mirando a la derecha y el de Cleopatra a la izquierda (Fig. 3c).

            Estas monedas son muy diferentes a las acuñadas por su padre, Juba I, también bilingües, pero en latín en el anverso (REX IVBA) y púnico escrito en vertical (a la izquierda el título: hmmlqt y a la derecha el nombre: ywb’y) en el reverso, y donde el busto del monarca aparece con una tupida barba y con un cetro apoyado en su hombro (Fig. 4a). Se conocen denarios y quinarios acuñados hacia el 47-46 a.C., que constituyen las inscripciones monetales bilingües más antiguas emitidas en el Norte de África(2).

            El modelo de las emisiones bilingües con los bustos de los reyes lo encontramos en una rara moneda dada recientemente a conocer(3), se trata de un denario con los bustos de Marco Antonio y Cleopatra (progenitores de Cleopatra Selene) mirando a la derecha, y con la leyenda del reverso en lengua y escritura griega (Fig.2).    


Figura 2.- Denario bilingüe de Marco Antonio (ANTONI•ARMENIA•DEVICTA) y Cleopatra (ΚΛΕΟΠΑΤΡA ΒΑCΙΛICΗC ΒΑCΙΛΕWΝ Τ...N).

 

            Además de estas monedas en las que figura el retrato de la reina, encontramos otras emisiones en oro (Fig. 3a), plata (Figs. 3b a 3h) y bronce (Figs. 3i, j), donde el nombre y títulación de la reina aparece en griego.

            Aparte de la estrella y creciente (Fig. 3e), iconografía astral que imita algunas emisiones de Augusto, los principales motivos evocan el origen egipcio de la reina, como el adorno de la cabeza de Isis (Figs. 3a, f, g e i), a veces acompañado de un sistro (instrumento musical egipcio) (Fig. 3g). Una emisión muestra la figura de un cocodrilo (Fig. 3h), animal icónico de Egipto, así como en una moneda de bronce de la ceca de Caesarea podemos ver un ibis atacando a una serpiente (Fig. 3j).


Figura 3.- Monedas bilingües de Juba II y Cleopatra Selene.   

 

            Es evidente la influencia de la hija de Marco Antonio y Cleopatra en las artes y la cultura que se desarrolló en el floreciente nuevo reino de Mauritania, que se desarrolló en un eclecticismo de estilos romano, griego y egipcio, sobre un sustrato púnico.

            La reina Cleopatra Selene murió el año 6 d.C., y trece años más tarde Juba II asoció al trono a su hijo Prolomeo (Fig. 4b), quien heredó el reino al fallecer su progenitor en el año 23 d.C. Las monedas emitidas por el nuevo monarca presentan características similares, pero portan los epígrafes exclusivamente en escritura latina. Como curiosidad, tanto Juba II como Ptolomeo, obtuvieron por separado la magistratura honorifica de duumviros quinquenales (con la potestad de realizar los censos de la ciudad cada cinco años) en Cartago Nova (Cartagena), como queda atestiguado en sendos ases emitidos en la ciudad (Figs. 4c y d).

 


Figura 4.-  a: Denario bilingüe de Juba I; b: Denario de Juba II y Ptolomeo; c: Semis de Cartagonova (Cartagena) donde Juba II figura como duunviro; d: Semis de Cartagonova  donde Ptolomeo figura como duunviro.   

 

            Con menos fortaleza que su padre, proliferaron las revueltas que no fue capaz de contener, Ptolomeo fue llamado a Roma en el año 40 d.C., siendo asesinado por orden del emperador Calígula, quien anexionó el reino de Mauritania al Imperio Romano, sofocando drásticamente las revueltas con ayuda de las legiones.  

 

 

Notas:

(1) Existen unas raras emisiones en bronce, posiblemente datadas al comienzo del reinado, donde aparece la leyenda en griego ΒΑΣΙΛΕΩΣ ΙΩΒΑ (Domínguez Monedero, A. J., 2017. Rex Iuba, monarca e intelectual helenístico, y la Hispania de Augusto. Gerión, Vol. 35: pp. 61-85.)

(2) Solamente se conoce una emisión de  semises de Juba II que lleva leyenda latina en anverso (REX IVBA) y neopúnica en el reverso (mqm sms) a los lados de un busto frontal barbado y con grandes bigotes de Baal.  

(3) Amela L., 2018. Nuevo y excepcional denario bilingüe de Cleopatra y Marco Antonio. Varia Nummorum VIII : 79-82. Ya se conocían tetradracmas con leyendas griegas en anverso y reverso: Baccilicca Kleopatra Thea Neotera  (La joven reina diosa Cleopatra) y Antwnioc aytokpatwp Tpiton Andpwn (Antonio emperador tercera proclamación).

 

 

martes, 1 de abril de 2025

Escenas de depredación animal en la iconografía de las monedas griegas de la Antigüedad.

 

Escenas de depredación animal en la iconografía de las monedas griegas de la Antigüedad. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 78 (1316) (Abril, 2022): pp. 46-48.

 

Miguel Ibáñez Artica

 

Dentro de las denominadas relaciones inter-específicas (las que se dan entre especies de seres vivos diferentes como la depredación, competencia, simbiosis, comensalismo etc...), la más frecuente en el reino animal es la depredación: cuando un organismo se come a otro. De hecho, la principal relación que los seres humanos mantenemos con el resto de las especies animales y vegetales del Planeta, no es precisamente la que practicamos con nuestras mascotas o con las plantas del jardín, sino la que diariamente realizamos con aquellas que constituyen nuestro alimento cotidiano.

En este artículo comentaremos algunas escenas de depredación que pueden verse en monedas emitidas en diferentes lugares de la antigua Grecia (Fig. 1), donde entre los siglos séptimo y segundo antes de nuestra Era, se calcula que acuñaron moneda más de un millar de ciudades (Polis) y unos quinientos gobernantes, como resultado de la diversificación y creación de nuevas colonias más o menos independientes, que por medio de estas emisiones monetarias pretendían reafirmar su autonomía e identidad. Así, de algunas ciudades, al igual que lo que ocurre con muchas cecas ibéricas,  solamente tenemos noticias de su existencia (a veces efímera) a través de los registros numismáticos.

Figura 1.- Ubicación de las ciudades mencionadas.

En las figuras que aparecen en estas monedas, las representaciones de animales son muy abundantes y variadas, tanto de seres fabulosos y mitológicos (tritones o serpientes marinas), como de animales reales, unas veces terrestres como insectos, reptiles, anfibios, aves y mamíferos, o marinos como numerosas especies de moluscos gasterópodos, lamelibranquios y cefalópodos, crustáceos, peces, tortugas marinas y también mamíferos como delfines y focas(1).

Figura 2.- a: Estátera de electro con leyenda ΦΑΝΟΣ EMI ΣEIMA (Yo soy el símbolo de Phanes); b: Tercio de estátera de electro acuñada en Éfeso (Jonia) hacia el 625-600 a.C. con ciervo y leyenda retrógrada “Phaneos”.

 

            Entre las monedas más antiguas conocidas, están las estáteras jonias y sus divisores de Éfeso, con la imagen de un ciervo y la leyenda “Soy el símbolo de Phanes” (Fig. 2a), o en los tercios de estátera la leyenda simplificada “Phaneos” (“de Phanes”) (Fig. 2b). Mientras el ciervo era el animal totémico de la diosa Artemisa, protectora de la ciudad, no conocemos la identidad de Phanes, que podría ser el funcionario, comerciante o banquero que acuñó las monedas.

            Entre estas representaciones faunísticas, ya desde época temprana aparecen escenas de enfrentamiento entre animales, como es el caso de las primeras monedas de oro y de plata emitidas por Creso (c. 560-547 a.C.), donde podemos ver enfrentados un toro y un león (Fig. 3a).  Según el historiador Herodoto (I.28), Creso fue el monarca más poderoso de Lidia en Asia Menor, aunque finalmente fue derrotado y muerto por Ciro, rey de los persas en el año 546 a.C.

            Creso fue el primer monarca que acuñó monedas de oro y plata con una relación de valor de 1 a 10 entre ambos metales, inaugurando así el patrón mixto bimetálico, y en ambos tipos monetarios figura la misma representación de los dos animales enfrentados. Estos motivos se mantuvieron en Lidia tras su conquista por los persas hasta el 515 a.C., cuando comenzaron a acuñarse los famosos “dáricos” de oro y “siclos” de plata, con la figura del rey persa arrodillado portando una lanza y un arco, y que constituyen la primera representación de la efigie de un gobernante  en una moneda (Fig. 3b).

Figura 3.- a: Estátera de Creso, rey de Lidia, acuñada en Sardes (564-550 a.C.); b: Dárico de oro  (Jerjes II - Artajerjes II; 420-375 a.C.); c: Tetradracma de plata de Akanthos, Macedonia (470-430 a.C.).

 

            Una imagen de depredación más explícita con los mismos animales la encontramos en los tetradracmas del siglo V a.C. emitidos en Akanthos, Macedonia, donde un león se abalanza y derriba a un toro (Fig. 3c).

            Con respecto a ejemplos de depredación en animales marinos, podemos señalar en primer lugar una estátera de electro (aleación de oro y plata) acuñada en Focea hacia el 600 a.C. y que nos muestra la imagen de una foca, símbolo parlante de la ciudad, devorando un pulpo (Fig. 4a). Otro ejemplo en un divisor de la ciudad de Cicico donde se muestra la cabeza de un atún, símbolo totémico de la ciudad, devorando un pez aguja (Fig. 4b). También en una estátera de plata de la ciudad italiana de Cumas hacia el año 480 a.C. podemos ver a un cangrejo sujetando un mejillón en actitud de comérselo (Fig. 4c). Un cuarto ejemplo de depredación lo tenemos en un Hemilitron de bronce de la ciudad siciliana de Akragas (Agrigento) emitida entre los años 425 y 406 a.C. donde se representa un cangrejo devorando un gusano marino (o una angula según algunos autores) que sujeta entre sus pinzas (Fig. 4d).

Figura 4.- a: Estátera de electro, Focea (c. 600 a.C.); b: Un sexto de estátera de electro, Cicico (finales s. VI a.C.); c: Estátera de plata, Cumas (c. 480 a.C.); d: Hemilitron de bronce, Akragas (425-406 a.C.).

 

            Algunas de estas imágenes, como el atún devorando un pez o el cangrejo comiendo un gusano, reflejan únicamente escenas naturales de depredación, pero en el caso de la foca sujetando a un pulpo con su boca o el cangrejo que atrapa entre sus pinzas un mejillón, podrían tener además algún otro significado, al ser todos estos animales símbolos totémicos de ciudades griegas a veces en conflicto.

El mejillón, animal que caracteriza las monedas de Cumas, fue sin duda una importante fuente económica en la ciudad y debía de ser importante la producción de este molusco (¿tal vez cultivado?) en los lagos salinos próximos a la ciudad (Fusaro, Licola, Lucrina). ¿Puede deberse esta escena a una plaga de cangrejos que asolaron los ricos bancos de mejillón? ¿Se trata de alguna alusión indirecta a los turbulentos acontecimientos que se produjeron durante la deposición de Aristodemo o la amenaza que vivió la ciudad proveniente de sus vecinos Etruscos? Tal vez nunca sabremos la respuesta, pero sí parece claro que tal representación, aislada en el contexto numismático, no debió ser casual(2).

 

Figura 5.- a: Tetradracma de Messana, Sicilia (412-408 a.C.); b y c: Tetradracma de Akragas, Sicilia (c. 410 a.); d: Dracma de Istros, Tracia (400-350 a.C.).

 

Otro curioso ejemplo lo tenemos en la ciudad siciliana de Akragas cuyos símbolos tradicionales eran el cangrejo (en un caso como hemos visto, comiéndose un gusano o una angula) y un águila parada. En algún momento después del año 420 a.C. el ave se representa con las alas desplegadas sujetando entre sus garras una liebre, y poco más tarde se agrega una segunda en un primer plano con la cabeza elevada hacia el cielo como señal de victoria (Figs. 5b, c). Esta pareja de rapaces podría derivar de la leyenda referida en el “Agamenón” de Esquilo: cuando los griegos salían hacia Troya, vieron dos águilas que devotaban una liebre preñada, la escena fue interpretada como los hermanos Agamenón y Menelao victoriosos, vaticinando el éxito de la expedición contra los troyanos(3).

            Por otra parte, la liebre era un elemento iconográfico en las monedas de Messana (Fig. 5a), Regio y Crotona, poblaciones bajo la influencia del tirano Anaxilas de Regio, que utilizó este animal como símbolo de Apolo, divinidad que recibía culto en la región del estrecho de Messina(4), o tal vez para conmemorar la introducción de esta especie en Sicilia por el tirano para paliar la falta de alimentos en la región.

            Un último motivo lo encontramos en el águila que sujeta entre sus garras a un delfín, que aparece en las monedas de Istros (Fig. 5d), Sinope y Olbia, y han sido interpretados como Apolo (delfín) y Zeus (águila), si bien posiblemente la escena simboliza la alianza sagrada del mundo superior o cielo y el inframundo o mundo subacuático(5). En este caso no es exactamente una escena de depredación, que sí lo sería si el animal representado fuera un pez y no un delfín.

            Con respecto a todas estas imágenes, constituyen realmente un porcentaje mínimo si lo comparamos con la cantidad de monedas griegas que presentan diversas especies de animales individualizados, muchas veces utilizados como símbolo totémico de la ciudad emisora (la foca en Focea, la lechuza ateniense, el atún de Cicico, la tortuga de Egina, etc...).

            Aunque en varios casos las escenas de depredación son simplemente fruto de la observación de la naturaleza -y en este sentido llama la atención la figura comentada de un atún devorando un pez aguja (Fig. 4b), diseñada sobre una moneda, siglos antes de que el geógrafo Estrabón señalara de forma errónea: “(los atunes) nútrense de las bellotas de cierta encina que crece en el mar”-, en otros casos las imágenes representadas pueden tener otros significados de tipo simbólico, a veces muy difíciles de determinar.

           

 

Notas:

(1) Ibáñez, M., 1987. La fauna marina bentónica en las antiguas acuñaciones griegas. Cuad. Marisq. Publ. Tec. 11: 43‑50

 

(2) Ibáñez, M., 2018. Dos casos de depredación entre animales marinos en las antiguas acuñaciones griegas (Cumas y Acragas). Eco Filatélico y Numismático 74 (nº 1270): 48-49.

 

(3) Galiano, M.F., 1966.  Los dos primeros coros del “Agamenón” de Esquilo. En Estudios sobre la tragedia griega. Cuad. Fund. Pastor, 13, 63: pp. 36-74.  

 

(4) Puebla, J.M., 2015. La liebre de Apolo en la moneda de Zancle-Messana. Antesteria 4, pp. 113-122.

 

(5) Bekker-Nielsen, T., 2005. Ancient Fishing and Fish Processing in the Black Sea Region: 300 pp.