Ponderales y
dinerales o “piedforts”. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 80
(1340) (Junio 2024): pp. 46-49.
Miguel Ibáñez Artica
Ponderales
y dinerales o “piedforts”.
En el vocabulario utilizado en la literatura numismática
se utilizan tres términos que a veces son considerados como sinónimos, es decir
que se les atribuye el mismo significado. Estos términos son “ponderal” o
“ponderal monetario”, “dineral” y “piedfort” o “piefort”.
A pesar de que dichas denominaciones tienen elementos en
común en su definición, existen matices sobre su utilización que permiten
diferenciarlos, aunque en ocasiones al carecer de información precisa sobre el
uso de alguno de estos objetos ello no es posible.
Con aspecto monetiforme, pero de un grosor mucho mayor,
en ocasiones fueron consideradas como monedas, y un ejemplo lo tenemos en las
emisiones de cobre que reproducen las imágenes de los morabetinos alfonsinos
-monedas de oro con leyendas en caracteres cúficos pero de contenido cristiano
(Fig. 1a)-, que emitió el monarca
Alfonso VIII a imitación de la moneda almorávide de la taifa de Murcia.
Si bien estas piezas de cobre, de unos 3,5 gramos de peso, inicialmente fueron consideradas como feluses (monedas de cobre musulmanas) (Fig. 1b), ya Aloiss Heiss señalaba en 1865: “El número 6 es de cobre, y tiene iguales leyendas y peso que la moneda de oro número 5, lo que nos induce a creer que fue más bien un ponderal que una moneda”(1).
Figura
1.- Alfonso
VIII (1158-1214): Morabetino alfonsino (a)
y su ponderal (b). Dinero burgalés (c)
y su dineral o “piefort”(d).
Ya desde la Edad Antigua, mercaderes y banqueros
utilizaban pequeñas pesas de cobre,
bronce, latón e incluso de plomo con variadas formas, como referencia para
garantizar el correcto peso de las monedas acuñadas en metales nobles como el
oro y la plata, que frecuentemente eran fraudulentamente cercenadas con su
correspondiente pérdida de peso y valor.
Estas pesas monetarias fueron ampliamente utilizadas en
el imperio bizantino (Fig. 2) y en el
califato omeya, donde podemos encontrar numerosos ejemplares con variadas
tipologías, e incluso en algunos casos fabricados en vidrio.
Figura
2.-
Ponderales monetarios bizantinos.
Para época medieval no está clara la diferenciación entre
los términos de “ponderal monetario” y “dineral”. Por una parte tenemos piezas
que fueron utilizadas por cambistas, banqueros y comerciantes como contrapeso,
para comprobar en una balanza el peso real de las monedas -generalmente de oro
y plata-, y en este caso podemos hablar de “ponderales” (Fig. 3). Por otra parte tenemos otras
que pudieron servir de referencia a los abridores de cuños de las diferentes
casas de moneda, para que estos reprodujeran lo más fielmente posible las
leyendas e imágenes del modelo en sus cuños, o bien sirvieran de contrapeso
para que los oficiales de la ceca pudieran comprobar el peso de varias monedas
juntas (por ejemplo un “sueldo”, integrado por doce dineros o medio sueldo
formado por seis dineros) en controles rutinarios, y en este caso se
denominarían “dinerales”.
Podemos
señalar que si bien en el primer caso los ponderales pueden tener menor módulo
que la moneda de referencia y frecuentemente presentan imágenes en una de sus
caras siendo lisa la otra, en el caso de los dinerales o “piedforts”, el
módulo, leyendas e iconografía es el mismo que el de la moneda de referencia,
diferenciándose tan solo en su grosor y peso (Fig. 1d, Fig. 4).
Figura
3.- “Noble
de la nave” de Eduardo III de Inglaterra y su ponderal (1327-1377).
Figura
4.- Dinerales
o “piedforts” del dinero de seis líneas de Alfonso X (17,9 mm; 5,49g [1252-1284]) y del “cruzado” de vellón de
Enrique II (27,4 mm; 11,15 g [1366-1367]).
El término “dineral” ya aparece en la pragmática de los
Reyes Católicos de Medina del Campo de 13 de junio de 1497: “que el maestro de la balança y los guardas
hagan requerir las pesas y pesos
dinerales por ante el escribano cada mes una vez” (Fig. 5). Estos denominados dinerales monetarios eran utilizado por
una parte por los oficiales de las diferentes cecas con el fin de garantizar el
correcto peso de las monedas acuñadas(2), mientras que por otra
parte estaban a disposición de los cambistas, banqueros y comerciantes, quienes
las utilizaban en sus transacciones para comprobar el peso correcto de las
monedas.
Figura
5.- Ponderal
de ducado: “cada peso de ducado una Y
griega con una corona encima y una D al pie” (Pragmática de los RRCC de
Valencia del 12 de abril de 1488), y el término “dineral” en la Pragmática de los Reyes Católicos de 1497
Las
piezas que presentan las mismas características que las monedas y que
únicamente difieren de ellas en su grosor y peso suelen denominarse también
“piefort”. El término francés original de “piedfort” proviene de las palabra
“pied”= pie, y “fort”= grande, pesado, de forma que la traducción literal sería
“pie pesado”, pero con el significado en francés de “peso pesado”. Dicho
término fue simplificado a “piefort” a comienzos del siglo XIX, utilizándose en
la actualidad indistintamente ambas denominaciones, a las que podemos añadir el
término de “dineral” en español.
Los “piefort” o dinerales más antiguos se emitieron en
Francia en el siglo XII, acuñándose algo más tarde en Inglaterra, Países Bajos,
Portugal, Castilla/León, Aragón y Navarra.
Con
respecto a la Península Ibérica, se conocen pieforts o dinerales de Alfonso VII
(1126-1157), Alfonso VIII (1158-1214), Alfonso IX de León (1188-1230), Alfonso
X (1252-1284), Sancho IV (1284-1295), Alfonso XI (1312-1350), Enrique II
(1366-1367), Juan I (1379-1390), Juan II
(1406-1456), Enrique IV (1454-1474) y los Reyes Católicos (1474-1504-1516), así
como de los monarcas portugueses Alfonso IV (1325-1357) y Fernando I
(1367-1383). También se produjeron ponderales monetarios para las monedas de la
Corona de Aragón en tiempos de Pedro IV (1335-1387) y Martín I (1396-1410).
Finalmente, con respecto a los dinerales navarros, la referencia más antigua la
encontramos en un piefort de dinero de Enrique I de Champaña (1270-1274) de
2,75 gramos de peso, y un siglo más tarde en otros de Carlos II (1349-1387),
uno del real de oro de 27 mm y 10,37 g de peso, y otro del dinero carlín, de 19
mm y 6,29 g de peso, con una composición metalográfica del 13,3% en plata, 85,9
en cobre y 0,8% en plomo (Fig. 6). En
este último caso podemos suponer que la ley del piefort era la misma que la de
la moneda a que hacía referencia: el carlín blanco.
Figura
6.-
“Piefort” de carlín blanco (Museo de Navarra).
Si bien en un principio los “pieforts” o dinerales se
emitieron para su uso por los funcionarios en las diferentes cecas o casas de
la moneda, bien sea como piezas modelo y de referencia para los abridores de
cuños, o como medida de comprobación del peso de un número determinado de
monedas, ya desde finales del medievo se acuñaron también como objetos de
prestigio, para obsequiar a personajes ilustres. En francés en ocasiones se
distingue “sensu stricto” entre “pied fort” para denominar las que
sirvieron cono patrón Figs. 7a y b), y “poids fort” para referirse a las piezas de presentación (Figs. 7c y d), si bien el término popular más utilizado es el primero para
ambos tipos de piezas.
Estas monedas gruesas y de elevado peso, y acuñadas en
metales nobles, siguen emitiéndose en la actualidad en muchos países, en este
caso convertidas en piezas de “bullion” o monedas de inversión. En ocasiones
algunas cecas emiten varias pruebas de algunas monedas, entre las que se elige
el modelo definitivo que finalmente se adoptará. Estas emisiones se realizan en
cobre o latón con el mismo módulo que la moneda propuesta pero con un grosor
mucho mayor (Fig. 7c) y también se
denominan “piefort”.
Figura
7.-
“Pieforts” franceses medievales y modernos.
a: “Doble dinero parisino” de
Carlos IV de Francia y I de Navarra (1322-1328); b: Grueso de Felipe VI de
Francia (1323-1350); c: Piefort de prueba monetaria de 20
francos de 1848; d: Piefort de 5 francos de plata de 1853.
Mientras que los ponderales monetarios medievales y
modernos son relativamente comunes al haber sido utilizados por una gran
cantidad de personas (banqueros, cambistas, comerciantes...) como herramientas
de comprobación del peso de las monedas(3), durante la Edad Media el
uso de los pieforts o dinerales, estaba restringido a los oficiales de las
casas de moneda y son mucho más raros y escasos, y en ocasiones conocidos por
ejemplares únicos.
Para el período medieval, podemos considerar como
pieforts o dinerales “sensu stricto”
aquellas piezas que reproducen fielmente la moneda de referencia aunque con
mayor grosor y peso (Fig. 6; Figs. 7a, b). Estas piezas se acuñaban
utilizando los mismos cuños empleados en la fabricación de las monedas, y
tenían su misma ley o proporción de metales. Por contra los ponderales
monetarios, de uso generalizado, pueden adoptar variadas formas, unas veces
circulares como las monedas (Figs. 8c, h)
o poligonales de forma cuadrada (Figs. 8d,
i) y hexagonal (Figs. 8e-g, j),
fabricándose al principio en bronce, y desde finales del medievo en latón. En
estos ponderales suele aparecer la figura más o menos esquematizada de las
monedas a las que sirve de patrón de peso y generalmente no llevan leyendas.
Figura
8.- Conjunto
de “pieforts” (a, b) y ponderales monetarios (c-j).
En
el reino de Castilla, la normativa sobre la fabricación de estos ponderales
monetarios fue establecida en la Pragmática de Valencia del 12 de abril de 1488(4)
Notas:
(1) Heiss, 1865: 33.
(2)
También se controlaba la “ley”, es decir la cantidad de metal noble contenido
en la moneda, comparándola con las marcas que dejaban sobre la “piedra de toque”, un patrón de puntas, once
para el oro, cada una con un contenido distinto de metal noble, entre los 12 y
23 quilates, y de 22 puntas para la plata. Otro método más sencillo utilizado
por cambistas y comerciantes, consistía en frotar la moneda sobre la piedra de
toque hasta que aparecía una raya. Al añadir sobre la misma una gota de ácido
nítrico se disolvían los metales no preciosos, dejando una coloración en la
raya con la que se podía calibrar el contenido en oro o plata de la pieza
examinada.
(3) Hay que tener en cuenta que
durante la Edad Media, y especialmente a partir del siglo XIV, circulaban
conjuntamente multitud de monedas de oro de diferentes tipos y procedencias,
tal como queda atestiguado en algunos tesoros como el de la calle de la Merced
de Pamplona, el de la plaza Yesqueros de Murcia o el de Sant Pere de Rodes en
Gerona.
(4)
Roma & Braña, 2014: 75.
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