domingo, 1 de junio de 2014

Una moneda colonial para el comercio africano: Las “manillas” (slave token).

Artículo publicado el año 2005 en la revista “Crónica Numismática”:
Migue Ibáñez (2005). Una moneda colonial para el comercio africano: Las “manillas” (slave token). Crónica Numismática 16 (173): 42-45.



Durante más de quinientos años, y hasta mediados del siglo veinte, en muchos lugares del África occidental se han venido utilizando como monedas unos curiosos elementos: se trata de las “manillas”, objetos de latón con aspecto de pulsera(1) que podemos ver representados simbólicamente en las monedas y billetes emitidos por el efímero gobierno de Biafra durante los años 1968 y 1969 (Figura 1)(2).

Figura 1: Las “manillas” aparecen representadas en las monedas, billetes y sellos de Biafra.

A diferencia de la “moneda económica” convencional, emitida por una institución política en diferentes metales (desde el oro hasta el cobre), en el África subsahariana tradicionalmente se utilizaban una serie de variados objetos que desempeñaban una función monetaria(3).  En ocasiones estos elementos tenían también otros usos diferentes (como adornos, armas, elementos de prestigio, etc...), y no solamente existían objetos-moneda con fines económicos, los había también que servían para regular determinadas relaciones sociales (pagos de compromisos matrimoniales, resarcimientos por injurias, obsequios ceremoniales....), de forma que el mundo de la “premoneda” subsahariana se aproxima más al campo de la antropología cultural y económica que al de la numismática “sensu stricto” (Figura 2).  

Figura 2: Brazaletes y manillas usados como moneda. Moldes de manillas africanas y europea. 
Cuando en el siglo XV, los comerciantes portugueses se introdujeron en este complejo sistema económico en busca del preciado oro, abundante en la costa del Golfo de Guinea, encontraron que los nativos rechazaban la moneda convencional, y sin embargo aceptaban como medio de pago diversos objetos muy variados como tejidos, ropa, conchas, cuentas de collar u objetos de cobre, bronce o latón(4). Este hecho desencadenó una importante asimetría comercial entre los objetos a intercambiar. Por una parte, los portugueses estaban interesados en unos pocos elementos (fundamentalmente oro, esclavos(5) y marfil), mientras los africanos demandaban una gran diversidad de artículos (telas, ropas, brazaletes metálicos, conchas de caurí, recipientes de cobre, cuentas de vidrio para collares, etc...). Este hecho, que aparentemente beneficiaba a los europeos, suponía sin embargo en la práctica un grave inconveniente para el sistema comercial, ya que no se podía prever de antemano qué tipo de mercancía era la más adecuada para negociar con una determinada tribu o población en un momento determinado, provocando un alto grado de incertidumbre(6).

                Uno de los elementos más demandados y de mejor aceptación en la costa occidental africana, eran los aros de cobre, bronce o latón, que recibieron la denominación genérica de “manillas” debido a su aspecto(7). Aprovechando esta circunstancia, paulatinamente las manillas fueron desplazando a otros objetos (cuencos, ropas y tejidos, abalorios...), convirtiéndose, -junto con las conchas de caurí- en las principales “premonedas”, “paramonedas” o “monedas alternativas”, utilizadas para el comercio africano durante varios siglos(8) (Figura 3).

Figura 3: En esta rara manillas africana aparecen representadas conchas de caurí, otro de
los elementos utilizados como moneda.

La escasez de cobre en Portugal, hizo necesaria su importación de otros países y las referencias más antiguas datan de 1439, refiriéndose a las manillas “muyto ben acabadas as cabecas e limadas” que se traían desde Venecia. Estas manillas pronto se convirtieron en elementos de peso y valor fijo(9), transformándose en auténticas monedas cuyo uso cotidiano ha perdurado hasta mediados del siglo veinte.

La importación de manillas y otros objetos (generalmente recipientes de diversos tamaños y formas, como cuencos, orinales, ollas o bacinas de barbero, utilizados también como moneda en el comercio africano), se realizaba al principio desde Brujas y a finales del siglo XV, desde Amberes. Entre estas fechas y comienzos del XVI se importaron unas 600 toneladas de cobre anuales. Este cobre, procedente de las minas de Turingia, Sajonia, Tirol y Hungría, así como el latón elaborado en Dinant, Aachen y Nuremberg, se embarcaba en los puertos flamencos y viajaba bordeando la costa hacia Lisboa. Desde allí, una vez retirado el cobre necesario para cubrir las necesidades locales (principalmente para la fabricación de cañones), se reenviaba a la costa africana. El transporte multiplicaba por doce el valor de las manillas que costaban diez reis en Flandes y se vendían a ciento veinte en la factoría africana de Mina(10) (Figura 4).

Figura 4: A finales del siglo XV, con una bacina de barbero y cuatro manillas se podía
adquirir una esclava y su hijo.
                Durante el cuarto de siglo del reinado de Manuel I (1495-1521), se calcula que se importaron desde Flandes unas 1.250 toneladas de manillas y cuencos para el comercio africano, e incluso en 1518 un solo barco llegó a transportar 13.000 manillas(11). Teniendo en cuenta que estos cargamentos transportaban una media en peso del 82% en forma de manillas y un 18% como recipientes de diversos tipos, esto supondría una importación de un total de más de 4.250.000 manillas para este período de tiempo, es decir unas 130.000 piezas por año.

                En 1549 finalizó la importación desde Amberes, produciéndose problemas de abastecimiento durante la segunda mitad del s. XVI. Aunque en 1604 se restauró el comercio, y los buques portugueses volvieron a transportar, -ahora desde Ámsterdam- las valiosas manillas, el declive del comercio portugués había comenzado unos años antes, cuando en 1556 el británico William Towerson llegó a ofrecer 80 manillas por una onza de oro, el doble de lo establecido por el rey de Portugal(12). Así comenzó paulatinamente la introducción del comercio inglés, francés y especialmente el holandés, que sustituirá al portugués en el siglo XVII. A pesar de que se trataba con la mayor reserva y confidencialidad el uso y finalidad comercial (como moneda) que tenían estas manillas(13), la información era difícil de ocultar, y de hecho figura en muchos documentos internos. Por ejemplo la expedición de Magallanes (1519-1522) transportaba para el “rescate” (comercio con los nativos) 2.000 manillas de latón y otras tantas de cobre(14).

                Mientras las coronas de Portugal y España estuvieron fusionadas (1580-1640) los comerciantes portugueses mantuvieron el monopolio del comercio africano en la costa de Guinea, de forma que por ahora no existen datos seguros de manillas que pudieran haber sido fabricadas en España. Finalmente fueron los holandeses quienes sustituyeron a los portugueses en este comercio y la estación de San Jorge de Mina terminó por ser conquistada en 1637(15). Durante el siglo XVII Ámsterdam remplazó a Amberes en la fabricación de manillas, que redujeron su peso a la mitad (unos 150 gr.)(16). Durante este período de tiempo las importaciones de cobre en África se multiplicaron por diez con respecto al período anterior y el principal producto adquirido fueron los esclavos(17) (Figura 5).

Figura 5: El castillo de Mina, en la costa de Ghana y una manilla portuguesa del s. XVI
similar a la del hallazgo de Guetaria.

                       En el siglo XVIII los ingleses estuvieron a la cabeza de la producción de manillas, que ya se fabricaban en Bristol desde el siglo XVI por la firma R. & W. Kin, posteriormente en Liverpool(18), y ya en el s. XIX en Birmingham(19). También se fabricaron manillas en Francia (probablemente en Nantes), que tradicionalmente se han identificado con uno de los tipos más frecuentes, las manillas “popo”. Tras la abolición en Inglaterra de la esclavitud en 1807, las manillas siguieron utilizándose, ahora para adquirir el aceite de palma y las compañías importadoras almacenaban ingentes cantidades(20) para utilizarlas como moneda durante la época de recolección (entre abril y julio). En 1865, un comerciante poco escrupuloso llegó incluso a fabricar en Birmingham manillas de hierro con un baño electrolítico de cobre(21), el engaño fue descubierto inmediatamente por los nativos, que abandonaron las manillas falsas en el mismo lugar en el que fueron desembarcadas (Figura 6).

Figura 6: El puerto de Bristol en el s. XIX.


Desde los primeros momentos se fabricaron varios tipos diferentes de manillas para comerciar en zonas distintas, así por ejemplo, en el contrato firmado entre la corona portuguesa y Fugger(22), se establecía un tipo de manilla de 281 gramos para el comercio en San Jorge de Mina, y otro algo más ligero, de 241 gramos para el resto de la costa de Guinea, y ya en el mismo siglo XVI, además del comercio portugués, se producían esporádicas expediciones inglesas y francesas, de forma que probablemente coexistieron en el tiempo diferentes tipos de manillas de distintos pesos, formas y procedencias(23).

Los datos mejor conocidos se refieren a las manillas que estaban en circulación durante los siglos XIX y XX(24), y las informaciones más detalladas sobre los tipos utilizados como moneda, provienen de trabajos relativamente recientes. Talbot (1932)  señala nueve tipos diferentes, con sus correspondientes nombres nativos y su valor (abe, amogono igbiki, attorni, awarawu, jaja, okku-kpaw, okolosupuruma, peri akule y popo), pero es Johansson (1967, 1968) quien aporta una información más detallada, localizando siete tipos nuevos (atoni, ejema, nkobnkob, nwohuru, okporo kiet y onoudu) y lo que resulta más importante, es que llega a identificar -con medidas y dibujos precisos-,  nueve de ellas (las manillas abi, atoni, ejema, mkoporo, nkobnkob, okombo, okpowo, onoudu y popo). La mayoría de estos tipos corresponden con las piezas fabricadas durante los siglos XIX y XX en Inglaterra (Birmingham) o Francia (Nantes).  Mientras que en la proclamación de 1902 sobre la circulación monetaria en Nigeria se citaban cinco tipos diferentes, éstos quedaron reducidos a tres unos años más tarde, al quedar las manillas fuera de circulación en 1948 (los tipos ingleses abi, okombo y okpoho) (Figura 7).

Figura 7: Diferentes tipos de manillas


                Con respecto a los tipos identificados hasta el momento, en cuanto a su tamaño y peso, podemos señalar varios grupos: el primero y más numeroso, incluiría las manillas de pequeño tamaño (abi, atoni, ejema, okombo, okpoho y onoudu) que tienen una anchura máxima comprendida entre los 55 mm. (de los tipos abi, okombo y okpoho) y los 66 mm. del tipo onoudu. En ocasiones no resulta fácil identificar estas piezas dado su gran parecido, se trata de los ejemplares más frecuentes que circularon desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. En el otro extremo tenemos las manillas tacoais y mkoporo de gran tamaño (105 y 98 mm. de anchura máxima respectivamente) y las intermedias: nkobnkob y popo de 72 y 83 mm. Con respecto a su morfología, podemos destacar como dato característico, el grado de expansión de la zona terminal: mientras todas las manillas (menos la de tipo popo y las primitivas manillas portuguesas), presentan una clara expansión, más o menos acentuada en sus extremos, en el caso de las manillas popo y tacoais, esta expansión es menos evidente, se trata más bien de un engrosamiento progresivo, acentuado en la zona terminal. La relación del cociente entre el diámetro máximo en la zona terminal de la manilla y en su zona media oscila entre los 3.8 de los tipos ejema y onoudu, hasta 1.9 de las tacoais y popo. Por su aspecto, este último tipo parece haber derivado directamente de las primitivas manillas portuguesas del siglo XVI.

                Las que presentan pesos más altos, son también las primitivas manillas “tacoais” con valores proximos a los 300 gramos (entre 240 y 312 gr.) (25), las “mkporo” con unos 250 gramos, seguidas por las de tipo  “onoudu” que oscilan entre los 160 y 225 gramos, y las “popo” entre 120 y 130 gramos. Por último, as pequeñas manillas inglesas presentan pesos que oscilan  entre los 60 y los 100 gramos.                  

                Es evidente, que además de estos tipos, existen otros muchos intermedios, fruto de las relaciones comerciales de portugueses, holandeses, ingleses y franceses que ininterrumpidamente (aunque con altibajos temporales) transportaron muchos millones de manillas durante más de quinientos años a la costa occidental africana(26). La falta de datos y registros documentales hace que sea prácticamente imposible identificar la procedencia y la fecha de fabricación de muchas de las piezas, solamente queda esperar que los datos arqueológicos (en conjunción con los estudios metalográficos) permitan aportar alguna nueva luz sobre este complejo tema.

Las primitivas manillas portuguesas del siglo XVI.

Dentro de este contexto arqueológico, y en fecha reciente, se ha producido un importante hallazgo de “manillas” de latón, procedentes de un naufragio ocurrido en Guetaria (costa vasca) hacia el año 1524(27). Se han podido estudiar 283 ejemplares completos y no deformados que dan un peso medio de 305,79 gr. (con una desviación típica de 14.57), con una anchura máxima de 103,4 mm. (s= 1,7) y una altura de 86.9 mm (s= 1.7). El diámetro en la zona media de la manilla es de 11,9 mm. (entre 11 y 16 mm., muy similar al de las manillas tipo “mkoporo”), y va aumentando progresivamente hasta alcanzar los 22,18 mm. de valor medio en su zona terminal(28), de forma que el cociente  entre el diámetro de la zona terminal y la zona media es de 1.86, muy similar al valor que presenta el tipo “popo”. Por este motivo estas manillas habían sido identificadas como de tipo “popo primitivo” (Figura 8).


Figura 8.- a: Placa de bronce de Benin del siglo XVI mostrando unas "manillas"; a': Manillas "tacoais" del s. XVI; b: Placa de bronce donde se observa un sirviente portando una "manilla reina" de gran tamaño; b': manilla reina.

                La datación del yacimiento arqueológico ha sido posible gracias a algunos de los elementos encontrados (por ejemplo dos monedas, una siciliana de Alfonso V de Aragón del s. XV y un ceitil de Manuel I de Portugal), y especialmente a partir de la información recopilada en el Archivo de Simancas, donde en un documento de Felipe II fechado en 1587 se indica, cómo 63 años antes, había naufragado en la bahía de Guetaria una urca flamenca cargada de mercancías, señalando incluso que parte de dicha carga había sido recuperada (261 quintales y 47 libras de cobre, 3 quintales y 69 libras de argollas de latón....)(29).

Los naufragios eran algo relativamente común en el largo viaje entre los Países Bajos y la costa africana, así, en los inventarios de 1547 a 1553 se señalan pérdidas por hundimiento de 864 medios quintales de cobre redondo, 326 medios quintales y 90 libras de manillas y 14 medios quintales y 15 libras de calderos(30). Un 35% de esta carga pudo ser “pescada”, término con que se designaba al rescate en esta época, y vendida en las proximidades del lugar donde había ocurrido el accidente. 

                Encontramos un naufragio muy similar al de Guetaria ocurrido el 19 de enero de 1527 frente a la costa de Gunwalloe en Cornwall (sur de Inglaterra), en este caso se trataba de una carraca portuguesa de nombre “San Antonio”, que transportaba lingotes de cobre y plata, calderos y otros recipientes, tejidos, armaduras y diferentes piezas no especificadas(31). En este cargamento cabe destacar una partida de 2.100 bacinas de barbero, probablemente destinadas al comercio africano. En este caso no se especifican las manillas entre el listado de la carga, lo cual no es de extrañar ya que la información sobre el uso de estos materiales como moneda en el comercio del oro africano era una cuestión mantenida en secreto, y por ejemplo en la documentación de la época que hace referencia al naufragio de Guetaria, se mencionan “argollas de latón”, sin que quienes las recuperaron en el s. XVI supieran cuál era su destino y utilidad(32).  

Las fechas de los naufragio de Guetaria y Gunwalloe se corresponden con la época de máxima intensidad en la importación de manillas flamencas en la estación de San Jorge de Mina(33).


El final de las manillas como moneda.

                Desde finales del siglo XIX se introdujeron en Nigeria grandes cantidades de moneda de cobre inglesa, que comenzaron el paulatino proceso de sustitución de la moneda “primitiva” por la moneda “oficial”, y en 1902, Ralph Moor, comisionado británico para el sur de Nigeria prohibió la importación de manillas sin una licencia especial. Aquí comenzaba el declive de la manilla-moneda, que sin embargo sobrevivió durante varios años, y a pesar de que en 1911 se dictó una declaración por la cual las manillas dejaban de tener valor legal como moneda, de hecho siguieron circulando. En 1919 se dictó la “Manilla Currency Ordenance” que permitía su uso entre los nativos. Finalmente, por una ordenanza publicada el 30 de agosto de 1948 (treinta años después de la ordenanza anterior) se puso a las manillas fuera de la circulación, dando un plazo de tiempo para cambiarlas por moneda de curso legal(34). Los tres tipos que circulaban en esas fechas eran:

Manilla Okpoho                  con un valor de 80 piezas por libra.
Manilla Okombo                 con un valor de 240 piezas por libra.
Manilla  Abi                         con un valor de 480 piezas por libra.

Se da la circunstancia de que estas tres manillas, a pesar de habérseles asignado valores muy distintos, eran en realidad muy parecidas en tamaño y forma, y aunque los nativos que las utilizaban sabían diferenciarlas sin problemas, para un extranjero la situación no estaba tan clara(35). De hecho, durante los meses siguientes se recogieron más de 32 millones de piezas, con un peso total de 2.460 toneladas, de las cuales el 90.8 % correspondían al tipo Okpoho, mientras que solamente el 7.7 % de las recogidas eran del tipo Okombo y tan sólo el 1.5 % de tipo Abi. Probablemente estos datos no reflejan la realidad de la distribución de los diferentes tipos, y aprovechando su parecido, muchas manillas okombo y abi, fueron cambiadas como si fueran okpoho que valía tres y seis veces más que las anteriormente citadas. En noviembre de 1948 nuevamente se dictó una orden, permitiendo la conservación de 200 manillas por persona para fines ceremoniales y por último el uno de abril de 1949 las manillas dejaron de existir legalmente como monedas, tras más de quinientos años de existencia.

Composición metalográfica de las manillas.

                Los datos mejor conocidos, nuevamente vuelven a referirse a las manillas que circulaban en Nigeria en la primera mitad del siglo XX. Los más de treinta y dos millones de piezas recogidas durante la “operación Manilla” entre 1948 y 1949 se fundieron, y los análisis metalográficos dieron la siguiente composición(36):

Cobre                    62,68%         Plomo                    30,05%         Antimonio            2,81%
Estaño                     2,05%         Zinc                         0,98%          Arsénico              0,65%
Níquel                      0,48%          Hierro                    0,25%           Bismuto                0,05%

                Es decir, en esta época, la composición era fundamentalmente de cobre y plomo, con pequeñas cantidades de antimonio y estaño.                                 

                Otros valiosos datos nos los proporcionan los análisis de las manillas fabricadas en Inglaterra a mediados del siglo XIX y encontradas en el cargamento del buque Duoro (Figura 9), que muestran una composición de un 66 % de cobre, 29 % de plomo, 4,4 % de antimonio, 0.6% de estaño y trazas de bismuto, níquel, plata y hierro(37). Si bien el orden de abundancia de los elementos coincide básicamente con lo observado cien años después, podemos ver que entre los datos de 1843 y 1949 hay un ligero descenso del contenido en cobre (- 5%), y un pequeño aumento en el plomo (+3,4%), resultando significativo el aumento en estaño (+233%) y la disminución de antimonio (-36%)(38).

Figura 9: Manillas inglesas transportadas por el buque “Duoro”, que naufragó en 1843.
                En el otro extremo, las manillas portuguesas de comienzos del siglo XVI muestran una composición muy sencilla: siete partes de cobre, dos de cinc y una de plomo, así podemos ver como el plomo ya se añadía en tiempos muy tempranos. En 1720 Robert Morris adicionó medio quintal de plomo por tonelada de cobre(39), lo que da unas cifras muy bajas de un 5 %, en comparación con el 25-30% de plomo de las manillas posteriores, e incluso la mitad del valor que presentan las primitivas manillas portuguesas de comienzos del siglo XVI.

                De épocas intermedias quedan pocos registros, los datos de una única pieza fechada en el naufragio del buque “The Charles” en 1684(40)  dan unos valores de un 67% de cobre, un 20% de plomo, seguidos por un 3,2 y un 3,2 de zinc y estaño, un 2,6 de antimonio y pequeñas cantidades (menores del 1%) de arsénico, níquel y hierro. La secuencia de estos tres últimos elementos es similar, aunque con valores un poco más altos, que los registrados en los análisis de 1949.

                Los numerosos análisis de las manillas del British Museum(41) realizados por Craddock & Hook (1995), adolecen de no señalar el tipo a que pertenecen las mismas (sin aportar datos fundamentales como su forma o peso). Estos autores diferencian 5 familias metalográficas, las fabricadas con cobre casi puro  (97-99%), posiblemente de origen africano, y cuatro grupos según la aleación principal: cobre-plomo, bronce, bronce con plomo-antimonio y latón, estas últimas con un 40% de cobre, un 50% de zinc y solamente un 5% de plomo.

                En un reciente trabajo(42) puede apreciarse las diferencias metalográficas de los tipos atoni y onoudu, y sobre seis y siete ejemplares analizados respectivamente los valores medios son:

Tipo                                       Atoni                                                     Onoudu

Cobre                                    49,9 (s= 8,4)                                       28,6 (s= 8,9)
Plomo                                   33,12 (8,9)                                          49,0 (14,7)
Antimonio                              10,75 (1,8)                                           0,73 (0,8)
Estaño                                    4,1 (3,6)                                           15,36 (10,6)
Arsénico                                  0,6 (0,2)                                             2,36 (1,1)

                A pesar de los altos valores de la desviación típica, puede apreciarse que las manillas de tipo atoni presentan cobre como elemento principal mientras que en las onoudu el elemento mayoritario es el plomo, en ambos casos con un 50% del peso total, una segunda diferencia importante es la concentración de antimonio y estaño, mientras en el tipo atoni predomina el primer elemento, en la onoudu lo hace claramente el segundo.

                A la vista de lo comentado anteriormente, queda un largo camino por recorrer en el estudio, catalogación e identificación de estas singulares “monedas”, fabricadas en Europa, pero que circularon en África occidental hasta hace relativamente muy poco tiempo.





Notas:

(1) Acerca del origen de esta palabra, se han propuesto diversas teorías, a veces bastante rebuscadas. Por su tamaño, composición y aspecto, un europeo las identificaría con la manilla de una puerta o armario. La tipología de los diferentes tipos de manillas fabricadas en Europa resulta muy homogénea, si la comparamos con la variedad de diseños y formas de los brazaletes africanos, utilizados tradicionalmente como moneda en diversas regiones del África occidental desde al menos la Edad Media.

(2) Symes, 1997.

(3) Ibáñez, 2002. 

(4) Incluso a comienzos del s. XVII, los ingleses necesitaban más de 150 objetos diferentes  para comerciar en la Costa de Oro (Bosman, 1704).

(5) En los primeros momentos, la adquisición de esclavos se hacía en el vecino reino de Benin, de aquí se transportaban a la estación de Mina para utilizarlos como porteadores del oro que se traía desde el interior (Vogt, 1979, p.72), es decir las primeras adquisiciones de esclavos están relacionadas con el tráfico de oro como elemento principal, un siglo más tarde, bajo el control holandés, la principal mercancía fueron los propios esclavos, mano de obra que fue masivamente transportada al Nuevo Mundo.

(6) Este sistema de intercambio se denominó “rescate”. Un determinado objeto podía tener una gran aceptación como moneda de cambio en un viaje, y ser rechazado en el siguiente. No pocas veces los mercaderes debían regresar con sus cargamentos de manillas, que eran rechazadas por los indígenas, sin motivos aparentes. Otro problema importante era que las telas, tejidos y ropas, acumuladas en grandes cantidades en la estación de San Jorge de Mina, terminaban por pudrirse con el clima tropical.

(7) La utilización de diferentes tipos de barras y aros de cobre como moneda se remonta a tiempos medievales, tal como se refleja en los escritos del viajero y comerciante árabe Ibn Battuta (1325-1354).

(8) En 1479 en la costa de Liberia podía adquirirse una esclava y su hijo por una palangana de barbero  y 3 o 4 manillas de latón (De la Foche, 1897: p. 12). A comienzos del s. XVI, con una de estas manillas podía adquirirse un colmillo de elefante (Einzig, 1948, p. 150), y un esclavo costaba entre 8 y 10 piezas (Einzig, op. cit., p. 151 y Quiggin, 1949, p. 89).
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(9) Como más adelante se comentará, ya desde los primeros momentos, coexistieron a la vez diferentes tipos de manillas, cada uno de ellos tenía un valor concreto y circulaba en una detrerminada región. Hacia 1513, las manillas pesaban 312 gr. (“302.920 e mea peca manillas de latam” pesaban 94,5 toneladas; Hebert, 1984, p. 126), en 1524 las de Guetaria nos dan un peso medio de  306 gramos y en el contrato de 1547-8 se señalan manillas con dos pesos distintos, 281 y 141 gramos, así pues la tendencia fue la misma que también se daba en la moneda metálica convencional, hacia una pérdida de peso y de valor (con menos contenido en cobre en el caso de las manillas, que comienza con un 70% en el siglo XVI para terminar con un 50% en las manillas atoni de los siglos XIX-XX).

(10) Vogt, op.cit., p. 89.

(11) Ryder, 1969, p. 53.

(12) Los precios de los diferentes elementos utilizados como moneda, así como los productos que se adquirían en el comercio portugués en África, estaban rígidamente fijados por el rey, a excepción de las conchas de caurí (valoradas según su color, tamaño y brillo) y el de los esclavos (que podían tener valores diferentes según su sexo, edad, complexión...) (Vogt, op. cit., p.75). A comienzos de la década, el poderoso sindicato de comerciantes de Londres, financió una pequeña escuadra de tres buques al mando del capitán Windham, con el fin de romper el monopolio portugués en Mina y un poco más tarde,  el comerciante inglés William Towerson organizó tres viajes a la zona entre 1555 y 1558, realizando su segunda expedición (1156-57), en colaboración con una importante flota francesa al mando del capitán Blundell. De esta forma, merced a una alianza anglo-francesa, se pudo sortear el férreo monopolio portugués (Blake, 1942: p. 292)

(13)  Esta reserva sobre el uso de las manillas, se ha mantenido incluso hasta tiempos recientes (s. XIX y XX). Por ejemplo, respecto a las manillas fabricadas en Inglaterra a finales del siglo XIX, e incluso en el s. XX,  no se conserva documentación que aporte luz sobre sus características y composición metalográfica.

(14) Cabrero, 2002, p. 190.

(15) Blake, 1941, p. 46. Entre 1595 y 1600, los comerciantes holandeses fundaron una pequeña ciudad en Moure, a apenas 50 millas de distancia de la factoría de Mina, y a pesar de su proximidad, no reconocieron la autoridad del gobernador portugués (Vogt, op. cit., p. 147).

(16) Ratelband, K. (1953) Vijf dragregisters van het kasteel Sao Jorge da Mina (Elmina) aan de Goudkust (1645-1647), citado por Hebert, 1984: p. 201.

(17) A esta época pertenece el hallazgo de las Bermudas (“Manilla wreck”) de varias manillas y centenares de cuentas de vidrio, cerámica y una moneda de 1690. Se trata de un barco negrero holandés que naufragó a mediados del siglo XVIII (Smith, 1988; Karlins, 1991). También aparece una manilla, en el pecio del “Batavia”, buque holandés que naufragó en 1629 en las costas de  Australia, si bien en este caso se trata de una manilla africana de tipo “bidda”, transportada como amuleto o recuerdo por algún marino.

(18) En relación con el crecimiento del puerto de Liverpool como centro del tráfico de esclavos (Hebert, 1984, p. 150).

(19) El hallazgo más importante de manillas inglesas fabricadas durante el siglo XIX proviene del naufragio, ocurrido el 27 de enero de 1843, del buque “Duoro”, que se hundió durante un temporal en las Islas Scilly (sur de Inglaterra) mientras viajaba desde Liverpool a Oporto con un cargamento de “manillas”. Este pecio fue descubierto casualmente por buceadores hace más de treinta años, recuperándose miles de manillas que actualmente se comercializan como souvenirs.

(20) En una ocasión se llegaron a almacenar en Opobo entre tres y cuatro millones de manillas con este fin (Johansson, 1967, p. 20)

(21)  Hebert, op. cit., p. 202.

(22) A finales de 1547, cuando la importación de manillas comenzaba a declinar, la corona portuguesa decidió finalizar su relación con Erasmus Schezt, debido a que éste no quería bajar los precios. El factor en Flandes Joao Rebelo,  estableció un nuevo contrato trianual  con Cristoff Fugger “para los negros de Guinea” por un total de 6.750 quintales de manillas destinadas al comercio de San Jorge de Mina y 750 quintales de manillas para el resto de Guinea.:
“““ bien labrados y pulidos y de metales adecuados al comercio de Mina y Guinea, de tal tamaño, tipo y perfección como siempre se ha acostumbrado para los dichos comercios y que corresponde al acostumbrado peso que es: las manillas de mina, 160 en cada cien arrates aproximadamente, y con cabezas suaves y bien pulidas que se llaman “”tacoais”, y las de Guinea 190 o 200 en cada cien arrates, y orinales a 58 piezas en cien arrates, que son dos libras mas o menos por recipiente, y los cuencos de barbero, de los que 25 pesan cien arrates mas o menos, cada pieza pesa cuatro libras, y las ollas que son 14 mas o menos en cien arrates, cada una pesa siete libras mas o menos. Estas manillas, cuencos, orinales  y cazuelas se ajustarán a los modelos que el mencionado factor ahora proporciona al mencionado Cristoff  y del tipo y perfección que los contratantes acostumbran a tener para el dicho comercio con Mina y Guinea””” (Blake, 1942)

(23) Este hecho está bien corroborado para tiempos recientes, por ejemplo Talbot (1926) señala como “ La manilla “antony” es buena en todos los mercados interiores, la “congo signolo” o “bottle necked” es buena solamente en el mercado Opungo, la “onadoo” es la mejor en el país de los Eboe...., la “finniman faidfilla” se puede usar en los mercados de la ciudad de Juju y en Qua, pero tiene la mitad de valor que la “antony”, y la “culla antony” es apreciada por la gente de Umballa...”  

(24)  A pesar de que se han publicado algunas monografías sobre las manillas, como la de  Denk (1995), básicamente, los tipos identificados siguen siendo los señalados por Johansson en 1967.

(25) Vogt (op. cit., p. 69) señala un peso estandar para las manillas portuguesas de comienzos del s. XVI de 600 gramos, si bien no indica la fuente documental de información para este dato. En el hallazgo realizado en Vigo aparece algún ejemplar con un peso que supera los 400 gramos (J. Suárez, comunicación personal).

(26) Muchas de estas manillas sirvieron para comprar los más de diez millones de esclavos africanos que fueron transportados al Nuevo Mundo. Por este motivo en la bibliografía anglosajona, estas ”monedas” son conocidas como “slave tokens”.

(27) Las manillas se transportaban en barriles, como se ha podido apreciar en algún caso (Benito & Ibáñez, 2004).

(28) Este nuevo tipo se corresponde con el publicado por Opitz (2000, primera figura de la página 213).

(29) (Benito & Ibáñez, op. cit.).

(30) Kellenbenz, 2000, p. 482.

(31)  Chynoweth, 1968, p. 405.

(32)  Se han encontrado manillas similares a las de Guetaria en la ría de Vigo (costa NW de España) (Alfaro et al., 2001; J. Suárez, comunicación personal).

(33) Vogt, op. cit., p. 213.

(34) Johansson, op. cit., p. 26. 

(35) La principal diferencia es que mientras la manilla okpoho tiene un contorno elíptico, las abi y okombo son más circulares. El cociente entre anchura máxima y altura es de 1.04 en el primer tipo y de 0.95 y 0.92 en los tipos okombo y abi respectivamente. 

(36) Grey, 1951, p. 54; citado por Johansson, op cit., p. 22.

(37) Craddock & Hook, 1995, p. 190.

(38) Hay que tener en cuenta que los datos de 1949 se refieren a un gran número de manillas, que aunque en su mayoría habrían sido fabricadas en los siglos XIX y XX, también incluirían piezas elaboradas en épocas anteriores.
 
(39) Hebert, Op. cit., p. 202.

(40) Craddock & Hook, op. cit., p. 190.

(41) Se aportan valores metalográficos de 38 piezas.

(42) Kuntz et al., 2002. 


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