Simbología de la
luna creciente con estrella en las monedas. Artículo
publicado en: Eco Filatélico y Numismático 80
(1343) (Octubre, 2024): pp. 45-48.
Miguel Ibáñez Artica
En
la actualidad, asociamos la imagen de la media luna o luna creciente con estrella
al mundo islámico, y efectivamente este símbolo aparece representado en las
banderas de varios países norteafricanos como Argelia, Túnez, Mauritania o
Libia, y también es el emblema nacional de Turquía, figurando también en países
asiáticos de mayoría musulmana como Pakistán o Malasia. En tiempos recientes,
algunas monedas emitidas por algunos de estos países como Turquía, Pakistán o
Argelia, presentan la luna creciente con estrella en sus monedas (Fig. 1).
Figura
1.- Monedas
contemporáneas que presentan la creciente con estrella.
a: 10 Kurus de Turquía; b:
50 rupias de Pakistán; c: 200 dinares de Argelia.
Un primer detalle que convendría señalar es que la imagen
que representa la luna creciente con una estrella situada entre sus puntas es
sencillamente imposible, ya que la zona sombreada de la luna impediría
visualizar la estrella, pero esta circunstancia no ha impedido que desde
tiempos remotos, esta simbología ha sido ampliamente utilizada y ya aparece en
petroglifos y estelas de la antigua civilización sumeria, y posteriormente en
época greco-romana se asoció a algunas divinidades del mundo antiguo, como
Selene, Artemisa, Afrodita, Zeus, Némesis, Tyche y Astarté.
Por
otra parte, la figura estelar del emblema no es realmente una estrella, sino
Venus. Los planetas Venus y Mercurio, al estar más cerca del sol que la Tierra,
aparecen solamente en las horas del crepúsculo y al amanecer. Precisamente, los
fundamentos de la astrología se basaron en los movimientos –aparentemente
erráticos- de los planetas, y su conjunción con las diferentes constelaciones.
Figura
2.-
Representaciones de la luna creciente y estrella en monedas del mundo antiguo.
a: Tetradracma de Mitríades VI
(135-63 a. C.), rey del Ponto en Asia Menor; b: Denario de Augusto (27
a.C.- 14 d.C.) acuñado en Roma; c: denario de Juba II (30 a. C. - 23 d. C.), rey de Mauritania; d:
moneda de bronce con la diosa Afrodita en el anverso (c. 300 a.C.); e:
bronce de Trajano (98-117 d.C.) emitido en Bizancio; f: áureo de Licinio
(308-324 d.C.)
acuñado en Antioquía entre los años 317 y 319 d.C..
La imagen de la creciente con estrella aparece
representada en varias monedas del mundo antiguo, como por ejemplo en las
emisiones de Mitríades VI rey del Ponto entre los años 120 y 63 a.C. Según la
tradición, el año de su nacimiento apareció un cometa en la constelación de
Pegaso, y otro tanto ocurrió el año que ocupó el trono, así en el reverso de
algunas de sus monedas aparece la figura de una creciente con una estrella que
podría simbolizar el cometa (Fig. 2a).
También vemos esta simbología en algunos denarios acuñados en tiempos de Augusto
(27 a.C.- 14 d.C.) (Fig. 2b) o Juba
II, rey de Mauritania en la misma época (30 a.C.- 23 d.C.) (Fig. 2c), y en algunas monedas de
Uranópolis en Macedonia y de Bizancio (Figs.
2d, e).
La
ciudad griega de Bizancio que posteriormente pasaría a llamarse Constantinopla
en el año 330 d. C. y más tarde Estambul en 1453, adoptó el símbolo de la
creciente y estrella en sus monedas. El origen de esta representación radica en
la leyenda de que en el año 340 a. C., cuando Filipo de Macedonia, padre de
Alejandro Magno, estaba sitiando la ciudad, la aparición de una repentina luz
en el cielo, alertó a los defensores a tiempo de evitar un ataque nocturno por sorpresa
del enemigo a las murallas. En agradecimiento a la diosa lunar Hécate, la
ciudad colocó una estrella y una media luna en sus monedas, costumbre que se
mantuvo hasta bien entrada la época romana (Fig.
2e).
Muchos reyes orientales y emperadores romanos contaban
con el asesoramiento de astrólogos en la corte, y la aparición de eventos
lunares significativos, como eclipses, interpretados como presagios favorables,
quedaron reflejados en las acuñaciones de la época. El historiador Cayo Suetonio relata como a finales del reinado de
Vespasiano (69-79 d.C.), apareció un cometa en el cielo de Roma, con el que el
emperador se permitió bromear diciendo que, al tener el cometa una abundante
cabellera (haciendo alusión al nombre
latino que recibían los cometas “Stella Crinita”, es decir “estrella con
pelos”), no podía anunciar su muerte, ya que él era calvo (Fig. 3a), sino la del rey persa Vologases
I, que tenía mucho más pelo (Fig. 3b).
No andaba muy “descabellado” Vespasiano, ya que el rey persa falleció ese mismo
año, en el 78 d.C., mientras que el emperador romano lo hizo en el año
siguiente.
Figura
3.- Busto
del emperador Vespasiano y representación de Vologases I, rey de Partia.
La actual interpretación de la luna creciente con
estrella como representativa del Islam surge de forma tardía, cuando el Imperio
Otomano la adopta como emblema nacional durante el reinado de Mustafá III
(1757-1774), tomándola del símbolo utilizado en Constantinopla -antigua
Bizancio- desde tiempos remotos, y la incorpora a su estandarte en 1844, conservándose
en las banderas de Turquía y de otros estados islámicos como Libia, Túnez y
Argelia, y ya en el siglo veinte en las de Azerbayán, Pakistán, Malasia,
Mauritania, etc..., de forma que a finales del siglo veinte, el símbolo de la
creciente y la estrella pasa a ser considerado como un “símbolo del Islam” y es
utilizado ocasionalmente por el nacionalismo árabe en las décadas de los años
70 y 80 del siglo XX.
Una curiosa anécdota nos relaciona una dramática
situación acaecida en el presente siglo, con los tiempos medievales de Ricardo
Corazón de León: en el año 2006, un ciudadano británico que visitaba Yemen por
negocios, fue interceptado mientras viajaba por la carretera en su coche por
miembros de un grupo fundamentalista islámico. A pesar de que todo hacía
presagiar un final trágico, contra todo pronóstico, el ciudadano fue liberado
por el grupo armado sin mayores complicaciones. El motivo de este cambio de
actitud por parte de los secuestradores fue una pegatina del club de futbol de Portsmouth,
con el símbolo de la media luna y estrella (Fig.
4c), que llevaba pegada en el parabrisas de su automóvil. Este singular
emblema del equipo de futbol, está tomado del escudo de armas de William
Lonchamp, canciller del monarca Ricardo I de Inglaterra, cuando se otorgó el
estatuto a la ciudad de Portsmouth el dos de mayo de 1194 (Fig. 4b). Se da la circunstancia de que el símbolo de la creciente
con estrella era utilizado en el Gran Sello de cera con el que Ricardo I, más
conocido como Ricardo Corazón de León, rubricaba sus documentos oficiales (Fig. 4a), y este popular monarca inglés
era precisamente cuñado del rey de Navarra Sancho VII “el Fuerte”, quien le
había ayudado en tierras aquitanas a defender sus derechos en la Gascuña contra
Felipe II Augusto de Francia.
Figura
4.- a: Gran
sello de Ricardo I de Inglaterra; b: sello céreo de Raimundo, conde de
Tolosa; c: escudo de armas de la ciudad de Portsmouth; c:
emblema del equipo de futbol de Portsmouth.
El monarca navarro Sancho VII (1194-1234) emitió durante
su prolongado reinado ingentes cantidades de monedas de vellón, dineros y
óbolos, y aunque mantuvo su efigie en los anversos modificó drásticamente el
motivo del reverso, una cruz con adornos vegetales de inspiración bizantina,
presente en la moneda pamplonesa y navarra desde su creación por Sancho V
Ramírez en el año 1076, y que fue sustituida por la creciente con estrella (Fig. 5e).
Se
da la curiosa circunstancia de que en tiempos de este monarca, en Navarra
circulaban dos tipos monetarios principales, por una parte el dinero de vellón
denominado popularmente “sanchete”, que no presenta la imagen de la cruz, ni
como motivo principal ni como elemento de separación de las leyendas, hecho
excepcional en la numismática de los reinos cristianos medievales, mientras que
el segundo tipo, los “morabetinos alfonsinos” acuñados por Alfonso VIII de
Castilla a imitación de la prestigiosa moneda musulmana de oro, presentan las
leyendas en árabe, pero con una gran cruz en el anverso y leyendas cristianas.
En época del monarca navarro Sancho VII
podemos encontrar el símbolo de la luna creciente con estrella en algunos
jetones ingleses y en “mereaux” franceses. Los jetones eran objetos con aspecto
de moneda, utilizados por las administraciones contables para realizar los
cálculos matemáticos cuando todavía no se aplicaba el álgebra, y las
operaciones se realizaban con fichas, llamadas jetones, sobre un tablero a modo
de ábaco. Los “mereaux” eran pequeñas piezas de plomo (Fig. 5b), que a diferencia de los jetones, que eran acuñados como
las monedas, se fabricaban en moldes, utilizándose para entregar a los pobres y
peregrinos, quienes los podían intercambiar por comida en las dependencias de
los monasterios y abadías. También eran fabricados por los ayuntamientos de las
villas, cuando escaseaba la moneda menuda, y entonces funcionaban como moneda
de necesidad a nivel local. Uno de estos jetones ingleses, probablemente de la
época del rey Ricardo I, lleva el símbolo de la creciente y estrella (Fig. 5a).
Figura
5.- El símbolo
de la creciente con estrella en jetones, “mereaux” y monedas de los siglos
XII-XIII.
a: jetón de cobre inglés s. XIII; b: “mereau”
francés de plomo, s. XII-XIII; c: dinero de vellón de Raimundo VI, conde de Tolosa (1173-1190); d:
fracción de dinero de cobre de Bohemundo III de Antioquía (1163-1201); e:
dinero “sanchete” de Sancho VII de Navarra (1194-1234); f:.moneda italiana de plata de
Arlongo de Visgoni (1261-1281).
También encontramos el símbolo de la luna creciente con
estrella en algunas monedas de la época, como por ejemplo en los dineros de
vellón del conde de Tolosa Raimundo VI, suegro del monarca navarro (Fig. 5c), en monedas de cobre de
Bohemundo III de Antioquía, donde aparece este símbolo en el reverso, pero
asociado a una gran cruz que ocupa el campo del anverso (Fig. 5d), en las emisiones irlandesas de Juan de Inglaterra
(1199-1216) o en algunas monedas italianas algo más tardías (Fig. 5f).
Precisamente una de las hipótesis que se han manejado, es
que el monarca navarro adoptara para sus emisiones el motivo que utilizaba su
suegro en los sellos céreos y en las prestigiosas monedas occitanas (Fig. 5c), pero también cabe la
posibilidad de que este motivo fuera tomado de la simbología utilizada en los
sellos reales por su cuñado Ricardo Corazón de León (Fig. 4b), con quien le unía una gran amistad.
Durante cuatro décadas, la
principal moneda que circuló en Navarra llevaba el símbolo de la creciente con
estrella, por lo que resulta normal que esta imagen se adoptara en muchos
lugares como elemento pre-heráldico, para convertirse en un símbolo utilizado
en numerosos escudos de armas en Navarra (Fig.
6). Así en el siglo XIV la creciente y estrella aparece como símbolo de la
ciudad de Pamplona, e incluso la podemos ver en algunas estampillas de
elementos cerámicos como jarras, encontradas en las excavaciones de la Plaza
del Castillo en Pamplona, y que pueden datarse entre finales del s. XIII y
mediados del XIV.
Figura
6.- Iglesia
de San Nicolás en Pamplona, con la imagen del sello del burgo medieval del
mismo nombre.
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