Los “Tokens de
las barbas”. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 72(1251)
(Mayo 2016): pp. 46-47.
Miguel
Ibáñez Artica.
(En España, pueden adquirirse
las reproducciones de estos “tokens” en la Tienda-Museo de Sos del Rey Católico(Zaragoza):
Se presenta en caja para
regalo acompañado de un carnet acreditativo para poder llevar barba y/o bigote. Ver imágenes al final del artículo).
Entre
los objetos monetiformes, es decir, aquellos que parecen monedas pero no lo
son, encontramos una gran variedad de elementos, que van desde los utilizados
como fichas contables o jetones en las Edades Media y Moderna, hasta los que
cumplen una función de recibo o pase (como las fichas utilizadas actualmente en
los parques de atracciones).
En
ocasiones, estas denominadas “fichas” en castellano o “tokens” en inglés,
servían como recibo de algún pago realizado, y en este grupo podemos incluir
uno de los objetos más curiosos de la “exonumia*” mundial. Se trata del
conocido como “token de las barbas”, acuñado en Rusia en 1705 y 1725, y que
constituía una tasa o impuesto -denominado “borodoràia”-, por el hecho de ¡llevar barba!
Extraordinariamente
raros, existen dos tipos diferentes, el primero acuñado en 1705, es redondo y
presenta en una cara la imagen de una nariz rematada por un largo mostacho y
unas barbas con la leyenda en ruso “moneda recibida”, y en la otra cara el
águila imperial y bajo ella la fecha 1705 en caracteres cirílicos (Figura 1) con leyenda de anverso: ДЕНГИ ВЗИТЬІ (“Moneda/tasa
cobrada”) y en el reverso АΨЕ ГОДУ (Año 1705). Los emitidos entre 1722 y 1725,
todavía más escasos, son cuadrados, más grandes (Figura 2), y muestran en el anverso el texto en ruso: “impuesto por
llevar barba”.
Figura
1.- “Tokens
de las barbas” de 1705.
Figura
2.- “Token
de las barbas” de 1725.
Los
primeros de estos tokens se dieron a conocer en el mundo de la numismática en
1845, a través de un artículo publicado en la revista Numismatic Chronicle por Walter Hawkins, conservador del British
Museum y presidente de la Sociedad Numismática de Londres. La utilización de
estos curiosos tokens hay que contextualizarla en un momento crítico para
Rusia: el zar Pedro I, apodado “el Grande” (Figura
3) tanto por su estatura (superaba los dos metros), como por sus acciones,
había heredado en 1682 un vasto reino anclado en un sistema feudal propio de la
Edad Media, y a su muerte a comienzos de 1725, había conseguido transformar
Rusia en una de las principales potencias europeas.
Figura
3.- El zar
Pedro I rompe con las tradiciones de sus antepasados (su padre Alejo I o su
abuelo Miguel I) y renueva su imagen personal, renunciando a las barbas y a las
vestimentas ostentosas, sus sucesores masculinos seguirán esta nueva tendencia
hasta que en la segunda mitad del siglo XIX, los últimos Romanov retomarán la
costumbre de llevar barba.
La
personalidad del Zar, se desarrolló bajo la influencia de la denominada
“colonia alemana” de Moscú, habitada por extranjeros y donde aprendió sus
costumbres, cultura y tecnología, mucho más avanzada que la existente en la
Rusia tradicional. En 1697 realizó un viaje de incógnito por toda Europa
contactando con muchos técnicos y especialistas. A su regreso, en 1698,
organizó una gran fiesta a la que invitó a nobles y cortesanos, y ante el
asombro de los asistentes, comenzó a cortar las barbas de los allí presentes (Figura 4). Hay que tener en cuenta, que
en esta época, la barba era un símbolo de prestigio y autoridad, y mientras en
los estamentos religiosos se consideraba como la imagen y semejanza de Dios,
para el Zar, suponía tan solo el símbolo de una sociedad atrasada que era
necesario modernizar. Por este motivo durante ese mismo año se publicó un
decreto prohibiendo a los hombres llevar barba, orden que solo fue cumplida por
las personas que tenían contacto directo con el Zar y provocó un gran
descontento entre la población y los estamentos religiosos.
Figura
4.- Grabado de la época donde un funcionario del Zar
elimina las pobladas barbas de un noble boyardo.
La
legislación sobre barbas y bigotes tiene sus antecedentes en Inglaterra, donde
en 1447 el último Lancaster Enrique VI (que no usaba barba ni bigote), emitió
un decreto prohibiendo el uso de bigotes, y un siglo más tarde, Enrique VIII
-que llevaba barba-, creó en 1535 un impuesto progresivo por portar barba,
proporcional al estatus social de la persona con rostro hirsuto. En el primer
caso se debía a razones personales del monarca, y en el segundo era
probablemente un impuesto suntuario, considerando el pelo facial como símbolo
de riqueza. Al parecer, la heredera de Enrique VIII, Isabel I de Inglaterra,
mantuvo el impuesto sobre las barbas hasta que en 1560 quedó completamente
abolido y olvidado.
Los motivos que llevaron a Pedro I de Rusia a penalizar
el uso de las barbas no fueron estrictamente de índole fiscal, más bien se
trataba de imponer una transformación del País, que pasaba por modificar
algunos hábitos y costumbres, como el que tenían los hombres de portar pobladas
barbas. En 1698 el zar emitió el primer decreto limitando el uso de la barba en
los hombres, que produjo un gran número de quejas y protestas, y ante la
oposición popular, se emitió un segundo decreto imponiendo una serie de
condiciones a las personas que portaran barba: deberían llevar un vestido
especial con cuello de color rojo y sus esposas debían portar sombreros con
cuernos. En caso de incumplir esta orden, la multa era de 50 rublos, y de no
poder pagarla, se desterraría al infractor.
El 16 de enero de 1705 se emitió el decreto de que
quienes decidieran llevar barba deberían pagar un elevado impuesto anual que
oscilaba entre los cien y treinta rublos. Como prueba del pago realizado, las
personas recibían una ficha o token, que debían portar permanentemente y mostrarlo cuando les fuera requerido por
los oficiales del zar. Muchos de estos tokens llevan un resello con el águila
imperial bicéfala como convalidación de un segundo pago realizado (Figura 5).
Figura
5.- Tokens “de las barbas” resellados.
Entre los años 1722 y 1725 se
acuñaron nuevos tokens, esta vez más grandes y de cospel cuadrado y que no
llevaban la imagen alusiva a las barbas de los emitidos en 1705.
Los dos tipos de estos curiosos
“tokens de las barbas”, son extraordinariamente raros, ya que al suspenderse
las leyes que restringían el uso de las barbas tras la muerte de Pedro I, los
impopulares y odiados tokens fueron destruidos en su mayoría, siendo ya muy
escasos los ejemplares que se podían localizar en Rusia en el siglo XIX. La
mayoría de los que podemos ver en la actualidad son en realidad “novodels”,
imitaciones realizadas por la Casa de Moneda de Rusia en el siglo XIX para
satisfacer la demanda del coleccionismo por estos curiosos objetos (Figura 6). Incluso en la actualidad,
existe una asociación en Estados Unidos que se dedica a comercializar objetos
relacionados con estos singulares tokens,
que se ha puesto de moda y tiene gran aceptación en el mundo de los
moteros
(http://www.beardtoken.com/).
Figura 6.- Diversos tipos de “novodels” del “Token de las barbas”.
En España,
pueden adquirirse las reproducciones de estos “tokens” en la Tienda-Museo de
Sos del Rey Católico (Zaragoza): 12 € (envío a España incluído)
Se presenta en caja para regalo acompañado de un carnet acreditativo para poder llevar barba y/o bigote: