3.1.-Una moneda medieval “agnóstica” en plena
Reconquista cristiana. (Noviembre, 2000)
Eco Filat. y Numism. 56(1080):
50.
En plena Edad Media, una de las
principales preocupaciones de los monarcas cristianos en la Península , era la lucha
contra el Islám, que como poderosa llamarada se extendía por todo el mundo
conocido. De ahí que uno de los obsesionantes objetivos de los reyes europeos
en los siglos XII y XIII fuera la reconquista de los Santos Lugares, bajo la
presión de una sociedad impregnada del sentimiento religioso y cristiano de la
vida, belicosa determinación que abarcaba desde el rey hasta el más humilde de
sus súbditos.
Esta motivación llevó a los dirigentes
políticos de la época a utilizar la cruz en sus más específicos emblemas, desde
los signos reales y sellos, hasta las acuñaciones monetarias. En este ambiente
generalizado a lo largo y ancho de toda la cristiandad, en un momento de
exacerbación del sentimiento religioso, resulta extraño que un monarca cristiano
no incluyera la figura de la cruz en sus monedas, ni como motivo principal en
el anverso o reverso, ni siquiera como elemento de separación o inicio de las
leyendas monetales y tampoco en su “firma” o signo real. Si a esto añadimos la
presencia en las monedas de una luna creciente superada por una estrella
(simbología frecuentemente utilizada en el mundo musulmán) nos encontramos ante un hecho sin precedentes
en la numismática medieval de los reinos cristianos. Cabe insistir en la
importancia de este dato numismático, puesto que en esta época podían deducirse
las señas de identidad de quien ordenaba acuñar moneda por los símbolos o la
leyenda que en ella hubiera reflejado. Estas monedas que se acuñaron en
abundancia tanto en dineros como en óbolos, pertenecen al rey de Navarra Sancho
VII, apodado “el Fuerte” que disfrutó de un largo reinado de más de cuarenta
años entre 1194 y 1234 y que pasó a la Historia por su protagonismo en la batalla de las
Navas de Tolosa.
Figura 1.- Monedas de Sancho VII “el Fuerte”, rey de Navarra. |
La figura de la luna creciente y estrella la encontramos
en esta época en las emisiones de los condes de Tolosa (Francia) Raimundo VI y
Raimundo VII (1194-1249), si bien en este caso en la otra cara de la moneda
figura una gran cruz, y además, en las leyendas (texto que aparece en la
moneda) una pequeña cruz marca la
separación de las palabras. En las monedas de Sancho VII esta separación se
realiza con puntos.
Durante esta época se producen algunas
curiosas anécdotas referentes a las monedas, como por ejemplo la frecuente
falsificación de los dirhems cuadradas almohades por parte de algunos
cristianos, de forma que el mismo obispo de Melguell (sur de Francia) acuño
gran cantidad de moneda árabe con textos del Corán y haciendo profesión de fé
musulmana, hecho que fue reprobado por el mismo Papa. Sin embargo en este caso
se trataba de imitaciones de la prestigiosa moneda musulmana y no de moneda
propia. Cuando a finales del s. XII Alfonso VIII de Castilla acuñó monedas de
oro, lo hizo presentando en el reverso una cruz, y con textos cristianos
escritos con leyendas árabes.
La figura del monarca navarro Sancho VII “el
Fuerte” ha pasado a la mitología popular a partir de su intervención decisiva
en la batalla de las Navas de Tolosa (año 1212), donde cayó derrotado su
antiguo amigo, el emir Muhammad ibn Ya’qub al Nasir (conocido por los
cristianos como Miramamolín, abrebiatura de su título árabe de
“Emir-al-mu’minin”) y de donde viene el escudo de las cadenas de Navarra,
introducido a mediados del siglo XII como seña de identidad del Viejo Reino.
Sin embargo, desde el punto de vista
económico, este monarca ha pasado a la historia como el “banquero de los
reyes”, banquero que como se ha señalado emitió moneda en la que no figura el
símbolo de la cruz (hecho excepcional en las acuñaciones cristianas medievales)
y donde aparece el busto del monarca con la leyenda SANCIVS REX y en el reverso
una luna creciente y estrella, con leyenda NAVARRE ó NAVARRORVM. Sancho VII
apoyó a los burgueses de Bayona (Francia) y prestó cuantiosas sumas al rey de
Aragón, obteniendo a cambio, en garantía, numerosos castillos y villas (como
Petilla de Aragón, enclave aragonés que aún pertenece a Navarra).
Quedan por establecer las causas por las
cuales el monarca navarro prescindió de la utilización de la cruz en sus
monedas. Tal vez pudo influir su amistad con el emir africano (el apodado
Miramamolín), con quien pasó largas temporadas, o tal vez la influencia de los
banqueros judíos, que en esos momentos controlaban la economía del reino y eran
los únicos capaces de realizar préstamos con intereses o usura, actividad
prohibida por la ética económica escolástica en esos tiempos y que sólo
practicaban los judíos, lo cual fue precisamente una de las causas de la
animadversión contra este colectivo de desembocó en persecuciones y matanzas a comienzos
del siglo XIV.
Figura 2.- Sepulcro de Sancho VII “el Fuerte” en Roncesvalles (Navarra) |
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