El “ombligo del mundo” en las
monedas. Artículo
publicado en: Eco Filatélico y Numismático 80 (1337) (Febrero, 2024): pp. 50-53.
Miguel Ibáñez Artica
Entre la variada y rica iconografía que podemos ver en
las antiguas emisiones monetarias de la época clásica en la antigüedad,
encontramos la curiosa representación de un objeto con forma de dedal, unas
veces rodeado por una serpiente y otras sirviendo como asiento al dios Apolo.
Este elemento es en realidad una famosa “piedra sagrada” con una curiosa
historia.
Figura
1.-
Representaciones del ónfalo en monedas.
a: Tetradracma de
Antioco I Sóter, Imperio Seleúcida (281-261 a.C.); b: Pequeño bronce de
Seleucos III, Imperio Seleúcida (226-223 a.C.); c: Bronce de Marco
Aurelio (138-161 d.C), Cilicia; d: Bronce de Filipo I el Árabe,
Vize, Turquía (244-249 d.C.).
Una de las piedras sagradas más importantes en la cultura
y mitología griega clásica es el “omphalos”,
considerado como el centro del universo, y traduciendo la palabra del griego literalmente,
“el ombligo” del mundo.
La
historia de esta singular roca, se remonta a los tiempos en que el dios Cronos
(el tiempo), hijo de Gea (la tierra) y Urano (el cielo), casado con su hermana
Rea (la naturaleza), temiendo ser desplazado por uno de sus hijos, tal como le
había ocurrido a su padre, devoraba todos los bebés que tenía su esposa Rea
nada más nacer. Así se tragó a Hestia, futura diosa del hogar, Deméter, diosa
del cultivo y los cereales, Hera, diosa del matrimonio, Hades, dios del reino de
los muertos y Poseidón, dios de los mares. Todos ellos, al nacer, fueron devorados por Cronos, y nunca habrían
podido reinar en el Olimpo de los Dioses, si Rea no hubiera urdido una trampa
para engañar a su marido Cronos.
Cuando nació el último de sus hijos, Zeus, Rea lo salvó entregando a Cronos una piedra envuelta en pieles que éste rápidamente engulló (Fig. 2a). Rea ocultó a Zeus en una cueva del monte Ida (Creta) donde fue amamantado por la cabra Amaltea (Figs.2b, c).
Figura 2.- a: Rea entrega a Cronos
la piedra del ónfalo en vez de a Zeus recién nacido; b: La cabra Amaltea
amamantando a Zeus; c: Representación de Zeus niño montado sobre Amaltea en una
moneda de Valeriano II (256-258 d.C.).
Cuando
Zeus se hizo mayor se enfrentó a su padre, y con la ayuda de la diosa Metis (la
prudencia) le suministró una bebida
vomitiva para liberar a todos sus hermanos. Lo primero que Cronos arrojó, fue
la piedra que se había tragado en lugar de Zeus, llamada ὀμφαλός «Omphalos», u “ombligo”. Entonces Zeus ordenó a dos águilas que
volaran desde dos puntos opuestos del Universo, y en el lugar donde las águilas
se encontraron (en Delfos), colocó el ónfalo, marcando en este punto el centro
del mundo.
Se
conocen hasta veinticinco ubicaciones geográficas diferentes que albergaron
diferentes ónfalos: cinco en Francia e Irlanda, cuatro en Asia Menor y Judea,
una en Creta y doce en Grecia, siendo las más importantes: Delfos, Fliunte,
Argos, Atenas y Egina. De todos ellos, el más conocido (y representado en las
monedas) es similar al descubierto en el siglo XIX en el recinto sagrado de
Delfos dedicado a Apolo, en realidad una copia romana que presenta una red
tallada en relieve que lo recubre (Fig.
3a). La proliferación de estas piedras sagradas en diferentes ubicaciones,
se justifica por la necesidad que tenían los templos de las distintas ciudades
de la Antigüedad Clásica, de poseer elementos sagrados que atrajeran a
peregrinos y fieles, de la misma forma que durante la Edad Media, abadías,
monasterios y catedrales competían por la posesión de reliquias sagradas que
fueran capaces de convocar a gran cantidad de fieles, que al final eran los que
contribuían con sus dádivas al mantenimiento de los lugares sagrados de
peregrinación.
En
el caso de los ónfalos, en algunos casos podían ser auténticos meteoritos
caídos del cielo, lo que reforzaba su carácter sagrado de origen divino. Estos
objetos de origen extraterrestre han sido honrados por muchas culturas, y en la
actualidad podemos ver la “piedra negra” de la Kaaba en la Meca, meteorito
venerado por los musulmanes como una de las más importantes reliquias del
Islam.
Pausanias(1) informa que una
pequeña piedra, ubicada cerca de la tumba de Neoptólemo, el hijo de Aquiles,
era adorada en Delfos. Todos los días la piedra, aún existente en la época de
Pausanias (siglo II d.C.), se ungía con aceite de oliva, y en todas las fiestas
se cubría con lana en bruto. Según la tradición, esta fue la piedra que Rea le
dio a su esposo, Cronos rey de los dioses, en lugar de su hijo pequeño Zeus y Cronos
se la tragó, vomitándola después sobre la tierra. Esta roca podría ser el
ónfalo original, posiblemente un meteorito caído del cielo, y posteriormente se
esculpieron uno o varios ónfalos de
mayor tamaño, que son los que sirven de modelo a las figuras que aparecen en
las monedas (Fig. 3a).
Figura 3.- Ónfalos de Delfos. a:
Copia helenística en el Museo; b: Betilo cónico en el templo de
Apolo.
La piedra sagrada fue custodiada por una serpiente
llamada Python, que según la mitología vivía en el centro del mundo y
custodiaba el ónfalo de Delfos. Python era el enemigo ctónico del dios Apolo, y
el dios mató a la serpiente apoderándose del lugar (Fig. 4). Como homenaje, los habitantes del lugar le erigieron un
magnífico templo, que llegó a convertirse en uno de los centros de
peregrinación más importantes de Grecia, donde se ubicaba el famoso “oráculo”
de Delfos.
En la mitología griega, ctónicos “χθόνιος” (pertenecientes a la tierra) son los dioses como Hades, o espíritus que habitan en el inframundo, en contraposición con las deidades celestes como Apolo. La serpiente Python(2) en la religión griega era una deidad ctónica guardiana de los santuarios subterráneos. En el Himno homérico a Apolo (3.182-387) compuesto hacia el 522 a.C. encontramos el registro más antiguo conocido del combate de Apolo con el dragón (serpiente) en Delfos.
Figura 4.- Apolo y Python.
a: Estátera de Crotona
donde se representa al dios Apolo disparando una flecha a Python; b: fresco de una casa de Pompeya donde
aparece Apolo tocando la lira y la serpiente protegiendo el ónfalo; c:
Apolo da muerte a la serpiente con una flecha, representación pictórica
moderna; d: la misma escena en una moneda de Trajano Decio (249-251
d.C.).
La escena de Apolo dando muerte a la serpiente Python
aparece en las estáteras de plata de Crotona, polis de la Magna Grecia situada
al sur de Italia (Fig. 4a), emitidas
hacia el 400 a.C., donde en la parte central aparece un caldero sustentado por
un trípode, símbolo de la ciudad, y a los lados Apolo disparando una flecha a
la izquierda y en el lado opuesto la serpiente.
Las primeras representaciones alusivas claramente al
ónfalo aparecen tras la destrucción del templo de Apolo en Delfos por un
terremoto en el año 373/2 a.C. Unos años más tarde, en el 338/6 a.C., la liga
anfictiónica(3) decidió emitir una nueva moneda que serviría para
financiar la reconstrucción del templo. En estas monedas, estáteras, dracmas y
hemidracmas, figura en el anverso la diosa Demeter y en el reverso de las
estáteras, el dios Apolo sentado sobre el ónfalo (Fig. 5b), mientras en los hemidracmas aparece el ónfalo con una
serpiente enrollada en él (Fig. 5a).
Figura 5.- a: Hemidracma de la liga
anfictiónica de Delfos (336-334 a.C.); c: Estátera de la liga
anfictiónica de Delfos (338-334 a.C.).
El modelo del dios Apolo sentado sobre el ónfalo fue
adoptado en las emisiones seleúcidas(4) a partir de Antíoco I Sóter y sus descendientes (Figs. 6a, b, c) y también aparece en
algunas monedas cretenses del s. III a.C. (Fig.
6d), siendo copiado con un arte más
tosco en las emisiones de Partia en el s. II a.C. (Fig. 6e). También en Mirina
(Eólida) se acuñaron en el s. II a.C. monedas con la imagen de Apolo de pie
sosteniendo una rama de laurel, y a sus pies un pequeño ónfalo.
Figura 6.- Representaciones de
Apolo y la serpiente Python en monedas griegas y romanas.
a: Estátera de oro de
Antíoco I Soter (c. 266-261 a.C.); b: Tetradracma de Antíoco I Sóter
(281-261 a.C.); c: Dracma de Alejandro I Balas (152-145 a.C.); d:
Dracma de Antíoco VI Dionisio (144-142 a.C.); e: Bronce de Eleuterna, Creta, s.
III a.C.; f: Dracma de Mitrídates I de Partia (171-138 a.C.); g:
Bronce de Pérgamo, Misia, posterior al 133 a.C.; h: Diassarion (2 ases) de
bronce de Alejandro Severo (222-235 d.C.) acuñado en Aigai, Cilicia; i:
Dassarion de Filipo I el Árabe (244-249 d.C.) acuñado en Vize, Tracia; j: Diassarion de Geta (209-212 d.C.)
acuñado en Vize, Tracia.
La representación monetaria del ónfalo rodeado por la
serpiente surge en las emisores de la liga anfictiónica en
el 338/6 a.C. (Fig. 5a), y como
anteriormente señalamos hace referencia a la serpiente (dragón) Python, que
vivía en el centro del mundo y custodiaba el ónfalo de Delfos. Esta
representación del ónfalo rodeado por la serpiente que lo protege, se mantiene
desde las emisiones en bronce de Pérgamo en el s. I a. C. (Fig. 6f) hasta el siglo III d. C. en Cilicia (Armenia), ya en época
romana (Fig. 6g).
Resulta
interesante observar las variaciones que experimentan las figuras del dios
Apolo y el ónfalo en las diferentes emisiones realizadas durante casi seis
siglos, primero en la antigua Grecia y después bajo la influencia romana. Al
principio, en tiempos de la liga anfictiónica de Delfos (336-334
a.C.), Apolo aparece sentado sobre el ónfalo, vestido con una larga túnica, con
la mano derecha bajo la barbilla en actitud reflexiva y con el codo apoyado
sobre el arpa (Fig. 7a). En su mano
izquierda sujeta una larga rama de olivo que se apoya sobre su hombro. Más
tarde este tipo se introduce en las monedas del Imperio Seleúcida por su
segundo rey, Antioco I Sóter (281-261 a.C.) en las monedas de oro (Fig. 6a), plata (Fig. 1a; Fig. 6b) y
cobre, y seguirá utilizándose por sus sucesores (Fig. 1b; Figs. 6c, d).
En
este caso la representación del dios Apolo ha cambiado radicalmente, ahora
aparece desnudo, sentado sobre el ónfalo, y sujetando en su mano derecha una
flecha, y en la izquierda un arco, cuyo extremo opuesto se apoya en el suelo (Fig. 7b). Esta figura, manteniendo la
misma pose, nos presenta al dios triunfante armado con arco y flecha, elementos
que le han servido para dar muerte a su rival, la serpiente Python.
Por
último, en las imágenes que aparecen en época romana en las monedas de bronce
acuñadas en Vize (Tracia, en la actual Turquía) durante la primera mitad del
siglo tercero de nuestra Era, bajo los reinados de Septimio Severo (193-211
d.C.), Geta (209-212 d.C.) (Fig. 6j)
y Filipo I el Árabe (244-249 d.C.) (Fig.
6i, Fig. 7c), el dios Apolo aparece desnudo y de pie, con la cabeza girada
a la izquierda, sujetando en su mano derecha una corona o una rama de olivo, y
a su izquierda (derecha en la moneda) el ónfalo rodeado por la serpiente. De
forma similar en las monedas de Tesalónica en tiempos de Gordiano III (238-244
d.C.), Apolo aparece de pie con su codo apoyado sobre la cítara que reposa
sobre una columna, y a sus pies el ónfalo rodeado de la serpiente, en el
exsergo, la leyenda ΠYΘIA (Pythia) (Fig. 7d).
Figura
7.-
Representaciones del dios Apolo y el ónfalo de Delfos en las monedas.
En Delfos se rendía culto a Apolo durante nueve meses, y
en los tres restantes del invierno, a Dyonisios, dios de la muerte y del
invierno, identificado con la serpiente Python, vieja deidad local que
supuestamente estaba enterrada bajo el ónfalo.
Esta puede ser una buena explicación para las imágenes
representadas en las primeras monedas de Delfos, donde el dios Apolo se muestra
bajo una apariencia pacífica en unas monedas, mientras que en otras figura la
serpiente enroscada sobre el ónfalo. De igual forma en las representaciones de
época romana, tanto en las pictóricas (Fig.
4a) como en las monetales (Figs. 6i, j y Fig. 7c), podemos ver juntos ambos elementos, por una parte el dios
Apolo ciñendo una lira o con una rama o corona de laurel, símbolo de su
triunfo, y la serpiente Python rodeando el ónfalo, en una convivencia
estacional, mientas Apolo está presente en primavera, verano y otoño, se le
rendirá culto, pero cuando desaparezca en los meses de invierno, el culto se
rendirá a Phyton/Dyonisios.
Durante más de seiscientos años, algunas ciudades
representaron en sus monedas imágenes alusivas al ónfalo, Apolo, y la serpiente
Python, primero en la Grecia clásica, más tarde en época helenística, y
finalmente bajo el Imperio Romano, lo cual nos indica la importancia de este
mito en la cultura y mentalidad de la época.
Notas:
(1) “Al salir del templo y girar a la izquierda, se encuentra un recinto en
el que se encuentra la tumba de Neoptolemus, y los de Delfos le ofrecen sacrificios cada año como a
un héroe. Un poco más arriba de este sepulcro se ve una piedra no muy grande,
sobre la que se vierte aceite todos los días, y en los días de fiesta se coloca
lana sin lavar. La tradición, al respecto, es que esta piedra es la que le fue
entregada a Saturno en lugar de a su hijo, y que luego la vomitó.”
Pausanias (X. 24, 6).
(2) El nombre
“python” ha sido adoptado por los
científicos para designar una familia de serpientes constrictoras que viven en
zonas tropicales de África, Asia y Australia, y que cuenta con más de cuarenta
especies distintas. Algunas como la pitón reticulada pueden llegar a medir
hasta ocho metros de longitud. A finales
del s. XX surgió un lenguaje de programación bautizado con el nombre de
“python” en homenaje al grupo humorista británico “Monty Python”.
(3) La liga anfictiónica
era una liga religiosa que agrupaba a varias tribus griegas, la délfica reunía
doce tribus de la Grecia central. Tras la creación del oráculo de Delfos, la
liga se reunía dos veces al año y una de las reuniones tenía lugar en Delfos. A
pesar de que en sus orígenes estas reuniones tenían un carácter estrictamente
religioso, con el tiempo se transformaron en reuniones políticas.
(4) El Imperio
Seleúcida se extendía por Oriente Próximo, incluyendo parte de la península de
Anatolia, Mesopotamia y Persia. Fundado por Seleuco, general de Alejandro
Magno, tras su muerte, perduró desde el 312 a.C. hasta el 63 a.C. cuando
Pompeyo lo convirtió en una provincia romana.
Bibliografía:
Fontenrose,
J., 2011. Python: Estudio del mito délfico y sus orígenes. Ed. Sexto Piso: 736 pp.
Ibáñez, M., 2020. Dioses, meteoritos y monedas. Col
Miscelánea Numismática 1: 83 pp.
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