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sábado, 30 de septiembre de 2017

El tamaño sí importa.

El tamaño sí importa. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 62(1139) (Marzo 2006): pp. 52-53.

            El tamaño y peso de las monedas puede variar mucho, pero generalmente para facilitar su uso, suele estar comprendido entre unos márgenes relativamente pequeños. Por ejemplo en la actualidad la moneda metálica en curso varía entre los 25 mm de la pieza de dos euros y los16 mm de la moneda de un céntimo, con un peso que oscila entre los 8,52 gramos y los 2,32 gramos respectivamente. No hace mucho tiempo disponíamos todavía de una moneda aún más pequeña, la popular “lenteja” o peseta con un diámetro de 14 milímetros y un peso de poco más de medio gramo.

            Si bien la mayoría de los sistemas monetarios suelen presentar unos intervalos de tamaño y peso relativamente reducidos, ocasionalmente podemos encontrar monedas mucho más grandes o pequeñas, esto ocurría sobre todo cuando el valor intrínseco de la moneda era igual a su valor nominal (es decir que una moneda de metal precioso que pesa un gramo, valía igual -o sólo un poco menos-, que un gramo en lingote sin acuñar de ese metal). Esta equivalencia entre los valores intrínsecos y nominales se dio en las monedas acuñadas en las Edades Antigua y Media. A partir del siglo XVI y hasta el pasado siglo XX se desarrolló el numerario fiduciario, es decir monedas a las que la autoridad emisora asignaba un determinado valor que nada tenía que ver con la calidad y cantidad de metal que llevaban las propias monedas, sin embargo, los billetes emitidos conservaban todavía la capacidad de poder ser canjeados (a veces en teoría, más que en la práctica) por su valor en metal precioso (recordemos la frase de “el banco de España pagará al portador”, que llevaban los antiguos billetes).

            Uno de los primeros patrones monetarios surgió en la Grecia clásica, se trataba de un sistema basado en la moneda de plata denominada dracma, con numerosos múltiplos y divisores, desde los pesados decadracmas de más de 40 gramos de peso, hasta los diminutos “hemitetartemorions” como los que se acuñaron en Miletos de apenas una décima de gramo (Figura 1).

Sistema monetario de la Grecia clásica         Equivalencia en Moneda Fenicia (púnica)

Decadracma                            43 g.
Tetradracma                            17,2 g.
Didracma (estátera)                  8,6 g.                              Shekel
Dracma (6 óbolos)                    4,3 g.
Tetraóbolo                                 2,85 g.
Trióbolo (hemidracma)             2,15 g.                          1/4 Shekel
Dióbolo                                     1,43 g.
Trihemióbolo  (1,5 óbolos)       1,07 g.
Óbolo                                        0,72 g.
Tritartemorion (3/4 de óbolo)   0,54 g.                          1/16 Shekel
Hemióbolo                                0,36 g.
Trihemitartemorion (3/8)          0,27 g.
Tetartemorion (1/4 de óbolo)    0,18 g.
Hemitetartemorion (1/8)           0.09 g.


Figura 1.- Comparación de tamaños entre un gran decadracma de Siracusa y un pequeño hemitetartemorion.

            Las monedas más pequeñas generaban serios problemas de circulación, por una parte eran muy necesarias para realizar con ellas pequeñas compras cotidianas en las poblaciones urbanas, pero por otra parte, su pequeño tamaño dificultaba su utilización (se extraviaban con facilidad, literalmente se perdían entre los dedos), por este motivo algunas ciudades las sustituyeron por otras monedas de metales menos valiosos (aleaciones de cobre) pero de mayor tamaño, así surgió la “litra” y sus divisores en Sicilia.

            En el antiguo reino de Siam (actual Tailandia) se venían utilizando monedas de muy diferentes tipos, en el reino de Laan Chang se usaban lingotes de plata o vellón llamados “lengua de tigre” mientras en el norte del reino de Lanna, entre 1239 y 1564 se utilizaron como moneda unas piezas con aspecto de burbuja de latón y plata denominadas “boca de cerdo” posiblemente como recuerdo e imitación de las conchas utilizadas anteriormente como moneda, así como “brazaletes-moneda”. El monarca Ramkhamhaeng (1279-1298) introdujo las “monedas bala” o “bullet coins”, fabricadas a partir de una corta barrita de plata plegada, que les confiere una forma esférica. Durante seiscientos años se fabricaron numerosas monedas de este tipo en diferentes valores, desde las gigantescas piezas de 80 baths con un peso superior al kilogramo (entre 1185 y 1232 gramos), hasta las diminutas de 1/128 bath con un peso de 0,12 gramos. En la Figura 1 puede verse una pieza de un “att”, equivalente a 1/64 bath, emitido en el siglo XIX, comparado con una pieza actual de un céntimo de euro. 


Figura 2.- A la derecha de un céntimo de euro, a: pequeña “moneda bala” con valor de 1/64 de bath, acuñada por Rama IV de Siam, el popular monarca que inspiró las películas de “El rey y yo” y “Ana y el rey de Siam” y b: fracción de fanam de Vijayanagara (India, s. XV) de 2 milímetros de diámetro y 0,02 g. de peso.
Al fondo (c), la moneda de oro más grande, acuñada en el año 2007, con un valor de un millón de dólares y un peso de 100 Kg.

            La dificultad de fabricación de estas piezas (un artesano apenas podía fabricar unas 240 monedas al día), unido a las necesidades de moneda para revitalizar el comercio, llevaron al monarca Rama IV (1851-1868), a sustituirlas por la moneda redonda y plana convencional(1). Este singular personaje que se empeñó en la modernización del país, y que contó con el asesoramiento de la institutriz Ana Leonowens, ha sido inmortalizado en la literatura y en el cine (es el monarca que figura en las películas “El rey y yo” protagonizado por el actor Yul Brynner, o la más reciente adaptación de “Ana y el rey”, protagonizada por la actriz Jodie Foster en el papel de Anna).

            Sin embargo, y a nivel mundial, el “record” de moneda más pequeña lo ostentan unas piezas de oro acuñadas en el siglo XV en Vijayanagar, capital del último gran imperio indú entre los siglos XIV y XVII. Este imperio situado al sur de la India fue creado por Harihara I (1336-1357) y tuvo su apogeo a comienzos del siglo XVI, cuando la ciudad llegó a tener una población de más de medio millón de habitantes. Las monedas en cuestión tienen tan sólo un milímetro y medio de diámetro y pesan dos centésimas de gramo, en la Figura 2 podemos ver su tamaño comparado con una moneda actual de un céntimo de euro. ¿Por qué motivo se acuñaron monedas tan diminutas e incómodas?, de momento no tenemos contestación a esta pregunta, pero lo normal en estos casos hubiera sido acuñar monedas en metales menos valiosos (plata o bronce) que con un tamaño más adecuado, hubieran sido más prácticas de utilizar.

 (1) La moneda occidental era bien conocida en esta zona, donde habitualmente circulaban los reales de a ocho españoles acuñados en Méjico, aceptados como moneda por los comerciantes y banqueros. 



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