Figuras humanas
en las monedas musulmanas: imitaciones de las monedas sasánidas y bizantinas de
los siglos VII y VIII. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 66(1190)
(Noviembre, 2009): pp. 46-47.
Miguel Ibáñez Artica.
Las
antiguas monedas emitidas en países de cultura islámica, no suelen presentar
representaciones iconográficas, sustituidas por delicadas leyendas cúficas
generalmente de temática religiosa, aunque muy excepcionalmente pueden llevar
alguna imagen zoológica o astral (Figuras
1c).
Sin
embargo esto no siempre ha sido así, y encontramos dos circunstancias en las que la moneda musulmana exhibe
hermosas representaciones de bustos humanos, animales y hasta figuras
mitológicas; nos ocuparemos ahora de la primera de ellas que afecta a las
monedas emitidas durante los siglos VII-VIII de nuestra Era.
Figura 1.- Monedas de oro
a.-
Imitación del tremisis de Heraclio, ceca del norte de África (697-750 d.C.)
b.- Dinar de Abd al Malik, Damasco (685-705
d.C.)
c.- Dinar mameluco, Baybars I (1260-1277 d.C.)
En los
primeros tiempos de la expansión musulmana se acuñaron monedas en los
territorios ocupados respetando los módulos, pesos y tipología del numerario
local. Así se emitieron dinares de oro de imitación bizantina (Figura 1a), dirhems de plata con los
patrones y modelos sasánidas (Figura 3)
y feluses de cobre imitando la abundante moneda bizantina (Figura 4).
Especial
interés reviste la evolución de los dirhems, término que deriva del de los
dracmas sasánidas a los que imita (Figura
2). En la Persia preislámica el dracma era la unidad monetaria y de peso
(con aproximadamente 4 gramos), y pervivió desde su introducción en época
seleúcida (330 a.C.- 150 a.C.), en el transcurso de los imperios parto (150
a.C.-226 d.C.) y sasánida (226 d.C.-650 d.C.).
Estas monedas se mantuvieron durante siglos con una pureza de más del
90% de plata, incluso en épocas de guerra -donde lo normal suele ser que la
moneda devalúe su contenido en metal precioso-,
superando a veces el 95% del porcentaje en plata, lo que les confirió un
gran prestigio como moneda fuerte y estable(1). Tras la ocupación
islámica, los gobernadores musulmanes mantuvieron al principio la tipología de
las monedas, con un peso de 2,9-3 gramos y un diámetro de 29 milímetros, imitando
los dracmas de Yezdegird III, pero
añadiendo algunas palabras en árabe (“en el nombre de Alá”). Luego sustituyeron
el nombre del rey sasánida por el del califa, pero manteniendo la escritura
pahlavi, y añadieron el nombre de los gobernadores (Figura 3). Finalmente desapareció toda la iconografía manteniéndose
el aspecto de la moneda (diámetro, espesor, peso y pureza de ley) pero
sustituyéndose las típicas imágenes sasánidas por leyendas cúficas de contenido
religioso.
Figura 2.- Tesorillo de dracmas sasánidas.
Figura 3.- Monedas de plata.
Dracmas
arábigo-sasánidas. En la parte superior emitido por el gobernador Umar ibn
Ubayd Allah (686-689 d.C.) en Bishapur, en la inferior emisión de Khorshid
(740-761 d.C.).
Un
proceso similar ocurrió con la moneda de bronce, en este caso surgida con la
ocupación del territorio bizantino. La
prolongada guerra entre los imperios Sasánida y Bizantino durante los siglos
sexto y séptimo de nuestra Era, los había dejado exhaustos y vulnerables ante
el maremoto que supuso la expansión del Islám tras la unificación de Arabia en
el año 620 d.C. El emperador Heraclio no pudo hacer nada para detener el
ejército musulmán que ocupó Siria y Palestina en el año 634 d.C., conquistando
la ciudad de Jerusalén en el 637. Las nuevas autoridades mantuvieron los tipos
monetarios bizantinos, llegando a respetar incluso la simbología cristiana (Figura 4), pero introduciendo leyendas
en caracteres cúficos con el nombre de las cecas donde se emitía la moneda
(Jerusalén, Baalbek, Emesa, Damasco….), en una fase posterior se sustituyó la
figura del emperador bizantino por la del califa (Figura 4c), añadiendo un círculo en el extremo de la cruz para
hacerla desaparecer, finalmente las monedas llevaron las leyendas en caracteres
árabes “Mahoma el enviado de Alá” en el anverso, y la sura coránica “No hay
Dios sino Dios” en el reverso. Tal como ocurrió con las monedas de oro y plata,
también en la moneda de cobre las representaciones de personajes terminaron por
desaparecer, sustituyéndose por inscripciones de temática religiosa.
Figura 4.- Monedas de bronce, feluses árabe-bizantinos
a
y b.- Emisiones seudobizantinas del Califato de Damasco, 661-697 d.C.
c.-
Emisión árabe-bizantina de Jerusalén, 670-685 d.C.
d.-
Emisión árabe-bizantina de Emesa, 670-700 d.C.
Las
monedas árabe-bizantinas no son muy conocidas y suelen confundirse con
facilidad con las abundantes emisiones bizantinas a las que imitan.
Curiosamente, la moneda medieval más antigua aparecida en el País Vasco, es un
fals de este tipo encontrado en el transcurso de unas excavaciones
arqueológicas realizadas hace algunos años en pleno corazón del casco viejo
donostiarra.
(1). Bacharach, J.L. & A.A. Gordus,
1972. The purity of Sasanian silver coins: an introduction. Journal Amer. Oriental Soc. 92(2):
280-283.
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