Páginas

domingo, 5 de octubre de 2014

Dos monedas "de la tierra": El Robo de trigo en Navarra y el Almud de Café en Puerto Rico.

Artículo publicado el año 2001 en la revista “Crónica Numismática”:
Migue Ibáñez Artica (2001). Dos monedas “de la tierra”: El Robo de trigo en Navarra y el Almud de café en Puerto Rico. Crónica Numismática 12 (nº132): 48-52.


El grano como moneda.

Resulta curioso observar cómo bajo el epígrafe de "moneda tradicional" se incluyen aquellos objetos no monetiformes que se han utilizado en algunas culturas (y que ocasionalmente aún se emplean en ciertos lugares) como moneda1. Sin embargo, en un futuro inmediato, habrá que referirse con el término de "tradicional" a la moneda convencional, es decir los billetes y monedas metálicas hoy en curso,  engullidas progresivamente por los sofisticados sistemas de pago del comercio electrónico, donde el dinero es solamente información (cifras y códigos en sistema binario) contenida en las bases de datos de los ordenadores, dinero que viaja a la velocidad de la luz por los circuitos de fibra óptica, y puede dar seis veces la vuelta a la Tierra en un segundo. 

Volviendo a la moneda "tradicional" o "primitiva", desde la más remota antigüedad, los productos agrícolas y ganaderos han sido empleados como medio de cambio y moneda en todos los rincones del planeta, siendo muy frecuentes los ejemplos documentados que nos ilustran de la utilización de diferentes clases de granos (trigo, arroz, cebada, avena, maíz, cacao...) como unidad monetaria.

Ya en el código de Hamurabi (2123-2080 a.C.) se especifica la obligatoriedad del pago en grano, en los casos de alquileres de bueyes o campos de labor, mientras que el pago de otros servicios profesionales prestados por cirujanos, veterinarios, artistas, fabricantes de ladrillos o sastres, debía realizarse en plata. El mantenimiento de estos dos tipos de "moneda": plata y cereal, con unas equivalencias establecidas, favorecía a medio plazo la estabilidad del precio de la plata2.


Figura 1: Código de Hammurabi.

En China el uso del cereal como medio de cambio, fue desplazado por la utilización de monedas o "premonedas" metálicas, si bien ocasionalmente, como ocurrió entre los siglos I y V de nuestra Era, volvió a emplearse el grano como moneda. En Indochina, la tasa más antigua se conocía como "dime du riz" abonándose en arroz, y mientras los grandes pagos se hacían en oro o plata, los pequeños, se realizaban en arroz o telas; también en Filipinas se usaba como unidad monetaria el "manojo" de "palay", es decir el puñado de arroz3. Tal vez una de las zonas donde más ha perdurado el uso del cereal como moneda es la India, donde llegaron a existir hasta hace poco tiempo auténticos "Bancos de grano" en  los estados de Punjab y Bengala, encargados de guardar el cereal, realizar préstamos con intereses de hasta el 60% anual, y otras operaciones similares a las que realiza cualquier entidad crediticia.



Figura 2: Cupones de arroz utilizados en China.


En la Edad Media, ante la falta de moneda circulante, era frecuente el pago en ganado o en medidas de cereal o vino, siendo numerosos los ejemplos de estas prácticas en el Viejo Continente. En Alemania en el siglo octavo se fijaban pagos en grano, práctica conservada hasta el siglo XV; igualmente en Dinamarca durante los siglos XIII y XIV, los precios se establecían en cebada o centeno, y en Milán en el siglo XIII, los pagos se realizaban en dinero o en grano. Durante la Revolución Francesa, y ante la poca confianza en los nuevos billetes emitidos, la población volvió a usar el cereal como moneda de cambio, práctica que llegó a ser  reconocida por las autoridades, y así la Convención estableció el pago de las tasas en "asignados" (billetes) y grano en partes iguales.

El "Robo" de trigo en Navarra.

En Navarra son muy frecuentes los ejemplos de la utilización de grano como medio de pago, así encontramos documentos del siglo XI, donde, por ejemplo,  se vende un molino por la cantidad de 20 cahíces de cebada, 15 de trigo y diez "metros" de vino4,  un huerto por un cahíz de trigo y otro de cebada5, unas tierras por siete sueldos y medio y una yegua6, o se compra una heredad por la cantidad de 15 cahices de trigo y 10 cocas de vino7.

Los grandes pagos se hacían en cahices, equivalentes a 112.5 litros, y donde cabían unos 88 kilos de trigo. Para pagos más pequeños, se utilizaba el robo, una medida de volumen de áridos típica de Navarra, con una capacidad de 28.13 litros, en los que caben 22 kg de trigo. Un robo equivale a un cuarto de cahíz o a 16 almudes.


Figura 3: Cacao y un robo de trigo (Museo Arqueológico Nacional de Madrid).

Estas medidas de capacidad están relacionadas con la medidas de superficie como la robada, equivalente a unos 900 metros cuadrados (ocasionalmente en algunas poblaciones de Navarra, este valor asciende hasta los 1200-1700 m2), o la almutada que guarda la proporción de 1/16 robadas. Lo mismo ocurre con otras unidades premétricas como la fanega y la fanegada8, de forma que en origen, una robada era la superficie de terreno que se podía cultivar con las semillas contenidas en un robo. Con el tiempo la productividad de los campos aumentó con las innovaciones agrícolas, pero la capacidad de la unidad de medida permaneció constante. De hecho, poblaciones cercanas pueden tener patrones de medida diferentes, lo que tiene un origen en la diferente productividad agrícola de un lugar a otro (se han identificado hasta 40 medidas distintas para el almud), por lo que el estudio de las unidades de medida premétricas resulta un campo de trabajo muy complejo. En la actualidad los términos de "almutadas" y "robadas", como unidades de superficie, siguen utilizándose por la administración pública de Navarra9.


Figura 4:
a.- El “Robo” de Navarra, es un cajón de madera de base cuadrada de unos 40 cm. de lado, con una altura de unos 25 cm. (medida externa, a la que hay que descontar el espesor de las tablas de madera, unos 25 mm.). A los lados presenta unas asas para sujetarlo.
b.- Representación medieval de una mujer transportando una medida de trigo.

Retornando a la utilización como moneda del "robo",  las referencias en Navarra al pago de impuestos en robos o "arrobos"10 de trigo, cebada o avena se remontan al siglo X11, y son muy frecuentes en los siglos siguientes, especialmente en las zonas rurales (pagos en cahíces, robos, cuartales y almutes de trigo, cebada y avena)12, incluso se llegaban a realizar préstamos mixtos, en cantidades de dinero y trigo13. Sin embargo, esta costumbre no es sólo una antigua tradición medieval. La utilización del "robo de trigo" como moneda de pago, es una práctica conservada en Navarra hasta tiempos recientes.


En Zubiri14, en 1850, cada uno de los alumnos de la escuela aportaba anualmente medio robo de trigo y éste era el pago que recibía el maestro de la localidad15, lo mismo ocurría en Milagro, donde cada alumno (de los 78 que en esos momentos tenía la escuela) aportaba un robo de trigo. En Murchante, se le descontaba al maestro medio robo de trigo cada día que faltaba a clase. En el siglo XIX era práctica común en los pueblos de Navarra16 el pago del sueldo del maestro en robos de trigo o más excepcionalmente de maíz, aportados por el municipio o los padres de los alumnos. Las cantidades eran muy variables en función del número de alumnos y de la riqueza agrícola del pueblo, oscilando entre los 18 y 120 robos anuales. También se producía una fuerte discriminación entre las escuelas masculinas y las femeninas, y mientras la escuela para niños de Fitero, estaba dotada en 1850 con 120 robos de trigo anuales, la de niñas tenía una asignación de sólo 24 robos. Otro tanto ocurría en Cabanillas donde el maestro recibía un sueldo de 60 robos al año y la maestra 28, en Cáseda, donde mientras el maestro cobraba en metálico un sueldo de 4000 reales al año, la maestra recibía 120 robos de trigo anuales o en Murillo el Fruto, donde cada niño aportaba un robo de trigo anual como pago al maestro, y las niñas sólo medio robo para el salario de la maestra. En ocasiones los sueldos incluían otros elementos, como era el caso del maestro de Olcoz, que en 1847 recibía un sueldo anual de 72 robos de trigo y 62 cántaros de vino, o el maestro de Lorca que recibía al año 50 robos de trigo y 40 cántaros de mosto. También encontramos varios documentos de Cintruénigo de los siglo XVIII y XIX donde los pagos de alquileres se especifican en cantidades de "robos de trigo, bueno y de recivo"17.


Figura 5: Documento de 1780, donde se especifica como moneda de pago “19  robos de trigo”. (MAN, 2009/159/479)

También se utilizaba esta medida en Teruel, donde en 1723 se deja en un testamento "un robo de trigo de limosna" para las obras de la iglesia del El Poyo del Cid18.

Así pues, las medidas de trigo, generalmente expresadas en "robos" han sido elementos corrientes en Navarra para el pago de impuestos, alquileres, pequeñas compras o abono de ciertos salarios, cumpliendo perfectamente una función monetaria hasta tiempos recientes.


Figura 6: Ficha de una hacienda peruana por valor de “Una arroba de aguardiente”. Los indígenas recibían como moneda, en pago por su trabajo, aguardiente medido en arrobas (hacia 1880).

La Hacienda Letona data de inicios del siglo XVII, y su primera propietaria fue doña Isabel Junco y Estrada. La familia poseía, según su inventario, dos originales de Rubens, un piano de cola, un violín Stradivarius, una colección de esmeraldas, finos tapices en las paredes, el quirófano más moderno del sur del país; una mesa siempre surtida de la mejor comida que los cocineros y reposteros europeos podían cocinar.

Doña Leonor de Costilla y Gallinato donó las plantaciones de azúcar de caña a los jesuitas, pero tras la desamortización de Godoy  fue confiscada por el gobierno, y descendió su productividad, pasando en condiciones ruinosas al gobierno de la república en 1821. El gobierno republicano se lo vendió a un empresario argentino llamado Bartolomé Arroz, a quien sucedió su hijo Antonio que murió en Europa dejando la hacienda en manos de su viuda, quien se volvió a casar después con el doctor Lázaro Letona de El Salvador, a cuya época pertenece la ficha o token que se ilustra.


El edificio donde se ubicaba la hacienda ha sido recientemente restaurado y actualmente es la sede institucional de la Dirección Regional de Cultura Apurímac.

El almud de café en Puerto Rico.

Tras la incorporación de los países Iberoamericanos al sistema métrico decimal a mediados del s. XIX,  muchas medidas premétricas se han mantenido  vigentes hasta la actualidad19. Entre ellas cabe destacar el almud, antigua medida de capacidad de origen medieval, que como se indicó anteriormente equivalía en Navarra a un dieciseisavo de robo o a ocho celemines. La palabra almud deriva del árabe "almudd" que a su vez se basa en el antiguo "modium" romano. En Canarias, hasta comienzos del siglo XX de pagaba "de maquila" el trabajo de los molinos, es decir medio almud por fanega, y una fanega de trigo en Canarias pesaba unos 60 Kg. y equivalía a 12 almudes. En Blesa (Teruel) la "maquila" era de 3 almudes por talega. Con estas costumbres está relacionado el "urundiru" vasco20,  o "dinero de harina", impuesto o tasa municipal abonada por los campesinos de Vitoria al concejo de la ciudad, desde el s. XIV al XVIII. En origen, los labradores que llevaban a moler y pesar la harina al molino de la ciudad, estaban obligados a pagar por este servicio una cierta cantidad de harina. Al monetizarse esta tasa, se sustituyó por una cantidad de dinero que se denominó "dinero de harina".


Figura 7: Almudes y fanegas de café de Cuba, Puerto Rico y Venezuela.

Tanto el robo como el almud son cajones de madera de forma cúbica, mientras que el robo y el medio robo suelen llevar asas para facilitar su manejo, el almud no las lleva debido a su pequeño tamaño (unos 17 cm. de lado). Es frecuente que este cajoncito esté dividido por un tabique transversal, de forma que por un lado mide la capacidad de un almud y por el opuesto la mitad.


Figura 8: Almudes de papas en Chile.

El almud se utiliza todavía en algunas zonas de Chile para medir grano, papas, zanahorias e incluso marisco, así como en algunas zonas rurales de Iberoamérica, como en el departamento de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, en Guatemala donde equivale a un peso de 22.7 Kg.; en Méjico donde todavía se usa el almud de maíz con una capacidad de 7.6 litros21, o en Colombia, donde era una medida corriente hasta hace poco tiempo. Pero donde esta antigua medida mantiene oficialmente su vigencia, es como unidad de capacidad para medir el grano de café en Puerto Rico. La legislación  portorriqueña define el almud como una medida de capacidad que equivale a dos decalitros o veinte litros22. En la región andina, antes de la introducción del Bolivar de plata como unidad monetaria, circulaban todo tipo de monedas extranjeras y fichas o tokens23, también en los paises del Caribe, durante el siglo XIX escaseó la moneda menuda, sobre todo en Cuba y Puerto Rico, donde se dio una deficiente circulación monetaria. En estos países, las haciendas y plantaciones establecieron sus propias tiendas o comercios ("tiendas de raya")24 emitiéndose numerosas fichas o tokens que servían como medio de pago para los asalariados, con los cuales podían adquirir productos en las tiendas de la correspondiente hacienda25. De esta forma, se acuñaron numerosos tokens, con valor expresado en almudes26, que habitualmente se incluyen en la bibliografía numismática27 y que cumplieron una función de auténticas monedas, si bien con una circulación local. Estas fichas, que expresan originalmente cantidades de café28, proliferaron especialmente en Puerto Rico entre los turbulentos años de 1880 y 190029, y  vienen a revivir el tradicional uso de la "moneda de la tierra", tradicional en la América precolombina30, donde por ejemplo las semillas de cacao fueron utilizadas como moneda en Guatemala y sur de Méjico hasta fechas relativamente recientes, moneda que mereció el siguiente comentario de Pedro Mártir de Anglería: "¡Oh, feliz moneda, que proporciona al linaje humano tan deliciosa y útil poción y mantienes a sus poseedores libres de la infernal peste de la avaricia, ya que no se te puede enterrar ni conservar mucho tiempo!"31



Figura 9: Recolección de trigo según un manuscrito medieval.



Notas:

1 Opitz (2000).

2 Einzig (1949).  

3 Eyo (1979).

4 Documento de una compra de los monjes del Monasterio de Leyre. Año 1048. Martín Duque, 1983. Doc. 44, pp. 76-77.

5 Documento de venta de un huerto al Monasterio de Irache. Año 1061. Lacarra, 1965. Doc. 21, pp. 29-30.
   
6 Documento de venta de unas tierras en San Millán de la Cogolla. Año 932. Ubieto, 1976. Doc. 20, p. 32.
 
7 Documento de compra de una heredad. Año 1067. Martín Duque, 1983. Doc. 81, p. 123.
.
8.Kula (1980).

9 Boletín Oficial de Navarra, 1997, nº65 de 30/05; 1998, nº 59 de 18/05.

10 El "arrobo", convertido después en "robo" en Navarra, es una derivación temprana de la "arroba", vocablo derivado del árabe "Ar-roub", que significa un cuarto, y es una medida tanto de capacidad como de peso,  que a finales del siglo XVI equivalía a unos 11.3 Kg. o 22.7 litros. La abreviatura de este término "@", utilizada por vez primera en Sevilla en 1536, es actualmente muy popular mundialmente, por su utilización en internet.

11 Donación de Sancho Garcés Abarca de los censos de la villa de Apardués al monasterio de Leyre. Año 991. Martín Duque, 1983. Doc. 12, pp. 27-29. Censos de los mezquinos de Adoain en 1033. Ibid. Doc. 25, pp. 55-56.

12 La pecha, es la renta anual que los campesinos debían pagar al rey o al señor del lugar: Pecha anual de los vecinos de Agorreta en 1192, 6 sueldos y 6 robos de avena; Pecha de los vecinos de Akerreta en 1280, 39 sueldos, 9 cahices y 3 robos de cebada o avena; Pecha anual de los vecinos de Aldaba en 1280, 2 robos de trigo, 2 de cebada y otros dos de avena; Pechas de Cizur Mayor. Año 1341 (Munita, 1984. Doc. 58, pp. 162-168); Forma de medir los robos del censo de Arellano con el medio robo. Año 1356 (Lacarra y Martín Duque, 1986. Doc. 508, pp. 274-276); Censo de 40 robos de trigo en Dicastillo. Año 1386 (Ibid. Doc. 538, pp. 352-355); Censo de  cuatro robos de trigo al año en Learza (Ibid. Doc. 544, pp. 372-378); Pechas de los labradores de Arístregui en 1427, diversas cantidades en cahices y robos de trigo, cebada y avena; Pechas de la villa de Arellano en 1511, 5 cahices, un robo y un cuartal de trigo....

13 En Sangüesa entre 1363 y 1364 se realizan préstamos, por parte de comerciantes judíos, de cantidades de libras de carlines y robos de trigo, con plazos de amortización comprendidos entre 6 y 7 meses (Carrasco, 1988).


14 La principal fuente de información para conocer los salarios de los maestros de los pueblos de Navarra a mediados del siglo XIX, es la monumental obra del pamplonés Pascual Madoz (1845-1850).

15 En esta época era frecuente que el maestro desempeñara también el puesto de secretario municipal o de sacristán.

16 Arano, Aras, Cabredo, Castillonuevo, Ganuza, Güesa, Echagüe, Erdozain, Erro, Etayo, Igal, Ilurdotz, Irotz, Irurozqui, Izagaonda, Izal, Izalzu, Lapoblación, Lazagurria, Leache, Legaria, Lerga, Lérruz, Madoz, Marañón, Metauren, Monteagudo, Mues, Murieta, Olejua, Ollo, Ollobarren, Orisoain, Salinas de Oro, Sansol, Satrústegui, Tirapu...

17 Alfaro et al., 2001.

18 Archivo Diocesano de Teruel. El Poyo Secc.I doc. 3 f.171 (En www.iespana.es/elpoyodelcid/ IGLESIA.)    

19 Cortés y Ramírez (1992).   

20 Díaz (1998).

21 Aguirre et al. (1998).

22 Junta de Salario mínimo de Puerto Rico. 14-Marzo-1967.

23 Cartay (1988).

24 Scarano (2000).

25 En Puerto Rico, del medio millar de haciendas existentes a finales del siglo XIX, emitieron tokens más de un centenar, asi siempre con elo valor expresado en almudes.

26 Se emitieron diversos valores expresados en almudes: 1/4, 1/2, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 6 y 1/4, 7, 8, 9, 10, 12 y 1/2, 20, 25, 40 y 50 almudes.

27 Gould & Higgie (1962).

28 Las haciendas de Margarita Magraner y Salvación, en Lares, al norte de la isla, llegaron a acuñar piezas con valor de una y dos fanegas.

29 Vaiá (1980).

30 Beltrán (1997).

31 Citado por Herskovits (1954), p. 197.


Bibliografía:

Aguirre-Arenas, J., M. Escobar-Pérez & A. Chávez-Villasana, 1998.
Evaluación de los patrones alimentarios y la nutrición en cuatro comunidades rurales. Salud Pública Mex. 40: 398-407.

Alfaro, C., C. Marcos & P. Otero, 2001.
Dinero exótico. Mº Educación, Cultura y Deporte, Madrid: 95 pp.

Beltrán, A., 1997.
Introducción al estudio de la moneda hispanoamericana. Gobierno de Aragón.

Carrasco, J., 1988.
Aproximación al mercado monetario de las villas navarras del Camino de Santiago: Sangüesa (1362-1364). An. Est. Mediev. 18: 337-347.

Cartay, R., 1988.
Los precios de los alimentos en la región andina (1855-1955). Emeritense. Rev. Electrónica de Historia nº 2. Univ. de los Andes, Mérida (Venezuela).

Cortés M.E. & F.P. Ramírez, 1992.
Rescate de las antiguas medidas mexicanas. Bol. Soc. Mex. de Física 6(1): 4-11.

Díaz, J.R., 1998.
"Urundiru, que queryan desir dinero de harina". Acerca de una imposición medieval de la ciudad de Vitoria sobre los labradores de las aldeas de su jurisdicción. Sancho el Sabio 9: 155-160.

Einzig, P., 1949.
Primitive money in its ethnological, historical and economic aspects. Ed. Eyre & Spottiswoode. Londres: 517 pp.

Eyo, E., 1979.
Nigeria and the evolution of money. Centr. Bank of Nigeria. Lagos: 117 pp.

Gould, M. & L.W. Higgie, 1962.
The money of Puerto Rico. Racine, Whitman: 83 pp.

Herskovits, M.J., 1954.
Antropología económica. Estudio de economía comparada. Fondo de cultura económica. México: 522 pp.

Kula, W., 1980.
Las medidas y los hombres. Ed. Siglo XXI.

Lacarra, J.M., 1965.
Colección diplomática de Irache I (958-1222). C.S.I.C. Univ. Navarra. Pamplona: 340 pp.

Lacarra, J.M. & A. Martín Duque, 1986.
Colección diplomática de Irache II (1223-1397). Inst. Príncipe de Viana. Pamplona: 633 pp.

Madoz e Ibáñez, P., 1845-1850.
Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid. 16 volúmenes.
 
Martín Duque, A.J., 1983.
Documentación medieval de Leire (siglos IX a XII). Inst. Príncipe de Viana. Pamplona: 573 pp.  

Munita, J.A., 1984.
"Libro Becerro" del Monasterio de Sta. Mª de la Oliva. Colección documental (1132-1500). Eusko Ikaskuntza. San Sebastián: 327 pp.

Opitz, Ch.J., 2000.
An Ethnographic study of the Traditional Money. Ed. First Impr. Ocala, Fl. USA: 411 pp.

Scarano, F., 2000.
Labor and Society in the Nineteenth Century. www2.bc.edu/~cashmaja/Courses_2000/Scarano.

Ubieto, A., 1976.
Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076). Anubar. Valencia: 414 pp.

Vaiá, D., 1980.
Plantation tokens of Puerto Rico. Vantage Press. N.Y.: 71 pp.
      

Otras publicaciones posteriores del autor sobre este tema:
Monedas de trigo y harina. (Septiembre, 2003)  Eco Filatélico y Numismático 59(1111): 43-44.
El trigo como moneda en Navarra. Eco Filatélico y Numismático (Enero, 2010), 65(1181): 46-47.


2 comentarios: