El final de las
acuñaciones de moneda ibérica. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 67
(1200) (Octubre 2011): pp. 42-43.
Miguel Ibáñez Artica
Tradicionalmente
se ha considerado que el final de las emisiones ibéricas se produce a partir de
la batalla de Munda el año 45 a.C., con la victoria de César contra los
ejércitos de los hijos de Pompeyo el Grande; un año más tarde el asesinato de
César propicia la ascensión de Octavio Augusto al poder, que acude a la Península
el año 26 a.C. con el fin de completar la conquista de Hispania, a partir de la
cual da comienzo un largo período de estabilidad política y profunda
romanización.
En
una primera fase, algunas cecas ibéricas latinizan los textos que aparecen en
las monedas, pero conservan relativamente intactos los motivos de anversos y
reversos. Poco tiempo después, el mitológico busto barbado ibérico es
sustituido por el retrato del emperador (Figura
1), finalmente desaparece el jinete lancero remplazado por motivos típicamente
romanos.(1) El centenar de cecas indígenas que habían emitido moneda local se
reduce a la cuarta parte en tiempos del emperador Augusto, pasando a ocho
durante el mandato de Calígula, y con Claudio tan sólo Ebusus (Ibiza) emite con
caracteres propios identificables.
Figura 1.- Monedas hispanas de
Augusto de las cecas de Bilbilis (Calatayud) y Osca (Huesca) con el típico
jinete lancero celtibérico.
Una
de las cecas más prolíficas, tanto en la emisión de denarios de plata como en
ases de bronce fue Bolscan (Huesca), capital de Sertorio durante el período de
las guerras sertorianas. Se considera que comenzó a emitir moneda hacia
mediados del siglo II a.C. y los primeros denarios fabricados en dicha ceca
presentan leyenda curva y sin línea de exergo, pronto las acuñaciones se
extendieron a la moneda de bronce, los ases, y en menor medida también sus
divisores los semises y cuadrantes. Las monedas del tesoro de Palenzuela, donde
se hallaron 2.628 denarios ibéricos y 14 republicanos, ocultados hacia el años
74 a.C., permitieron establecer un punto de referencia, diferenciando las
emisiones pre-Palenzuela y Palenzuela. Con posterioridad, en algún momento
cercano al final de las emisiones ibéricas, la letra silábica Bo de la leyenda
se simplificó, transformándose en una letra ibérica “o”, de forma que
aparentemente el nombre de la ceca se convirtió en Olscan(2) (Figura 2).
Hace algunos años tuvimos la ocasión de estudiar el hallazgo fortuito de tres
denarios, que aparecieron juntos en una huerta a seis kilómetros de Guadalajara
en los años sesenta del siglo veinte, dos de las monedas son denarios de
Bolscan donde la silábica “Bo” ya ha degenerado hacia un aspecto de vocal “o”,
tanto en el reverso como en el anverso (Figuras
3a y b), el tercer denario nos da la pista cronológica, se trata de una
emisión de Marcius Philippus donde aparece en el anverso la leyenda ANCVS y el
busto diademado de Ancus Marcius, cuarto rey de Roma, de quien descendía la
gens Marcia. El reverso muestra una estatua equestre sobre un acueducto,
conmemorando la construcción de “Aqua Marcia”, importante obra de ingeniería
hidráulica para el abastecimiento de
Roma (Figura 3c). Esta emisión data
de los años 57-56 a.C., lo que nos da una fecha de cuando pudo modificarse el
nombre de la ceca de Bolscan, unos doce años antes de la batalla de Munda. La
rareza de las piezas con la inicial de la leyenda transformada nos indica que
la producción monetaria debió descender notablemente tras finalizar las guerras
sertorianas.
Figura 2.- Transformación de
la letra silábica “Bo” en la vocal “o” en los denarios de Bolscan.
Figura 3.- Tesorillo de
Guadalajara.
a y b: Denarios de Bolscan
con leyenda “Olscan”, 3,93 g. y 3,78 g. de peso, y 19 y 18 mm. de diámetro
respectivamente.
c: Denario republicano
de Marcius Philippus emitido el 57-56
a.C.; 3,88 g. de peso y módulo de 17,5
mm.
A
pesar de que ignoramos la fecha de la desaparición de la moneda con caracteres
ibéricos, otro denario de Huesca nos puede dar alguna pista. El año 39 a.C. fue
nombrado gobernador de Hispania Gneo Domitius Calvinus, quien emitió denarios
conmemorando su victoria sobre los pueblos ceretanos (Figura 4). Estas monedas mantienen intacto el busto barbado del
anverso, detrás del cual aparece el nombre latinizado de la ceca “Osca”,
mientras el reverso copia los motivos de un denario de César, los instrumentos
sacerdotales: secur, aspergillo, secespita y apex.
Figura 4.- Denario ibérico de
Bolscan y denario hispanorromano de Gneus Domitius Calvinus (39 a.C.) acuñado
en Osca (Huesca).
No sabemos si se produjeron monedas con leyenda ibérica
entre el 45 a.C. y el momento donde se inauguran las emisiones con caracteres
latinos (39 a.C.), o las acuñaciones se interrumpieron a partir de la batalla
de Munda y durante unos años la ceca de Huesca permaneció inactiva, hasta que
el gobernador Domitius Calvinus ordenó acuñar denarios, manteniendo uno de los
elementos iconográficos más característicos de la moneda ibérica, el busto
barbado del anverso(3). Lo cierto es que con la llegada de Augusto
finalizaron definitivamente las numerosas emisiones ibéricas en plata y bronce
de los últimos cien años, que fueron reemplazadas por las acuñaciones romanas y
provinciales durante los siglos posteriores, sustituyéndose también en algunos
casos la propia ubicación de la ciudad emisora de la moneda a lugares próximos,
tal como pudo ocurrir con la Bilbilis ibérica probablemente ubicada en
Valdeherrera, que se trasladó al cerro de Bámbola para constituir la nueva
Bilbilis itálica.
Notas:
.(1) Durante algún
tiempo convivieron las monedas ibéricas de bronce con las nuevas emisiones con
caracteres latinos, tal como se manifiesta en el tesoro de Ablitas (Navarra),
estudiado por Mateu y Llopis en 1945.
(2) No queda claro si
la modificación está motivada por una transformación fonética del nombre de la
ciudad, o más bien se trata de un proceso de degeneración y simplificación epigráfica. A favor de la
segunda hipótesis está la no linearidad en algunos casos de los trazos
verticales de la vocal ibérica “H” (“o”). La pieza representada en la Figura
3a, de mayor peso, presenta signos de desgaste, la primera letra del anverso es
más bien una simplificación de la silábica “Bo” que ha perdido el trazo
horizontal, y podemos considerarla una emisión anterior a 3b, donde ya figuran
más claros los trazos verticales de la vocal ibérica “o” con forma de H.
(3) Este busto evocaría alguna figura mitológica
o deidad indígena, ya que en caso de representar alguna autoridad local, es muy
poco probable su conservación en una moneda romana.
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