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domingo, 1 de octubre de 2023

A propósito de una nueva moneda carolingia con el nombre de Fastrada, cuarta esposa de Carlomagno (793-794 d.C.)

 

A propósito de una nueva moneda carolingia con el nombre de Fastrada, cuarta esposa de Carlomagno (793-794 d.C.) Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 79 (1330) (Julio/Agosto, 2023): pp. 44-47.

 

 

Miguel Ibáñez Artica

 

 

            En fecha reciente (mayo del 2023), el Museo de Carlomagno ubicado en Aquisgrán, ha adquirido una extraordinaria moneda que presenta en el reverso, rodeando el característico monograma del emperador, el nombre de Fastrada, cuarta esposa de Carlomagno e hija del poderoso Rodolfo, conde de Austrasia (Fig. 1).

 

            La singularidad de esta pieza reside en que es el único caso conocido entre las abundantes monedas carolingias en el que aparece el nombre de la reina consorte.

 

Figura 1.- Moneda carolingia con el nombre de Fastrada (21 mm; 1,63 g), de fondo pintura de  Adolf Ehrhardt (1857), mostrando a la reina en su lecho de muerte junto a Carlomagno.

 

            Pasaremos a comentar de forma muy resumida el proceso de aparición de la moneda carolingia, que a partir de la reforma propiciada por Carlomagno durante los años 793 y 794, asentó las bases de un sistema monetario que se mantuvo vigente durante toda la Edad Media en el Occidente cristiano.

 

            Tras la desaparición del Imperio Romano en el año 476, y la ocupación del mismo por un heterogéneo conjunto de reinos germánicos, se acuñaron numerosas  monedas que copian los motivos de la moneda romana, pero con un arte y estilo muy degenerado y burdo. Estas monedas conocidas como “imitaciones bárbaras” son difíciles de sistematizar y atribuir, ya que no presentan información sobre la autoridad emisora, y tan solo copian con un arte muy tosco los textos y motivos de las antiguas monedas romanas (Figs. 1a y b). Los diferentes pueblos “bárbaros” acuñaron numerosas imitaciones de este tipo, los vándalos en África, los visigodos en España (Fig. 1l) y ostrogodos y lombardos en Italia (Fig. 1m).


 

Figura 2.- Monedas de las invasiones bárbaras.

Merovingias.-  a: Sólido de oro de imitación romana a nombre de Anastasio, acuñada entre el 500 y el 587 d.C.; b:Argenteus minutus” de comienzos del siglo V; c: Tremís de Childeberto II (570-595); d: Sólido de Clotario II (613-629); e-g: Tremises de tiempos de  Clotario II- Dagoberto I (c. 620-640); h: Tremís de Sigeberto III (633-656); i: Tremís de Childerico II (673-675); j: Dinero de Adalberto, duque de Alsacia (683-723); k: Dinero eclesiástico de Senlis (725-750).

Visigodas y lombardas.- l: Tremís de Suintila acuñado en Córdoba (621-631); m: Tremís lombardo de Desiderio acuñado en Ticinum (Pavía) (756-774).

 

            En los territorios de Francia, Bélgica, Suiza y parte de Alemania, se instaló una dinastía merovingia que gobernó desde mediados del siglo quinto, hasta que en el año 751 fue derrocada por Pipino el Breve, quien instauró la dinastía carolingia. En este período de tiempo se acuñaron numerosas y variadas monedas en oro: sólidos y triens, a veces de muy baja ley (Figs. 1f, i), y plata, en ocasiones emitidas por instituciones eclesiásticas (Fig. 1k). Durante más de un siglo, desde el año 634 hasta el 751, los gobernantes merovingios eran conocidos como los “reyes holgazanes”, debido a que delegaban sus funciones en los “mayordomos de palacio”, hasta que finalmente uno de ellos, Pipino el Breve, hijo de Calos Martel y padre de Carlomagno, se hizo con el poder inaugurando la dinastía carolingia. El año 755 Pipino reformó el sistema monetario reduciendo el número de cecas y fortaleciendo la autoridad real en la acuñación de la moneda. En esta reforma se estableció el peso, contenido en plata y diseño de los primeros dineros carolingios.

 

            Tras la muerte de Pipino el Breve en el año 768, el reino fue repartido entre sus dos hijos, Carlomagno y Carlomán, quien falleció el 771, momento que aprovechó Carlomagno para conquistar Lombardía y posteriormente ampliar sus dominios a gran parte de Europa (Fig. 3).

 

            Se ha considerado a Carlomagno como el “padre de Europa”, y efectivamente mediante las reformas administrativas, monetarias y militares estableció un nuevo orden social basado en el feudalismo, que imperó durante toda la Edad Media en Europa.

 

            La nueva organización territorial estaba integrada por los Condados, provincias interiores gobernadas por un conde nombrado por el rey y con poder militar, administrativo y judicial. Por encima, los Ducados resultaban de la unión de varios condados a cargo de un duque, y finalmente las Marcas, provincias fronterizas militarizadas bajo el mando de un marqués. Una de las principales, que servía de frontera con los musulmanes de la Península Ibérica,  era la Marca Hispánica que llegó a integrar en el siglo noveno los territorios de Pamplona, Aragón, Sobrarbe, Ribagorza, Pallars, Urgel, Cerdaña, Berga, Osona, Barcelona, Gerona, Besalú, Ampurias, Perelada, Rosellón, Vallespir y Confient.

 

El primer objetivo de Carlomagno al llegar al poder fue restaurar el Imperio Romano de Occidente consolidando su autoridad en todo el reino franco, ampliando sus dominios, y creando zonas de contención en los límites del territorio (Marcas) con el fin de prevenir posibles ataques de sus vecinos.

 

            Las primeras emisiones monetarias de Carlomagno (768-771) siguen el mismo patrón que las de su antecesor, y entre el 771 y el 793, se uniformiza la epigrafía que incluye el nombre del rey y la abreviatura del título Rex Francorvm, así como el nombre de la ceca emisora (Figs. 4a y b).

 

 

Figura 3.- Imperio carolingio en tiempos de Carlomagno.

 

            En el año 800, Carlomagno es proclamado emperador en Roma por el Papa León III, aprovechando la circunstancia de que en esos momentos el Impero Bizantino se encontraba dirigido por una mujer, Irene Sarantapechaina (797-802), y poco antes de esa fecha, entre los años 793 y 794 se produjo una importante reforma: el sólido bizantino de oro instaurado por Constantino I en el año 310, y considerado como la referencia monetaria  hasta ese momento, fue sustituido por una moneda de plata de 1,75 gramos de peso que lleva en una cara una cruz, y el monograma de KAROLVS en la otra, símbolos rodeados por el nombre del monarca con su intitulación, y el de la ceca emisora (Figs. 4c y d; Fig. 5). Se hizo obligatoria la circulación de la nueva moneda prohibiendo el uso de la antigua, y tal como se señala en el concilio de Frankfurt del año 794: “Sobre el dinero, sabed lo que promulgamos; los nuevos dineros circularán en todo lugar, en toda ciudad, en todo mercado, y serán recibidos por todos, con tal de que lleven la marca de nuestro nombre, que sean de plata pura y de buen peso, quien los rechace, en cualquier lugar que sea, en cualquier negocio de compra o venta, si es hombre libre, pagará 15 sueldos en beneficio del rey; si es de condición servil y ha tramitado un asunto por cuenta propia, perderá el beneficio, o si no, atado a una estaca, será azotado en público; pero si obró por orden de su amo, el patrón pagará los 15 sueldos si el hecho ha sido probado”.

 

    En el año 805 se redujo el número de cecas concentrándolas en los palacios reales tal como el emperador señala en un capitular: "Queremos que no haya otra moneda que la de nuestro palacio o aquella que hemos autorizado". Esta moneda denominada dinero (término derivado de la palabra latina denarius) se convertirá en el patrón de referencia durante muchos siglos. El monograma carolingio se inspira en los modelos bizantinos de la época, y este nuevo modelo de dinero se acuñará en las diferentes cecas distribuidas por todo el imperio, siendo utilizado por los diferentes monarcas carolingios hasta el siglo décimo.


 

Figura 4.- Monedas de Carlomagno.- a y b: Anteriores a la reforma de 793/4; c y d: Posteriores a la reforma de las cecas de Arlés y Pavía.

 


Figura 5.- Dinero de plata de Carlomagno, descubierto el 22 de febrero del año 2008, en las excavaciones arqueológicas realizadas en los cimientos de la Capilla Palatina de Aquisgrán.

 

            Otro de los principales puntos de la reforma monetaria de Carlomagno consistió en establecer una equivalencia entre el dinero de plata (moneda real) y la libra y el sueldo (monedas de cuenta), con una equivalencia de una libra = 20 sueldos, y un sueldo = 12 dineros. Durante más de cuatro siglos y medio, las únicas monedas acuñadas en los reinos cristianos fueron el dinero y el óbolo o medio dinero, siguiendo los patrones metrológicos de módulo y peso establecidos en la reforma de Carlomagno. La plata necesaria para la acuñación masiva de estas monedas se extrajo en buena medida de las ricas minas de Harz en Bohemia y Melle en el departamento de Deux-Sèvres (oeste de Francia).

 

Con el objetivo de hacer tangibles las monedas de cuenta (libra y sueldo), varios siglos más tarde, en el año 1252 se acuñó en Florencia una moneda de oro de 3,5 gramos de peso con valor de una libra, y pocos años después, en julio de 1266, Luis IX de Francia (San Luis) creó el grueso de plata con valor de un sueldo o doce dineros (el valor de esta moneda está simbolizado por las doce pequeñas lises que rodean el “castillo tornés” del reverso).

 

A pesar de que estas equivalencias sufrieron frecuentes cambios, a mediados del siglo catorce, Carlos II “el Malo”, rey de Navarra, ordenó acuñar en Saint Palais en 1351, florines de oro como moneda fuerte con valor de una libra (20 sueldos), gruesos como moneda intermedia con valor de un sueldo (12 dineros), y dineros, ahora denominados “carlínes”, materializando las tradicionales monedas de cuenta del sistema carolingio: libra, sueldo y dinero, en monedas reales: el florín, el grueso y el dinero carlín.


            Sin embargo, las necesidades de numerario derivadas de la conflictiva situación que en esos momentos azotaba Europa, sumida en una cruenta “guerra de los cien años” y con frecuentes epidemias de peste negra que diezmaban la población, hizo que las monedas se devaluaran, disminuyendo su porcentaje en metales preciosos, y generando variaciones fluctuantes en las relaciones existentes entre el valor de la libra (el florín), el sueldo (el grueso) y el dinero. 


 

Figura 6.- Vista de una sala del Museo de Carlomagno en Aquisgrán.

 

            Volviendo a la moneda comentada al principio, adquirida por el Museo de Carlomagno de Aquisgrán (Fig.6), Fastrada se casó con Carlomagno en Worms (Alemania) en octubre de 783, unos meses después de fallecer Hildegarda, la tercera esposa de Carlomagno, y dado que la reina murió el 10 de agosto del 794, esta pieza corresponde a una de las primeras emisiones del nuevo tipo de moneda carolingia creada en el año 793.

 

            Tal como señala Coupland (2023: 13) el motivo que pudo tener el monarca para incluir el nombre de su esposa en las monedas, pudo ser el de imitar lo que en esos momentos hacía el rey anglosajón Offa de Mercia, quien había incorporado el busto con el nombre de su esposa Cynethryth en sus monedas (Fig. 7). Sin embargo, este fue un hecho excepcional y puntual que no se volverá a producir en la moneda carolingia, donde a partir de ese momento figurará única y exclusivamente el nombre y el monograma del monarca.


                           

 

Figura 7.- Penique de Offa de Mercia con el busto y  nombre de su esposa Cynethryth.

 

Respecto a la personalidad de la reina Fastrada, no sale muy bien parada en la “Vita Karoli Magni”, biografía de Carlomagno redactada en latín por el monje Eginhardo hacia el año 830, donde se señala como causa de la conspiración urdida contra el monarca en el año 792: “la causa y origen fue la crueldad de la reina Fastrada; y en ambas se conspiró contra el rey porque, consintiendo la crueldad de su esposa, parecía haberse salido de forma exorbitante de la acostumbrada mansedumbre y benignidad de su índole”.

 

Bibliografía:

 

Coupland, S., 2023. A coin of Queen Fastrada and Charlemagne. Early Medieval Europe 31(2): 13 pp.

https://onlinelibrary.wiley.com/toc/14680254/2023/31/2

De Francisco Olmos, J.M., 2022. Las representaciones monetarias en la Europa Occidental. De los pueblos germánicos al Renacimiento carolingio. Entre lo ideal y lo real, Siglos V-X. De Medio Aevo 11(1): pp. 25-40.

Eginardo.  Vita Karoli Magni (Edición bilingüe y comentarios P.J. Castiella 2016): 35 pp.

Prou, M. M., 1969. Catalogue des Monnaies Françaises de la Bibliothéque Nationale. Les Monnaies Carolingies. Akad. Druck, Austria: 190 pp. + XXIII lám.

 

 

 

 

 













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