Constantino y el
culto al “Sol Invicto”, un preludio de la Navidad. Artículo
publicado en: Eco Filatélico y Numismático 61(1136)
(Diciembre 2005): pp. 50-51.
Miguel Ibáñez Artica.
Aunque la fecha real del nacimiento de Jesús puede
remontarse hacia la primavera del año 5 antes de Cristo, la tradicional
festividad navideña tiene un origen desconocido. A comienzos del siglo segundo,
dentro de los diez primeros días de Enero se celebraban en la misma fecha, la
Navidad, los Reyes Magos y el bautismo de Jesús, los armenios aún celebran la
Natividad el seis de Enero.
Representación
navideña en un códice medieval y en un jetón del siglo XVI.
Su traslado a la fecha actual tuvo como finalidad
contrarrestar la enorme popularidad del culto al “Sol Invicto” en tiempos del
Emperador Constantino el Grande. Este culto al dios Sol, procedente de Siria,
fue instaurado por Caracalla a comienzos del siglo tercero y aunque tras la
violenta muerte del emperador Heliogábalo en el año 222 d.C. quedó prohibido,
Aureliano (270-275) lo reinstauró de nuevo por motivos políticos, fijándose su
aniversario el 25 de diciembre, día natalicio de las divinidades solares
orientales.
La fecha no es casual, tras el solsticio de Invierno, los
días comienzan a alargarse, tras un período de reducción que se inicia a partir
del 24 de Junio. Es como si por fin el sol triunfase sobre la oscuridad, un
“sol invencible” adorado como un dios. Curiosamente el emperador Constantino I
(306-337) que oficializó el cristianismo en Roma, acuñó una gran cantidad de
monedas con la figura del “sol invicto”, deidad que en esta época tenía una
gran importancia en Roma (Figura 1).
Tras la adopción del cristianismo se trasladó la fiesta de la Navidad
(nacimiento del Niño Dios) al mismo día que se celebraba el rito pagano del
nacimiento del sol, el 25 de diciembre y de esta forma, aunque con un cambio en
la divinidad a la que se rendía culto, se conservaba la tradición popular de la
fecha de la celebración. También hasta esas fechas, el día semanal de descanso
para los cristianos seguía siendo -según la tradición judía-, el sábado, pero
el edicto de Constantino en el año 321 d.C. trasladó esta festividad al Día del
Sol (el domingo-“Sunday”).
Figura 1.- Tesorillo de monedas de Constantino I, representando la figura del
“Sol Invicto”.
Se ha exagerado
el papel de Constantino como introductor del cristianismo. En realidad su
predisposición y tolerancia hacia la nueva religión era interesada, los
cristianos eran numerosos y Constantino los necesitaba para combatir a Majencio
en su lucha por el Imperio. En el año 312 d.C.,
Majencio fue aniquilado en la batalla de Puente Milvio, y la tradición señala
que, inmediatamente antes de la mencionada batalla, Constantino tuvo la visión
de una cruz luminosa pendiendo en el cielo. A partir de aquí se ha venido
aceptando que el emperador convirtió el Imperio Romano al cristianismo, sin
embargo esto no es lo que nos transmite la numismática, que nos muestra
solamente representaciones de dioses paganos (Júpiter y el Sol) en sus monedas
(Figura 1). De hecho en el arco
triunfal que el senado construyó en el coliseo para celebrar la victoria de
Constantino, la inscripción señala que la victoria de debió a la mano de la
deidad, pero del dios “Sol Invicto” del que Constantino fue durante toda su
vida su Sacerdote Supremo. El emperador fue finalmente bautizado el año
337 en su lecho de muerte, tal vez imposibilitado para negarse a ello.
El
culto al Sol Invicto era esencialmente monoteísta, asumía que el dios sol era la suma de los
atributos de todos los otros dioses, así de forma pacífica, asimiló a todos sus
posibles competidores, además armonizaba convenientemente con el culto de
Mitra, muy popular en el Imperio Romano en esa época y que también incluía la
adoración del sol. Dentro de la política de Constantino de conseguir la unidad
política, territorial y religiosa del extenso y
diverso Imperio Romano, una religión estatal que aglutinara a todos los
cultos era en esos momentos la más conveniente, y fue precisamente bajo los
auspicios del “Sol Invicto” como el cristianismo consolidó su implantación. Las
tres religiones más populares en esa época (Sol, Mitra y Cristianismo),
finalmente acabaron confluyendo en una sola, el cristianismo (Figura 2).
Figura
2.- Las tres
religiones monoteístas del Imperio Romano: Mitra, el Sol Invicto y el
Cristianismo.
Constantino construía al mismo
tiempo iglesias cristianas y estatuas a la diosa Cibeles y al Sol Invicto, en
este caso con las facciones del propio emperador. La fe era para el emperador
estrictamente una cuestión de estado, y cualquier religión que condujera a la
unidad era tratada con preferencia. Así convocó el Concilio de Nicea el año 325
donde quedaron establecidas las reglas de la Iglesia y se decidió por mayoría
que Jesús era Dios y no un simple profeta mortal, tal como sostenía el
arrianismo.
Si bien lo más frecuente en las
emisiones monetarias del emperador Constantino es que aparezcan representados
dioses paganos, ocasionalmente muestran símbolos cristianos asociados a la
figura del emperador, como por ejemplo en una temprana moneda de plata acuñada
en la ceca de Ticinum (Pavía, Italia. R.I.C.VII, 36) donde aparece el busto del
emperador con escudo, cota y casco adornado por un pequeño cristrograma,
detalle que se repite en un pequeño “nummus” de Siscia (Croacia; R.I.C.VII,
95). Resulta curioso que en todos los casos el elemento cristiano aparezca
asociado a una imagen del emperador fuertemente armado con casco, coraza,
escudo y lanza. Posiblemente Constantino utilizaba el crismón como elemento
decorativo en su armadura y así es como figura también en las escasas monedas
donde aparece el símbolo cristiano.
La primera cruz cristiana claramente
representada en una moneda aparece en una tardía emisión del tipo de los “dos
soldados” (leyenda “GLORIA EXERCITVS”) acuñada en Aquileia (Italia) y que puede
datarse entre los años 334-5 (R.I.C. VII ns. 124-7). Su presencia parece
responder más a una concesión a los encargados monetarios de la ciudad,
probablemente cristianos, que a una intencionalidad explícita del Emperador en
representar la cruz en sus monedas (Figura
3).
Figura 3.- Medio centenonial de Constantino I. Ceca de Aquileia (334-335 d.C.). Al fondo
una representación pictórica renacentista de la victoria de Constantino en el Puente
Milvio.
Reverso: GLORIA EXERCITVS,
dos soldados enfrentados, dos estandartes y entre ellos la cruz | AQS en exergo
(RIC VII 124).
Los símbolos cristianos aparecerán
de forma inequívoca algo más tarde, en algunas monedas de oro y plata acuñadas
por sus hijos Constante (337-350 d.C.) y Constancio II (337-361), en las que la
figura del emperador porta un estandarte con el crismón (símbolo cristiano). En
cuanto a las pequeñas monedas de bronce, Constante acuñó en la ceca de Siscia
una emisión del tipo de “dos soldados” en cuyo reverso aparece en forma
destacada la figura del crismón en el estandarte central que portan los
soldados (Figura 4). Aparte de estas
apariciones relativamente puntuales, es a partir de Teodosio I (379-395) cuando
las representaciones monetarias se “cristianizan”, dentro de una política
general de supresión del tradicional paganismo y afirmación de la religión
cristiana, y donde las monedas, además de su función económica, servían como
elementos de propaganda política del Estado (en este caso lo político y lo
religioso se encuentran fuertemente entremezclados).
Figura 4.- Monedas de Constante con estandarte donde figura el símbolo
cristiano.