Antonio, el
primer rey Borbón, en sus monedas, jetones y medallas. Artículo publicado en: Eco Filatélico y
Numismático 61(1127)
(Febrero 2005): pp. 44-45.
Miguel Ibáñez Artica.
Es bien conocido que
la dinastía de los Borbones reinó en Francia desde 1568 hasta la muerte de Luís
XVI en la guillotina en 1793 (con un breve período de restauración monárquica
entre 1814 y 1830) y también lo hace en España desde 1700 hasta la actualidad,
con breves interrupciones (ocupación napoleónica, república, dictadura…). Lo
que resulta menos conocido es que el primer miembro de la familia Borbón que
ocupó un trono real, fue Antonio rey de Navarra, y por ejemplo en un jetón
acuñado en 1577 a
nombre de su hija Catalina, figura la leyenda “KATERINAE* BORBO*NAVARRE”
(Schlumberger, n. 19).
Figura
1.- Retrato de Antonio de Borbón en un grabado de la época.
Los orígenes de la
casa Borbón se remontan a la
Edad Media y comenzaron en 1272 con el matrimonio de Roberto
de Francia (sexto hijo del rey Luís IX –San Luís de Francia-) con Beatriz de
Burgundia, heredera de la casa Borbón. En 1279 nacería Luís, primer duque de
Borbón que inauguró la dinastía. Tres siglos más tarde, Antonio heredó el
título de duque tras la muerte de su padre Carlos en 1537, y al contraer
matrimonio con la reina de Navarra Juana III en 1548, se convirtió tras la
muerte de Enrique II de Navarra en 1555, en el primer miembro de la dinastía
Borbón proclamado rey.
Le tocó vivir y
reinar en una turbulenta época, azotada por las guerras de religión que
asolaron Europa, y buen reflejo de ello es cómo terminaron su vida varios
monarcas de la época, Enrique III de Francia asesinado por un monje fanático,
Antonio de un tiro de arcabuz, y su mismo hijo, rey de Navarra y primer monarca
Borbón de Francia, moriría años más tarde, también asesinado por un fanático
religioso.
Figura 2.- Monedas
acuñadas por Antonio de Borbón y Juana de Albret.
También habían sido
conflictivos los orígenes del trono que ocupó como rey consorte. Tras la
ocupación de Navarra en 1512 por Fernando el Católico, el reino había
experimentado una especie de mitosis quedando dividido en dos, por una parte,
la mayoría del territorio fue incorporado a la corona de Castilla (si bien
hasta 1841 conservó su propia identidad como reino), y por otra, los monarcas
navarros que se habían refugiado en sus posesiones al norte de los Pirineos,
tras abandonar Carlos V las tierras de Ultrapuertos en 1530 constituyeron,
junto con el territorio del Bearne, el reino independiente de la Baja Navarra.
Figura
3.- Castillo de Pau, sede de los reyes de Navarra.
La reina Juana,
nieta de los últimos reyes navarros Catalina de Foix y Juan de Albret, había
sido educada por el humanista Nicolás Bourbon, convirtiéndose al calvinismo en
1555; dos años más tarde también lo hacía su marido Antonio, si bien, tras
haber capitaneado la coalición de hugonotes y borbones en 1562 abjuró del
protestantismo, poniéndose al mando de la armada católica, siendo herido de
muerte ese mismo año en el sitio de Rouen. A diferencia de su marido, que
educado en la fe católica, se había pasado primero al calvinismo y luego a la
doctrina de Lutero, para volver finalmente al catolicismo, Juana siguió fiel a
sus ideas hasta su muerte en 1572, financiando al sacerdote Ioannes Leizarraga la traducción y publicación
de tres obras religiosas en euskera, entre las cuales la más famosa es la
traducción del Nuevo Testamento “Iesus Christ Gure Jaunaren Testamentu Berria”,
una de los primeros libros publicados en este idioma. Tras el fallecimiento de
la reina, su hijo Enrique heredó la corona de Navarra, y al ser asesinado el
monarca francés Enrique III, se convirtió en el primer rey de la dinastía
Borbón en Francia, con el nombre de Enrique IV.
Figura
3.- Placa metálica renacentista con la efigie de Antonio de Borbón,
fotografiada sobre la lámina del Schlumberger (1893).
Bajo el reinado de
Juana de Albret y Antonio de Borbón, se emitieron numerosas monedas en las
cecas de Pau y Morlaas: escudos de oro, testones y medios testones de plata con
los bustos enfrentados de los monarcas, douzains, y pequeños liards y vaquetas.
Además de monedas se acuñaron numerosos jetones y medallas. En algunos jetones
de plata y cobre emitidos entre 1555 y 1560 (Schlumberger, números 8 a 10) figura una curiosa
leyenda en castellano “NO SON TALES MYS AMORES” con el escudo partido en dos,
por una parte el de Borbón, y por otra, dividido en seis partes, los escudos de
Navarra, Albret, Bearn, Armañac, Evreux, Aragón, Castilla-León y Bigorre. Las
leyendas en lengua español a sobreviven en algunos jetones de la Baja Navarra ,
territorio que desde la conquista de Navarra por Fernando el Católico en 1512,
había quedado bajo una clara influencia francesa, como ejemplo resulta
llamativa la leyenda o divisa: “HASTA LA MVERTE ” que figura en un ejemplar de la reina
Juana (Schlumberger n. 17). Los escudos de Aragón y Castilla-León aparecen
también en las monedas acuñadas por la reina Juana a partir de 1562 y en las de
su hijo Enrique III de Navarra (futuro Enrique IV de Francia).
Figura
4.- Medalla de Antonio de Borbón y grabado del sitio de Rouen.
Además de monedas y
jetones existen hermosas medallas renacentistas de Antonio de Borbón como rey
de Navarra, en ellas aparece generalmente su busto vestido con una coraza y la
leyenda “ANTONIVS DEI GRACIA REX NAVARRAE”.
Bibliografía:
Schlumberger, G., 1893.
Description des monnaies,
jetons & medailles du Béarn. París: 80 pp. + 17 lám.
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