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lunes, 12 de enero de 2015

Las medallas de Blas de Lezo y el almirante Vernon

Las medallas de Blas de Lezo y el almirante Vernon 
Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 59(1114) (Diciembre 2003): pp. 42-43.

Miguel Ibáñez Artica.


Muchas son las medallas acuñadas con el fin de conmemorar grandes acontecimientos históricos tales como proclamaciones y muerte de reyes y reinas, batallas victoriosas, declaraciones de paz, etc..., de esta forma se constituyen en preciosos documentos históricos, testigos contemporáneos de diversos acontecimientos. Así por ejemplo la obra de C.W. Betts “American colonial history illustrated by contemporary medals” editada en 1894 constituye un claro exponente de la medalla como testigo de la Historia. Sin embargo no siempre lo que figura en la medalla corresponde con la realidad, uno de los casos más significativos de “mentiras” en medallística, son las piezas acuñadas en 1741 para celebrar la “victoria” del almirante inglés Vernon sobre el prestigioso marino español Blas de Lezo (Figura 1).


Figura 1.- Medallas conmemorativas de la “victoria” del almirante Vernon.

La guerra entre España e Inglaterra había comenzado en 1739(1), y el 23 de julio, el recién nombrado almirante Edward Vernon partió para Jamaica, base de operaciones de la corona británica en las Antillas. El 22 de noviembre consiguió destruir la plaza americana de Portobello con tan sólo seis navíos, tal como había prometido meses antes en la Cámara de los Comunes. La noticia fue recibida con gran júbilo por los comerciantes y armadores londinenses, que vieron en esta acción el inicio de una era de prosperidad, al ampliarse considerablemente sus posibilidades comerciales en el continente americano (todavía existe un tradicional y famoso barrio londinense que lleva este nombre). Por este motivo encargaron y financiaron numerosas emisiones de medallas conmemorativas celebrando este acontecimiento. En los primeros días de 1740, el almirante Vernon atacó la fortaleza del Chagre que fue completamente destruida. Nuevamente la noticia se recibió con júbilo en la metrópolis, volviéndose a acuñarse medallas conmemorativas de esta victoria. Quedaba por conquistar la legendaria plaza de Cartagena de Indias y para ello, en enero de 1741 los británicos habían reunido en Port Royal las escuadras más importante que nunca había surcado las aguas americanas, al mando del prestigioso almirante Vernon. Las circunstancias favorecieron los intereses británicos muy pronto, a mediados de marzo la flota francesa recibió la orden de regresar a Europa y la española zarpó rumbo a Cuba, donde se pensaba que iría dirigido el ataque, quedando así prácticamente desprotegida la estratégica ciudad de Cartagena de Indias. Sin embargo al frente de la defensa de la villa se encontraba el ilustre marino Blas de Lezo y Olabarrieta, nacido en 1687 en la villa de Pasajes (Guipúzcoa) (Figura 2). Para esas fechas, el marino guipuzcoano había recibido numerosas heridas que le habían mutilado el cuerpo (había perdido la pierna izquierda en 1704, en la batalla de Vélez-Málaga contra la flota anglo-holandesa, poco después el ojo izquierdo y en 1714 su brazo derecho quedaba inutilizado en el sitio de Barcelona), pero no su valor y arrojo.


Figura 2.- Lugar de nacimiento de Blas de Lezo en Pasajes de San Pedro.


Figura 3.- Retrato de Blas de Lezo.

El 15 de marzo se presentaba ante la ciudad una impresionante flota británica compuesta por 8 grandes navíos de tres palos, 28 de línea, 12 fragatas de combate, 130 navíos de transporte, algunos brulotes, 9.000 hombres de desembarco, 2.000 “negros macheteros” de Jamaica y 15.000 marineros, además de la escuadra angloamericana compuesta por 2.763 marines, bajo el mando de Lawrence Washington, hermano del futuro libertador de Estados Unidos. En suma, casi 29.000 hombres de guerra contra una ciudad de 20.000 habitantes, defendida por 6 barcos, 1.100 soldados veteranos, 400 bisoños, 600 marineros, 300 milicianos y 600 indios, negros y mulatos, en total unos 3.000 hombres. Bajo estas condiciones todo hacía presagiar el éxito de los ingleses y durante un mes se prolongó el ataque de la flota británica sobre la ciudad, defendida heroicamente día tras día.


Figura 4.- Maqueta del asedio a Cartagena de Indias.

Durante el asedio, se destruyeron las fortificaciones de Cartagena que guardaban la entrada de la Bahía, este hecho fue interpretado  como  señal de  inminente victoria, de forma que Vernon envió a Londres la corbeta “Spencer” con la noticia. La llegada de la corbeta a la capital británica el 17 de mayo fue a su vez interpretada en Londres como un nuevo éxito del almirante, y se volvieron a acuñar medallas en las que Blas de Lezo, arrodillado (pero con las dos piernas y brazos milagrosamente intactos), se rendía al almirante inglés, con la leyenda “El orgullo español vencido por el almirante Vernon” (Figura 5). La mayoría de ellas están fabricadas con una aleación de  tres partes de zinc y cuatro de cobre, y a veces están sobredoradas, lo que les confiere un noble y áureo aspecto. Algunas de estas medallas pueden verse expuestas en las salas del Museo Naval de Madrid. Sin embargo los acontecimientos no discurrieron según las previsiones. La heroica resistencia del guipuzcoano, provocó que la flota inglesa se retirara diezmada sin lograr cumplir su objetivo. A partir de este momento la buena estrella de Vernon se eclipsó, mientras que Blas de Lezo – que fallecería al poco tiempo debido a las numerosas heridas recibidas- pasó a la Historia como uno de los más importantes marinos de su época.


Figura 5.- Medalla conmemorativa de la batalla de Cartagena de Indias y detalles de la misma.

El asedio de 1741 logró reunir la mayor flota de guerra inglesa del período colonial, amenazando seriamente la presencia española en el Caribe. De haber vencido en Cartagena de Indias, la historia de Hispanoamérica habría sido otra, probablemente Gran Bretaña habría ocupado Nueva Granada, y España se habría visto obligada a ceder territorio en América. Por este motivo, la victoria española de 1741 aseguró por setenta años más la hegemonía colonial de la Corona y desalentó -al menos en el Caribe-, nuevas incursiones de Inglaterra.

En este caso –excepcionalmente-, el acontecimiento que representa la medalla, jamás llegó a producirse, pero tiene una fácil explicación en el apresuramiento de los mercaderes londinenses, que tras dos grandes victorias del almirante Vernon y ante su aplastante superioridad numérica, daban por seguro el éxito de la misión. No obstante se toparon con el valor de un hombre excepcional como Blas de Lezo. De esta forma, la medalla acuñada originalmente para gloria y honor del almirante británico Vernon, ha terminado convirtiéndose en un valioso documento histórico, que evoca precisamente la gesta del marino español.


Figura 6.- Monumentos al marino guipuzcoano Blas de Lezo en Cartagena de Indias (Colombia) y Madrid (España).


(1)  El asedio de Cartagena de Indias tuvo  lugar en el contexto de la denominada “Guerra de la oreja de Jenkins”, cuya denominación deriva del acontecimiento que constituyó el “casus belli” de dicho conflicto según la historiografía anglosajona. En 1731 el guardacostas español “La Isabela” apresó al navío contrabandista “Rebbeca”, y su capitán, Juan León Fandiño, antes de liberar al capitán de la nave inglesa Robert Jenkins, le cortó una oreja diciéndole: “Ve y di a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. Jenkins recogió su apéndice auditivo y con él conservado en un frasco con alcohol, se presentó en el Parlamento Británico para quejarse del trato recibido y transmitir el mensaje. El Parlamento considero el hecho como un insulto al monarca Jorge II de Inglaterra y declaró la guerra a España, conflicto que  tuvo como campo de batalla las aguas del Caribe y se extendió durante una década entre 1739 y 1748. 

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