El origen de las
monedas islámicas. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 74(1277)
(Octubre 2018): pp. 46-49.
Miguel Ibáñez Artica
La repentina
expansión musulmana, ocupando territorios de los imperios Sasánida (la antigua
Persia) y Bizantino en unos pocos años, hizo que en los primeros momentos los
conquistadores adoptaran las estructuras administrativas de los pueblos
ocupados, incluyendo los tipos monetarios autóctonos.
El
nacimiento del Islam ocurre en un momento muy crítico, tanto el emperador bizantino
Heraclio (610-641 d.C.) como el Sasánida Cosroes II (590-628 d.C.) habían
accedido al trono tras el asesinato de sus predecesores. En el momento en que
el emperador Heraclio asciende al trono, el imperio bizantino se encuentra
seriamente amenazado por los sasánidas, y durante su mandato organiza una
contraofensiva que consigue derrotar a los persas. Tras el asesinato del rey
sasánida Cosroes, el país se sumerge en la anarquía y desintegración, momento
aprovechado por los árabes para conquistar Persia. A diferencia de lo que había
ocurrido siglos antes con las conquistas de Alejandro Magno, los árabes se
concentraron en las ciudades y no podían contraer matrimonio con personas de
etnias diferentes, tampoco les estaba permitido aprender la lengua de los
territorios ocupados o leer su literatura con el fin de mantener su cohesión
cultural y política.
También se
producen divisiones entre los musulmanes, tas la eliminación de Otmán (656
d.C.) le sucede Alí, cuestionado por muchos -entre ellos la viuda de Mahoma-,
que le acusaban de haber instigado el asesinato de su predecesor, lo que
desemboca en una guerra civil con los parientes del califa asesinado, los Omeya
(este es el inicio del ancestral conflicto que enfrenta las ramas del Islam
suníes y chiítas, aún vigente en la actualidad). Con el posterior asesinato de
Alí el año 661 d.C. y la proclamación de Muawiya se inaugura el Califato Omeya
que durará hasta el 750 d.C. en que es sustituido por el Califato Abasí (con
posterioridad, el califato Omeya
resurgirá, en el Emirato independiente de Córdoba con Abderramán I en el 756 d.C., convertido en
Califato independiente por Abderramán III en el año 929 d.C.).
Es durante el califato Omeya (661-750 d.C.) cuando se
produce la mayor expansión del Islam, y comienzan a acuñarse las primeras
monedas en los dos imperios conquistados, manteniendo durante medio siglo dos
sistemas monetarios diferentes, uno basado en la plata: el dracma sasánida, y
el otro en el oro: el sólido bizantino.
La moneda de plata sasánida era
delgada y ancha, con un módulo de 31-33 mm, y un peso de unos 4 g. Las
emisiones eran prorrogativa real, y durante todo el Imperio Sasánida (224-651
d.C.) mantuvieron la misma tipología: en el anverso el busto real mirando a la
derecha, o más raramente algún dios o el heredero (Figura 1a, c). La figura presenta una característica corona,
consistente en una diadema adornada con elementos sagrados como alas o el korymbos (un moño de pelo con forma de
bola, cubierto por un paño). En el reverso aparece un altar de fuego
zoroastriano, flanqueado por la doble representación del rey.
Durante varios años desde el 652
d.C. o 31 de la Hégira (Figura 1b),
los musulmanes copiaron estas monedas, añadiendo algunas palabras o frases, e
incluso la leyenda “Mahoma es el mensajero de Dios”, primera vez que se cita al
Profeta en una moneda en el año 689 d.C. o 70 de la Hégira (Figura 2a).
Figura 1.- a: Dracma sasánida de
Yazgird III; b: Dracma árabe-sasánida a nombre de Yazgird III acuñado el año 31
de la Hégira (652 d.C.), una de las primeras emisiones islámicas de tiempos del
califa Otmán; c: Dracma sasánisa de Cosroes II; d: Dracma árabe-sasánida a
nombre de Cosroes II del año 75 de la Hégira (694-5 d.C.) de tiempos de Abd
al-Malik.
Ya en el año 691/2 (72 de la Hégira)
aparecen monedas híbridas donde las imágenes del reverso han sido sustituidas
por textos coránicos (Figura 2c), y a
finales del siglo VIII desaparecen las representaciones de figuras que son sustituidas
por leyendas en árabe, pero manteniendo el mismo formato de moneda. Había
nacido el Dirhem musulmán, término que procede del griego “dracma”.
Figura
2.- a: Dracma árabe-sasánida
acuñado el año 70 de la Hégira (689 d.C.), con leyenda en el anverso: “Mahoma
es el mensajero de Dios”. Primera moneda donde figura el nombre del Profeta; b:
Dracma híbrida árabe-sasánida-bizantina acuñado el año 75 de la Hégira (694-5
d.C.); c: Dracma árabe-sasánida con leyendas árabes en reverso, acuñado el año
72 de la Hégira (691-2 d.C.).
Con respecto a
las primeras emisiones de oro y cobre musulmanas, se acuñaron para circular en
los territorios bizantinos conquistados, Siria y Egipto. También en este caso,
los primero sólidos árabe-bizantinos, emitidos entre los años 692 y 694 d.C.,
imitaban la prestigiosa moneda bizantina de Heraclio (Figura 3a), que en su anverso presenta tres figuras de pie
(Heracles, Heraclio Constantino y Heraclonas), mientras que en el reverso, la
cruz se sustituyó por una columna rematada por una esfera, con una leyenda en
árabe que rodea la figura: "En el nombre de Dios, no hay dios sino Dios,
Mahoma es el mensajero de Dios" (Figura
3b). También se imitó otro tipo donde aparece la figura barbada de Heraclio
junto con la de su hijo Heraclio Constantino (Figura 3c, d), manteniendo en este caso las leyendas latinas del
reverso.
Estas monedas
fueron rechazadas por el emperador bizantino que prohibió su circulación, y
Justiniano II emitió nuevos sólidos donde aparece el emperador de pie portando
la cruz, y en el anverso el busto de Jesucristo (Figura 3e). La respuesta del califa Abd al-Malik fue la emisión en
el año 595/6 d.C. (76 de la Hégira) de dinares de oro, donde por primera vez
aparece la figura del califa, de pie y portando una espada en la cintura (Figura 3f).
Las primeras
emisiones islámicas de la Península Ibérica (Figura 4a) también son bilingües con la leyenda latina en el
anverso: FERITOSSOLIINSPANAN ("FeRITOS SOLIdus EN ESPAÑA
ANNO"), y en el reverso en caracteres cúficos: "En el nombre de Dios,
este dinar fue acuñado en Al-Andalus el año 98). También en el norte de África
se emitieron medios sólidos y tremisses de imitación bizantina (Figuras 4b-d).
Figura
3.-
a:
Sólido de Heraclio; b: imitación árabe-bizantina del 692-694 d.C.; c: sólido
bizantino con los bustos de Heraclio y su hijo; d: imitación árabe de la moneda
anterior; e: sólido de Junstiniano II con la imagen del rostro de Jesucristo en
el anverso; f: dinar de Abd al-Malic con la figura del califa de pie portando espada,
acuñado en Damasco el año 76 de la Hégira (695/6 d.C.).
Así
como las monedas de oro se acuñaban preferentemente en Damasco, las pequeñas
piezas de bronce, imitaciones de los follis bizantinos, se emitieron en muchas
cecas locales. Recibieron el nombre de “fals” (en plural “felus”), término
derivado de “follis”, y en una primera fase copiaron los modelos bizantinos (Figura 4e), llegando incluso a mantener
la figura de la cruz, pero colocando el caracteres árabes el nombre de la ceca
emisora (Hims= Emesa, Iliya-Filastin= Jerusalén, Aleppo...).
En
Damasco se acuñaron también feluses de cobre con la imagen del califa Abd
al-Malik, a imitación de las representaciones que figuran en los dinares (Figura 4f), y que también aparece en
algunos raros dirhems de plata de tipo sasánida (Figura 2b).
Figura
4.-
a:
Sólido español árabe-latino acuñado el año 98 de la Hégira (716-7 d.C.); b, c: medios
sólidos africanos árabe-latinos acuñados entre el 704 y el 715 d.C.; d:
tremissis árabe-latino de la misma época; e: feluses árabe-bizantinos donde se
conserva la figura de la cruz. f: feluses de Damasco que presentan la figura
del califa. Esta característica representación aparece en una escultura de un
palacio omeya en Khirbat al-Mafjar, cerca de Jericó en Palestina (figura del
fondo).
Podría decirse
que a finales del siglo VII, se produjo una verdadera “guerra de monedas”,
donde mientras los bizantinos resaltaban al máximo los motivos cristianos, por
parte islámica -y tras un corto período donde se destaca la figura del califa-, los motivos
iconográficos desaparecen en el año 696/7 (77 de la Hégira), sustituyéndose por
leyendas cúficas de frases extraídas de las suras coránicas, tendencia que se
prolongará durante los siglos venideros en las acuñaciones bizantinas e
islámicas como elemento de propaganda política y religiosa.
Bibliografía:
Grierson, Ph., 1960. The Monetary Reforms of Abd
al Malik: Their metrological Basis and Their Financial Repercussions. J. of the Economic and Social History of the
Orient 3(3): 241-264.
Tradwell, L., 2009. Abd al-Malik’s Coinage
Reforms: the Role of the Damascus Mint. Revue
Numismatique 165: 357-381.