La Hiperinflación
griega de 1944 a través del papel moneda. Artículo
publicado en: Eco Filatélico y Numismático 72(1256)
(Noviembre 2016): pp. 56-57.
En
los últimos meses (2016(1)), la comprometida situación económica de
Grecia ha acaparado las noticias de los medios de comunicación, pero no es la
primera crisis económica importante que sufre el país heleno. Como muchos otros
Estados a lo largo de su historia reciente, Grecia también padeció una profunda
crisis inflacionaria al término de la Segunda Guerra Mundial, que queda
perfectamente reflejada en los billetes, con valores de millones de dracmas,
emitidos en esos momentos.
Remontándonos
a los orígenes de la moneda, las piezas metálicas y redondas convencionales que
utilizamos de forma cotidiana, tienen su lugar de nacimiento en Asia Menor, de
donde pasaron a Grecia. Entre las primitivas emisiones griegas, la más conocida
es el Dracma, cuyos antecedentes se remontan a las premonedas rituales de
hierro, no muy diferentes de las utilizadas hasta bien avanzado el siglo veinte
en algunas regiones subsaharianas.
El tirano Fidón de Argos, a finales
del siglo octavo antes de nuestra Era, estableció un sistema de pesas y
medidas, tomando como unidad el óbolo, una fina barra de metal similar a un
espeto o asador, posiblemente utilizado en los sacrificios rituales religiosos(2).
El conjunto de seis varillas u óbolos que se podían sujetar con una mano
recibió la denominación de “dracma”, y poco más tarde cuando comenzaron a
fabricarse monedas de plata en Atenas, “heredaron” los mismos nombres de las
antiguas premonedas de hierro: óbolos y dracmas. En esta época la moneda de un
dracma contenía 4,3 gramos de plata.
Con algunas excepciones (Esparta
mantuvo durante algún tiempo las primitivas monedas de hierro) el sistema de
óbolos y dracmas de plata se expandió por toda Grecia, donde la moneda más
frecuente acabó siendo el tetradracma ateniense, cuyas primeras emisiones se
remontan al siglo V a.C., y que presenta el perfil de la diosa Atenea en el
anverso y el mochuelo con una rama de olivo en el reverso, motivo que se
mantiene en la actual moneda de un euro de Grecia (Figura 1).
Figura 1.- Billetes de cinco millones de
dracmas y sobre ellos, tetradracmas atenienses (s.V y IV a.C) y monedas de un
euro actuales.
Sin embargo, la historia del dracma
es intermitente, tras la desaparición del Imperio Romano, Grecia quedó
integrada en el Imperio Bizantino que perduró desde el siglo quinto de nuestra
Era hasta 1453. En este tiempo las monedas circulantes en la zona fueron los
sólidos, silicuas y follis bizantinos, si bien en algunas regiones, a partir
del s. XIV circularon los dineros torneses de origen francés (3).
Tras la caída del Impero Bizantino,
Grecia fue incorporada al Imperio Otomano, hasta que con el apoyo de las potencias europeas recobró el estatus de estado independiente a comienzos del
siglo XIX. En 1827 se proclamaba el primer gobernador de la nueva república, y
el 8 de febrero de 1833 se establecía el dracma como la moneda de curso legal
del País Helénico, moneda que se mantuvo con vicisitudes hasta ser sustituida
por el euro el primero de enero del 2002.
Durante los siglos XIX y XX, Grecia
padeció constantes vaivenes políticos, alternando épocas de monarquía con otras
de república, incluso durante la Primera Guerra Mundial existieron dos
gobiernos, uno pro-alemán a favor del rey,
ubicado en Atenas; y otro pro-británico, con sede en Salónica.
Una de las principales amenazas para la economía de un país,
es la aparición de una hiperinflación, es decir una inflación descontrolada en
la que los precios se incrementan rápidamente, mientras la moneda pierde su
valor. El principal causante de este fenómeno es el aumento masivo de la
cantidad de dinero puesto en circulación, que no se encuentra respaldado por el
crecimiento de la producción de bienes y servicios. El desequilibrio entre la
oferta y demanda de dinero provoca la pérdida de confianza en la moneda y la
bancarrota del sistema.
En todas las épocas de la historia se han producido fenómenos
de inflación más o menos graves (son bien conocidas en España las sucesivas
crisis de la moneda de vellón en el siglo XVII(4)), pero los
procesos de hiperinflación, caracterizados por la emisión de papel moneda con
valores millonarios -e incluso billonarios-, es un fenómeno relativamente
reciente. Se inicia en la República de Weimar (nombre con el que se identifica
a Alemania en el período entre guerras) entre 1921 y 1923, y por el momento
termina con la hiperinflación que asoló a Zimbawe entre 2006 y 2009.
Durante
el segundo semestre de 1944, se imprimieron en Grecia billetes con valores
millonarios que oscilan entre el de un millón de dracmas (que comenzó a
circular a finales de junio de 1944), y
el de cien mil millones de dracmas, emitido el 3 de noviembre del mismo año (Figura 2).
Figura 2.-
Billetes hiperinflacionarios emitidos en Grecia entre los meses de junio y
noviembre de 1944.
Este brutal episodio
de hiperinflación fue una consecuencia más de la guerra. Cuando comenzó el
conflicto, Grecia contaba con una estabilidad fiscal y
monetaria consolidada, pero durante la ocupación alemana la economía se
derrumbó, al forzar una excesiva contribución a la financiación de las
operaciones militares extendidas por todo el sudeste de la cuenca mediterránea.
El déficit público y los gastos militares extranjeros fueron financiadas
exclusivamente con la fabricación de más papel moneda, y los gobiernos títeres
y el Ejército de Ocupación obligaron al Banco de Grecia a crear más y más
dinero de papel a golpe de imprenta.
Aunque
Atenas fue liberada por los británicos el 14 de octubre de 1944, curiosamente
los billetes con valores más altos, de diez mil millones y cien mil millones de
dracmas, fueron emitidos en los días posteriores, el 20 de octubre y el 3 de
noviembre respectivamente. Ese mismo mes se puso en marcha un proyecto de
reforma monetaria, estableciendo un nuevo dracma que equivalía a cincuenta mil
millones de “dracmas viejos”.
Notas:
(1) El presente artículo fue publicado
en el año 2016, cuando la situación de Grecia era crítica y el
Estado debía ceder una serie de organismos públicos como las compañías de aguas
de Atenas y de Salónica, la empresa distribuidora de electricidad y el metro de
Atenas, así como las acciones públicas en la compañía telefónica OTE, para
conseguir el “tercer rescate de Grecia” por parte del FMI y la troika
comunitaria.
(2) En las excavaciones realizadas en
el templo Hereo de Argos a finales del s. XIX, bajo la dirección del arqueólogo
norteamericano Ch. Waldstein, se descubrió un conjunto de 180 asadores todos
ellos de la misma longitud (120 cm.) que corresponden con los óbolos rituales
que dieron su nombre a las monedas.
(3) Incluso una compañía de mercenarios creada por el monarca Carlos II de
Navarra, denominada “compañía blanca” o
“compañía de Navarra”, e integrada por navarros y gascones, llegó a gobernar el
Peloponeso entre 1383 y 1387.
(4) Ver artículos: La aventura de los resellos castellanos
del siglo XVII sobre monedas de vellón y cobre. (Febrero, 2004) Eco
Filatélico y Numismático 60(1116): pp- 44-45.
Picaresca en
los resellos castellanos del siglo XVII. (Marzo, 2004) Eco
Filatélico y Numismático 60(1117): pp. 48-49
Bibliografía:
Hiodinou, V., 2004. Black market, hyperinflation and
hunger, Greece 1941-1944. Food and
Foodways 12 (2/3): pp. 81-106.
Lazaretou, S., 2003. Greek monetary economics in retrospect. The aventures of the drachma.
Bank of Greec, Econ. Res. Depart. Working Paper 2: 41 pp.
Makinen, G.E., 1986. The Greek Hyperinflation and
Stabilization of 1943-1946. The Journal
of Economic History 46(3): pp. 795-805