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miércoles, 15 de marzo de 2017

El español en monedas y jetones.

El español en monedas y jetones. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 72(1253) (Julio/Agosto 2016): pp. 45-47.

Miguel Ibáñez Artica.






            Desde el siglo primero antes de nuestra Era, cuando tras la batalla de Munda el 45 a.C., la escritura en caracteres “ibéricos” comenzó a abandonarse para desaparecer en tiempos de Augusto, los textos que figuran de las monedas hispanas fueron redactados en latín durante las Edades Media y Moderna (con la excepción del período de ocupación musulmana en el que se utilizó el árabe) hasta comienzos del siglo diecinueve.

En Barcelona, durante la ocupación francesa, se produjeron diferentes emisiones con la leyenda en castellano (monedas de plata de 5, 2,5 y una peseta, y de cobre de 4, 2, 1 y ½ cuarto) emitidas a nombre de José Napoleón entre 1808 y 1814 (Figura 1a), y poco después, en 1822 y 1823 a nombre de Fernando VII con las leyendas: “FERNANDO 7 POR LA GRACIA DE DIOS Y LA CONSTITUCION”, y “REY DE LAS ESPAÑAS”” (Figura 1b).


Figura 1.- Monedas con leyendas en español, acuñadas en Barcelona a nombre de José Bonaparte y Fernando VII.

            Aunque estas monedas suelen figurar como las primeras que presentan la leyenda escrita en español, las emisiones más antiguas en castellano se remontan al siglo XVI: son las piezas de vellón de dos cuartos, acuñadas en las cecas de Burgos, Valladolid y La Coruña entre 1566 y 1598.

Se trata de unas modestas moneditas, relativamente comunes y que suelen estar muy recortadas, con lo que las leyendas no suelen estar completas (Figura 2). En el anverso rodeando al castillo, podemos leer: “+ DON º PHILIPPE º”, mientras en el reverso, circundando la figura del león, aparece el texto: “+ REI º DE º HESPANA º”. Estas piezas, las primeras monedas españolas que presentan sus textos escritos en castellano, convivieron con otras similares, pero con leyendas escritas en latín, acuñadas con el mismo valor de dos cuarto en las cecas de Cuenca, Granada, Segovia y Toledo.


Figura 2: Las primera monedas con leyendas en español en tiempos de Felipe II.

            Este intento de “popularizar” la moneda, utilizando el castellano en vez de la tradicional lengua culta itálica, no llegó a cuajar y no tuvo continuidad, así que durante los siguientes reinados hasta comienzos del siglo XIX, las leyendas monetarias siguieron redactándose en latín.

            La “normalización” del uso del castellano, vino como consecuencia de la entrada de España en el “Nuevo Régimen”, lo mismo que previamente había ocurrido en Francia a partir de la Revolución Francesa, donde a partir de los decretos del 9 de abril de 1791 y 6 de febrero de 1793 los textos de las monedas en latín fueron definitivamente sustituidos por el francés. Sin embargo, tal como hemos visto que ocurrió en España, en Francia también existía un precedente, en este caso de época medieval: la moneda de vellón con valor de medio carlín acuñada en la villa de Aquila (reino de Nápoles) a nombre de Carlos VIII (1483-1498) donde figuran las leyendas “CHARLES*ROI*DE*FRE” y “+CITE*DE*LEIGLE” escritas excepcionalmente en francés (Duplessy, 1988, nº 623).

            Los inicios del uso del español en las monedas de forma generalizada(1), se dan durante el denominado “Trienio Liberal”, entre 1820 y 1823, desapareciendo completamente en el período siguiente denominado “Década Ominosa” (1823-1833), para volver a reaparecer, esta vez de forma definitiva en el estado liberal surgido durante el reinado de Isabel II (1833-1868). Las primeras monedas en oro y plata con leyendas en castellano se corresponden con las emisiones de piezas de 80 y 20 reales de la ceca de Madrid en 1834, mientras que las de cobre comienzan un año más tarde en la ceca de Segovia (Figura 3).


Figura 3: Primeras monedas de oro, plata y cobre, acuñadas con las leyendas en castellano bajo el reinado de Isabel II.

            Además de lo comentado hasta ahora sobre el empleo de la lengua española en los epígrafes monetarios, hay que mencionar un hecho muy poco conocido: su uso en el siglo XVI en los jetones emitidos por los monarcas navarros (que gobernaban en la denominada “Navarra Francesa” o “Baja Navarra”) (Figura 4).


Figura 4.- Jetones de la Navarra francesa en español.

            En primer lugar encontramos dos tipos de jetones de Antonio de Borbón, rey consorte de Navarra desde 1555 hasta su muerte en el sitio de Rouen en 1561, donde aparece en el anverso la enigmática leyenda “NO SON TALES MYS AMORES”. En este tipo, emitido en plata en 1555 y en cobre en 1560, figura en el anverso la referida leyenda en castellano y un escudo coronado semipartido: a la izquierda, los escudos de Navarra y Borbón, y a la derecha los de Navarra, Albret, Bearn, Armañac-Rodez, Evreux, Aragón, Castilla y León, y Bigorre en el centro. Todo ello entre dos ramas de rosal entrelazadas. En el reverso, la leyenda “AD CALCVLOS REVERTERE 1555 (o 1560)”y  el escudo coronado cuartelado de Navarra y Borbón, rodeado del collar de San Miguel (Figura 5). Esta última leyenda, que podemos traducir por “el regreso al cálculo”, tal vez podría referirse a la intrusión que en esos momentos hacía el álgebra como herramienta matemática, compitiendo con la tradicional forma de llevar la contabilidad administrativa con ayuda de jetones.

            Un segundo tipo emitido en plata, muestra el mismo anverso con la leyenda en castellano, y en el reverso: “EX TOTO PARS EX VERO SIMILE” con un corazón en el centro rodeado de seis crucecitas, todo ello dentro de un óvalo.


Figura 5.- Jetones de Antonio de Borbón (1555 y 1560) con leyenda en español “NO SON TALES MYS AMORES”.

            También la reina Juana III de Navarra, esposa de Antonio de Borbón emitió un tipo en plata, cobre y latón con la leyenda en castellano “HASTA LA MVERTE” en el reverso. El anverso de esta emisión presenta el busto real con tocado de viuda  mirando a la derecha y la leyenda “IEHANNE PAR LA G. D. DIEV RE D. NAVAR” y en el reverso una gran letra S cruzada por una barra y la mencionada leyenda “HASTA LA MVERTE” (Figura 6).


Figura 6.- Jetones de Juana de Albret con la leyenda en castellano: “HASTA LA MVERTE”.

En este caso, dado que el busto de la reina presenta el característico tocado de viuda, estos jetones tuvieron que emitirse en la década comprendida entre 1562 (muerte del rey) y 1572 (fallecimiento de la reina Juana).

            Resulta problemática la interpretación de las leyendas “NO SON TALES MYS AMORES” y “HASTA LA MVERTE”. En el primer caso, habida cuenta de que este tipo de jetones comienza a emitirse en 1555, fecha en la que Antonio de Borbón es rey consorte de Navarra, en el mejor de los casos, podríamos hacer una interpretación de esta divisa en el sentido de que Antonio, en una declaración de modestia,  no ambicionaba los bienes terrenales, representados por este jetón que servía para llevar las cuentas de ingresos y gastos de la casa real (la leyenda rodea el escudo de la reina). Pero dadas las vicisitudes del momento, esta frase parece vaticinar lo que acaecería pocos años más tarde cuando Antonio se pasa al bando católico, mientras Juana sigue defendiendo tenazmente la causa protestante(2).

            Más sencilla resulta la interpretación de la segunda leyenda “HASTA LA MVERTE”, habida la firme creencia de la reina Juana en el protestantismo, que abrazó en 1560, imponiendo el calvinismo en todos sus dominios. En esos años proliferaban los enfrentamientos entre católicos y hugonotes (denominación que se daba a los calvinistas), y precisamente Antonio de Borbón, esposo de Juana, se había pasado en 1561 al bando católico, falleciendo un año más tarde mientras sitiaba a los protestantes en Rouen. Con esta divisa, escrita en castellano, la reina reafirmaba sus convicciones religiosas de forma inequívoca “Hasta la muerte”.

            Estos jetones emitidos en la Navarra Francesa, parecen establecer un diálogo premonitorio entre Antonio y Juana. A la afirmación del primero de “no son tales mis amores”, leyenda que rodea el escudo de Juana de Albret, ésta, tras el fallecimiento de su marido contesta con una reafirmación en su fe protestante “hasta la muerte”. La causa de que estas leyendas figuren excepcionalmente en castellano y no en latín, como en el resto de las numerosas monedas y jetones emitidos en la Navarra Francesa y Bearne, permanece siendo un misterio difícil de resolver.

            Como curiosidad, y a pesar de que en los primeros tiempos de la emancipación de los Estados Unidos de América se utilizó el denominado “Spanish dollar” o Real de a 8 español como moneda oficial(3), la primera vez que aparece un texto redactado en castellano en una moneda de Estados Unidos, es en marzo del 2009, cuando se emite la pieza de 25 centavos dedicada a Puerto Rico, en esta denominada “peseta puertorriqueña” o “peseta boricua” aparece la frase en español “Isla del Encanto”.


Notas:
(1)                  Se produce una excepción, con textos nuevamente redactados en latín, en algunas emisiones del pretendiente Carlos VII (1868-1876).   
(2)            Más conocido que la presencia del castellano en los jetones de la reina de Navarra, resulta su mecenazgo en la traducción del Nuevo Testamento al euskera, la conocida “Biblia protestante de Leizarraga” (Iesus Christ Gure Iaunaren Testamentu Berria). El ejemplar que estuvo en posesión de la Reina Juana fue adquirido por 33 millones de las antiguas pesetas el 15 de marzo de 1995 por la Caja de Ahorros de Navarra y depositado en la Biblioteca General de Navarra el año 2014.
(3)          Ver el artículo: Elorigen de las Columnas de Hércules en la moneda española. Eco Filatélico y Numismático 68(1204) (Febrero 2012): pp. 42-43.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Las "monedas castor".

Las “monedas castor”. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 70(1236) (Enero, 2015): pp. 46-47.

Miguel Ibáñez Artica.

Durante el pasado año (2014) se acuñó una pequeña moneda conmemorativa en oro que presenta la figura de un castor, imagen diseñada para las monedas de cinco céntimos de Canadá en 1937 por G.E. Kruger Gray, y que se ha mantenido ininterrumpidamente en todas las emisiones canadienses de este tipo monetario desde hace más de 75 años (Figura 1).


Figura 1.- Moneda de oro conmemorativa y monedas canadienses de 5 céntimos de distintos años.

Esta circunstancia nos sirve de excusa para comentar algunas monedas conocidas con el nombre de “monedas castor” y que presentan un mayor valor histórico, aunque en algunos casos no se trata de verdaderas monedas “sensu stricto”, sino de “tokens” o monedas de uso local. Se da la paradoja de que mientras algunas piezas conmemorativas son consideradas oficialmente como monedas, cuando en realidad no han circulado ni circularán nunca, otras, en ocasiones no metálicas, ni con la típica forma redondeada, han circulado y cumplido plenamente las funciones monetarias en un determinado contexto, a veces local o sustituyendo al numerario oficial, cuando este escaseaba o era rechazado.

La primera de estas emisiones ocurrió en plena “fiebre del oro” del oeste americano, cuando en febrero 1849, los habitantes de Oregón decidieron establecer una fábrica de moneda en la ciudad con el fin de amonedar las grandes cantidades de polvo de oro recientemente descubierto en California, pero este plan se abortó con la llegada del general Joseph Lane, primer gobernador de la zona, quien ante la propuesta de las autoridades locales, señaló que según la Constitución de los Estados Unidos,  solamente el gobierno federal podía emitir moneda de curso legal.  A pesar de ello, un grupo de comerciantes consiguieron acuñar más de 50.000 piezas de oro macizo de diez y cinco dólares. 

Estas monedas llevan la fecha de emisión (1849), el nombre de la empresa (Oregon Exchange Company), la denominación de su valor (5 o 10 dólares), la imagen de un castor, y las iniciales de los accionistas de la compañía (Kilborn, Magruder, Taylor, Abernethy, Willson, Rector, (Gill) Campbell, y Smith) (Figura 2), y se mantuvieron  en circulación hasta 1854, fecha en que se creó la Casa de Moneda de San Francisco. En esos momentos, el oro contenido en las monedas valía más del 8% de su valor nominal, por lo que la mayoría de las piezas se fundieron, conservándose en la actualidad apenas medio centenar de ejemplares en colecciones privadas, la mayoría de los cuales presentan un deficiente estado de conservación al contener oro puro que se desgasta y erosiona con gran facilidad.


Figura 2.- “Monedas” de oro puro acuñadas en Oregón durante la “Fiebre del oro”.

Podríamos afirmar que la “moneda castor” más genuina es la utilizada por los indios Kutchin del territorio Yukon (al este de Alaska), quienes consideraban las pieles de castor como moneda. El año 1670 se creó la Compañía de la Bahía de Hudson (HBC) y el monarca inglés Carlos II le otorgó el monopolio comercial de las pieles en una vasta e inexplorada región de casi cuatro millones de kilómetros cuadrados (Figura 3).


Figura 3.- Comercio de pieles con los indios y (en rojo) zona de actuación de la Compañía de la Bahía de Hudson. A la derecha, “tokens” emitidos por la Compañía equivalentes a pieles de castor, encima un colgante con forma de creciente donde se han acuñado en relieve la figura de un castor y los símbolos de la compañía.

En los primeros años del siglo dieciocho se publicaron numerosos bandos y panfletos, que establecían el precio de diferentes productos (pólvora, tabaco, calderos, hachas, anzuelos, cuchillos, cucharas, carne de cerdo etc…) en número de pieles de castor (Figura 4) como referencia monetaria. Los pueblos indígenas rechazaban la moneda occidental, pero aceptaban como moneda objetos de adorno de plata, lo que se conoció como “trade silver”, y aquí encontramos la “moneda castor”, más original y curiosa: unos colgantes con forma de castor, con las marcas de la compañía (HB) e indicación del lugar de emisión (Montreal). Los pequeños colgantes de plata con forma de castor, equivalían a una piel de dicho animal, y con los más grandes, como el que se ilustra (Figura 6), se podían adquirir diez pieles de este apreciado roedor (de nombre científico Castor canadensis).


Figura 4.- Piel de castor, lista de precios de diferentes productos expresados en número de pieles de castor y “token” de la Compañía del Noroeste con la figura de un castor.



Figura 5.-
b y c: “Tokens” de plata con forma de castor; a: Token recortado en lámina y sin aspecto tridimensional; a: Token de cobre con forma de castor, detrás una imagen del libro de D. Taxay “Money of the American Indians” (1970).

            A pesar de su curioso aspecto (Figura 6), estos colgantes están realizados con una lámina de plata de peso y tamaño determinado (Figura 5a), sobre la que se han estampado diferentes marcas (nombre de la entidad emisora, localidad de la fabricación…) y cumplen una misión monetaria concreta no muy distinta de la que tienen las verdaderas monedas. En 1857 la Compañía emitió tokens (monedas locales) con valor de 1, ½, ¼ y 1/8 pieles de castor (Figura 3). No son estas las únicas “monedas” que se fabricaron relacionadas con el comercio de las pieles, la Compañía del Noroeste, que comenzó a funcionar en 1775 era la principal empresa competidora de la HBC, y en 1820 fabricó en Birmingham (Inglaterra) tokens con la figura de un castor (Figura 4).



Figura 6.- “Token” de plata con forma de castor.