Imágenes de
especies extinguidas en la moneda griega: El “silfio”, una planta desaparecida
en tiempos del emperador Nerón. Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 62(1146)
(Noviembre 2006): pp. 46-47.
Miguel Ibáñez Artica.
En la Grecia Clásica era frecuente
representar en las monedas numerosas y variadas especies de plantas y animales,
unas veces reales, como leones, cabras, toros, delfines, palomas, liebres,
águilas, cangrejos, etc... y otras fantásticos, como pegasos, grifos, quimeras,
gorgonas, etc.... (Figura 1). En
algunos casos los animales y plantas representados eran los símbolos totémicos
de la ciudad, el ejemplo más conocido es la lechuza que simboliza a la diosa
Atenea, patrona y protectora de la ciudad de Atenas, y cuya representación
–junto con una rama de olivo-, es característica de las monedas atenienses, e
incluso aparece en la actual moneda griega de un euro.
Figura 1.-
Representaciones de animales reales o ficticios en monedas griegas.
Una de las figuras más interesantes
y curiosas que podemos encontrar en la numismática griega es la planta de
silfio, que aparece en las monedas emitidas en la región de la Cirenaica (que
se corresponde con la actual Libia, Figura
2).
Figura 2.-
Mapa de la provincia Cirenaica según Ptolomeo, mosaico representando a Cirene
en la fuente Castalia, ruinas de Cirene y tetradracma mostrando una cabeza de
león, la planta de silfio y su semilla
El silfio, conocido también como
“laser” en la literatura clásica, era una planta extinguida del género “Ferula” perteneciente a la familia de
las “Umbelíferas”, de aspecto similar al apio y con racimos de pequeñas flores
amarillas, sus semillas tenían forma acorazonada y aparecen representadas en
las primeras emisiones hacia el año 500 a.C.. Esta planta era muy valorada en
la antigüedad clásica (“digna de su peso en denarios”), debido a que su raíz
aromática y resinosa se usaba como alimento, como condimento y también por las
propiedades medicinales de su jugo (denominado sirpe, laser o laserpicium) en
remedios contra la tos, fiebre y dolores. El naturalista Plinio el Viejo le
atribuye propiedades contra la lepra o la caída del cabello, así como antídoto
contra algunos venenos, también se utilizaba como anticonceptivo, dado que
posiblemente tenía propiedades abortivas.
Figura 3.-
Antigua emisión de Cirenaica del 525-480
a.C. donde se representa a la ninfa Cirene sentada mostrando la
planta de silfio.
Esta peculiar especie era en
realidad un endemismo, que crecía exclusivamente en una reducida franja costera
de la Cirenaica. Los griegos creían que esta planta era un regalo del dios
Apolo, que había surgido tras una intensa lluvia que tuvo lugar en el siglo VII
antes de nuestra Era, en las fechas de la fundación de la colonia griega de
Cirene, que dio su nombre a la región circundante, sin embargo, existen
evidencias de su utilización también en el antiguo Egipto.
La economía de la región dependió
durante mucho tiempo del comercio de esta preciada planta silvestre, y en el
siglo primero antes de Cristo se realizaron en Roma grandes importaciones de
este preciado vegetal, de forma que cuando el año 49 a.C Cesar vació el tesoro
público de la ciudad, halló en él casi media tonelada de esta valiosa especie.
Sin embargo, desgraciadamente, la planta de silfio no pudo cultivarse en
suficiente cantidad, ni trasplantarse a otras regiones, de forma que este
vegetal, considerado como “el más precioso regalo que la naturaleza ha dado al
hombre”, en palabras del naturalista romano Plinio, terminó por desaparecer en
el siglo primero de nuestra era, debido por una parte a la sobreexplotación,
posiblemente también por la introducción de ganado en la zona, o por cambios en
la climatología de la región.
Figura 4.-
Diferentes formas de representar el Silfio en las acuñaciones griegas de Cirenaica.
En las monedas de un dracma y hemidracma representadas, aparece una figura
acorazonada que ha sido interpretada como la semilla de la planta.
La última referencia que nos ha
llegado del silfio, es la de un ejemplar que fue solemnemente presentado ante
el emperador Nerón. Como podemos ver, ahora que está tan de moda la pérdida de
biodiversidad y la extinción de especies, hace casi dos milenios ya se
producían desapariciones de especies, algunas de gran importancia económica como
el silfio.
En tiempos de Marco Gavius Apicio (siglo I de nuestra Era),
autor del primer libro de recetas culinarias conocido “De re coquinaria”, esta
especie estaba prácticamente extinguida y lo que se cita como silfio (libros
III y IV.1) debe ser en realidad un sustituto, la gomorresina de una planta
similar denominada “Ferula assafoetida” que crece en Persia y Armenia, de sabor
amargo y desagradable olor (se la denomina vulgarmente “estiercol del diablo”),
y que sin embargo era muy apreciada en la cocina romana, distinguiéndose el
“laser parthicum” llamado también “laser syriacum” y el cirenaico, este último
más antiguo y que fue progresivamente desplazado por el láser parto, más
abundante y barato.
La especie “Ferula assafoetida” (como su nombre científico indica) tiene un
olor apestoso, pero en pequeñas cantidades actúa como potenciador del sabor de
los alimentos, y todavía se comercializa en la India con la denominación de
“hing”.
Figura 5.-
Planta de “Ferula assaofoetida” y
preparado comercial de la misma.