miércoles, 28 de enero de 2015

Cara y cruz de la moneda.

Cara y cruz de la moneda.
Artículo publicado en: Eco Filatélico y Numismático 66(1185) (Mayo 2010): pp. 42-43.

Miguel Ibáñez Artica.


            Los términos “cara y cruz” de una moneda, son una forma popular de expresar los conceptos de “anverso” y “reverso” comentados en un artículo anterior. Este vocabulario no forma parte de los tratados de numismática, sino que se refiere a la utilización de una moneda en un sencillo entretenimiento de azar, que consiste en lanzarla al aire, y donde las probabilidades de acertar el lado elegido son del 50%. Esta modalidad constituye una de las formas de juego más extendidas en todo el mundo y es utilizada de forma cotidiana (incluso para determinar la posición de los equipos en el campo durante los partidos de fútbol).

En castellano las palabras “cara” y “cruz” hacen alusión a las antiguas emisiones en cobre de los monarcas Borbones de la segunda mitad del s. XVIII y del s. XIX, donde aparecía el busto del rey en el anverso y la cruz de San Pelayo en el reverso. Pero también podemos encontrar variantes más arcaicas, por ejemplo en algunas zonas rurales del País Vasco, la expresión fosilizó mucho antes bajo la forma de “leon-kastillo”, en clara reminiscencia a las abundantes emisiones de maravedís de cobre, acuñados por los monarcas de la casa de Austria durante los siglos XVI y XVII, que llevaban en una cara la figura de un castillo y en la opuesta la de un león rampante (símbolos de Castilla-León) (Figura 1).


Figura 1.-      a: Moneda de ocho maravedís con el león y el castillo (siglo XVII).
                         b: Moneda de dos maravedís con el busto y la cruz (siglo XVIII).

Los antecedentes más antiguos los encontramos en los escritos de Pollux, un retórico del siglo II, quien describe un juego denominado “ostrakinda”  (ostrakinda), que consiste en lanzar al aire un fragmento de concha de ostra (u otro molusco bivalvo, e incluso pequeños fragmentos de ánfora), y ver si la cara que queda hacia arriba es la oscura de la superficie externa del animal o la nacarada más clara del interior de la concha. Otro juego similar, e incluso más antiguo, es el del astrágalo, conocido popularmente como “taba”, que es un hueso corto, parte del tarso del pie. Con la taba de algunos animales, normalmente de cerdo o vaca, se practica un juego de apuestas muy simple que consiste en lanzarla al aire, ganando el jugador si queda la parte convexa del hueso hacia arriba o perdiendo si queda la parte cóncava en la cara superior, sin embargo antiguamente se podían dar más opciones: si  caía mostrando el lado plano valía un punto; por el sinuoso, seis; por el cóncavo, tres, y por el convexo, cuatro (datos conocidos a partir de las perforaciones que presentan algunos ejemplares encontrados en diferente excavaciones arqueológicas). A partir de una pintura griega se sabe que los huesos se tiraban al aire y se recogían en el dorso de la mano, y además del azar, en este juego intervenía la pericia del apostante. En realidad, el juego del astrágalo sería más bien el precursor del de los dados, donde se recuperan estrictamente las leyes del azar (los primeros dados se fabricaban en hueso), y posee también un componente mágico adivinatorio (aún en uso en culturas primitivas). En una de las primeras monedas emitidas en Roma hacia mediados del siglo III a.C. podemos ver representadas las dos caras del astrágalo (Figura 2) (1).


Figura 2.- Onza de Aes grave, (Roma, 269-240 a.C.) mostrando un astrágalo.

La utilización de monedas en este tipo de pasatiempo comenzó en la antigua Roma, donde el juego de “cara o cruz” recibió el nombre de “caput aut navis”, en referencia a las primitivas monedas republicanas de un as, en las que figuraba por un lado la cara del dios Jano bifronte, y en la otra una proa de nave simbolizando el poderío naval de Roma (Figura 3).


Figura 3.- Primitivo “Aes” romano donde aparecen, en una cara el busto de Jano y en la otra la proa de una nave.

            En época medieval, en Francia este juego se denominó “croix et pile”, términos alusivos a la iconografía de los dineros torneses, que circularon por gran parte de Europa durante los siglos XIII y XIV, en un trágico período de tiempo marcado por la guerra y la peste en el que -como suele ocurrir en tiempos de crisis-, proliferaron todo tipo de juegos de azar. En estas monedas (Figura 4) aparece por un lado la cruz y en el otro, el denominado “castillo tornés” simplificado en forma de triángulo, y que recuerda al cuño de anverso o “pila” utilizado en el proceso de fabricación de la moneda, y la expresión francesa “n’avoir ni croix ni pile” podía traducirse por nuestra popular frase de “estar sin blanca”, es decir sin dinero. También en Inglaterra este juego recibió el nombre de “cross and pile”, nombres probablemente importados de la región de Aquitania durante la época de la Guerra de los Cien años. En la documentación navarra encontramos estos términos en referencia a los dineros torneses que no eran aceptados debido a que “fuesen faltos, quemados o peciados ata la cruz, o pelados, que non pareciese cruz ni pila” (AGN, Año 1345, reg.54).


Figura 4.- Dinero “carlín prieto” de Carlos II de Navarra, imitación del “dinero tornés” de Francia, muestra por una cara la cruz, y por la otra la “pila”.

            A partir del 8 de agosto de 1548 comenzó a figurar en la moneda francesa la efigie del monarca (face), y ya en el siglo diecinueve, se acuña la nueva expresión de “pile ou face” utilizada hoy en día para designar el juego de “cara o cruz”, conservándose el término “pile” como sinónimo del reverso.

            En los países hispanoamericanos se dan variantes en la denominación de este juego, como el “águila o sol” mejicano, en referencia a las monedas de dicho país (Figura 5), mientras en Argentina se utiliza la expresión “cara o seca”, en Perú, Chile, Colombia, Ecuador y Panamá “cara o sello”, y en Brasil “cara ou coroa” (cara o corona).


Figura 5.- En Méjico, el juego de “cara o cruz” se conoce con el nombre de “águila o sol” en referencia a la iconografía de sus antiguas monedas.

En italiano se emplean los términos de “testa o croce” y en alemán “kopf oder zahl” (cabeza o cifra). Otros idiomas también hacen alusión a las imágenes que aparecen en las monedas, como la expresión noruega “mynt/krone” (pieza/corona), la rusa “Орёл или ре́шка (Oryól ili réshka, águila u otro símbolo) , la irlandesa “heads or harps” (en irlandés “ceann nó cláirseach”, cabeza o arpa, que es el símbolo o escudo del país), en Israel la denominación “ets o Pally” (árbol o Pally), tiene su origen en la ocupación británica de Palestina, cuando las monedas llevaban en una cara una rama de olivo y en la otra el nombre de Palestina.  Sin embargo en el mundo anglosajón el término utilizado para el juego de “cara o cruz” es el de “heads or tails”, es decir “cabezas o colas” en relación con los extremos de la anatomía de un animal, e incluso se fabrican fichas o tokens satíricos específicos para este juego (Figura 6). La etimología de la frase en origen parece referirse también al busto que aparece en el anverso de las monedas (head), pero en este caso para expresar el concepto opuesto al de “cabeza” se utiliza el de “cola”, tal vez como un signo popular de irreverencia a la autoridad establecida.


Figura 6.- Tokens americanos para jugar a “heads or tails”.

Notas:


(1)  Se ha propuesto también la utilización del astrágalo como moneda primitiva en la zona del Mediterráneo, durante las Edades de Bronce y Hierro: Holmgren, R., 2004. “Money on the hoof”. The astragalus bone: religión, gaming and primitive Money. En: Pecus. Man and animal in antiquity. Proc. Conf. Swedish Inst. in Rome. Roma: pp. 212-220. 

2 comentarios:

  1. Buenas, mi novio encontró una moneda en Marchena, bastante deteriorada en un campo, por una cara tiene un castillo o algo así y por el otro un leon de las monedas antiguas pero no va solo, a su lado hay una forma como de unos arcos, he mirado por internet y no veo nada que se le parezca. A ver si algún entendido supiera decirme algo,

    Gracias por su tiempo

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  2. Seguro que son 8 maravedís de Felipe III o IV acuñados a martillo de la Ceca de Segovia

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